Opinión
Culto a la muerte y negación de la realidad
FASCISMO Y MONTONERISMO (*)
Mucho se ha escrito sobre los distintos hechos que caracterizaron la agitada década del ’70 en la Argentina. Lejos de querer ampliar esa lista de acontecimientos, este trabajo pretende hacer hincapié en la ideología que movía la acción montonera, especialmente durante el período de la denominada “contraofensiva”.
Debemos entender primero que al hablar de una mentalidad ideológica nos referimos a una estructura cognitiva cerrada, un sistema de creencias impermeable a la evidencia y la argumentación. 1 En definitiva, la negación de la realidad y del disenso. Analizadas desde la perspectiva de la razón, muchas de las maniobras y acciones de Montoneros parecen totalmente incoherentes. Ello es así porque se comete el error de someter dichas prácticas al tamiz de la lógica, pero es necesario percibir que la voluntad de esa agrupación terrorista no estaba movida por ideas, ni objetivos, ni fines lógicos, sino que estaba sometida a una ideología. FASCISMO Y MONTONERISMO Entenderemos el origen de las torpezas y negligencias cometidas durante “la contraofensiva” si comprendemos que este plan de ataque de “la organización” fue ideado por una mentalidad ideológica similar a la del fascismo. Quien señaló la similitud entre la ideología montonera y la fascista fue Pablo Giussani, en su libro Montoneros: la soberbia armada. Este autor coincide con Umberto Eco en que el elemento más característico del fascismo es el “culto a la muerte” y atribuye esta misma categoría a Montoneros. Este “culto a la muerte” se vislumbra a partir del arrebato militarista de la organización, que carecía de un fin político que lo iluminara. En Montoneros el hecho de tomar las armas era en sí un objetivo. Según Giussani, no había una meta política detrás. En cambio, había una cierta exaltación del heroísmo, pero no del heroísmo con respecto a un fin deseable, valioso, sino por la actitud violenta en sí. Esto ya no se trataba de virtud, sino de temeridad irresponsable. Esta “entrega” se esperaba de todos y cada uno de los integrantes de la organización.2 Con estas exigencias era imposible que la masa tuviera acceso o pudiera contribuir al ideal revolucionario. Los requisitos que tenían daban la pauta de que la tarea de poner en marcha “la revolución” estaba reservada para una élite. Incluso había una marcada tendencia a desvincularse de la “masa”. Así lo denotaba el uso de uniforme, saludos militares, marchas y otras prácticas que utilizaban para salir de la mera situación de ciudadanos. Estas costumbres no se perdieron durante el exilio. En cualquier lugar del mundo: Madrid, Roma, La Habana, al celebrarse una reunión, todos los participantes del evento llegaban con un paquetito con su respectivo uniforme. 3 Giussani hace un contraste entre Montoneros y la resistencia al fascismo en Italia. En este último caso, el partigiano era el civil que tomaba las armas. Por una situación extrínseca, se veía en la obligación de hacerlo, sin otra posibilidad. Es así como la ametralladora caía en manos del campesino o del obrero con su pantalón de trabajo desgastado y hasta del hombre de traje y corbata. FUERA DE FOCO Frente al marxismo ortodoxo, que dice que la clase obrera es la única que puede promover el cambio histórico y hacer “la revolución”, las ideas de Antonio Gramsci fortalecen el poder de los intelectuales como un modo de promover condiciones que pueden no estar presentes en el proletariado. Gramsci propone, fundamentalmente, trabajar sobre la cultura y asigna un papel preponderante a los intelectuales. En cambio el foquismo (estrategia promovida por el Che Guevara) prefirió que al compás de las ideas, los intelectuales crearan un foco, un polo de inicio de “la revolución”, que después pudiera ser seguido por la clase obrera, que se sumaría a un movimiento iniciado por otros, los que – ellos decían – estaban en condiciones de interpretar la historia y comprender la situación. El foquismo sólo escuchaba una parte de los consejos gramscianos, porque el autor italiano proponía generar en la sociedad un nuevo “sentido común” apelando a la razón, no a los golpes ni a los tiros. Montoneros hizo suya la estrategia del foquismo, así como lo hicieron otras agrupaciones de izquierda en toda Latinoamérica. Cuando no había manifestaciones de autoritarismo por parte de los gobiernos, era necesario poner en funcionamiento un proceso “de desenmascaramiento” que comenzaba con una serie de denuncias de los extremistas revolucionarios. Como el pueblo solía y suele atenerse a las evidencias que se manifiestan en la realidad y, por lo tanto, le resultaba bastante incomprensible el presupuesto de gobiernos supuestamente opresores, fascistas, que la izquierda postulaba, entonces no quedaba otra alternativa que llevar al gobierno a una situación en la que le resultara imposible esconder “su ferocidad”. Con este argumento se desarrolló la violencia guerrillera en América Latina,4 promovida y financiada, en plena guerra fría, desde Cuba, la Unión Soviética y otros regímenes totalitarios. Sus rasgos fascistas y la influencia del foquismo llevó a Montoneros a desatar su lucha en un momento en el que no estaban dadas ni las condiciones objetivas ni las subjetivas para una guerra de guerrillas. Sin embargo, ellos se hicieron eco del foquismo del Che Guevara, personaje que admiraban. LOS “ISMOS”: ENTRISMO, PERONISMO Y MONTONERISMO La IV Internacional Socialista, movimiento de izquierda establecido en 1938, que agrupaba a los distintos partidos marxistas y trotskistas disgregados por el mundo, había recomendado a sus miembros integrar (“entrar” en) las filas de los partidos populares en sus respectivos países como estrategia para ir cooptando a las grandes masas. A esta estrategia se la denominó “entrismo”. Los montoneros utilizaron esta práctica. El peronismo fue elegido entonces como una vía de ese movimiento terrorista para tomar el poder. Giussani reconoce que en 1970 la situación política en la Argentina estaba muy tensa. Si se aceptaba al peronismo en elecciones, éste triunfaba e indefectiblemente se venía un golpe militar. Si se proscribía al Peronismo, el Gobierno que ganara saldría muy debilitado de las urnas y la violencia y el caos se extenderían en el tiempo. Se entendía que Perón tenía que salir del exilio. Aramburu estaba trabajando en un plan para hacer confluir “a todos los actores del establishment, con el peronismo y la sociedad”, plan que tenía perspectivas de triunfo.5 ¿Por qué entonces Montoneros lo asesina, estimulados, aparentemente, por algún sector del ejército? “La organización” ¿no luchaba por la vuelta de Perón? Lo cierto es que si caducaba su proscripción, Montoneros tendría a su líder en el lugar que supuestamente anhelaba para él. Sin embargo, si ese momento llegaba, desde un punto de vista lógico esa sería la ocasión de tener que dejar las armas. Tampoco se podría entender por qué “un peronista” mataría, como lo hizo Montoneros, a José Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT e incondicional de Perón, que en ese momento estaba en la Presidencia de la Nación. La relación entre Perón y Montoneros fue simbiótica: fueron instrumentos de poder el uno para el otro, hasta que Perón los echó. LA DENOMINADA CONTRAOFENSIVA La denominada “contraofensiva” fue el período en que un grupo de militantes que habían logrado escapar de la represión del gobierno de las Fuerzas Armadas instaurado en 1976 para combatirlos y que se encontraban exiliados en distintos destinos, volvieron entre los años 1979 y 1980 a “contraatacar” sin ninguna perspectiva objetiva de triunfo: con sus fuerzas diezmadas y sin apoyo popular. Esto denota una impermeabilidad respecto de la realidad de la Argentina en los años 1978, 79 y 80: No supieron reconocer la falta de respuesta del pueblo hacia la invocada “causa socialista”, el desgaste y derrota de sus fuerzas y la hegemonía del poder militar, entre otras cuestiones. Tal vez este período sea el que más patentemente demuestra la irracionalidad y ausencia de fines políticos de la agrupación terrorista. Desvinculada de un objetivo político claro, tangible, la violencia criminal que practicaban quedó totalmente desorientada y los llevó al fracaso rotundo, fracaso al que los montoneros estaban indefectiblemente condenados, dado el rechazo que producían sus acciones y las circunstancias de la realidad nacional. Su mentalidad ideológica les impidió acceder a los datos que esa realidad les ponía a disposición. No hay explicaciones lógicas a la pregunta ¿por qué volvieron?, que tantas veces se ha formulado. Sólo analizado desde el punto de vista de la ideología, este interrogante recibe respuesta. Marcelo Larraquy dedica todo su libro, Fuimos Soldados , a la investigación que hizo sobre “la contraofensiva”. Empieza su ensayo con un interrogante y una respuesta bastante sugerentes: “¿Por qué seguían su emprendimiento? ¿Porque estaban locos? No, porque se sentían soldados”. 6 PARA TERMINAR… Uno podría decir: ¿Qué sentido tiene teorizar sobre algo que sucedió hace treinta años? Sin embargo, no debemos perder de vista que algunos de los personajes que formaron parte del movimiento terrorista Montoneros hoy están en el gobierno nacional o influyen directamente sobre él. La Soberbia hoy, no está armada, pero está en el poder. Esta perspectiva tal vez pueda dilucidarnos algunas sinrazones y expresiones de la actual gestión. 1. Sartori, Giovanni. Elementos de Teoría Política. Capítulo 5. 2.Giussani, Pablo. Montoneros: La soberbia armada. P. 44 3. Giussani. Op cit. p. 57. 4. Giussani. Op cit. p. 25/6 5.Giussani. Op cit. p. 223 6. Larraquy, Marcelo. Fuimos soldados. (*) Recibido por Corrientes al Día de Mercedes Manfroni
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.