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“De poca monta”, por publicaciones contrarias a escriba de El Libertador

CORRIENTES AL DÍA (*)

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Todas mis certezas se están derrumbando, una a una. Todas las cosas aprendidas en libros polvorientos, que ahora considero obsoletos, se están yendo a pique, torpedeadas por los asertos precisos de un iluminado.


Ocurre que a partir del domingo 24 de febrero, en las páginas del diario El Libertador, el periodista Alejandro Petroff, lumbrera ya no del periodismo sino del conocimiento universal, en la respuesta a una nota de mi autoría, me hizo ver algunas cosas, a saber: a)- Que el hecho de figurar en la planilla de sueldo de un determinado diario es una demostración de estatus que vuelve a alguien superior a otros que no figuran. b)- Que Corrientes al Día y Momarandú, portales de internet que publicaron mi nota antes que la edición impresa del diario en el que se desempeña Petroff) son portales “de poca monta”; siguiendo una cadena deductiva, se puede inferir que todos los medios en los que no firma Petroff son “de poca monta”, lo que desautoriza a todo aquel periodista, escriba ocasional, lector con ganas de expresarse o cadete que forme parte de o colabore con ellos. c)- Que todo aquel que no comulgue con las descentradas y parcializadas visiones de la situación de la política argentina petroffianas (desde la década del “30 hasta estos calurosos días en los que un negro pelea por el poder allá, en la América del Norte y en este rincón de la América del Sur llamado Corrientes se ponen en carne viva en un juicio las brechas insalvables que dividen a los que repudian crímenes y los que los justifican), todo aquel que no comulgue, decía, y lo manifieste, es un chimango con delirio de trascendencia. Esta epifanía me llegó al terminar la lectura de Yo, el facho, un título que es toda una toma de postura que debió asumir hace tiempo, cuando comenzó a cuestionar las medidas judiciales que afectaban a militares involucrados a violaciones de los Derechos Humanos,, cuando después de la retahíla de citas a las que tan afecto es Petroff (¿jactancia intelectualoide, yo?), se dedica a defenestrarme alegremente, diciendo de todo sobre mí y nada sobre los puntos que motivaron mi artículo, como su adhesión a la estúpida teoría de los dos demonios demostrada en su El tan temido término medio y la tenaz defensa que hace de la sepultura de crímenes imprescriptibles. Esto ya se ve en otro artículo suyo dado a conocer en 2004 por Momarandú (¿uno de los portales de poca monta? ¡Cáspita!) y que bautizara De golpe. En él, el fino argumentador que se pretende Petroff se interroga, con una mezcla de perplejidad fingida y dolor por los que no alcanzan sus elevadas cotas de reflexión, “… ¿Hasta dónde son capaces de llegar aquellos compatriotas que pregonan la memoria pero luego pretenden negar la historia (negra) descolgando un par de cuadros? (…) ¿qué se consigue a esta altura agitando viejos fantasmas?. ¿Acaso exacerbar ciertas mentes que sólo saben de revanchismos, aún cuando hayan declinado hace rato su afán revolucionario?” Y postula, a favor del olvido, que “… para un pueblo que lucha por avanzar, que todavía desconoce su potencial porque precisamente encuentra más factores de discordia que aglutinantes, esta sal en la herida es un nuevo obstáculo que amenaza volver a detener el andar cansino y errante de la Patria.” Sobre esas posturas sí sería interesante que se explayase, para instruirnos, y no sobre mis carencias intelectuales o mis veleidades literarias (aporto una contribución para la libreta de ataques personales de Petroff que podría usar para una respuesta: soy calvo, no veo bien, fumo mucho y no me santiguo al pasar por las iglesias). O sobre la condena que hace de la resistencia armada a un gobierno inconstitucional abusando, paradójicamente, de la Constitución: “Artículo 21 de la Constitución Nacional sostiene que todo ciudadano está obligado a armarse en defensa de la Patria y de la Constitución misma, mas no manda que se lo haga en forma clandestina ni cometiendo delitos para sostener económicamente una estructura guerrillera y, cae de madura, aumentar su poder de fuego”. “Es tan romántico y concientizado política socialmente don (sic) Nicolás que, no lo dudo, optaría por la lucha armada para luchar contra ese eje del mal que se es (¿?) capitalismo…” (¡ese léxico de cuartel, ese temor a la insurgencia popular ante los avasallamientos antidemocráticos!) . Con esa óptica, todos los levantamientos desmedidamente reprimidos de nuestra historia están justificados, desde la huelga de 1905 hasta los fusilamientos de José León Suárez, pasando por la Patagonia trágica. En otro pasaje de Yo, facho, Petroff, con ese estilo paternalista que tan bien le queda, me aconseja “Hay que escribir para la gente, don (sic de nuevo) Toledo, y no para uno mismo (eso explica sus delirios de grandeza). Hay que saber auscultar a la comunidad en la que vivimos”. Tal vez crea que la comunidad está compuesta por infradotados que no pueden comprender otros tonitos que los demagógicos, con angaú y chistecitos de querella de mercado incluidos. O, quizás, coincidamos en que la formación estándar del pueblo está aniquilada merced a las rémoras de la feroz destrucción cultural emprendida por los militares, que proscribió textos, palabras, obras de teatro y hasta libros de matemática (remitirse al brillante Culturicidio de Francisco Romero), en cuyo caso estaría avalando mi exposición sobre las consecuencias nefastas de la Dictadura arrastradas hasta nuestro 2008 de i-pod y celulares con bidet. Bien dije al principio: Petroff es un iluminado, un apóstol del pensamiento correcto, y como tal se siente anatematizado por anarquistasguerrillerosseudointelectuales como yo y como los que no abonamos su discurso y que pretendemos “echarlo a la hoguera” (la expresión es recurrente en sus notas, se puede cotejar); es un profeta que no teme ser lacerado por los acólitos del “discurso único” (otra tara de estilo) como los protagonistas de las hagiografías a las que parece adepto (eso para demostrar que leí el diario completito, completito). Y por esa condición didascálica de sus palabras es que se me pegó un poco de la manía por las citas. Acá va una de Rodolfo Walsh, un tipo que bien merecida se tuvo su suerte por empuñar las armas, si seguimos el razonamiento de Él, el facho: “(…) El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el “submarino”, el soplete de las actualizaciones contemporáneas (…) Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas”. El fragmento anterior pertenece a la celebérrima y muy valiente Carta abierta a la Junta Militar, que como se verá, tampoco elude los paralelismos con la Inquisición que tanta burla suscitaron en Petroff. Y que fuera fechada exactamente el 24 de marzo de 1977, en el primer aniversario del golpe, cuando en serio había que tenerlas puestas para exponerse al tormento en la hoguera. O en el submarino seco. O al empalamiento. Al releer la Carta, no se puede evitar pensar que Walsh se debe estar retorciendo en su tumba, junto con Montesquieu, al conocer la defensa de los verdugos de su colega. O no, porque en realidad, Walsh no tiene tumba: sencillamente no está, desapareció, no tiene entidad, como tantos otros muertos matados dos veces por los milicos y sus sicarios (muerte física y muerte de la identidad en una lápida). Y eso, sólo eso, merece no dejar de mirar sobre el hombro hacia atrás, reclamando el alivio del resarcimiento a un pueblo vejado. (*) Recibido por el Portal de “poca monta” (según escriba del diario el libertador Alejandro Petroff) Corrientes al Día, de Nicolás Toledo. D.N.I: 24.374.884. Corrientes- Corrientes- Argentina. (P.D.: Esta nota será enviada a todos los medios de comunicación a los que fue remitida la anterior, por considerar que el artículo que la motiva fue publicado en un medio público y que como tal está abierto a la interpretación, refutación, relectura y contestación de quien lo desee, y no por afán de protagonismo del autor).

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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