Signos Literarios
Dificultades y angustias de los pueblos elegídos
OSCAR PORTELA (*)
En realidad la palabra angustia relacionada directamente- no con la libertad del hombre sin fundamento alguno – (Heidegger) – nada tiene que ver con aquel concepto de la angustia que para el universal-singular (Sartre), llamado Kierkegaard, provenía del pecado de un padre que siendo pastor un día blasfemó contra Dios: esta culpa dió como resultado una deuda heredada e indexada, que solo puede pagarse con el acatamiento a la ley de un Dios tiránico y exigente – que no es dolor como afirma Lyotard acudiendo a una retórica de tipo sofistica que resulta insoportable – sino que puede exigir un sacrificio a Abraham, quien está dispuesto a inmolar a su primogénito- como los terroristas se inmolan hoy siempre en nombre de una verdad revelada.
Hace ya más de un siglo Friedrich Nietzsche afirmo “la sangre de los mártires no tiene nada que ver con la verdad”. Sin embargo el martirologio judío, la errancia metafísica sin fin, el hecho insoportable de haber sido elegidos para llevar y sobrellevar el destino de la historia a un final que es solo “epojhe” (suspensión de sentido), pero que no cesa de dar señales y mandatos al pueblo elegido, sometiéndolo a tremendas tribulaciones que los hace “acreedores” de lo que aquellos asesinos seriales llamados “antisemitas” les robaron, es decir su casa, (la de Dios), su cuerpo (su toponimia). y la memoria cartografiada que los convirtió en aquello que al occidente le falta, esto es, el sentido de “la culpa”. La forclución de un olvido seguramente más hondo que el olvido del ser. No solo el sentido de la culpa nos salva de este olvido, es decir de la repetición, sino que además es la que confiere a la errancia y la improbable escucha, créditos sin limites en lo que respecta a reclamar a los demás pueblos aquello que se les adeuda. Haber sido vitimas de las faltas de las religiones de la tierra (paganas decía aún hoy despectivamente un retorcido post-moderno Lyotard), en las que la tierra y las palabras son sujetos de un origen que no existe, para una deriva a la según él y los que como él opinan, no existe sentido escatológico o teleológico que no sea el de la epifanía de una revelación, que no se ha sustantivado nunca en ésta tierra. Esto es lo que Heidegger se supone no habría entendido nunca: el Dios de Moisés habla en nombre de la diferencia ontológica y el olvido del ser: llegados a este punto todos los retorcimientos hermenéuticos de textos que se superponen son ya posibles: pero un pensador cristiano como Valadier afirma con respecto al dios pagano Dionisos: (citamos a pesar nuestro): “Mientras el dios Cristiano deja morir a su Hijo sin morir él, el dios Dionisio pasa por la muerte: por ser auténticamente signo, debe querer borrarse y desaparecer. Para permitir de nuevo la afirmación, su presencia debe ser ausencia. Es camino, como lo es el hombre. No contentándose con indicar al hombre el camino sin él (tras) pasarlo, este dios pasa y muere verdaderamente”: (N y el Cristianismo). Esta misma exaltación de la pertenencia del hombre a la tierra y la “torna” hacia todas las fuentes nutricias de un pensamiento que abra nuevos senderos en el bosque, son aquellas a las que les se reprocha el haber servido de soporte neo-conservadoras, a un Occidente que olvidando a Plotino, no habría comprendido el feroz unicato del dios Jehová, que como consecuencia de las civilizaciones adoradoras de lo de uno, entendieron siempre lo destinal histórico, como un designio divino que debía mantenerlos apartados, y en consecuencia, dieron a la historia un “telos” en el cual el racionalista y antisemita Hegel, une la tradición occidental con el mesianismo judío y el fundamentalismo de los pueblos adoradores de Alá. No debe resultar fácil haber sido destinados a tamaño emprendimiento: la conquista primero de un imperio espiritual y luego – ya en plena época de la constitución ontotecnológica de la cultura planetaria – ir hacia un Estado Universal que debería haber sido la tierra como templo del Dios Único. Pero parece que los sacrificios sumados a lo largo de los siglos – las diásporas territoriales y étnicas o estatales – pueden hoy conseguir saldar la indexación de una deuda impagable: (crucifixión o shoa) con la contitución de un Estado Colonialista: así parece haber llegado la hora del Apocalipsis, (revelación de la verdad como tal) , mientras Heidegger hablaba por el contrario de la “in-esencial esencia de la verdad”. En su monumental obra “Von Hegel Zu Nietzsche”, Karl Lowith pone de manifiesto el decisisivo cruce de líneas enemigas entre ambos pensadores: para Hegel el estado moderno será (“mythem “ de Kojeve), la resolución de todas las aporías de un pensamiento pre-dialéctico: la resolución formal de los conflictos entre realidad y racionalidad con la conocida frase: “todo lo real es racional, todo lo racional es real”. Para Nietzsche la historia constituye un “error” y toda visión escatológica de la historia es sierva de la constitución moral de la ontoteologia y por lo tanto maniquea en su esencia: y a la frase de Hegel responde: “todo lo racional es imaginario, todo lo imaginario es real”. Dentro del sueño como pulsión colectiva del imaginaril colectivo, de la que hablaba todavía Cornelius Castoriadis, a veces con candidez de utopista, le cabe al poder acumulativo de la técnica como “voluntad que se saberse a si misma”, y solo a ella, como sombra del ideal ascético negador de la vida, ser el instrumento del cual puede valerse el nihilismo para apagar definitivamente los destellos de una raza que puede sucumbir a un destino feroz: el dominio de todo lo ente por un sujeto humano que no pudo ,o no supo , encontrar el camino, para salir de un laberinto en el cual los odios étnicos y religiosos más primitivos, permitan que las armas proporcionadas por la técnica, hagan añicos la morada del hombre por un tiempo no físico, no cuantificable, sino aquel de la roza de Eckardth que siempre “florece sin porqué”. (*) Para Corrientes al Día
En honor a los 120 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado entre Argentina y Japón el 3 de Febrero de 1898, se lanzará el jueves próximo desde el Jardín Japonés (Buenos Aires) el primer concurso internacional de Poesía Japonesa “Tierra de Haikus”. La iniciativa es impulsada por la Fundación E Jendú Arte y Cultura, Imagen Diplomática, la Fundación “Andresito de las Misiones” y el Observatorio Social por la Paz y cuenta con el auspicio de la Embajada Japonesa en Argentina.
Las organizaciones que impulsan el certamen desarrollan sus actividades con miras a la reafirmación y expansión en todo el mundo de la Cultura de paz, con especial atención a la filosofía y los objetivos de Naciones Unidas, representados en sus distintos estamentos y agencias, como así también en sus diversos Programas, Fondos y Organismos, que tienen por principal causa el derecho de todos los pueblos del universo a la paz duradera y definitiva.
Este Primer Concurso Internacional tiene como objetivo principal la exaltación de la poesía en general y de la poesía japonesa en particular; al mismo tiempo que busca reafirmar el espíritu de confraternidad y amistad entre el Japón y la Argentina, en Honor y Homenaje a los 120 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado entre ambos países el 3 de Febrero de 1898
Vale señalar que el milenario Haiku, es una composición poética japonesa que consta consecutivamente de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas (diecisiete en total).
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Otra publicación en revista internacional para teórico correntino
FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS
La propuesta de reforma democrática, “El voto anticipado” del autor Francisco Tomás González Cabañas fue publicada por la prestigiosa Revista española de la transparencia, ISSN-e 2444-2607, Nº. 6, del año 2018, en las págs. 102-104. Para el creador del índice democrático, herramienta que mide las prácticas democráticas en los distintos poderes de los distritos auditados, se trata de la publicación número quince por parte de revistas internacionales que imponen estándares de exigencia y de calidad para publicar desarrollos teóricos, que como en otras elaboraciones de González Cabañas (voto compensatorio, gabinete ciudadano, cámara de dipunadores) sostienen novedosos criterios o categorías para remozar la democracia como la experiencia que puede, o debe, seguir siendo mejorada para representar, palmariamente, el gobierno del pueblo o de los ciudadanos.
“Al establecer la posibilidad de un voto anticipado, se conseguirían modificaciones sustanciales, giros copernicanos en la política cotidiana, que al constituirse en concomitantes, complementarias o en paralelo, con el voto o sufragio clásico y tradicional, de ningún modo significara una ruptura conflictiva, una instancia revolucionaria traumática, sino simple y llanamente la consolidación de la democracia misma, resignificando, desde lo electoral su definición histórica como etimológica.
El voto anticipado, permitirá que el ciudadano, en los tiempos actuales en donde considera un valor positivo el compartir sus gustos, preferencias y elecciones, ante sus semejantes, por intermedio de plataformas virtuales o de redes, haga lo propio con su preferencia electoral o política. El voto o sufragio clásico, que en varias aldeas occidentales, sigue amparado por ley, para que se lo respete en su condición secreta, fungió con utilidad hace décadas atrás, cuando las realidades sociales y existenciales no habían sido gravitadas por la explosión del mundo digital y de la cada vez más influyente inteligencia artificial. Sería más que una falta de tino el señalar, como se vio modificada la vida diaria del occidental promedio, de dos décadas a esta parte, más bien, es incomprensible como aún no se haya generado, hasta esta oportunidad, la posibilidad para que el ciudadano moderno, pueda hacer visible, pueda exteriorizar sus elecciones políticas, y en el caso de que lo decida que lo comparte y difunda, tal como lo hace con todos los otros (al menos tiene tal posibilidad) aspectos de su vida que no solo son considerados públicos, sino también áreas o zonas privadas”.
Estos párrafos que hacen mención al desarrollo teórico de Francisco Tomás González Cabañas, publicados por la revista internacional de marras, evidencian el grado de audacia teórica, de arriesgada creatividad, sostenidas en giros arguméntales y en razonamientos acendrados en la historia del pensamiento que lo preceden al correntino, construyendo para sus consideraciones y categorías un sendero en donde seguramente tantos más que vengan con él o detrás suyo, erigirán bajo estos pilares una nueva consideración de lo político como de lo democrático.
El texto “Crónicas de Bosque” de Francisco Tomás González Cabañas, fue publicado en la Revista editada en el Perú “Dúnamis”, en su número 8 del año 9, correspondiente a Septiembre del año en curso.
Con la presente el autor suma 8 publicaciones en revistas internacionales (la mayoría de ellas especializadas en filosofía) en menos de un año, como dos libros de filosofía política publicados, uno de ellos (El Voto Compensatorio) editado en Alemania, y la aceptación a más de una veintena de diferentes congresos internacionales de diversas ponencias oportunamente enviadas y aceptadas.
Crónicas de Bosque, es un relato ficcional, que vislumbra una crítica social que encierran al autor en sinuosos laberintos de persecución e indiferencia por parte de quienes pretenden una sociedad sesgada, en donde las decisiones son tomadas por facciones con poder circunstancial y por tanto el ejercicio ciudadano y la vida democrática, pasan también a ser literatura o filosofía ficcional.
CRÓNICAS DE BOSQUE
Se estima que tiempo antes de la existencia de los guaraníes nuestras tierras fueron habitadas por una civilización que ha dejado muy pocos rastros de su existencia. Alcanzando el grado de mito, como la célebre Atlantis, daremos cuenta, de la información que contamos acerca de la cultura que podríamos dar en llamar como de los “Gentereí”.
En un tiempo no precisado de la historia, en lo que actualmente se conoce como el litoral argentino, una cultura de peculiares características, tuvo su apogeo y extinción, bajo sinuosidades sociales y políticas, que en la actualidad nos pueden parecer, casi familiares y cotidianas, por lo que no es demasiado arriesgado suponer, que pese a los siglos transcurridos y por más que las evidencias materiales no sean contundentes, tenemos una carga genética o arrastramos signos de quiénes serían nuestros antepasados directos; los Gentereí.