Opinión
El curioso caso Cobos
PEPE ELIASCHEV
¿Qué significa Julio Cobos? ¿Qué representa el vicepresidente de la Nación? ¿Cuál fue en realidad su trayectoria? ¿Qué proyectos tiene? ¿Forma o no forma parte del gobierno nacional? ¿Tiene perspectivas políticas y electorales fuera de lo que es hoy el oficialismo?. Estas preguntas que uno se hace apuntan a uno de los rasgos más jugosos e insólitos del actual devenir nacional.
(Perfil.com) Julio César Cleto Cobos se ha convertido en una figura famosa y, en cierto sentido, popular. Esto no asegura, necesariamente, que el vicepresidente tenga un futuro político cierto. Pero antes de que el globo se siga hinchando todavía más, más allá de que estalle o no, es importante acotar un poco el fenómeno, describirlo, estudiarlo, preguntarse, por ejemplo: ¿en qué consistió, en su momento de ascenso político, el acercamiento que el ingeniero Julio Cobos tuvo con Néstor Kirchner, cuando el entonces presidente de la Nación preparaba la continuidad de su gobierno a través de su esposa? En aquel momento, ¿había o no derecho a sorprenderse de cuales eran los rasgos decisivos de la personalidad y de la plataforma política de Kirchner? Uno quisiera creer que no, que todo estaba muy claro. Cuando Cobos resolvió aceptar el convite del oficialismo e iniciar la carrera que habría de llevarlo en octubre del año 2007 a la vicepresidencia de la Nación, el kirchnerismo explícito estaba claramente identificado: sus métodos, sus consignas, sus maneras de acumular capital político, el trato a los amigos y a los enemigos, su intolerancia o su poca tolerancia para las divergencias. En este punto corresponde decir que Cobos no tiene derecho a sorprenderse, no tenía derecho a asombrarse. Cuando se inventa esta frase, verdaderamente contradictoria, “radicalismo k”, Cobos tiene, como hombre que se callaba entonces la boca, una enorme responsabilidad, que lo debería situar en una posición de mucha mayor humildad de la que ahora ostenta, proyectándose como si no tuviera historia, como si no viniera de ninguna parte o, como se dice en la calle, como si hubiera nacido de un repollo. Con el desempate que produjo en el Senado, le infligió claramente una derrota fuerte al gobierno de Cristina Kirchner. Pero eso no lo convierte necesariamente, en el depositario de un capital político propio, menos en condiciones de imponerle algo a alguien, ya no solamente a su partido de origen que lo vio partir, sino ni siquiera a sus hasta ahora ex aliados, que comienzan a ser sus nuevos enemigos. Corresponde recordar que Cobos se apartó de la Unión Cívica Radical. En ningún momento se propusieron, quienes lo seguían y él mismo, una batalla política dentro del radicalismo. En Mendoza llegaron a formar un partido propio porque el kirchnerismo, esto es el justicialismo, fue con fórmula propia y ganó la gobernación de esa provincia. Celso Jaque es el gobernador en nombre del peronismo. Ahora, a medida que se aleja la hipótesis Cobos, aparece lo que el gobierno actual se propone hacer en materia de concertación plural. Básicamente, además de estrechar el vínculo con los dos gobernadores radicales que les quedan -el de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, y el de Río Negro, Miguel Sáiz- habrán de continuar con esta política tan particular que consiste en ir reclutando de a uno por vez y sin detenerse jamás en ningún tipo de convenio con ninguna organización política partidaria. Por eso, capturan de alguna manera al doctor Oscar González, un hombre que viene del socialismo. Por eso permanece en el círculo del gobierno un hombre como Gustavo López, que en realidad no tuvo ninguna trayectoria radical propiamente dicha pero fue funcionario de Fernando de la Rúa, y también fue funcionario de los primeros momentos de Cristina Kirchner. Por eso sigue en el Banco Central Miguel Pesce, hombre de pertenencia a ese círculo de poder. Por eso Graciela Ocaña. Por eso Fernando Melillo. Por eso Ricardo Ivoskus. Hombres y mujeres considerados como tales, como individualidades personalmente capturadas, como quien tira la caña al río o al mar y se lleva un pescado. Ahora, en el caso de las gobernaciones que quedan asociadas al Gobierno es muy clara la diferencia. El caso interesante es Río Negro. De Santiago del Estero es poco lo que puede decirse, es el gobierno de la indigencia. Gerardo Zamora tiene esta alternativa: o mantenerse en estado de vasallaje al gobierno nacional o literalmente quedarse en el desierto, en una provincia pobre, particularmente apremiada y sin recursos. De no aceptar la tratativa que le ofrece el gobierno, Zamora quedaría literalmente a la intemperie. El caso de Río Negro es más curioso, más interesante. Río Negro es la única provincia del país en donde el radicalismo gobierna desde el retorno de la democracia. Recuérdese los gobernadores: el recientemente fallecido Osvaldo Álvarez Guerrero que cumplió un mandato, después los dos mandatos de Horacio Massacessi, los dos mandatos de Pablo Verani, y ahora el segundo mandato de Miguel Sáiz, todos ellos radicales. Se trata, en definitiva, del séptimo mandato radical desde la democracia y del cuarto gobernador con ese signo. En este caso, hay que decir que Río Negro presenta un caso muy claro de esclerosis del poder. El radicalismo se ha hecho poder en Río Negro y de algún modo es tributario de ese poder. Un poder que, claro, no es tan sólido como se piensa. Álvarez Guerrero ganó en 1983 con el 53% de los votos, y a partir de ese momento los votos del radicalismo nunca lograron llegar a ese número: 36% en 1987, 44% en 1991, 45% en 1995, 32% en 2003 y 46% en 2007. Ese radicalismo es, claramente, el partido mayoritario en Río Negro y, en definitiva, la joya de la corona en esta curiosa “concertación” que sigue impulsando el Gobierno, que mas allá del caso puntual de la provincia patagónica, prefiere anudar vínculos con personalidades o personajes considerados como tales, seres singulares, y jamás con una organización política, porque –hay que decirlo- la Concertación Plural carece de plataforma, de documento fundacional, de un programa al que uno pueda remitirse. En consecuencia, seguirá más de lo mismo. Y el destino de Cobos seguirá siendo un enorme signo de interrogación pero, convendría apuntar que el vicepresidente de la nación, de alguna manera, tendría que comenzar a explicar por qué llegó, como llegó a donde llegó y desde dónde llegó adónde llegó.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.