Opinión
“El gran mal de la Argentina es el populismo”
MARCOS AGUINIS
Marcos Aguinis, entrevistado por el portal Infobae.com, habló de la realidad nacional tras las elecciones porteñas, la recomposición política post 2001, el desarrollo del movimiento piquetero. Analizó el chavismo y su influencia en la Argentina.
¿Es posible superar las dicotomías que, pareciera, identifican a nuestro país: unitarios y federales, peronistas y antiperonistas, civilización y barbarie? Hemos llegado a una etapa en que se ha producido una suerte de fragmentación de los grandes bloques en que estaba dividido el país, y que, básicamente, estuvieron en los últimos tiempos personificados por el radicalismo y el peronismo. La fragmentación de estos dos grandes partidos ha creado una situación inédita, que puede producir el nacimiento de una nueva etapa manifestada, por ejemplo, en el hecho de que en este momento cada provincia esté tratando de generar sus propios políticos, sus propios líderes sin tener claramente un referente nacional. Nos encontramos con la novedad de que hay una recomposición política, que están surgiendo pequeños partidos en todo el país, en las provincias, y realizan pequeños encuentros para ver si pueden articularse entre sí. Esto está hablando de una recomposición que se está dando en Argentina como una consecuencia quizá tardía de la crisis del 2001, cuando se pedía que se vayan todos y una reforma política ya. Lo que ocurrió en estos años es que no se fueron todos, sino que se quedaron casi todos y la reforma política no se implementó para nada porque siguió siendo funcional para los malos políticos, con la persistencia de las listas sábanas, la falta de claridad en el financiamiento de las campañas políticas y una suerte de fraude patriótico que es la gran asimetría entre el oficialismo y la oposición. El oficialismo cuenta con medios de comunicación, con aviones, con helicópteros, con la caja; y la oposición ha visto bloqueado el apoyo de ingresos empresariales porque desde el Gobierno se las ha amenazado. Lo cual habla de que algo está por terminar. Sin embargo, en ciertas provincias continúan existiendo “caudillos”… Sí, las provincias en la Argentina tienen una tradición feudal muy lamentable, y hay algunas que siguen siendo propiedad de estos reyezuelos que las siguen dominando. Pero son reyezuelos que ya no responden a un referente único; hoy hay una enorme fragmentación que antes no existía. ¿El peronismo tiene que ver con esta tradición feudal? Yo creo que el folclore peronista, el ritual peronista, el haber tomado al peronismo como un elemento de identidad es muy fuerte en la Argentina. Pero muchos peronistas ya ni saben por qué son peronistas; mantienen una suerte de idealización de (Juan) Perón sin saber muy bien qué es lo que él hizo, el mito de cuento de hadas de Evita, sin saber exactamente quién fue y cómo se comportó; estos son algunos de los rasgos. Pero yo no sé si realmente es el mismo peronismo de otro tiempo; es un peronismo que ha cambiado incluso. Dentro del peronismo nos encontramos con sectores muy indiferentes. Por ejemplo, el sector sindical refleja al ámbito más reaccionario del peronismo, que es muy insensible a la inclusión social y no quiere ninguna modificación de las leyes laborales que permita una incorporación de los sectores desocupados al trabajo y una vuelta a la cultura del trabajo, en donde se gane más por el mérito del trabajador y no solamente por el hecho de pertenecer a un sindicato. Este sector del peronismo tiene mucha fuerza todavía. Hay otros sectores que están más vinculados con algo nuevo, que es el movimiento piquetero. El movimiento piquetero no solamente tiene sus líderes y punteros, sino que es el único grupo armado que tiene el país con posibilidades de producir cambios indeseables para la democracia en la Argentina. Los piqueteros son una mezcla muy curiosa, porque hay ingredientes totalmente contrastantes y heterogéneos en ellos. Para el marxismo clásico representarían el “lumpen”; para el marxismo, el “lumpen” es la peor parte de la sociedad, porque no es para nada confiable y es una enemiga verdadera de una auténtica revolución. Por otro lado, hay un sector que reclama con justicia el haber quedado totalmente marginado y excluido de la sociedad. Hay grupos que son manipulados y forzados a participar en los piquetes, a través de subsidios que se les regatean si no participan de esto. De modo que es posible que el próximo golpe de Estado en la Argentina sea dado por un movimiento piquetero. ¿Este proceso ocurre también en otros países de Latinoamérica o es un fenómeno particularmente argentino? Yo creo que es un fenómeno básicamente argentino, porque en el resto de Latinoamérica nos encontramos con dos bloques socialistas: uno integrado por organizaciones de izquierda muy democráticas, muy dialoguistas, que representan lo mejor de la tradición socialista; por ejemplo Chile, Brasil, Uruguay. Y otro socialismo que es el cadáver de lo que fue la Unión Soviética, Europa Oriental, que es el Estado policíaco, totalitario, intolerante, persecutorio, donde una nomenclatura tiene todos los privilegios y el resto de la sociedad está totalmente sometida; es el caso de Venezuela, que se reproduce en Bolivia y que se puede reproducir en Ecuador. Y la Argentina está en el medio de estos dos, fluctúa entre ambas tendencias. En la Argentina no tenemos una tradición de diálogo político profundo, genuino, como lo ha hecho Italia, Chile o Uruguay. La única experiencia que hemos tenido fue la alianza de (Fernando) De la Rúa con el FREPASO; pero fue una alianza con un grupo muy reducido de personas, tal es así que se quebró fácilmente con la renuncia de Chacho Álvarez; no había una fraternidad partidaria que sobreviviese a la renuncia de un solo miembro. En Uruguay, en Brasil, en Chile puede renunciar el presidente, pero la fraternidad partidaria va a continuar. ¿La Argentina es un país muy joven democráticamente o deberíamos comenzar a tener en cuenta que somos “mayores de edad”? Que la Argentina es un país con una democracia joven es algo que está en la boca de mucha gente, pero no es cierto. España es un país más joven que nosotros en la democracia. España, después de Franco (tuvo 500 años de totalitarismo con brevísimos períodos de democracia), nos gana de lejos en la ausencia de democracia y, sin embargo, se democratizó de una manera ejemplar. Lo mismo podemos decir de Estonia, que es un país que progresa de una manera vertical en Europa. La Argentina está pegoteada a ideas arcaicas, un país con una gran pereza mental y una gran cobardía espiritual para romper con esas fijaciones y analizar con el espíritu valiente que tiene un científico cuando examina sus propias teorías y se da cuenta que tienen fallas; y él comienza a criticar sus propias teorías porque es un aliado más firme de la verdad que de su narcisismo teórico. En la Argentina no nos hemos puesto a analizar cómo han hecho países que estuvieron detrás nuestro para crecer más aceleradamente. Qué hizo Chile, qué hizo Irlanda, qué hizo Estonia. En vez de eso, preferimos la pereza de seguir el modelo de Venezuela, que es volver al autoritarismo, al partido único, al Estado policíaco, a la estatización, creyendo que el Estado resuelve todo, cuando el Estado se maneja con el dinero de la sociedad. ¿La elección de los porteños puede leerse como un anhelo de renovación por parte de un sector particular de la sociedad? Yo creo que sí, creo que en Buenos Aires se dio una manifestación de deseo de cambio, a través del “no cambio”, porque votar por (Mauricio) Macri significa votar por los conservadores, y sin embargo (Mauricio) Macri representa el progreso, el cambio de costumbres arraigadas en la sociedad argentina que son negativas. ¿Qué ocurre con la educación en la Argentina? Todos hablamos de la educación, pero para hacer que la educación argentina sea de primera línea y de excelencia y que se recupere el énfasis que tuvo desde la generación del ochenta en adelante no se hace nada. La educación argentina está cada vez peor, hay una decadencia impresionante; siendo que la Argentina fue el país del más alto nivel educativo de América Latina, desde México hasta el polo sur. Éste es un aspecto: que no se toma la educación en serio y no se trabaja sobre la excelencia educativa. Para que haya excelencia educativa hay que pagarles bien a los maestros, entrenárselos adecuadamente, evitar que tengan que trabajar en tres escuelas distintas para llegar a duras penas a fin de mes. Los chicos deben saber que el maestro merece respeto: no pueden los alumnos de primer año decidir quién es el rector del Colegio Pellegrini. Pronto vamos a llegar a que los chicos de jardín de infantes elijan si la maestra morocha les gusta más que la rubia, hemos distorsionado completamente los valores, las jerarquías y, por tanto, el esfuerzo que siempre está vinculado con la educación. No hay aprendizaje sin esfuerzo. El otro tema es que nuestros docentes se han contaminado profundamente por ideas arcaicas que no tenían arraigo en la Argentina hace medio siglo, pero que comenzaron a entrar profundamente… Marx cometió graves errores porque, en su época, por más genio que fuera, no podía darse cuenta de que la riqueza no es sólo producto de la plusvalía. Hoy en día se genera riqueza sin plusvalía, de lo contrario cómo explicamos el fenómeno de Japón o de Singapur, que son países que no explotan a ningún país, que no le roban nada a nadie y sin embargo crecen. Antes hablábamos de las clases ricas que les roban a las clases pobres; ahora hablamos de los países ricos que les roban a los países pobres. Y eso no es cierto. Países pobrísimos como fueron Singapur, Corea del Sur, Taiwán o Irlanda son ricos ahora sin explotar a nadie. Esto indica que hay una gran falla teórica que no asumimos. Sin embargo, en la educación argentina se sigue insistiendo en eso, se sigue creyendo que la solución para que la Argentina vuelva a ser un país opulento es que los recursos naturales sean manejados por el Estado y que el Estado se inmiscuya en todo, cuando el Estado es la gran fuente de corrupción y de atraso, porque el Estado lo único que hace es servir al patrón de turno. Así llegamos al gran mal que afecta a Argentina, a Venezuela, a Ecuador o a Bolivia que es el populismo, un movimiento basado en una palabra hermosa -que es la palabra “pueblo”- y que usa al pueblo para el beneficio de los jefes que gobiernan en ese momento y que tratan de que el pueblo siga siendo pobre. No hay ningún país populista que haya llegado a ser un país rico. El caso más notable es China, que ha sido pobrísimo hasta que decidió terminar con la preeminencia del Estado, comenzó a privatizar y ahora es una potencia. A pesar de que el régimen político sigue siendo comunista, en lo económico se dio cuenta que no es el Estado el que genera la riqueza sino que son los capitales privados, porque compiten entre sí y esa competencia hace que aumente la producción, y al aumentar la producción aumentan las fuentes de trabajo, la inclusión y la riqueza. ¿La democracia es la mejor forma de gobierno? Vuelvo a lo que dijo (Winston) Churchill, “Es la peor de todas, con excepción del resto”. No hay otra mejor. Lo grave para los argentinos es que, a poco más de 20 años de haberla recuperado, es como si nos importara cada vez menos. Nos manifestamos a favor de la democracia, que sería luchar por la vigencia de la Constitución y el respeto de las instituciones. ¿No es complejo hacerlo cuando, por ejemplo, se modifican los contenidos pétreos de la Constitución que -como su nombre lo indica- no pueden modificarse, y constantemente se sancionan leyes, muchas veces contradictorias? Sí, es exactamente así. Tenemos tantas leyes porque no las cumplimos. Al respecto, he leído un estudio sobre legislación tributaria que demuestra que le llevaría seis años a alguien que esté leyendo todo el día enterarse de todo lo que se ha sancionado en esa materia nada más. Así, un juez está perdido en el bosque. Esa violación de las instituciones es grave. Para dar un ejemplo muy simple: desde el 25 de mayo de 2005 se empezaron a violar las fechas patrias. La fecha patria es una institución; el 25 de mayo y el 9 de julio son instituciones en las que recordamos los momentos fundacionales de nuestro país. Hoy en día se las usa para hacer campaña política y ni siquiera se menciona su contenido. Si nos burlamos hasta de las fechas patrias, qué queda.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.