Opinión
El matrimonio que en los `70 se exilió en el sur
POR AGUSTÍN LAJE (*)
“Después del Golpe del 76 hubo dos clases: los que se exiliaron fuera del país y los que se exiliaron en el sur argentino a lucrar con la 1050”.
Fue una frase dura. Se refería a los Kirchner y salió de la boca de Hugo Moyano en lo que fue el primer paro del sindicalismo peronista contra el kirchnerismo. Cristina, en tanto, hablaba sobre los puercos en San Luis, haciendo de cuenta que nada pasaba, restándole relevancia a un suceso de suyo importante e inédito que ponía de relieve algunas lindezas del “modelo nacional y popular”… como por ejemplo, que a un camionero el Estado le roba más de dos mil pesos mensuales a través del impuesto a las ganancias para financiar vaya uno a saber bien qué. Quizás los billetes de Ciccone, quizás los vuelos de Máximo en el Tango 01, quizás el déficit de Aerolíneas Argentinas. Nadie lo sabe con certeza.
Lo que insinuó Moyano respecto a las actividades nada revolucionarias de Néstor y Cristina en el sur, es algo que se viene insinuando desde diversos sectores cada vez con mayor frecuencia: que en los `70 los Kirchner lejos de batallar contra el Proceso huyeron al sur para hacer dinero; que lo suyo es el fanatismo propio de los valientes tardíos; y que son, en definitiva, unos farsantes que construyeron una rentable bandera política manipulando sucesos históricos de los cuales no fueron protagonistas ni partícipes.
Néstor y Cristina, en rigor de verdad, tuvieron un tibio acercamiento a la militancia de la Tendencia Revolucionaria antes de 1976 en La Plata, no como militantes activos, sino como meros periféricos. Él era simpatizante de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional; ella del Frente de Agrupaciones Eva Perón. Se podría decir que, jerárquicamente, eran aún menos que aquellos que se los reconocía bajo el mote de “los perejiles” (montoneros embrionarios). Y tanto fue así, que ni bien el panorama se puso feo, y recibido Néstor de abogado, la pareja decidió alejarse de los problemas y comenzar una nueva vida en Río Gallegos.
Las cosas marcharon muy bien en el sur. En efecto, para 1978 el matrimonio ya tenía su propio estudio jurídico, ubicado en la esquina de 25 de mayo y Maipú, dedicado al poco subversivo rubro de cobranzas y recupero. Uno de sus clientes más importantes fue la financiera Finsud, la que les posibilitaba comprar deudas hipotecarias y realizar ofertas en los remates de propiedades.
El asunto era más o menos así: cuando la financiera asesorada legalmente por los Kirchner registraba que algún deudor dejaba de pagar el crédito que se le había otorgado, notificaba la situación al estudio, y los cónyuges tomaban automáticamente contacto con el moroso para anunciarle que tenía pocas opciones: podía arriesgarse a que le remataran la propiedad, o podía venderla a un precio irrisorio al propio matrimonio.
Esto hizo que los Kirchner compraran la impresionante suma de 21 propiedades entre 1977 y 1982, que dejaron en sus bolsillos jugosas rentas. Por sus labores profesionales durante el Proceso, algunos amigos de Néstor llegaron a apodarlo “Robin Hood trucho”, porque sacaba la plata a los pobres y la daba a los ricos.
Pero las actividades del matrimonio Kirchner durante el gobierno cívico-militar no se limitaron a la especulación financiera. Las ambiciones políticas de Néstor no habían menguado, y en 1981 creó el Ateneo Juan D. Perón, donde conoció a su ladero (que pasó de simple chofer a millonario empresario en un santiamén) Rudy Ulloa.
La agrupación no tenía intenciones de vincularse con el reclamo por los desaparecidos y, de hecho, una de las pocas actividades que tomaron trascendencia pública fue la reunión que mantuvieron con el Comandante de la XI Brigada de Infantería Mecanizada del Ejército general Oscar Enrique Guerrero, un hombre fuerte del Proceso. Correo del Sur, periódico de la provincia, cubrió el suceso con una nota titulada “Amplio apoyo de las fuerzas vivas a las Fuerzas Armadas”, ilustrada con la famosa foto del general Guerrero acompañado por un joven Néstor Kirchner.
Otro diario, La Opinión Austral, detalló que “el General Guerrero saludó a cada uno de los presentes [entre los que se encontraba Kirchner], quienes en la oportunidad improvisaron breves palabras de adhesión”.
Hacia noviembre de 1981, una bomba fue colocada en el estudio de los Kirchner. Las fuerzas del orden llegaron a desactivarla antes de que explotara y, a modo de agradecimiento, el estudio publicó una solicitada en La Opinión Austral donde, entre otras cosas, se decía: “agradecemos la adhesión que nos ha hecho llegar el Sr. Ministro de Asuntos Sociales Dr. Felipe Pablo Oscar Borrelli y el Sr. Intendente Municipal, Sr. Pablo Andrés Sancho, como así también la cooperación prestada por el Sr. Jefe de la Policía Tte. Cnel. Juan José Claro.
Respecto de los hechos acaecidos, ésta es la única manifestación pública que este Estudio efectúa, dejando en manos de la Justicia la prosecución de las investigaciones pertinentes, conforme debe ser en un Estado de Derecho y esperando sea esclarecida la verdad en su totalidad”. La solicitada de marras fue firmada el 9 de noviembre de 1981. El general Viola presidía de facto el país, y el matrimonio Kirchner hablaba de la vigencia de un “Estado de Derecho”. Un relato algo distinto del actual.
A estas alturas no hace falta explicitar que Néstor y Cristina en los años `70 nunca se dedicaron a defender guerrilleros o asistir legalmente a sus familiares como muchos abogados enrolados en la izquierda lo hicieron. Pero a quien sí defendió el Estudio del matrimonio, fue a un jefe de la Policía acusado de violación en Río Gallegos, de apellido Gómez Ruoco en 1981. Vale decir: la “dictadura genocida” proponía juzgar a uno de sus hombres, y los defensores del acusado eran quienes hoy juzgan a “los genocidas de la dictadura”. Las cosas eran sorprendentemente distintas a las actuales en el sur de los años `70.
La acusación de Moyano, por lo visto, no fue equivocada ni se trató de una simple “frase hecha” o de una chicana. Se trata, más bien, de una bofetada en el corazón del relato kirchnerista. ¿Dónde estabas y qué hacías en los `70? Era una pregunta con la que los Kirchner increpaban muchas veces a sus interlocutores y demonizaban a la gente. Ha llegado la hora de invertir el destinatario del interrogante y seguir preguntando en voz alta: ¿Dónde estaban y qué hacían los Kirchner en los `70?
(*) Agustín Laje tiene 23 años, es autor del libro “Los mitos setentistas”. Su sitio web es www.agustinlaje.com.ar
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.