Opinión
El Silencio de los Inocentes
FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS (*)
Carta abierta a los señores feudales, que en virtud, de los hechos que enlutan su prosapia, han amurallado los castillos de su orgullo, arrendando los conceptos de quienes comparten su modelo cultural y social de provincia.
Desesperados por diferenciarse del caso María Soledad, que obviamente guarda pocas similitudes con lo ocurrido, van logrando, la sentencia preferida, para una familia bien cuando esta en problemas; “Aquí no ha pasado nada”. Hay que reconocer que, la obligada e imperiosa renuncia, del Subsecretario de Turismo de Corrientes y de Ferrugem, no ha ocurrido, ni ocurrirá, pero al menos, se ha silenciado también, haciéndole un favor, no sólo a su muchacho, sino a la provincia toda. Sin buscar polémicas, ni enfrentamientos, sino simplemente con la convicción de que esta crisis de paradigmas contrapuestos, nos ayuden a encontrar una salida superadora, por la cuál y desde las letras, bregamos desde hace años, dejamos sentado la posición, de muchos correntinos, que sin importar cuantos ni quienes, queremos una provincia con otros preceptos culturales. Cuando los señores feudales, veían amenazados sus terruños, levantaban las defensas de los castillos, encerrando tanto a sus vasallos como a sus propiedades, a los fines de proteger, las posesiones de la amenaza exterior. Poco parece haber cambiado, pese al transcurso de los siglos, al menos culturalmente. En los últimos días, observamos, los denodados esfuerzos, de poetas y hombres de la cultura, símiles a barones de la época oscura, forzando antojadizamente los argumentos, para levantar la espada contra los medios de comunicación nacionales. Enredándose en el hilo de Ariadna, por el trato injusto y condenatorio de la prensa nacional, hacia los jóvenes sospechados de cometer un crimen en Brasil, caen en realidad, en la burda y primitiva maniobra, de matar al mensajero. Tal como lo hicieron, recolectando firmas, que apoyaban la inocencia de los torturadores correntinos, en los años de plomo, familias tradiciones e influyentes de nuestra tierra, han decidido levar los puentes del silencio y del hablar por lo bajo, para que no se entre, ni se salga, del feudo. Nadie puede, ni quiere, impedirles, a quienes se creen los legítimos dueños de una provincia, defenderla bajo los trillados, conceptos victorianos, equívocos, retrógrados y vacuos. Pero sí se puede invitarlos, a una reflexión autocrítica, para escuchar algo más, que el sencillo ejercicio de ver la viga en la paja ajena. Dentro de sus círculos áulicos, tienen la libertad, de vivir tras la ficción de poseer títulos nobiliarios, legitimados por delirios de grandeza. Hasta es admirable (para un coloquio de psicólogos), el andamiaje fantasioso, que crearon y sostienen. Cuentan con medios, con organizaciones y con una clase política colaboracionista. Esta parte de la sociedad, no acepta al otro, a los que quieren vivir bajo pautas culturales diferentes, por algo son denominados “La sociedad”, como si no existieran, grupos de personas, que tengan una forma distinta de vivir y de pensar, y que por tanto se puedan arrogar esa grandilocuente representación. La molestia que les provoca, que existan seres que no formen parte del carnaval, que no compren un inmueble en paso de la patria, que no envíen sus hijos a jugar al rugby, que no se diviertan en un circuito nocturno, y que no tomen a la religión “como simple y formal decorado social”, les genera tanta virulencia, y por ende, fabrican un sistema de defensa. El mismo trata, en creer y decir, a los cuatro vientos, que todos los que no formamos parte, de lo que ellos son, desearíamos hacerlo y estamos irrefrenablemente deseosos en participar de la ficción anacrónica en la que viven. No se puede envidiar lo que no se desea, menos se podría estar sentido, o resentido, porque otros tienen algo, que nosotros no queremos. Somos muchos, a los que no nos despierta ningún interés, vivir, sentir y pensar, bajo los parámetros sociales y culturales, de emplear al hijo de un amigo, de valorar al otro por la onomatopeya de su apellido, de defender causas indefendibles, por un vínculo afectivo. Llamamos feudal, a este sistema de vida, no sólo por la similitud que conlleva con su versión original, que ha superado el humanismo en general, sino más que nada, para definir, para encontrar, la relación entre las palabras y las cosas. De ningún modo, condenamos, ni somos quiénes para sentenciar, que tipo de patología, aqueja a los que viven en este inconsciente colectivo. Menos aún, llevaremos a cabo una guerra santa, entre nosotros y ellos, más allá de las provocaciones y de la violencia, armas tan atractivas, para los que niegan a los que piensan diferente. Afianzados en la seguridad que tenemos, sabemos el tiempo, que nos llevará que nuestra provincia cambie. Nuestros hijos y nietos, no vivirán en castillos imaginarios, defendidos por caballeros, que lancen piedras, tinta, o dinero, para sostener lo insostenible. En tal momento, los medios de comunicación, podrán investigar, utilizando el potencial, un asesinato, e ir libremente, tras las pistas de los sospechosos, sin que la familia o los amigos de la misma, realicen acciones para evitarlo. Llevando a cabo, la vieja estratagema, de transformar a los victimarios en víctimas, realizando la hipérbole de denunciar a alguien más poderosos que ellos, y queriendo hacer, una supuesta lectura inteligente, afirmando que sacar el velo de lo sucedido, es en realidad, un intento, por tapar, otros crímenes de lesa humanidad, que “la unitaria” prensa nacional, oculta, serán vanos recuerdos del pasado. En ese futuro, tan distante al feudalismo y cercano en el tiempo, sí el padre de unos de los implicados en un crimen, es un subsecretario de estado, renunciaría en forma indeclinable, y en el caso de que no lo haga, la sociedad, juntaría firmas para pedirle su natural declinación. Se ha cavado su propio pozo, Horacio, al salir en calidad de vocero de su vástago, utilizando el tiempo que los contribuyentes le pagan, para afirmar versiones disímiles, acerca del entuerto que ha vivido su hijo. Cuando lo público se confunde con lo privado, hablar del verano en Ituzaingó, puede resultar lo mismo que hacerlo, acerca del estío en Ferrugem. Debería pasear su voz, en la esfera nacional, promocionando los carnavales o la magnificencia del Iberá, sin embargo, se embandera en la causa de su mancebo, cosechando el ridículo, también para la provincia, de la cuál aún es funcionario. En este punto se observa, cuán hondo son los lazos del feudalismo vernáculo, prefieren todos estar en el mismo pozo, antes que las cabezas de los responsables emerjan. Los injuriados, vilipendiados y receptores de miradas de oprobio, resultamos ser los que apuntamos al más común de los sentidos, los prófugos de la autoridad, tanto policial, como moral, se recluyen en los harto conocidos guetos, de las radios de largo alcance, y de las confiterías de corto análisis. Podríamos acopiar firmas, para solicitar algo obvio, y entrar en una serie de disputa, que para nadie será conveniente, dado que se evidenciaría, la contundente división, que existe en nuestra sociedad. Esto es para nosotros defender y proteger Corrientes, no contarnos las costillas, evitar las provocaciones y convivir, en mundos diferentes, armoniosamente. Los políticos, se acomodaran, a nuestro modelo cultural y social (sin necesidad, que el primer síntoma sea, el ruedo de la cabeza, de quién en el sendero del imperativo categórico del deber ya se encuentre decapitado), y sus hijos y nietos, Señores Feudales, gozarán de la libertad, sin condicionamientos por el que dirán, ni por cumplir mandatos ancestrales, nadie les pedirá que reconfirmen su hombría, ni los señalarán con el dedo por alguna carencia, firmaran notas, por convencimiento y no por complicidad, en tal momento, tronará el escarmiento, ni vencedores ni vencidos, simplemente correntinos, sin que exista necesidad de que nadie arroje una, o la primera piedra, mortal y feudal. Por más que el silencio, pueda encontrarse como instrumento de los que se presumen inocentes, no deja de ser válido que quienes callan, otorgan, y que de tanto en tanto, las mayorías silenciosas, dejamos entrever, algún que otro concepto, por más mal visto o mal intencionado, que parezca, para quienes son dueños de todo y de nada a la vez, tan semejante, al mutismo bullicioso, que emiten en nuestra tierra. (*) Recibido por Corrientes al Día de Francisco Tomás González Cabañas, Escritor; www.franciscotgc.com.ar
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.