Opinión
Existe otro camino
ALBERTO MEDINA MENDEZ (*)
Estamos transitando tiempos de procesos eleccionarios a lo largo de toda la geografía nacional. Múltiples listas, repletas de candidatos que se postulan a diferentes cargos. Sabemos que muchos de ellos son los denominados “profesionales de la política”. Se trata de esos que viven de ella, a los que no conocemos otra ocupación que la política misma, y cuyos ingresos económicos provienen, en buena medida, de lo que han hecho en esta actividad.
Otros aspiran a ser parte de esa “corporación” y convertirse pronto en esos profesionales que ya llegaron, para prescindir de sus actividades actuales, engrosando así las filas de esa casta que vive por y para la política. Pero sin duda alguna, en esas listas, existen muchas personas que, de buena fe, pretenden modificar la realidad, constituirse en la herramienta de cambio de una sociedad que pide mucho pero consigue poco. Se trata esta vez de los “amateurs” de la política, que viven de su esfuerzo, de su trabajo, de empleos, profesiones y oficios que no le permiten dedicarse a esta actividad en tiempo completo. Son esos que aportan lo que pueden en trabajo, tiempo y recursos para sumar, para mejorar. Los mueve la plena convicción de que comprometerse es el camino. Pocas veces les llega el premio. Es que las estructuras políticas cobran un “peaje” muy caro para formar parte de ellas. Se trata de declinar en las convicciones, de dejar de lado las mas férreas creencias y aceptar ese hipócrita axioma que enseña que “esta es la única manera de hacerlo”. Hacer política en buena parte del planeta, y en nuestro país mucho mas aun, implica aceptar reglas básicamente inmorales para, paradójicamente, mejorar la vida de la gente. Vaya contradicción. Para lograr una sociedad mas justa, debemos ser inmorales parece proponer esta cuestionable tradición. Así se recorre el invariable camino que nos lleva a destinos bastante predecibles. Poco de bueno se puede lograr, si se utilizan herramientas que involucran hacer lo indebido. Resulta al menos contradictorio, defender la democracia, declararse republicano cuando no se quiere practicar esa forma de concebir la vida en sociedad en el mas elemental circulo de asociatividad que constituye el partido del que se decide formar parte. Tenemos derecho a preguntarnos PARA QUE se postulan todos estos hombre y mujeres ? Que esperan ? que pretenden ? Que fines los mueven ?. Podríamos caer en la tentación de despotricar gratuitamente contra lo mas bajo de la clase dirigente. No es la idea. Sabemos que muchos, buena parte de los que se dedican a esta actividad, solo esperan hacer negocios, vivir de esto, convertirse en definitiva en PROFESIONALES de la política aspirando al simple objetivo de engrosar sus bolsillos, algunos lícitamente, otros mas desprejuiciados, ni siquiera con esos escrúpulos. Pero también sabemos de otros, muchos seguramente, que creen ingenuamente, casi infantilmente, que pueden modificar la realidad desde esos lugares. Ocupando una banca, un cargo, algún puesto desde el cual influir, recomendar, proponer. Esos son los que dicen para autojustificarse, que no existe otra forma de cambiar la realidad que PARTICIPAR. En algún punto tienen razón. No se puede cambiar la realidad sin PARTICIPAR. Pero nadie ha podido demostrar que ESTA forma de participar, esta que implica integrar listas, declinando principios, dejando de lado creencias de las mas profundas para “supuestamente” dar paso a mejorar el presente, sea la mas adecuada. Es cierto, hay que participar, pero no se puede cambiar la realidad haciendo mas de lo mismo. El fin NO justifica los medios. Para luchar contra la corrupción y lograr una sociedad mejor, no se puede ser parte de una forma de hacer política, que incluye el clientelismo, la dádiva, el voto transportado, sutil manera esta última, de llamar a esa moderna forma de “arrear” gente a cambio de “algo”. No se puede hacer cosas buenas, utilizando malos medios. El camino es sin dudas la participación, pero no dentro de un sistema que OBLIGA a corromperse moralmente para avanzar. Nada bueno puede salir de allí. Alcanzar una banca, un cargo un puesto, apelando a medios contrarios a los mas elementales principios morales, no sirve para mucho mas que para seguir construyendo lo que ya conocemos. Mucho menos aun, si los que se postulan y aspiran a encontrar espacios, no tienen siquiera ideas y objetivos claros para con su sociedad. Esta claro que en la política hay mucho de vanidad individual. El vedettismo, una desmedida ambición personal que solo tiene por objeto figurar, aparecer, y enriquecer un desarrollado EGO, son solo parte de ese paisaje. No se privilegian ideas, proyectos ni propuestas. La excusa es buscar el cambio. Solo se trata de esa funcional manera de hacer las cosas que incluyen cuestiones tan personalistas como mezquinas. Seguro que existe otra forma de hacer las cosas. Debe existir una forma de hacerlo bien, sin claudicar tan graciosamente, sin dejar de lado los principios, corrompiéndose en el intento. Es la obligación moral de quienes están dispuestos a cambiar la realidad como objetivo principal, buscar imaginativamente una variante. Probablemente la visión tradicional que tenemos sobre la partidocracia electoralista no sea el camino. La democracia no es un sistema cerrado. Muy por el contrario, el juego democrático acepta otras opciones propias del sistema. Si queremos modificar algo, si sentimos que no somos parte de ese grupo que esta dispuesto a abandonar sus principios para cambiar la historia, debemos pensar en algo dentro del sistema republicano pero fuera de esta corrupta manera de enfocar la actividad política. No deberíamos aceptar tan mansamente ser parte de la patética caricatura de ciudadanos que se quejan por deporte pero no están dispuestos a hacer algo al respecto. Existe otro camino. Seguro que existe. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@arnet.com.ar. 03783-15602694. Corrientes – Corrientes – Argentina
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.