“Quiero señalar que, comenzó el diputado nacional su exposición, según el parte recibido desde el área de prensa del bloque de la Unión Cívica Radical, si el oficialismo nos dice que quiere una ley de responsabilidad fiscal en la Argentina, lo que cualquiera se tiene que preguntar en principio es si está de acuerdo; pero depende de cuál, depende de cómo y depende de para qué. Cuando tratamos este tema en la Comisión de Presupuesto y Hacienda hicimos una analogía con lo que pasa en el Mercosur. En este sentido, si consultamos a los políticos argentinos, quién no va a decir -salvo algún reaccionario- que el Mercosur es un proyecto estratégico y que debe formar parte de una política de Estado. Pero si preguntamos qué tipo de Mercosur quieren, ahí empiezan las diferencias: algunos pretenden una asociación de libre comercio, otros una unión aduanera imperfecta, otros la perfecta, y también están quienes pretenden una unión económica”.

“Con el tema de la responsabilidad fiscal pasa lo mismo, sobre todo cuando empezamos a discutir en qué marco la debemos aplicar, en qué sistema de vicio de la voluntad se encuentra el presidente de la República, en qué sistema de vicio de la voluntad se encuentran los gobernadores y en qué sistema de coacción nos encontramos nosotros dadas las condiciones objetivas en las que está la Argentina. “La teoría marxista decía que lo económico es estructura y que todo lo demás es superestructura que deviene de la economía. Aquí podríamos decir que la estructura es el Fondo Monetario Internacional, y que todo lo que deviene de él es esta superestructura de coparticipación, esta superestructura del nuevo régimen previsional, esta superestructura de la responsabilidad fiscal y esta discusión que significa un aumento de tarifas en la Argentina. Todas estas son imposiciones que nos hace el Fondo Monetario, que ponen a prueba el compromiso del presidente de la República cuando, al asumir su cargo ante la Asamblea Legislativa, nos dijo -dando vuelta el bastón- que no estaba dispuesto a dejar sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno. “Esas son las cosas que están en juego y que hoy estamos discutiendo. No estamos debatiendo solamente si le imponemos responsabilidad a las provincias, sino qué país queremos armar, en qué condiciones estamos para hacerlo y qué mochila tiene cada provincia y el país en su conjunto para luego ordenar el futuro. “HAY ARGENTINAS DE VELOCIDADES DISTINTAS” “Esta no es una ley de responsabilidad fiscal que parte de cero. Aquí hay Argentinas de distintas velocidades que conviven dentro de la Argentina mayor. Por eso, en esta Argentina de distintas velocidades también existen distintas mochilas. Debemos analizar qué va a pasar cuando se coloque el colador para ver cuántas provincias pueden pasar. Digo esto porque si nos detenemos a ver cuántas provincias están en condiciones de afectar el 15 por ciento de sus presupuestos al servicio de la deuda externa y del gobierno nacional para pagar sus deudas, nos damos cuenta de que once provincias no califican. O sea que casi el 80 por ciento del PBI argentino -que es lo mismo que decir el 80 por ciento de los argentinos que viven en esas provincias- serán sancionados por este proyecto que hoy pretende aprobar el oficialismo. “A pesar de que once provincias no califican, en ningún artículo se establece cómo vamos a resolver el problema económico, social e institucional que se va a generar en aquellas jurisdicciones que exceden ese 15 por ciento. Por ejemplo, Formosa está en el 30 por ciento; el año que viene Corrientes va a estar en el 28 por ciento; la provincia de Buenos Aires tampoco califica, a pesar de representar el 40 por ciento del país. “Me pregunto cómo puede ser que los diputados de la provincia de Buenos Aires, que están apuntando con francotiradores desde el Fondo Monetario Internacional por el tema del Banco de la Provincia de Buenos Aires, en el que exigen la realización de una auditoría, estén de acuerdo con este proyecto. “Como ustedes saben, esa auditoría consiste en averiguar en qué condiciones se encuentra la entidad, para luego convertirla en una sociedad anónima, aumentar el capital y después sacarla del ámbito de la banca pública. Con el Banco de la Nación Argentina pretenden hacer lo mismo. “Sólo basta con analizar la coherencia con la que se maneja la estructura del Fondo Monetario Internacional: nos piden una nueva coparticipación federal, pero no para darle más a las provincias y tampoco para resolver los problemas de la Argentina de distintas velocidades, sino para que la Nación tenga más superávit y así absorber un mayor porcentaje en concepto de servicios de la deuda externa. “¿Acaso no se dan cuenta de que el Fondo Monetario Internacional se desnaturalizó? Hoy no sólo sirve para dar préstamos y resolver problemas, sino que, aparentemente, también son cobradores de cuentas de privados de los países dominantes. Ahora resulta que cobraron su deuda al ciento por ciento, sin quita, y cuando pretendemos hacer una quita al sector privado nos exigen que aumentemos los pagos; nos dicen que la propuesta de Dubai no alcanza, que la de Buenos Aires tampoco alcanza, que necesitamos poner 5.000 millones de dólares en efectivo, e igual no va a alcanzar porque nos corren la meta permanentemente, porque están dispuestos a hacernos sacar la lengua y porque tenemos que ponernos de acuerdo. “Este es el diálogo que quiere el radicalismo, el diálogo institucional, la conversación de estos temas, porque en el pasado nos hemos equivocado demasiado. Diez años se equivocó el peronismo con la convertibilidad, dos años nos equivocamos nosotros también con la convertibilidad; nos tocó el muerto y no supimos hacerlo revivir, ni tirarlo ni cambiarlo. Nos equivocamos, seguimos como ustedes lo venían haciendo. Ahora tenemos otra lógica, porque decimos que cambió el paradigma neoliberal y estamos en otro paradigma de Nación de integración regional, de insertarnos al mundo inteligentemente. Pero nos encontramos con que cuando vienen los casos concretos somos funcionales al Fondo Monetario Internacional. Somos funcionales al pago de la deuda externa a cualquier precio. “Resulta que el ministro Roberto Lavagna decía al Fondo Monetario: “Tengo un único bolsillo, no estoy dispuesto a poner en riesgo el crecimiento, la equidad social”. Y los gobernadores de provincia, más vulnerables que Lavagna, quieren decir a cada uno de ustedes que las provincias también tienen un único bolsillo, que no están dispuestas a poner en riesgo el crecimiento ni la equidad social. “Bien se decía acá que era necesario un proceso devaluatorio en la Argentina, y se produjo. No fue la legislación, no fuimos nosotros, fue el dólar que subió en Ezeiza, en Uruguay, y la convertibilidad explotó por la fuga de divisas, por un plan agotado, con una economía antinacional, con un desempleo del 22 por ciento. Y nos encontramos con que nosotros, por vía del absurdo, estamos trabajando en esa dirección equivocada. Yo sé que los justicialistas recuperaron ese nacionalismo, ese discurso, pero de a poco lo van a ir matando de nuevo y en cuotas en la medida en que no reaccionen, porque ayudar a un presidente de la República no es tener una alineación automática. Ayudar a un presidente de la República también es decirle “no”, porque si hay algo a lo que el Fondo Monetario Internacional teme es cuando le decimos que nosotros también somos una República democrática, tenemos división de poderes y el Parlamento puede decir que no. Cuando la mujer del emperador Nerón le preguntaba por qué trataba tan mal a los senadores, los humillaba y degradaba, Nerón le respondía: “Porque ellos me lo permiten”. Nosotros no tenemos que ser como los senadores del Imperio Romano y permitir que el Fondo Monetario Internacional ni nadie nos humille obligándonos a que cumplamos determinadas metas. Esta ley de responsabilidad fiscal tendría que ser responsable. Quiero dar al respecto un ejemplo campero: cuando uno se entierra con su carro en el barro. Hay ocho bueyes y siempre el arriero bueno le pega al buey duro, al fuerte, y nunca al buey flaco como estamos haciendo acá, que les pegamos a las provincias y no castigamos a quien corresponde en la Argentina. No hemos tocado la ley de entidades financieras. Hemos modificado la ley del Banco Central sólo para decir que vamos a aumentar el 10 por ciento del presupuesto nacional para prestar al Tesoro Nacional para que pague deuda externa y la garantice ante cualquier serrucho en la recaudación impositiva. El único cambio que hicimos después de esta crisis espectacular es una modificación para afirmar que también el 12 por ciento de la masa monetaria puede servir para que el Banco Central pueda prestar al Tesoro, para dar garantías al Fondo Monetario Internacional. Todo lo hacemos para pagar la deuda. Son todas señales para afuera. En las provincias pobres hay un 70 por ciento de pobreza; el promedio estadístico es de 50. Tenemos un 25 por ciento de indigentes. Cada día estamos acumulando más piqueteros. Es cierto que los números macroeconómicos dicen que tenemos una reserva de 18.000 millones de dólares en el Banco Central, no tenemos inflación o tenemos solamente una leve, pero todo eso no aguanta porque es el discurso liberal. Si nos quedáramos en ese discurso estaríamos haciendo lo de López Murphy. Es cierto que es necesario tener precondiciones para que la macroeconomía funcione, no explote un gobierno y haya fortaleza institucional. Pero la relación Nación-provincias no se arregla con esta ley. Ningún federalismo serio se arregla siquiera con una ley de coparticipación, porque ésta es un simple instrumento dentro de una matriz global. Existen tres instrumentos estratégicos para resolver la relación Nación provincias. Uno tiene que ver con la coparticipación; el otro, con las políticas compensatorias intraargentinas que posibiliten complementarnos con el mundo, integrando simultáneamente al país; y el último se relaciona con políticas sectoriales de desarrollo regional y productivo, que permitan integrar este país y nos den cohesión social. No puede haber una comunidad que se realice si no existe cohesión social. Hay dos clases de cohesión social: la cualitativa y la cuantitativa. La última tiene que ver con el hecho de que los números den en el sentido de que una provincia sea pareja a otra; la cohesión cualitativa es aquella que utilizan algunos que compran el discurso del imperio y de los dominantes de un país, que creen que como son argentinos tienen que seguir aguantando, aunque haya siete Argentinas distintas en las que los habitantes ganan 180 pesos por mes. Ustedes creen que existe tranquilidad social. Esto es así porque se produce una cohesión relativa, donde muchos argentinos de buena fe aceptan y aguantan. Pero esto no es así porque estemos bien. Podemos explotar en cualquier momento. Acá tenemos que hablar con los números a la vista, por lo que va a ocurrir el año que viene. Ese Programa de Financiamiento Ordenado del que se había hablado, correspondiente a 2002, 2003 y 2004, ha provocado un superávit fiscal en las provincias porque contamos con tres años de gracia durante los cuales no se pagaron servicios de la deuda. Pero el año que viene nos vamos a encontrar con una realidad: vamos a enfrentar esta deuda abultada de tres años más la correspondiente a 2005. Las provincias deben 7.000 millones de pesos, y no está previsto en este proyecto de ley un instrumento de refinanciación. En el artículo 26, tenuemente, los senadores pretendieron insinuar que habría que refinanciar. ¿A ustedes les parece correcto hablar de una responsabilidad fiscal de esta envergadura, que congela el gasto corriente supeditándolo al aumento del producto bruto interno, sin que se haya previsto el egreso que corresponde a los vencimientos que vamos a tener el año que viene? ¿Ustedes creen que esto puede resolverse? Nadie seriamente desde el oficialismo nos ha dicho que cuentan con un instrumento nuevo de reprogramación, con baja tasa de interés, compatible con la situación económica, social y financiera de una provincia, con las mismas condiciones que plantea el ministro Lavagna. El ministro de Economía pide cuarenta y dos años para pagar, pero a las provincias les exige dieciséis para pagar sus deudas, sin refinanciación alguna. Si la provincia de Buenos Aires no tiene un pacto secreto con Solá, que ayer vino de arlequín a apoyar esta norma, le van a comer el Banco de la Provincia de Buenos Aires, va a tener un déficit espectacular y va a explotar políticamente. A no ser que exista una “ronda” –como dicen los empresarios cuando se reúnen y arreglan todo esto va a ser en detrimento de las mismas provincias, porque aquí existe una puja distributiva. Es imposible que un legislador de la provincia de Buenos Aires, en las condiciones sociales y numéricas en las que se encuentran sus distritos, venga a votar este proyecto de ley sin que esté garantizada la refinanciación aplanada en el tiempo y sin que se haya resuelto el tema de los ingresos. Todos saben que la estructura de esto la constituye el Fondo Monetario Internacional. Fíjense que recién decía alegremente el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda que en la Argentina se reparten las cargas. ¡Eso es mentira! Se aplica un 21 por ciento en concepto de IVA, lo que constituye una cuestión social. ¿En algún momento el Fondo Monetario Internacional ha solicitado que disminuyamos la tasa del IVA? No lo ha hecho, porque el IVA lo pagan los giles y la gente. ¿Saben qué es lo que piden que se bajen? Están solicitando que se reduzcan las retenciones. ¿Saben qué impuesto distorsivo solicitan que eliminemos? El impuesto distorsivo del cheque, que ya ha bajado a 1.000 millones y pretenden que siga disminuyendo. Lo cierto es que el gobierno prometió no bajarlo, pero estamos hablando de 20.000 millones. Y en el presupuesto de 2004 era de 60.000 millones. Estamos hablando de que el 33 por ciento del presupuesto nacional tiene que ser sustituido por otros gravámenes. ¿Se dan cuenta de lo que nos están proponiendo? Cuando el campo concurre a la Rural se le reconoce que le estamos sacando plata, aunque sea de ellos. ¡Es mentira! ¡Hay que decir la verdad! Las retenciones no son del campo, sino de la decisión soberana que tuvo el pueblo de decirle al gobierno que quería una política cambiaria alta. Existe un teorema en cualquier país del mundo que dice que cuando el dólar está alto existe una superrenta que no es de los que producen, sino de la comunidad y de un pueblo que quiere desarrollarse. Pero cuando el dólar está bajo, automáticamente hay que bajar las retenciones porque tal renta no existe. Entonces, si es que realmente somos soberanos, el factor que nos va a marcar si tenemos que bajar las retenciones será la política cambiaria que apliquemos. Pero, ¿saben lo que pide el Fondo Monetario Internacional? Tiene dos formas de cobrar la deuda. Una es por superávit fiscal, que hasta ahora es el 3 por ciento, pero ahora mandan a las provincias a tener mayor superávit. Hasta ahora ese 3 por ciento se componía de la siguiente manera: el 2,4 por ciento lo pagaba la Nación y el 0,60 por ciento las provincias. Ahora quieren que las provincias vayan aparte; ellos ofrecen el 3 por ciento, además de lo que ponen las provincias, que sería un punto, y el Fondo Monetario no está conforme: quiere 4 para la Nación más lo que puedan poner las provincias. Esta es la estructura que nos está dominando. Y el otro instrumento para cobrar la deuda externa es el que pidió Anne Krüger: bajar el dólar, porque así se puede comprar más dólares con la misma plata. Esa es la forma de cobrar: no importa cómo nos vaya a los argentinos. La devaluación es buena, el dólar alto también, pero hay que reconocer que el pueblo argentino está haciendo un esfuerzo extraordinario, porque la devaluación implica la caída automática del salario. Todos sabemos que es el empobrecimiento de la clase trabajadora, que es la que está haciendo un esfuerzo extraordinario para ver cómo construimos una Nación juntamente con los productores. No nos abusemos de la gente. Esta es una forma nacional de hacer un ajuste. Podrán decir que cambiamos el paradigma, pero en este proyecto está intacto. El Fondo está condicionando a la estructura jurídica, legislativa y política de la Argentina. Por último, quiero recordarles que las tribus primitivas aplaudían cuando mataban a la gente porque era una manera de ofrendar esas vidas a los dioses y así detener su ira. Por el contrario, la religión católica y las monoteístas trajeron racionalidad a la vida. No sé cómo el gobernador De la Sota instruyó a sus legisladores, porque en el diario de ayer se publicó que para él la ley de responsabilidad fiscal es irracional, salvo que hoy haga un arreglo en la Casa Rosada y decidan cómo deben votar los diputados.