La actriz pone fin a los rumores de separación. Con la honestidad y la sensibilidad que la caracterizan, Leticia confiesa que el padre de su hijo es un gran amor. Fascinada con su rol de madre, la actriz sueña con que su hijo sea auténtico, y asegura que alcanza la felicidad cuando mira a Indio a los ojos. A los 33, afirma que es lo que siempre quiso ser. Sexy.

La femme devora con su sensualidad la lente de la cámara. Independiente. La joven de ojos celestes que trabaja desde los 13 años. Audaz. La mujer que, a meses del parto, mostró su anatomía para Playboy. Polémica. La rubia que en varios MTV Awards improvisó poses desfachatadas. Sincera. La chica que dice lo que piensa, aún a riesgo de disgustar. Diversa. La actriz que encarna personajes tan disímiles como el que interpretará en Mujeres Asesinas (protagonizará con Diego Peretti), hasta la desopilante Samanta (que se vio en el único envío que Canal 13 emitió de Casero a todo Culorr). Leticia Bredice es muchas mujeres en una sola, y desde hace cinco meses, es otra versión de sí misma: mamá. Mucho se dijo acerca de la relación que mantuvo con sus últimas dos parejas. Entre 2001 y 2004 vivió un romance simbiótico con el empresario Alan Faena. Fueron años de intenso amor en los que pensaron en casamiento e hijos. Pero Cupido removió la flecha que unía sus corazones. Por eso sorprendió cuando, a principios de 2005, se supo que Leticia estaba embarazada. El papá del ser que la haría madre no era Alan (a pesar de lo que se dijo inicialmente), sino Juan Pablo Sanguinetti, un amante de acordes y melodías que lidera la rockera banda “The Otros”. Junto a él, en agosto pasado comenzaron a cambiar pañales y a disfrutar de las sonrisas de Xul Salvador (o Indio, como lo llaman). Sin embargo, cuando la familia parecía constituida, los días de convivencia feliz entre Leticia y Juan aparentaban terminar. Después del silencio que fomentó la versión de quiebre de la pareja, Leticia aseguró en exclusiva a LUZ: “No me separé… estoy enamorada de Juan”, y dio pruebas de que, a pesar de no compartir formalmente domicilio “Juan es el hombre de la casa… por supuesto Xul también lo es”. Leticia vive un momento de plenitud absoluta cuando mira a su pequeño a los ojos y junto al padre del niño construye planes a futuro, o al menos sueña con ellos. Así, intentando que no quede tinta en el tintero, Bredice avanza, siempre fiel a sus sentires. -¿Qué pasó con Casero a todo Culorr? -Prefiero no hablar de cosas truncas. El rating no tiene que ver con la creatividad. A mí me gustaba estar ahí. -Aparte, descubrimos a una Leticia nueva… -¡Ni siquiera! En un primer programa no se descubre nada. Podría haber sido. -¿Vas a seguir con algo por el estilo? -¡Sí!, podría hacer otro proyecto de comicidad. También me encantaría filmar con Aristarain, con Luis Ortega, Lucrecia Martel o Fernando Spiner, actuar en una película controversial. -Cuando estás en público, ¿estás actuando o sos vos? -Una persona no se desdobla. Lo que se ve es lo que es. Lo mejor que tengo es mi honestidad y mi familiaridad. -Un relato popular, acerca de un folcklorista (Jorge Cafrune) dice que tenía el corazón en todo el cuerpo. Creo que con vos pasa eso: te mostrás fuerte, pero sos vulnerable. -¡Podés hablar más y mejor de mí que yo misma! (ríe). -¿Te ocultás tras esa máscara para que no te lastimen? -Es una buena definición de mí misma (ríe). Soy hipersensible, ando con el corazón en todo el cuerpo, lo cual no quiere decir que no puedo ser una mujer a veces fría y que puede bancarse el dolor de la vida. A veces, me sorprende lo fuerte que soy y me pregunto cómo una persona a la que amaba, me resulta tan distante. Igual me permito cambiar. Es difícil encontrarse en las situaciones que uno deseaba y estar feliz; siempre nos boicoteamos. -¿Llegaste al punto de hacer lo que querés, sin boicots? -Sí… (piensa), no sé si llegué a ese punto, pero soy una persona feliz. Y el boicot para mí y para cualquier mujer es el miedo a vivir, aunque tengo miedos más infantiles: a dormir sola, a los lugares oscuros, a que aparezca un muerto (ríe). No me boicoteo: me gusto, me defiendo. Me río de mis equivocaciones y lo que no me causa gracia, me lo como. -¿Hay muchas equivocaciones? -No las veo, porque si no, me neurotizo. Prefiero arrancar con un grupo de folclore o… el otro día hablaba con Juan de qué lindo sería ir a vivir a Brasil o a Estambul. ¡Genial!, ¿por qué seguir pensando siempre en el mismo lugar? – Cada quien tiene una imagen ideal de lo que quisiera llegar a ser. ¿Alcanzaste lo que te marcaba ese yo ideal? -¡No me acuerdo qué era! (risas). El yo ideal es una constante transformación, es una lucha de contradicciones. Tengo todo, pero todavía me falta… El ideal es estar tranquilo con lo que uno es y eso se hace día a día. -Con la maternidad, dijiste, empezaste un camino exploratorio hacia vos misma. ¿Qué descubriste? -¡Son todas preguntas difíciles! (risas). Hay un libro de Laura Gutman: El encuentro con la maternidad y el encuentro con tu propia sombra. Habla de una maternidad difícil, que te angustia, que te hace perder un poco tu eje porque te cambia mucho el cuerpo; ya no estás sola. Me pasó eso, pero el bebé se va convirtiendo en un salvador, un espejo maravilloso de vos mismo. ¡Es alucinante! -¿Con qué sensación se podría comparar ser mamá? -Una mezcla de adrenalina, nervios… se parece a un estreno de teatro: locura y miedo…. Al parto yo no quería ir (ríe), ¡estaba con 8 de dilatación y quería esperar! -¿En qué cosas cotidianas notás que te cambió la vida? -Das el pecho, volvés temprano, dormís con un bebé. ¡Me encanta! Antes dormía con un hombre (ríe), ahoraduermo con mi hijito. Hasta que no sucede no se dimensiona. Durante el embarazo pensé que lo iba a tener y después alguien se iba a hacer cargo (ríe), no que lo iba a tener todos los días. Pero cuando tenés un hijo te das cuenta que podrías tener cinco. ¡Me fascina ser mamá! -¿Te gustaría ir por la familia grande? -No me doy dictámenes. Cinco hijos, un marido… pero puede ser, es una fantasía preciosa. -¿Tuviste el embarazo y la maternidad que soñaste? – Soñé la realidad. No soy una romántica, soy feliz con las cosas tal como se dieron. -Pero no pensaste: “Hubiera sido bueno que…” -(Interrumpe) ¿Qué hubiera sido bueno? ¿Comparado con quién? -Para las mujeres hay ciertos mandatos… -(Interrumpe)No me interesan nada los mandatos. -¿Sos el hombre de la casa? -¡Para nada! -Si no sos el hombre de la casa ¿quién lo es? -El hombre de la casa es Juan… y por supuesto Xul. -¿Seguís con Juan? -¡Te agradezco la preocupación! (ríe). Sí, sigo con Juan. -¿Tu relación está bien? -Está bien. -Digo, más allá de que es el papá de tu hijo… -¡Otra vez! -Bueno, pero ¿no estás separada? -No me separé. -¿Estás enamorada? -Sí. -Si mirás para atrás, ¿imaginaste estar a esta edad, en esta situación, con un hijo? -Sí, claro. Soy lo que siempre quise ser, lo que quiero ser. -¿Sos buena mamá? -Mmmm… Ni buena ni mala, me siento la mamá que necesita mi hijo. -¿Cómo quisieras que fuera Indio? -Como es él, no como quieran los demás. Auténtico. -¿Sentís la plenitud que dicen llega cuando las mujeres tenemos hijos? ¿Te falta algo? -Te sentís plena con la mirada de un hijo. No es una plenitud como mujer, porque hay mucha angustia y un montón de cosas que no tenés idea cómo son. La plenitud es tu hijo. -Hagamos un ping-pong. ¿Un sueño? -Ser más alta. -¿Una sonrisa? -Con mi hijo a las 6 de la mañana. -¿Una persona? -Mi hijo. -¿Un gran amor? -Juan. – LORENA LEMOS