Opinión
Kirchner y la memoria
ALFREDO RAÚL WEINSTABL (*)
Las promesas de los políticos, en particular cuando están en campaña electoral, luego gran parte de ellas no se cumplen por no estar en capacidad de realizarlas o simplemente quedan pendientes por haberse priorizado otras tareas o emprendimientos quedando postergados para siempre. Se convierten entonces, en simples anuncios tratando de impresionar e incidir en la disposición del electorado buscando el voto para su propia postura política.
Esta práctica no es exclusiva en nuestro país, sino que se da en el juego político en el mundo entero. Pero lo que realmente importa a cada país de esta característica tan generalizada en el ámbito y en las prácticas políticas, es el grado o cantidad de promesas que no se corresponden luego con los hechos posteriores. Cuando decimos promesas también incluimos todo tipo de anuncios oficiales y consideramos un acto cada vez más grave y significativo, cuanto más elevado es el cargo de la autoridad o funcionario que lo realiza. Lo que ocurre actualmente y muy lamentablemente en nuestro país ya llega al colmo del desenfado, desparpajo y la desvergüenza. Y muy particularmente nos referiremos al presidente de los argentinos. Cada vez más, la información o anuncios de Kirchner a la ciudadanía no son simples tergiversaciones de la verdad para lograr captar la voluntad de la gente. No son los clásicos artilugios para manipular la opinión pública. Son escandalosas mentiras. Verdaderos engaños. Kirchner no tiene empacho en llamar blanco lo que es negro ó viceversa. Mentiras tan evidentes y graves que en general confunden a una inmensa cantidad de ciudadanos, por la imposibilidad en poder corroborar los dichos o simplemente por la clásica apatía política de los argentinos.. Muy frecuentemente Kirchner apela al latiguillo “tengamos memoria.” Cada vez más, ante los reveses y complicaciones que está teniendo en estos tiempos electorales. La utiliza para desacreditar a sus opositores. Si bien no estaría dentro de lo que se llama el juego limpio, es un proceder que podría ser aceptable. Pero aceptable siempre y cuando se tenga su propio pasado limpio. Concretamente siguiendo las enseñanzas de Jesús cuando dijo “quién está limpio que tire la primera piedra”. Siguiendo en consonancia con lo recomendado por “nuestro presidente” de “tener memoria” haremos un sucinto recuento de algunos antecedentes de Kirchner solamente de la década del 90, para no regresar demasiado al pasado” A continuación se enumeran algunos actos de Kirchner y Sra. que “podrían ser cuestionados” (extracto sucinto de una enumeración de un ciudadano santacruceño corroborado por otros ciudadanos de esa provincia). Kirchner fue un verdadero gobernador menemista, en todo el sentido de la palabra, en la década del 90.Votó a Menem en el año 1989 y respaldó su reelección presidencial en 1995, facilitando el avión sanitario de Sta.Cruz, para ir a buscar a Jujuy a un senador que estaba enfermo, para poder votar la Ley” Acompañó y respaldó las privatizaciones de las empresas de recursos naturales tal y como Menem las hizo, e hizo lobbie en el Congreso de la Nación para que se aprobaran las leyes de hidrocarburos y privatización de YPF. Kirchner fue decisivo en la votación que permitió convertir a YPF en una sociedad anónima. En las elecciones del año 1995 las boletas del PJ santacruceño que Kirchner conducía, decían “MENEM-RUCKAUF” de un lado y “KIRCHNER” del otro. Nunca se lo escucho condenar los indultos que beneficiaron a los jefes militares .No solo los convalidó como peronista y jefe del PJ santacruceño que acompañaba el proyecto menemista. Kirchner y la senadora Fernández, fueron convencionales constituyentes de la mayoría justicialista en la Convención de 1994. Ambos fueron entusiastas partidarios de reformar la Constitución para permitir la reelección de Menem, y de paso, tener la excusa perfecta para intentar – y efectivizar – lo propio en Santa Cruz Es famoso el discurso emotivo de la entonces convencional Fernández de Kirchner cuando clamó por la reelección calificando al de Menem como el gobierno “que rescató la Argentina del incendio en el que nos lo dejaron”. Kirchner fue el que dijo públicamente que Menem “era el mejor presidente que había tenido la Argentina”. Despreció las instituciones tanto como lo hizo Menem, y tal como lo hace ahora, en Santa Cruz: manipuló la Constitución provincial hasta instaurar la reelección indefinida, creó una Corte adicta, manejó los jueces, asfixió a la prensa, combatió a los opositores, y amenazó a los disidentes. Vivió en su gobierno provincial gracias a las regalías petroleras que le enviaba Menem desde Buenos Aires; regalías que hoy se encuentran en algo más de 1.000 millones de dólares en el exterior, esperando ser devueltas (¿¿¿???) al pueblo santacruceño. Cuando a finales de 2001, la Argentina estaba por estallar, Kirchner hacía campaña para presidente y, dado que no lo conocía nadie en la Capital, trataba bien a la prensa y hablaba con todos los que le pudieran dar cámara; mientras que hoy los desprecia e insulta. En ese momento eran “importantes comunicadores sociales de la democracia”. Siempre fue y es un ultra-demagogo, que defendía en ese diciembre de 2001 la continuidad de la convertibilidad y decía que salir de ella iba a ser un “error catastrófico”. Como funcionario público multiplicó su patrimonio de una manera inexplicable y, además, se abstuvo de presentar sucesivas declaraciones juradas al fisco de su provincia que, de todos modos (y obviamente), jamás se las reclamaron. Cuando fue candidato presidencial y se vio obligado a presentarla, no pudo explicar cómo era que tenía un patrimonio de casi 7 millones de pesos, si sólo había sido abogado particular primero y funcionario público después. Cuando recordemos esa “Argentina del pasado” que Kirchner siempre nombra, no omitamos advertir que él y sus máximos funcionarios y partidarios, fueron parte activa del proyecto hegemónico de aquel entonces, que encabezaba Carlos Menem. Compartían ese gobierno de manera entusiasta y formando parte como funcionarios, legisladores o voceros, Kirchner, su esposa, el vicepresidente, varios ministros, los titulares de las Cámaras, los jefes de bloques, los gobernadores, innumerables legisladores e intendentes, y los jerarcas sindicales. Kirchner protege y encubre políticamente a impresentables sujetos que acumulan denuncias de corrupción y violencia política, como el intendente Sergio Villordo de Quilmes, hombre de su ministro del Interior, al que hoy se acusa incluso de haber ocultado un cadáver. Y así tantos otros intendentes y gobernadores de dudosa estofa. Kirchner es el presidente que más decretos de necesidad y urgencia ha firmado, sin enviar ninguno al Congreso para su aprobación como corresponde. Que desprecia al Congreso de la Nación, al punto de convertirlo en sucursal del Ejecutivo. Es el presidente que no reconoce los partidos políticos, que combate a la prensa que no lo alaba, y que se erige en juez de lo que hacen o dejan de hacer sus opositores, siempre con falacias. Kirchner realizó cambios en una Corte Suprema que era impresentable, pero a costa de pulverizar el sistema republicano de gobierno ordenándole al Congreso, por la cadena nacional, que destituyera a la cabeza del Poder Judicial,. Es el presidente que más jueces federales y camaristas ha designado, y que reformó el Consejo de Magistratura para mantener controlada la Justicia. El caso Skanska lo demuestra. Kirchner no se opuso a la manipulación del INDEC, hasta el colmo de lo impresentable, para venderle a la sociedad cifras ridículas que no llegan a tapar los desarreglos que causa su impericia personal y la ineptitud general de su gobierno para administrar la Argentina. Kirchner parece considerar enemigo a todo aquel que lo critica, aún sanamente. Mediante la violencia verbal, la amenaza y el amedrentamiento, genera divisiones, polariza y excluye a todo aquel que opine distinto. Kirchner no es el gran luchador y militante pro-Derechos Humanos que quiere hacernos creer, sino que se radicó en Santa Cruz y allí desarrolló una actividad de abogado usurero con la Ley 1.050 bajo el brazo. De esa manera amasó una fortuna que después le permitió comenzar a hacer política y que hoy hace que sea propietario de 25 propiedades declaradas en el Sur y otras tantas en manos de testaferros. Argentinos tengamos memoria. No nos dejemos embaucar por embustes falsos y engañosos. Tengamos muy buena memoria. Recordemos todos los hechos, no solo las parcialidades que le convienen a Kirchner. ¡No permitamos que nos trate como discapacitados mentales! (*) Recibido por Corrientes al Día; alfredo@weinstabl.com.ar
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.