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La Cajita Infeliz. Un viaje a través del capitalismo

EDUARDO SARTELLI (*)

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(…) Ya lo explicamos en el cuarto capítulo: el capitalismo vive de y para la ganancia. Sin ganancia no hay capital, no tiene sentido. Si la tasa de ganancia es elevada, todos los capitalistas invierten, el sistema crece, la desocupación se achica, los salarios suben y todos somos (más o menos) felices. Si la tasa de ganancia es escasa, los capitalistas no invertirán, no importa lo que se haga a su favor. De modo que si uno quiere entender la historia del capitalismo, tiene que seguir la evolución de la tasa de ganancia. (…)


La llegada de Clinton al poder estuvo signada por la situación económica. De ahí el lema con el cual hizo campaña: “es la economía, estúpido”. (…) Tras algunos tropiezos, su mandato comenzó a disfrutar del boom de la “nueva economía”, cuya performance puede observarse en la curva que se alza rápidamente entre 1992 y 1997. Su segundo período, a partir de 1996, se hizo al son de la Macarena bailada al estilo yanqui, es decir, como elefante con tutú, y con el lema “nunca estuvimos tan bien”. El auge de la bolsa, apoyado en las “punto.com”, fue tan poderoso que alcanzó para borrar los “pecados” sexuales del presidente. (…) Durante un breve período, 1997-1999, la burbuja de la bolsa continuó barriendo la verdad bajo la alfombra. Es menester, entonces, examinar de cerca esta burbuja. La burbuja se reveló tal luego que su “soporte sólido”, la llamada “nueva economía”, mostró no estar a la altura de las promesas mágicas que había prohijado. ¿Qué era la “nueva economía”? Un supuesto proceso, sostenido por la “nueva tecnología”, básicamente la informática, que se caracterizaba por una extraordinaria expansión, la caída del desempleo y de la inflación, aumento de la productividad y descenso del déficit fiscal. La “nueva economía” era el resultado de innovación tecnológica, cambios en los negocios y una política económica adecuada, es decir, apertura financiera y desregulación laboral. Todo el problema es si esta maravilla realmente existió. No me va a creer, pero tengo un par de amigos yanquis que se tomaron el trabajo de revisar los datos. Harms y Knapp examinaron los indicadores económicos más usuales para el período 1991-2001. Comenzando con el crecimiento del PBI, una tasa de crecimiento anual de 3,01% para esos diez años, se ubica por debajo del 4% de las décadas de 1950 y 1960 (4%) e incluso de la de los ’70 (3,26%). Se encuentra por debajo, también, de la de los ’80 (3,02%). En términos de PBI, la “nueva economía” parece ser, más bien, la continuidad de la decadencia más que el inicio de una nueva era. En términos de crecimiento de la productividad, la nueva economía tiene poco para decir: el 1,81% de crecimiento anual está por encima del 1,38 de la década de los ’80, pero debajo del 1,94% de los ’70 y muy lejos de los ’60 y ’50 (2,84 y 2,80 respectivamente). Comparaciones en torno a salarios y a ingresos familiares dan resultados similares, con el agravante de que las compensaciones no salariales (seguro médico, jubilaciones, etc.) cayeron. Lo que sí se expandió notablemente fueron las deudas personales y familiares. También creció la jornada laboral: los yanquis trabajan 56 horas más que antes, ya que el promedio anual pasó de 1.905 a 1.961. Por el contrario, las remuneraciones a los funcionarios del capital (CEOs y otras yerbas) subieron espectacularmente. Detrás de la “nueva economía” se encontraba, entonces, un fenomenal proceso especulativo bursátil que ya hemos descrito y un macanazo enorme en torno a las ganancias reales de las empresas, asunto que explotó con el caso Enron. Más que “nueva economía”, se trataba de una cuestión bastante más vieja: una burbuja especulativa de esas que gustaba denunciar Keynes. (…) Las burbujas, ya lo sabemos, son cosas frágiles. Brillantes y frágiles. Ambas características estaban presentes en esa era de las fantasías que fueron los ’90 americanos. (…) Entre 1997 y 2000, mientras la burbuja alcanzó su apogeo con la subida sostenida de la tasa de ganancia financiera, la tasa de ganancia no financiera cayó un 20%. Se trata de un caso claro de desacople entre los valores bursátiles y la economía real. La caída fue violenta: la economía se desaceleró, cayendo la tasa media anual de crecimiento, entre junio de 2000 y junio de 2001, de 5% a -1%, mientras la tasa de aumento de la inversión cayó aún más, de 9% a -5%. Después de haber crecido a una tasa anual del 2%, el empleo cayó a igual velocidad entre el 2000 y el 2003. (…) En ese período se perdieron unos 2,8 millones de empleos. Los gastos en equipos e instalaciones cayeron también. Entre septiembre de 1995 y junio de 2000, el quinquenio dorado de la “nueva economía”, las 4.200 empresas del Nasdaq, el corazón de la “nueva economía”, reportaron ganancias por 145.000 millones de dólares. Entre el primero de julio de 2000 y el 30 de junio de 2001, las pérdidas reconocidas por las mismas compañías llegaron a 148.000 millones de dólares. La “nueva economía” sencillamente no existió. Este feroz proceso de desvalorización del conjunto de la economía fue apenas frenado por una intervención no menos feroz, que llevó la tasa de la Fed de 6,75% a 1,75%, reduciéndola once veces consecutivas. El resultado fue inflar una nueva burbuja inmobiliaria ya que, alentados por la caída de la tasa, que no fue a parar a actividades productivas, el exceso de dinero fue canalizado por los consumidores hacia la compra de casas. La estrategia de la Fed es clara: se estimula el consumo esperando que las empresas recuperen rentabilidad y promuevan inversión genuina. Otro de los elementos clave de la expansión post-burbuja es la explosión de los gastos de defensa, que crecieron, estimulados por el ataque a las Torres Gemelas, un 6% en 2001 y 10% en 2002. (…) Este boom de consumo, sin embargo, no ha permitido la recuperación del sector industrial. Por el contrario, ha estimulado las importaciones y la especulación inmobiliaria. La burbuja de la bolsa se desinfló, sólo para traspasar su aire a una nueva burbuja inmobiliaria que amenaza con explotar por estos días. (…) Hay que recordar que China es el principal destino de las inversiones extranjeras del mundo y es, en términos regionales, un comprador indispensable: entre 1995 y 2002, las exportaciones del resto de Asia a China se duplicaron, pasando de 72.000 millones a 160.000. Los analistas ya hablan de una burbuja inmobiliaria, producto de las tendencias recesivas que afectan a la producción china. Si se desplomara la especulación inmobiliaria, comenzaría la caída en cadena de los bancos, ya afectados por insolvencias crecientes. (…) Japón, otrora la nueva estrella de la economía mundial, es hoy uno de los países más endeudados de la tierra, vive una depresión permanente desde fines de los ’80 y, desde esa fecha, tiene con EE.UU. una relación perversa en la que la tendencia nipona a ahorrar mucho y consumir poco se combina con la costumbre opuesta de los yanquis, a consumir mucho y ahorrar poco. Japón también tuvo su burbuja bursátil, que se pinchó también en el 2001, dejando a medio mundo en la calle. (…) El crecimiento (pobre) japonés de los ’90 se consiguió a deuda pura: mientras el PBI creció un 10%, la deuda alcanzó al 70% del PBI. Según los analistas, la crisis de la deuda pública japonesa es más grave que la de la República de Weimar. (…) Europa. Hablar de Europa hoy, es hablar de Alemania. Por supuesto, decir que está en una crisis de largo plazo no es ninguna novedad. Desde los ’60, cada crisis en Alemania lleva a una recuperación más lenta y a tasas de crecimiento más débil: 4% anual en la década beatle; menos de 3 en los ’70 y ’80; 1,5 en los ’90. (…) En realidad, la recesión alemana que comenzó en 1992 y, aún con cierta recuperación, continúa hasta hoy, no hace más que seguir el ciclo declinante de la economía mundial y tiene que ver, como el lector ya supone, con la tasa de ganancia. El resto de Europa, con diferencias menores de país a país, no desentona (…) (…) A esa temprana edad que son los diez años, vi por primera vez La máquina del tiempo, con Rod Taylor, una versión insuperable. En una de las escenas, el protagonista recupera el pasado del futuro al que ha llegado, haciendo girar como si fueran trompos unos anillos que se iluminan y “hablan”. Me pareció un recurso burdo. A uno siempre le parece que la tecnología es algo “complejo”, así que yo hubiera apelado a una máquina bastante más sofisticada para crear el mismo efecto. Sin embargo, no sólo estaba equivocado, porque los modernos “ci-dis” se parecen notablemente a aquellos anillos, sino porque, como creo que decía Asimov, a medida que la tecnología avanza, más se parece a la magia. (…) Deberíamos hacer algo ya, porque este maravilloso vehículo que es el planeta Tierra, marcha con los ojos vendados hacia un abismo sin fondo. Está en nuestras manos cambiar el conductor, antes de que nuestra historia sólo pueda ser rescatada por anillos que puedan parecerle magia a algún viajero del tiempo… (*) Recibido por Corrientes al Día. Ediciones ryr, 2005; Extractos del capítulo X.

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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