Opinión
¿La casa está en orden?
ROBERTO CACHANOSKY
Más allá de que el presidente y sus ministros afirmen que todo marcha sobre rieles y que la Argentina dejó atrás el infierno, todo parece indicar que el caos ha regresado y los focos de conflicto comienzan a estallar en distintos lugares.
¿Quién no recuerda la famosa frase de Raúl Alfonsín cuando se produjo el levantamiento carapintada durante las Pascuas de 1987? Considerando la situación que hoy vive la Argentina, podríamos preguntarnos si la casa está en orden, porque lo que se observa en los últimos días es un caos generalizado. En primer lugar, el desborde de Santa Cruz es un hecho impensado que, seguramente, tomó por sorpresa al mismo Néstor Kirchner. Nadie hubiese apostado, tres meses atrás, que la provincia que durante tanto tiempo controló el actual presidente podía desbocarse de la forma en que lo hizo. ¿Quién hubiese dicho que, en Santa Cruz, su hermana Alicia no iba a poder caminar por la calle o que la casa de los Kirchner iba a tener que ser custodiada por la Gendarmería? Segundo, luego de mostrar sus manos simbolizando que está limpio de corrupción, Kirchner ve cómo se le está desbordando el escandaloso caso de corrupción que involucra a la empresa Skanka y a su gobierno. Su argumento de que se trataba de un problema de coimas entre privados demostró, una vez más, la facilidad con que el presidente hace afirmaciones sin mucho fundamento. Y digo una vez más porque también había afirmado que venían U$S 30.000 millones de inversiones chinas que todavía estamos esperando o que los fondos de la provincia de Santa Cruz iban a ser repatriados ni bien él asumiera como presidente. Nada de eso ocurrió. Pero sí ocurrió que un presidente que se para en el púlpito para, desde lo alto, dictar clases de moralidad y levantar su dedo acusador a diestra y siniestra, se encuentra con una cadena de corrupción gigantesca dentro de su propia administración. En tercer lugar, el caso Greco sigue estando pendiente de resolución y sólo fue tapado por un escándalo mayor como el de Skanka. Cuarto, su secretario Guillermo Moreno está a punto de enfrentar una embestida por supuestas manipulaciones de los índices que elabora el INDEC. Quinto, hay un caos fenomenal con el transporte público -subterráneos y trenes-, al punto tal que, durante la semana pasada, se produjeron serios disturbios en la estación de Constitución. Sexto, el jueves se quedó sin luz una parte importante de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Séptimo, el caos de tránsito en la ciudad es fenomenal gracias a la nafta artificialmente barata que tenemos los argentinos. Y, en octavo lugar, los aviones siguen volando como pueden con controladores aéreos que, en plena era de los avances tecnológicos y de las comunicaciones, deben manejarse con planillas llevadas a mano (lápiz y papel) porque, aunque el Estado argentino aumenta constantemente el gasto público y los contribuyentes pagamos fortunas en impuestos, no alcanza para comprar un simple radar. En un cuaderno Rivadavia y con una birome, los controladores aéreos anotan las rutas de los aviones y tratan de que no choquen en el aire. Un escándalo de proporciones bíblicas que, Dios quiera, esperemos no se traduzca en una desgracia por la ineficiencia de la ministra de Defensa y la incapacidad del Gobierno para comprar y poner a operar un simple radar. A pesar de que Kirchner no quiera reconocerlo, el país es un caos y tiende a complicarse cada vez más. Y todo esto está ocurriendo junto con una inflación creciente, porque el Gobierno no se ha dedicado a establecer políticas públicas de largo plazo. Se ha limitado a revolver el pasado, a inventar enemigos o a tratar de acumular poder en vez de solucionar los problemas. El tema de los radares es un típico caso de ineficiencia administrativa. En vez de ocuparse de perseguir a cuanto cristiano anda por el mundo con un uniforme (aunque sea el botones de un hotel), deberían haberse ocupado de que la cartera del área evitara llegar a este descontrol aéreo que estamos viviendo. Mientras la ministra de Defensa goza con la compañía de Hugo Chávez y Kirchner se reúne con el autócrata venezolano para crear un banco que no se sabe con qué fondos funcionará ni qué financiará, los argentinos carecemos de un simple y común radar para evitar accidentes aéreos. Mientras tanto, lo vemos a Martín Redrado, el presidente del Banco Central, haciendo piruetas para sostener el tipo de cambio en el nivel que desea el presidente, de modo que le permite continuar cobrando los derechos de exportación que generan una caja que, por lo que vemos, no está siendo destinada a financiar cuestiones elementales para el funcionamiento de la sociedad, sino que se derivan a obras públicas de dudosa necesidad que terminan en escándalos de corrupción. No deben sorprendernos los casos de coimas que han surgido en los últimos días. Finalmente, cuando un gobierno no tiene controles por parte de los otros poderes, concentra todo el poder en una sola persona y la fortuna de las personas queda a su merced, es inevitable que aparezcan estos casos de corrupción. A mayor cantidad de intervención del Estado en la economía, más arbitrariedad en la asignación de los recursos. Y esa arbitrariedad, que permite definir ganadores y perdedores, se traduce en un negocio fenomenal para los funcionarios públicos. El sistema imperante es el que conduce a una corrupción generalizada. No se trata de ideologías, se trata de normas básicas de organización administrativa para que quienes detentan el poder no puedan generar una fenomenal corrupción. Mi impresión es que estamos asistiendo a la descomposición de una forma de gobierno autocrática. El autócrata no se ocupa de los problemas de la gente, se ocupa de concentrar poder, por lo tanto no administra. Usa el poder en beneficio propio y, como resultado, más tarde o más temprano, esa falta de buena administración empieza a dejar al descubierto el cúmulo de problemas no resueltos. Un día, tal vez el menos pensado, el modelo autoritario se desploma sin previo aviso.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.