Opinión
La exclusión y el poder de los incluidos
GELMAN: LOS PREMIOS
“Ocurre que, para los amos de la cultura, escribir es simple escribir bien, aunque sea en el mal, armonizar con el mundo de los valores” (Hay un momento en que el escritor, si es de gran renombre, no puede ya casi nada contra ello, se convierte en una institución, y el régimen lo anexiona sin tener en cuenta su oposición misma, seguro de que su gloria le servirá, más de lo que podría dañarle su poderosa hostilidad)… Un escritor no puede aceptar distinción alguna, no puede ser distinguido; y acoger esa elección, hubiera sido aceptar no solo una cierta forma de cultura y un conformismo social, sino más: cierta concepción de la libertad: en consecuencia, hacer una elección política; castigarle: es decir, recompensarle, haciéndole admitir la idea de una elite con la cual se pierde la verdad de la escritura, que tiende a un anonimato esencial”. (Maurice Blanchot y su referencia a Sartre en “la Risa de los Dioses”).
OTRAS CUESTIONES Sin embargo, existen poderosos motivos para que un escritor encuentre tranquilizadores razones, que justifiquen la aceptación de un premio. De lo contrario iríamos en su ayuda. En circunstancias de tanta precariedad nos tranquiliza que obras refractarias y revulsivas, pasen a engrosar el catalogo de los vienes de la cultura, tempranamente inventariados. Al fin y al cabo los administradores culturales y los catálogos de mercado, se verán beneficiados siempre, con estas apropiaciones y reducciones y esto constituye un signo de progreso. Un signo de los tiempos. El mal puede trivializarse, o la trivialidad es el mal mismo. Aunque los males parezcan duran ahora menos tiempo. Los antídotos son descubiertos más fácilmente y las grandes obras contestatarias, duran lo que convienen al “mal” que combaten. De las heridas infligidas por las pasadas inquisiciones, nos restañamos con los paraísos artificiales de los humanismos del presente. La ética se ofrece sin embargo aún como el más sólido refugio contra los imperativos del más fuerte. Cuando se siente la necesidad de “restituir” a la poesía, los laureles que ostentara en el pasado, Neruda “debe” aceptar el Nobel, porque así – incluso se lo exige el régimen político al que consagró su vida y entonces peligra. Camus, consiente en que ninguna “moral” pueda ya obligar ni sancionar acepta el Nobel en ofrenda a los “humillados y ofendidos del mundo”, contra los jueces vicarios del poder, poniendo su vida – y su escritura al servicio “no de los que hacen la historia, sino de los que la sufren”. Gide, el iconoclasta, el heterodoxo de todas las dogmáticas, acepta el Nóbel para dedicárselo – paradójicamente a los espíritus libres que ayudaran a desterrar de éste mundo, los últimos vestigios de la caduca y farisea moral “cristiana ” de Occidente. Existe un punto en que las obras deben tranquilizarnos, cedernos el poder de hablar – libremente dentro del marco del habla comunitaria, apuntando siempre más allá. En entonces cuando están listas para alimentar las bolsas de residuos de la cultura: el inmenso osario de lo que nunca fue creído. Como podríamos, como sabríamos vivir en un mundo donde las almas nobles de que dan testimonios las obras, se apartan de los códigos de la comunicación, para mirar impávidas el horroroso carnaval de la historia, sin conmoverse apenas ante nuestras desgracias? Un artista retraído, silenciado por dos olvidos no manifestados, sería para nosotros, imposible. Exigiríamos de él aunque más no fuese su odio, su desprecio a quienes hacemos y al mismo tiempo padecemos la historia. Ante todo queremos ser visibles, y el gran arte es el último recurso del cual disponemos para no “desaparecer”, allí donde la historia se ha realizado y también positivamente el hombre y Dios. Una obra sin centro, una obra que hable el habla del desastre, sin credos, sin dogmas estéticos o religiosos, perdería fuerzas, adversarios y acabaría en el dialogo de los espectros. En verdad estamos rodeados de espectros. El Estado moderno a hecho de este viejo aserto, un complicado y sutil juego, en el cual la escritura debe tornar visible imágenes, La cultura, por imágenes e iconografías de nuevas utopías. De ahí que no se trate ya de esclavizar a un escritor – un escritor adicto no es ya un aliado útil, más que cuando es utilizado, permaneciendo como adversario, sino utilizar su libertad, “hacer calladamente cómplice al poder de infinita contestación que es la literatura”(Blanchot). BREBAJES QUE MATAN Pues a pesar de la sofistica, toda moral se ejerce solo a base de “autoridad” y a veces alcanza como consuelo frente a las pistolas de los Goebels de la cultura. Así, de éste modo nos tranquiliza un “premio” cuando viene a decirnos que no estamos solos. Que los miedos, los padecimientos, los exilios, las humillaciones, hallaran finalmente el confortador refugio de los nombres en las cuales una firma, un nombre, hará visible nuestra anonimia, dentro de los maravillosos avances del “humanismo moderno”. En ello sigue confiando Blanchot cuando escribe: “La cultura, no es poca cosa. La cultura, por el contrario, lo es todo. Y si la poesía no está en juego más que allí, donde se designa, en el limite de todo limite, un poder de excluir y excluirse, la cultura, que es el trabajo de inclusión, le es necesaria en la misma medida en que le es fatal “. Curándonos con los brebajes que nos matan, aparece como necesario el regocijo, cuando estos actos a los que Blanchot denomina de inclusión – y nosotros de propiación, de dominio, anexión -, contribuyen a asegurar un arden perdido. El viejo poder contestatario de la literatura (aún él del libelo o el del panfleto). Viviendo en ésta sonsa ambigua, entre lo licito y lo ilícito, lo designadle por el poder de inclusión de los modelos culturales del mercado y el poder de silenciarse o borrarse a si misma, la “poesía” y la vidriera, la inclusión y la exclusión no nos aparecen ya, después de haber escrito ésta nota hace tiempo, como términos antagónicos, sino como falsos aperadores que tienden a neutralizar el viejo y engañoso poder de la escritura. Tal vez quede abierta la cuestión de continuar pensando contra las falsas opciones del humanismo – en términos de un rigor en el cual no quepa la compasión humanitaria, ni los viejos ídolos y ritos de los humanismos clásicos -. Ámbitos de una deconstrucción arrasadora pero también de una construcción sin limites otorgado al poder de una palabra, hoy excluida del poder de verdad de los grandes cuestionamientos silenciados por la propaganda y las grandes anexiones de los regímenes comunitarios de la comunicación y el intercambio de de los falsos valores. Conocemos la “voluntad de exclusión ” de los verdaderos creadores, pero esto no basta. Nosotros les exigiríamos a pesar nuestro, voluntad de sumisión e inclusión, aunque liberásemos de ello a quienes como Artaud, Bataille u otro más, fuesen inadmisibles para el lenguaje profano. Pero recordemos aquí las proféticas frases de Klossowski:”Hoy un poeta sabe de antemano que si se le ocurre volverse loco, su consagración será cierta. Lo sabe de antemano ( aún unos millares de años más en la vía del signo, y en todo cuanto haga el hombre, la suprema inteligencia será manifiesta: pero precisamente de éste modo la inteligencia habrá perdido toda su dignidad”). La palabra dignidad tiene todavía para nosotros resonancias clásicas que hablan en el lugar vacante de Dios, del hombre y el superhombre – lugar de espera y de silencio y solo queda ya frente al triunfo del espíritu absoluto en la estructura monolítica de la globalización que habla del dominio (el cálculo) del ente en dimensión planetaria, de lo oscuro y fragmentario del Caos, la repetición sin engendramiento de los simulacros elevados hoy a realidades virtuales. EL PRINCIPIO SIN PRINCIPIO DE UNA NUEVA EDAD MEDIA La literatura autentica no habla pues – no dice -, ni desde la exclusión de una huella que se borra a si misma, ni desde las pantallas de visores que todo lo computan y hacen visible. Tal vez deberíamos repetir por el momento a Blanchot: “Cuando más se afirma el mundo como porvenir y la plena luz de la verdad en que todo se realizará bajo el dominio del hombre y para su uso, más parece que el arte debe descender hacia ese punto en que todavía nada tiene sentido, más importa que mantenga el movimiento, la inseguridad y la desgracia de lo que escapa a toda captación y a todo fin”. PREMIOS, HUMANITAS Y JUSTICIA Los grandes Premios Literarios – el Nóbel por ejemplo-, se otorgan en nombre de las “humanitas”. Las mismas que giran en el vacío desde Sade a Himler. Los términos “in-humano” o “infra-humano” nada dicen acerca de lo que lo humano sea, con excepción de las interminables exégesis al coro de Sófocles sobre la esencia de lo mortal. Lo mortal es además mortífero. Con excepción de que lo humano sea “el animal racional “y de la “ratio” sea fundamento de lo real, nada más sabemos del tema, excepción hecha – tal como lo había hecho notar Heidegger en sus lecciones sobre “Serenidad”, de que la vida humana, tal lo anunciara el físico norteamericano Stanley, esta ya en manos “del químico – quien puede modificar sustancias vitales a sus arbitrios”. Contra la biología molecular nada pueden ya las grandes éticas ni los reservados cálculos de la “ratio” y menos aún de la política. En sus “Conceptos fundamentales “- dictados en el año 1944 – Heidegger afirma que el hombre puede aquello que al animal le esta vedado por cuenta de “calculo y razón”: “caer por debajo del hombre”: a esto lo denomina en un mas amplio contexto lo “sub-humano”. A pesar los tribunales internacionales, de la defensa a ultranza de los derechos del hombre, de la jurisprudencia y su renovada impotencia para hacer frente a aquello que se adelanta a la voluntad humana y teledirige sus instancias, se insiste en la salvación por la restauración de las “humanitas” y de la justicia multipolar que esta parece requerir cuando ya nada es patrimonio exclusivamente de lo mortal y mortífero en el hombre. Un tema caro al mercado de las ideas fenecidas de la jurisprudencia internacional es el de los “crímenes contra la humanidad” – contra lo mortal en el hombre” denominados hoy de “lesa humanidad”. EL HORROR Y NO EL TERROR El terror no es sino la cara no oculta del horror que supieron ver Conrad y anticiparon, Dostoievsky, Nietzsche, y al cual más tarde dieron forma, Kafka, Musil y tantos otros. En esta instancia aún se desarrolla en combate entre el hombre y el estado, además de la tribal contra lo hiper-racional (como su contracara) y lo odios religiosos y étnicos como monitores del alza maltusiana, en lo que sofísticamente se denomina hoy “calidad de vida” y “recursos renovables”, sofistería a la page del economicismo devastador cegado por el monopolio absoluto de todo lo ente. LOS SIMULACROS DEL HUMANISMO. La cultura juega el rol en este teatro en llamas – en la cual las humanitas se desmoronan como los Castillos parlantes de Poe – el papel de matrona decidida a jugar el rol de hada buena. Así los Premios Literarios continúan siendo absorbidos por el la maquinaria del estado demostrando la vacuidad del arte y su destino. EL CERVANTES HOY El tan denostado terrorismo tiene establece hoy sus vínculos con sus enemigos del estado: Juan Carlos de Borbón entregando el premio Cervantes al poeta Argentino Juan Gelman, recuerda el Nóbel de Kissinger o el Nóbel de Churchill, el último gran colonialista inglés de un imperio postrado, mientras el estado español condena los atentados de la ETA. Eso Mientras en la argentina del la señora Presidenta Kirchner la justicia establece que los crímenes de “leza humanidad” son imprescriptibles tanto para las bandas terroristas como para las arbitrariedades estatales. El fiscal general de Rosario, Claudio Palacín, dijo que el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) cometió en los ’70” delitos de lesa humanidad” y promovió acción penal por el asesinato y torturas del coronel Argentino del Valle Larraburu. A todo esto la prensa argentina y mundial calla en manos del marketineo en el cual poder y oscuras falacias no responden a las expectativas de un arte que conecte con la Ética. Mientras muchos esperan una respuesta de Gelman a Oscar del Barco. – primer pensador argentino de la época -, conviene que quienes otorgan éste premio mediten en las palabras de alguien que fue protagonista de la una de las épocas más oscuras de la Historia Argentina. “Respecto al problema de Gelman (creo que es parte de este problema incluso más allá del propio Gelman, aunque ustedes pudorosamente no se refieran a él, tal vez por tratarse de nuestro, es un decir, poeta nacional…) quiero aclararles que yo respondí a una entrevista (Babelia del 16 de octubre del 2004) titulada, con una de sus frases, “Lo contrario del olvido no es la memoria, es la verdad”. En la entrevista dice que “el camino” no es “el de tapar… porque ese es un cáncer que late constantemente debajo de la memoria cívica e impide construir nada sano”. Lo que yo hago es tomarlo al pie de la letra y entonces digo que él, dirigente y jefe montonero que fue expulsado junto con Galimberti recién (y las fechas son importantes) en 1979, “debe”, él-debe, y no un ente abstracto y general como ustedes me adjudican, asumir las consecuencias de lo que hizo. Decir, por ejemplo, ¿cómo funcionaba esa dirección militar? ¿cómo se decidían las muertes? ¿a quiénes mataron? ¿dónde? ¿por qué? Todas estas son preguntas terribles, que se las hemos hecho y se las hacemos a los verdugos del Proceso, pero que también debemos hacérnoslas a nosotros mismos, quiero decir a los que de alguna manera participamos en aquellos trágicos sucesos. Pero, claro, si ustedes son inocentes de todo (como proclama Grüner) no tienen por qué cargar con la culpa de los otros. Con la culpa debemos cargar los verdaderos culpables (ustedes dirán que esto que digo es una demostración de mi… masoquismo… y bueno, si quieren llamarlo así…)”. Oscar del Barco. (*) Desde Corrientes al día Oscar Portela. 30 de noviembre de 2007. Corrientes Argentina. Este texto fue publicado en “El Cronista Comercial” el Domingo 26 de abril de 1992 y posteriormente re-elaborado con otros alcances.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.