Opinión
La Loma: Memorias e Historias Guaraníes (*)
GENEALOGIA DE UN TERRITORIO USURPADO
Desde los registros históricos del siglo XVII hasta los flujos migratorios más recientes, el antropólogo Gastón Gordillo de la Universidad de British Columbia, Canadá, relata en el siguiente artículo las diferentes etapas de la ocupación indígena en La Loma. Este territorio, ubicado en el departamento salteño de Orán, es vital para la subsistencia de una comunidad guaraní que actualmente no puede acceder a las tierras por decisión de la multinacional norteamericana Seabord Corporation, dueña del Ingenio San Martín del Tabacal.
“Todo esto eran casas”, decía Rosa una y otra vez mientras caminábamos. “Toda esta zona eran casitas”. Eduardo nos seguía a unos metros y agregó: “La iglesia estaba al lado de ese yuchán”. Los dos contemplaron aquél lugar, ahora cubierto de pasto y yuyos, con nostalgia. “La iglesia era toda de madera, por eso no quedó nada”, agregó Rosa, “Nuestras casitas también; eran de madera, caña, barro, pasto”. Era julio de 2004 y estábamos en una zona de bosque relativamente libre de árboles, signo de que efectivamente décadas atrás ese lugar había albergado a la principal comunidad guaraní de la zona, llamada La Capilla. Hacia el nordeste, me explicaban Rosa y Eduardo, había otra comunidad, Pueblo Nuevo, la más reciente. Hacia el oeste, estaba la comunidad de La Loma o Pueblo Viejo, la más antigua de todas. Estos tres asentamientos estaban ubicados sobre la colina boscosa que domina hacia el oeste la fábrica del ingenio San Martín del Tabacal (departamento de Orán, Salta), conocida en la zona simplemente como “La Loma”, y que el ingenio nunca usó con fines productivos. Después de contemplar el antiguo sitio de la iglesia por varios minutos, caminamos los cien metros de bosque relativamente abierto que lo separan del borde de los cañaverales. Desde allí, podíamos ver claramente al pie de la colina el pueblo de Tabacal, la fábrica y la columna de humo que se elevaba de sus chimeneas. Rosa y Eduardo, al igual que centenares de guaraníes, nacieron en La Loma y vivieron allí varias décadas, cultivando pequeños cercos, criando gallinas y chanchos y trabajando en el ingenio, hasta que la administración de San Martín del Tabacal ordenó su desalojo definitivo en 1970. La mayoría de los habitantes de La Capilla, siguiendo las directivas del Padre Roque Chielli, su fundador en 1938, se desplazaron al cruce de Pichanal, sobre la ruta nacional 34. Muchos otros, como Rosa y Eduardo, se instalaron en Hipólito Irigoyen, un pueblo situado junto a La Loma del otro lado de la ruta que va hacia Orán. El desalojo, no obstante, no llegó a romper la relación de la gente guaraní con La Loma. En forma cotidiana, numerosas familias siguieron trabajando cercos desmontados en el medio del bosque, buscando leña y plantas medicinales. Y muchos siguieron visitando las tumbas de sus familiares en dos cementerios: el más grande, llamado “Tabla Once”, hoy rodeado de cañaverales y ubicado cerca de lo que era La Capilla, y uno más pequeño y hoy cubierto de vegetación, cercano a lo que era Pueblo Viejo. Por ello, por depender de ese lugar para su subsistencia y albergar los restos de sus antepasados, muchos guaraníes de Pichanal e Irigoyen nunca dejaron de pensar que algún día volverían a vivir en La Loma. Esta esperanza colectiva comenzó a ganar fuerza cuando en 2001 los habitantes guaraníes de Irigoyen comenzaron a organizarse y a plasmar una movilización más amplia; en septiembre de 2003, esta movilización alcanzó un punto de inflexión cuando se decidió retomar la posesión directa de La Loma. Decenas de familias se instalaron en la colina y comenzaron a levantar pequeñas viviendas, a ampliar sus cercos y a planear la construcción de una nueva comunidad. Como recordaba Javier, un hombre de 45 años que participó de aquella experiencia, este tan esperado retorno creó un enorme entusiasmo colectivo y muchos pensaron que su viejo sueño se había hecho realidad. A los pocos días, sin embargo, la administración del ingenio truncó ese retorno. En la noche del 16 de septiembre, sin mediar una orden judicial escrita, una fuerza policial desalojó a la gente, destruyó sus improvisadas viviendas y detuvo a 22 personas, a las que se les abrieron causas judiciales por “usurpación”. La represión no amedrentó a la movilización sino que le dio nuevos impulsos. La gente respondió con una marcha a pie a la ciudad de Salta (a casi 300 kilómetros de distancia) y con el viaje de varios dirigentes a Buenos Aires, donde lograron movilizar una red relativamente amplia de solidaridad y hacer su demanda visible en varios medios de comunicación y en el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas). La administración del ingenio, por su parte, intentó debilitar la protesta de múltiples maneras: ganando el apoyo de algunos dirigentes guaraníes y punteros justicialistas de Irigoyen y aumentando la vigilancia e intimidación —a través de la policía provincial y guardias privados de seguridad— sobre el uso cotidiano de La Loma. En el plano legal, el ingenio ha aducido tener “títulos perfectos” y ha argumentado que los guaraníes son “bolivianos” y que por ende no tienen derecho a la tierra en Argentina. El estigma de que los guaraníes del noroeste argentino serían extraños a esta región es recurrente no sólo en Salta sino también en Jujuy, y por ende merece una discusión más en detalle para mostrar, en primer lugar, sus falencias históricas. En su mayoría, los guaraníes que hoy habitan Hipólito Irigoyen y Pichanal son ciudadanos argentinos cuyos progenitores, en efecto, vinieron de Bolivia a principios del siglo XX a trabajar en los ingenios La Esperanza, Ledesma y San Martín del Tabacal. Sin embargo, ello no implica que anteriormente no hubiera guaraníes en esa misma región. Existe abundante documentación que confirma la presencia de “chiriguanos” (como se llamaba entonces a los guaraníes) en el Valle de Zenta —donde hoy se encuentra el ingenio San Martín del Tabacal— por lo menos desde el siglo XVII. Numerosos autores, por ejemplo, señalan que en 1639 los Padres Osorio, Ripari y Alarcón fueron muertos por “chiriguanaes” no lejos de donde ahora está Orán.[1] Entre los siglos XVII y XVIII, la presencia de comunidades guaraníes está particularmente bien documentada sobre el río Bermejo, aguas arriba de las Juntas de San Antonio (donde el río Tarija se une al Bermejo).[2] Más aun, en 1857 el viajero B. Villafañe encontró “chiriguanos” en el mismo pueblo de Orán, además de en Tartagal, San Lorenzo (hoy Calilegua) y Ledesma.[3] En el caso particular de La Loma, es indudable que existían asentamientos guaraníes antes de la fundación del ingenio Tabacal en 1920. El Padre Roque Chielli, fundador de La Capilla en 1938 con el beneplácito del ingenio, recordaba en una entrevista que ya había gente guaraní viviendo en La Loma desde antes de su llegada a la zona.[4] Y relatos orales recopilados por mí en Irigoyen señalan que al menos ya en 1916 había guaraníes asentados en el lugar. Es posible, en este sentido, que la gente guaraní proveniente de Bolivia se asentara en espacios previamente ocupados por guaraníes nacidos en territorio argentino. Cuando las tres comunidades de La Loma fueron expulsadas, empezando en 1964 y en forma masiva en 1970, los guaraníes fueron por ende obligados a dejar un espacio que habían ocupado por varias generaciones y que de hecho posteriormente nunca dejaron de utilizar. Algunos de los argumentos del ingenio y el gobierno de Salta para desacreditar la lucha por La Loma se basan en una lectura histórica de un concepto incorporado en la Constitución reformada en 1994: el hecho de que los grupos indígenas tienen derecho a poseer las tierras “que tradicionalmente ocupan”. ¿Pero qué quiere decir, exactamente, ocupar tierras “tradicionalmente”? Cuánto tiempo hay que vivir en un lugar para que esa ocupación se vuelva “tradicional”? La Constitución es ambigua al respecto, y el ingenio se apoya en esta ambigüedad para reproducir una visión particularmente rígida y anticuada de “tradición” como sinónimo de “ocupación desde tiempo inmemorial”, visión ésta que ha sido cuestionada por la antropología. Según este argumento, como muchos de los guaraníes que reclaman La Loma descienden de bolivianos ello no los haría habitantes “tradicionales” con derechos a la tierra. Como ya vimos, este argumento silencia la innegable presencia guaraní en el Valle de Zenta desde hace varios siglos. Pero aún en el caso de las migraciones guaraníes más recientes (de hecho incentivadas por los propios ingenios), esta noción rígida de “tradición” presupone que los grupos humanos están siempre fijos en un mismo espacio y que sólo tienen derecho a él los que nunca se han movido. Ningún grupo indígena en Argentina ocupa exactamente las mismas tierras que ocupaban al comienzo de la conquista española. Guerras, desplazamientos y resistencias afectaron profundamente la distribución geográfica de muchas poblaciones. Los mocovíes que a principios del siglo XVII atacaban la ciudad de Salta, por ejemplo, hoy en día sólo se los encuentran a cientos de kilómetros de distancia en el norte de Santa Fe y sur de la provincia del Chaco. Los tobas que solían vivir en Ledesma (Jujuy) ya no existen en esa zona y hoy en día la comunidad toba más cercana está en Embarcación (Salta). Debido a estos desplazamientos: ¿Cuáles serían las “tierras tradicionales” de estos mocovíes o tobas? Desde la antropología, la respuesta más adecuada sería: aquellas tierras usadas por las últimas generaciones y que hoy les dan anclaje a su subsistencia e identidad. En el caso de los habitantes guaraníes de La Loma llegados de Bolivia, su ocupación del lugar ha sido lo suficientemente prolongada y profunda como para que los restos de varias generaciones estén en sus cementerios. Y además, esta ocupación se superpone a una presencia guaraní en la zona mucho más antigua, anterior a la fundación de Orán en 1794 y a la fundación del ingenio Tabacal en 1920. Vale la pena notar, además, lo discriminatorio y contradictorio del discurso de la administración del ingenio al respecto. Mientras invoca una supuesta falta de “ocupación tradicional” de la tierra por parte de los guaraníes de La Loma, San Martín del Tabacal mantiene desde hace años un conflicto con los kollas de San Andrés, campesinos que tienen una muy larga presencia en la zona y a los que nadie puede acusar de “no ser de allí”. En este sentido, la indudable “ocupación tradicional” de la tierra por parte de los kollas no ha hecho al ingenio más dispuesto a reconocerles su derecho a ellas. En ambos casos, la política del ingenio ha sido la misma: negar el derecho de las comunidades indígenas a la tierra, independientemente de la profundidad temporal de su presencia en la zona. La lucha guaraní por La Loma continúa, en un contexto en el que el ingenio ha aumentado las medidas represivas sobre estas y otras tierras en disputa, como las de la zona de Río Blanco (banda sur y norte), al norte de Orán. Y esta lucha seguirá estando guiada no sólo por la memoria de quienes nacieron y se criaron en La Loma sino también por la memoria de que, en definitiva, más allá de la existencia de la frontera internacional, quienes originalmente “no eran de estas tierras” no son los guaraníes sino aquellos que se arrogan el derecho a negárselas. * Para Corrientes al Día, de Gastón Gordillo gordillo@interchange.ubc.ca NOTAS: 1. Lozano, Pedro 1989 (1733) Descripción corográfica del Gran Chaco Gualamba. Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán (Pgs. 176-77); Tommasini, Gabriel 1990 (1933), Los indios Ocloyas y sus doctrineros en el siglo XVII. S. S. de Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy (Pgs. 95, 107-117). 2. Ver Tommasini, Gabriel 1990 (1933), Los indios Ocloyas y sus doctrineros en el siglo XVII. S. S. de Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy (p. 117) y Fernández Cornejo, Adrián 1989 (1791) “Descubrimiento de un nuevo camino desde el Valle de Centa hasta la Villa de Tarija”, en Pedro de Angelis, comp. Entradas al Chaco. S. S. de Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy (Pgs. 64, 66). 3. Villafañe, B. 1857 Orán y Bolivia a la margen del Bermejo. Salta: Imprenta del Gobierno (Pgs. 35 y 33-34). 4. Ver “Misión del Cura Roque”, en Revista Relatos (Orán) Nro. 5: Etnia Ava (1993) (p. 7).
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.