Opinión
La política: una cuestión de conductas
IRIDE ISABEL MARÍA GRILLO (*)
Hablar de Política es hacer referencia a una actividad esencialmente humana, vinculada al poder, es decir a una relación social de mando y obediencia, a la probabilidad cierta de orientar la conducta de otro u otros en determinado sentido.
Cuando esa probabilidad encuentra en el o los destinatarios a los que va dirigida, su reconocimiento, es decir una respuesta positiva, generando conductas-seguimiento, ese poder se transforma en autoridad. Ahora bien, para que ese poder y esa autoridad se reconozcan como legítimos, deben sustentarse en dos presupuestos: el Consenso y la Eficacia. El consenso supone la unidad coherente de una sociedad, lo que le da vida propia y la diferencia de otras, en el sentido de que más allá de las siempre necesarias diferencias, disensos y hasta conflictos, existen ciertos modos de sentir, de pensar, de hacer y de ser, que le dan su impronta y su identidad, su Cultura. La eficacia, supone el cumplimiento, la efectividad de las pautas de conductas que se pactan e imponen como queridas y se reconocen también como propias por sus instituciones para que esa sociedad funcione, en el sentido de que deben cumplirse, porque están para ser cumplidas. POR QUÉ SE OBEDECE? En una manera legítima de ejercicio del poder, como lo es el Estado de Derecho, SE OBEDECE PORQUE SE CREE. Se cree, y se confía, en la conveniencia de instituir un sistema de normas que deben acatarse, por parte de instituciones políticas, económicas, jurídicas, religiosas, militares, educativas, sindicales, etc, que funcionan conforme a ellas y si esto no ocurre y se las transgrede, están previstos los mecanismos para que así acontezca. Se confía en la previsibilidad del derecho traducido en un conjunto de pautas de conductas, que va generando en sus ciudadanos un sentimiento de relativa seguridad de que las reglas de juego son claras y no serán intempestiva ni caprichosamente cambiadas, eso se llama Seguridad Jurídica. Ello no significa una sociedad utópica e irrealizable, en la que todos los ciudadanos acaten las leyes, sino significa que cuando se produzcan las transgresiones por parte de los particulares o de los funcionarios públicos, los engranajes legales y judiciales se ponen en marcha, mediante un sistema eficiente de control del poder para revertir tal situación. De eso se trata la confianza en un sistema constitucional fundado en el respeto a la ley y en autoridades constituidas obligadas a hacerlo cumplir. En un sistema social así organizado y entendido, si bien cierta dosis de personalización del poder y de liderazgo, son saludables y hasta necesarios para la buena marcha del país, porque muchas veces necesitamos Ver al Poder y representarlo en alguien. No ocurre así cuando existe una tendencia social y recurrente a personalizar una suerte de poder carismático, que todo lo puede y todo lo resuelve, ficticio y hasta esporádico, que puede adormecernos en un engañoso estado de bienestar, hacia el autoritarismo y el exceso de poder que siempre avanza por donde encuentra resquicios, y cuando nos despertamos, hemos perdido nuestras libertades, que con tanto esfuerzo logramos conseguir. Que no nos pase a los argentinos, porque de esto sabemos y mucho. LA CLAUDICACIÓN DE LAS LIBERTADES Se asocia a nuestra historia, la resignación y claudicación del don más preciado y sagrado de la condición humana, el libre albedrío, la condición natural de agente libre, anterior incluso a todo tipo de discernimiento. Pero esto no acontece de un día para el otro, supone un largo peregrinar, que pasa primero por la comodidad, el individualismo exacerbado, la falta de compromiso y solidaridad, el abandono gradual y progresivo de la defensa de nuestras libertades, deberes y responsabilidades que nos competen como ciudadanos. Por eso, en la construcción y el aprendizaje permanente de la república democrática, en la que debemos estar empeñados, es impensable hablar de la Política, como algo que nos es ajeno y menos aún en términos despectivos, porque si así acontece la Política pasa a ser patrimonio exclusivo de unos pocos, para la defensa de sus propios intereses y que terminan siempre pactando para que nada cambie. POLÍTICA Y PARTIDOS POLÍTICOS El rol de los Partidos Políticos en un sistema político democrático, fundado en el consenso y la eficacia, en el diálogo y la tolerancia, es crucial para la defensa de ese sistema, a condición de que se trate de instituciones, abiertas, participativas, generadoras de los grandes proyectos y alternativas de gobierno, fusibles de los nuevos dirigentes que necesariamente deben ir abriéndose paso y preparándose responsablemente para la llegada al poder, con vida y presencia permanente, cumpliendo dignamente el rol de oposición, y no de instituciones cerradas, poco creíbles y hasta casi muertas, que solo marcan presencia de tanto en tanto, con motivo de las elecciones. Cuando esto último acontece le hace mucho mal a la democracia, y entonces, en los ciudadanos se genera un estado de apatía y de desconfianza en la Política, que pasa a ser hasta una mala palabra. Se la identifica con una actividad de unos pocos dirigentes que muchas veces no representan el sentir de la ciudadanía, ni siquiera de los propios afiliados, adherentes o simpatizantes del partido. Por eso de lo que se trata es de reivindicar el rol social y movilizador de la Política, liberándola de estreñimientos mentales y espirituales que tanto mal le hacen al sistema constitucional-democrático. LA REIVINDICACIÓN DE LA POLÍTICA La Política en su verdadera expresión y sentido es la búsqueda y la lucha por el Poder para el logro del Bien Común y el Bienestar del mayor número, requiere amor a la Patria y a la igualdad, honrar la función cada día demostrando idoneidad y rectificando procederes erróneos o equivocados. Pero esa búsqueda y esa lucha en ningún caso puede significar un permiso para la arbitrariedad, para la injusticia ni para la inequidad, por eso es necesario que la Política vaya siempre de la mano, y no a contrapelo de la Justicia. POLÍTICA Y CIUDADANÍA Estoy convencida de que los grandes cambios debemos generarlos desde la Ciudadanía, ejerciendo responsablemente nuestro Poder Ciudadano, porque como manda la Constitución, que es suprema y tiene fuerza normativa, todo el poder pertenece al pueblo quien lo ejerce por medio de sus representantes. Una de las grandes asignaturas pendientes de los argentinos, es tomar conciencia individual y colectiva de la obediencia que nos debemos a las leyes justas, pues cuando una norma es injusta merece el reproche individual y colectivo, recurriendo a los mecanismos normativamente previstos, ante un Poder Judicial que debe amparar eficazmente a sus ciudadanos, lo que no significa, dar la razón a quién no la tiene, pero sí darle las motivaciones y fundamentos razonables en un tiempo oportuno. La función que nos compete como ciudadanos de velar por la defensa del sistema constitucional, el que está previsto también para nuestra defensa requiere de nuestro compromiso permanente e inclaudicable. Ese compromiso nos impone, primero conocer la Constitución de la Nación Argentina y la de la Provincia, por aquello de que para amarla y respetarla es menester conocerla bien. La peor ofensa a nuestra dignidad de Argentinos es su desconocimiento, la segunda su violación, cuando le juramos obediencia y luego la deshonramos con su incumplimiento, como ciudadanos, como funcionarios y con más razón como magistrados. La Política es responsabilidad de todos, y el único medio de comenzar a reivindicarla es dejar de una vez por todas de mentir y de mentirnos a nosotros mismos. Ser sinceros, como punto de partida, y con mente clara y corazón abierto, con verdadera vocación de servicio y coherencia ética, ponernos de pie, y demostrar de una vez por todas que podemos hacerlo. (*) Juez en lo Civil y Comercial de la Sexta Nominación de la Ciudad de Resistencia, Provincia del Chaco, Adjunta de la Cátedra A de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la UNNE.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.