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La prensa: el cuarto poder y sus vacíos jurídicos

AGUSTÍN PORTELA (*)

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Antecedentes en la Primer Enmienda de la Constitución Norteamericana. Principios: “Y es que los tribunales de justicia no están para amparar la pretensión de un individuo concreto o de un grupo social y religioso de imponer sus creencias o valores sobre el resto. El mercado de las ideas permite a través de sus mecanismos, para marcar las pautas dominantes, respetar las minorías y sobre todo lo que es más importante, tratar el hombre como lo que es, un ser humano adulto que tiene la posibilidad de elegir y la capacidad de decidir.


Si la primera se coarta, se restringe o se suprime la segunda no tiene posibilidad de existir, con lo cual el Estado se convertiría en el tutor de una sociedad menor de edad”. Interpretación de la Primera Enmienda de la Constitución Norteamericana”. WATERGATE “Un enfrentamiento mayor entre el gobierno y la prensa ocurrió en 1971, cuando el gobierno del presidente Richard Nixon intentó impedir la publicación de documentos sobre la intervención de Estados Unidos en la guerra de Vietnam. El proceso conocido como “Los documentos del Pentágono” (oficialmente la querella del New York Times contra el gobierno federal de los Estados Unidos (403 U.S. 713), fue el primero en que el gobierno federal intentó Imponer censura previa a los medios importantes de prensa, el New York Times y el Washington Post, alegando que ponían en peligro la seguridad nacional. Sin embargo, la votación de 6 a 3 del Tribunal Supremo, no permitió el intento del gobierno para reprimir a la prensa, y se procedió con la publicación de los Documentos del Pentágono. Este importante pleito decidido en plena guerra del Vietnam y en el que estaba involucrado el presidente de Estados Unidos y dos importantes medios periodísticos, resultó en una victoria que influyó favorablemente a la prensa en su relación con el gobierno. La afirmación de la Primera Enmienda por el Tribunal Supremo hace tres décadas sigue repercutiendo en la prensa hoy” Introducción. El Individuo, el Interés General y el Estado. Durante el siglo XX se habló desde los círculos de la intelectualidad liberal de lo que significaba la lucha del “individuo contra el Estado”. Los pensadores Europeos que divinizaron la existencia del Estado – y del derecho al servicio de éste – llevaron en el siglo XX a los peores excesos del totalitarismo político. En principio y desde la creación del Estado Norteamericano se trató – habida cuenta del contexto socio-cultural y económico – de resguardar la seguridad de las personas frente a los excesos de los poderes del Estado. Las relaciones del Estado y la Religión así lo exigían en un país calvinista y de moral puritana. Con el tiempo las interpretaciones jurídicas acerca de la Primera Enmienda fueron como puede suponerse cambiando y asimilándose a los tiempos y a los roles sociales que el Estado y el bien común desempeñaban dentro de los códigos morales de una determinada época. Pero a pesar de transcurridos los siglos el problema sobrevive. Los intereses de lo que en el siglo XX constituyó lo que se llamó “Razón de Estado, continuaron y continúan colapsando con que lo debería ser el resguardo del bien común de un pueblo-, una comunidad, o un individuo. El escándalo Watergate fue solo una muestra de lo que los fundadores del Estado Norteamericano previeron. El bien común triunfó sobre la razón de Estado y el presidente de los Estados Unidos se vio obligado a renunciar. Si embargo el ámbito de los que llamamos desde el punto de vista jurídico Estado se ha ensanchado hoy. Del mismo modo los poderes representados por la prensa comienzan a constituir un enorme y poderosísimo engranaje que empalidece aquella prensa libre – aunque oligopólica – que constantemente jaqueaba al Estado a mediados del siglo XX. El ejemplo más contundente lo tenemos en el primer imperio mediático creado por Sir Randolph Hearst en la década del treinta en los Estados Unidos quien ejercía la censura desde los medios y no contrario-sensu la opresión del Estado hacia la prensa libre. El antagonismo entre la creación de lo que hoy participa activamente en la política y en la economía globalizada de nuestra sociedad consiste en la creación de lo que denominamos “mass-medias” por un lado y por el otro el de los poderes del Estado que continua negociando con los intereses del pueblo, encriptados en lo hoy se denomina “archivos secretos de alta confidencialidad”. La pugna entre ambos poderes en los países desarrollados se lleva acabo a través de una información a veces vacía de contenido y que convierte el ámbito de lo privado en una especie de “palier” de lo público. EN LA ARGENTINA ACTUAL En la Argentina los vacíos jurídicos en términos de legislar sobre éste cuarto poder que debe ser respetado, controlado y a la vez gozar de las libertades francas que hacen a la defensa del bien común, son enormes. Cada vez que un medio lleva a cabo una denuncia contra intereses particulares o empresariales corre el riesgo de ser sancionado por el estado y el manejo que éste realiza de sus relaciones de poder con los medios. Así sucedió durante los gobiernos de facto pero también durante gobiernos Democráticos en donde la Prensa fue hostigada, castigada, censurada y o clausurada por los medios oficiales, sin recurso alguno de apelación a la defensa de libertad de expresión. A llegado pues el momento y todo en función de la calidad institucional del funcionamiento de los poderes del Estado de que revisemos los principios que resguardan tanto el interés común – la necesidad del ciudadano de ser informado con objetividad, – imparcialidad y sentido común , respecto a todo aquello que afecte al todo de una comunidad organizada-, como asimismo el respeto hacia las Instituciones del Estado por parte de los mismos medios. Con seguridad habrá que trabajar duramente en llenar los vacíos jurídicos que permitieron a los medios estar al servicio del Estado o ser impunemente utilizados por éste, en detrimento no solo de la calidad institucional del funcionamiento y de las garantías que debe ofrecer el Estado , sino también evitando que los medios presionen a los organismos el Estado, para de este modo conseguir alianzas económicas que destruyan el nivel que debe jugar un periodismo serio en la investigación y el análisis en una sociedad como la nuestra. NO SE DEBE PERDER TIEMPO Se habla entonces ya no de la división de tres poderes sobre los cuales pivotea el funcionamiento del Estado, sino el de un cuarto que hace a la formación y educación de la opinión publica y tiene el poder de generar todo tipo de confusión en el intento de constituirse en un poder cada día mayor dentro de lo que denominamos “globalización” económica, cultural del mundo en que vivimos. Los políticos somos concientes de ello. El pueblo también. Empero se debe poner manos a la obra para buscar la mediación entre el bien general – la información a veces dirigida- y el Estado que no abandona su papel de tutor y gerente en las cuestiones de la veracidad informativa, la cual finalmente determinará las decisiones del pueblo en lo referente a la búsqueda de la justicia en libertad, racionalmente utilizada. Ya nadie puede ignorar a negar esta realidad que golpea a nuestra sociedad indefensa desde el punto de vista jurídico para encontrar en el ejercicio de un periodismo responsable y no “amarillo”, el soporte de una información que permita tomar decisiones también responsables de conjunto, con respecto al futuro de la Nación, que pertenece al soberano y no al mandante. Saber a que medios y porqué razones los dineros públicos que deben ser auditados van a unos medios y no a otros, constituye por el momento una de las cuestiones más arduas a resolver jurídicamente. De ello depende en gran medida la salud del pueblo y de la República. (*) Recibido por Corrientes al Día. Agustín Portela es Diputado Provincial por Corrientes. (U.C.R)

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Cuando el mérito no importa

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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