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Opinión

La república también se equivoca

ALBERTO MEDINA MENDEZ (*)

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El Gobierno de Estados Unidos tomó el control de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, en el que, parece ser, el mayor rescate federal de su historia. Los argumentos abundaron, pero la versión oficial dice que intentan evitar turbulencias en los mercados financieros mundiales.


El Tesoro ya asumió miles de millones de dólares y va por más buscando el respaldo legislativo para sumar cientos de miles de millones para redoblar la apuesta. La Reserva Federal actúa en sintonía y paradójicamente los Bancos Centrales, de varios países importantes, se encuentran alineando acciones para “sostener” el andamiaje prefabricado de este presente. Es una determinación polémica que se ha instalado en los ámbitos internacionales y sobre la que algunos analistas siguen opinando, lamentablemente, con un lente sesgado. Quieren justificar lo que es una equivocada decisión, apelando a sus loables intenciones y a las trágicas consecuencias, que suponen, se derivarían de su omisión. Es increíble que sigan gozando de prestigio profesional algunos de estos que opinan según quienes toman las definiciones. Critican asimilables cuestiones de menor relevancia en América Latina porque provienen de presidentes populistas y demagogos, muchas veces de dudoso ejercicio democrático. Como contrapartida, validan estas decisiones, por el solo hecho de provenir de la mayor escuela republicana del globo. Grotesco error, que habla bastante mal de sus cualidades profesionales y mucho más aun de su escala de valores. A no confundirse, las decisiones son acertadas o equivocadas, no según quien las toma. Tampoco según la circunstancial legalidad que le confiere el funcionamiento de las instituciones. El prisma de los valores, de las creencias, de las convicciones, no puede verse empañado por las preferencias emocionales. Las repúblicas democráticas también cometen desaciertos. La tentación del intervencionismo no es monopolio del subdesarrollo. El planeta se ha puesto muy sensible frente al ciudadano medio que exige garantías fuera del mundo real. La certeza paso a ser un valor para esta sociedad moderna que ya no tolera turbulencia alguna, desconociendo las implicancias positivas que muchas veces se derivan de ellas. Aparecen entonces los “mesías de turno”, esos que creen que con la “oportuna” intervención del Estado le devuelven serenidad a los mercados. Los mercados no precisan serenarse, sino solo de transparencia y reglas claras. Reaccionan duramente, como en esta circunstancia, solo cuando las condiciones se vieron modificadas ANTES en forma artificial, manipuladas por los mismos que hoy aparecen como protectores. El Estado americano cimentó las bases del nacimiento de estos engendros hipotecarios cuando en 1938, en el marco del New Deal, Fannie Mae fue fundada por el presidente Franklin Roosevelt. Décadas después, paso a manos privadas, con mecanismos que recuerdan las más reprochables y mal llamadas “privatizaciones” latinoamericanas. En ese origen rodeado de regulaciones y en la activa participación y preponderancia del intervencionismo monetario norteamericano hay que buscar las explicaciones para este cimbronazo. Cuando se le mete mano artificialmente a la economía, particularmente a la moneda, utilizándola como forma de regular el nivel de actividad económica, para “saltearnos” crisis, invariablemente, solo las postergamos para que cuando aparezca sea temible. Los analistas decidieron bautizar a esta movida como “rescate”. Otros mas sutiles hablan de “intervención”, o hasta del status jurídico de “tutela”. Pero todo esto sucede porque se trata de EEUU. En América Latina lo llamarían “estatización” o “nacionalización”. En definitiva, recurrieron a eufemismos lingüísticos que intentan edulcorar con palabras decisiones, a todas luces, cuestionables. Toda la cuestión se ampara en la necesidad de evitar una CRISIS MAYOR. El problema es que el costo de esa crisis la paga el ciudadano medio, el contribuyente de esa nación, al financiar con sus impuestos al Estado. Dudosa decisión moral la que se plantea. El candidato presidencial republicano McCain, consideró que la toma de control federal de los gigantes es un paso en la dirección correcta. El candidato presidencial demócrata Obama, dijo que la medida del Gobierno era necesaria para evitar una profundización de la crisis económica. El presidente Bush alegó que la quiebra de las hipotecarias, implicaría un “riesgo inaceptable” para la mayor economía del planeta. La intervención del gobierno de los EEUU en las mayores agencias hipotecarias del país “ayudará a sustentar los mercados”, afirmó en una declaración el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss Kahn. En definitiva, nada más que otra versión del pensamiento único en materia económica. Lo que el socialismo llama “establishment” no es más que un grupo de burócratas conservadores que hacen un culto del status quo, ante una sociedad que tolera cada vez menos ver modificada su vida cotidiana y valida estas intervenciones creyendo en sus bondades, y empujando a la política en esa línea. Hasta que punto será esto así que hasta los populistas líderes latinos, amantes del intervencionismo estatal no solo han festejado la decisión, sino que hasta pretenden mostrarse como modelos por sus experiencias latinas. Esta retórica justificación de la intervención del Estado esconde profundas mentiras y no ayuda a enderezar la ya retorcida mentalidad económica de nuestros dirigentes políticos. Muy por el contrario, se constituye en un PESIMO antecedente y otorga “un cheque en blanco” a los populistas y demagogos del mundo entero, especialmente a los latinos. Si la “Republica ejemplar” lo hace, que dejamos para el resto, podría inferir cualquiera con bastante realismo. La intervención estatal en Estados Unidos lo único que hizo fue privilegiar a los menos y castigar a los más, en lo que ya es un clásico del intervencionismo económico. Los beneficiados fueron una vez mas los poderosos, los que hacen lobby, los que asumieron riesgos desmedidos, fundamentalmente el mercado financiero. La gente, no recibe protección alguna de esta manera. Muy por el contrario, paga la fiesta. Si realmente funcionara el mercado, SIN intervención estatal, esas hipotecas jamás hubieran existido. Negociarlas en un marco de IMPOSIBILIDAD de rescate, hubiera sido no solo un acto de irresponsabilidad, sino inviable por las pérdidas que se derivarían de ellas. La impunidad ofrecida por la tácita presencia del Estado en momentos de crisis, ha funcionado como el garante automático para que todo finalmente fracase como ya queda a la vista. EEUU es un ejemplo de democracia. Ya nadie puede negarlo. Exhibe una continuidad republicana inigualable. Pero hace años transita un camino de deterioro, fundamentalmente en lo económico, aceptando la participación estatal en cuestiones que ya deberían haber sido superadas. Esta recorriendo un sendero peligroso, abandonando los principios que la convirtieron genuinamente en uno de los países más serios del planeta. Odiado y amado, es testigo de la dualidad que el mundo le propone. Muchos millones de ciudadanos del mundo desean vivir allí. Los capitales del globo buscan refugio en su moneda y sus instituciones, por el respeto a la propiedad privada que las mismas preservan. Todo eso se contrapone con el rechazo que provocan su actitud gendarme, cierta cuota de soberbia paternalista y su cuestionable política internacional. Los analistas debieran aprender que no pueden seguir sesgando tan temerariamente su mirada, porque la república también se equivoca. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@gmail.com 03783 – 15602694. Corrientes – Corrientes – Argentina

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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