Opinión
Las inexorables consecuencias de ignorar al mercado
ALBERTO MEDINA MENDEZ (*)
Muchos sostienen que las ideologías perdieron vigencia hace tiempo. Tal vez esa forma de “negación” sea la mas apropiada para creer que se pueden vulnerar las leyes naturales con tanta impunidad.
Desconocer la omnipresencia de las visiones ideológicas, que implican formas de concebir la existencia humana nos ahorra, en definitiva, el esfuerzo de racionalizar la pre-existencia de un orden natural. No discutir estas cuestiones, y asumir interpretaciones ambiguas para evitar tomar posición, resulta cómodo, pero nos aleja del buen diagnóstico y por lo tanto de las soluciones. Para los que creemos que el mercado responde al orden natural y que busca su permanente equilibrio, no es noticia que las decisiones de política económica que toman los gobernantes de turno, tienen consecuencias, invariablemente. No es posible “dialogar” con las leyes naturales. Solo cabe entenderlas, respetarlas y obtener el máximo provecho de ellas, a partir del conocimiento sobre su funcionamiento. Con la “ley de gravedad” no se conversa. Solo se la comprende y se obra en función de su inexorable comportamiento sobre las cosas. Dejar caer un cuerpo mas pesado que el aire, culmina, inevitablemente, con ese cuerpo en el suelo. Inclusive para desafiar la ley natural, en este caso la de gravedad, hay que comprenderla y conocer los mecanismos bajo los cuales no funciona de acuerdo a la descripción general. Conocerla, entenderla, interpretarla cabalmente. De eso se trata. La economía funciona en base a las reglas del mercado. Ese mercado tantas veces criticado, denostado y mal tratado. Hay que aprender a convivir con el, a comprender como funciona, y obtener, de esa manera, las esperadas implicancias de sus reglas. Desconocerlo, ignorarlo, hacer de cuenta que no existe como tal, es solo someterse a las inexorables consecuencias de manosearlo indebidamente. Como en tantos otros ordenes de la vida, se puede ejercer la libertad con plenitud, de hecho se puede hacer casi cualquier cosa, lo que no se puede, es evitar las consecuencias de las decisiones que se han tomado. En la economía pasa algo muy similar. Vivimos bajo el imperio de generaciones de economistas, que nos gobiernan desde hace tiempo, que nos enrostran ampulosos títulos universitarios y estudios académicos en universidades de otras latitudes que suponen que, en esto, mas vale recursos técnicos que entendimiento del mercado. Llegaron al poder de la mano sus “supuestas” habilidades técnicas, como así también, de esos políticos electoralmente exitosos, que plagados de una ideología tan ingenua como perversa, les entregan las dictaduras de los destinos económicos de una sociedad. Todos ellos, los que gobiernan comunas, provincias o la nación toda, asumen con soberbia, y dicen saber como se “maneja al mercado”, desconociendo la regla básica. Al mercado no se lo controla. Se conduce por sus propias reglas. Intentar manejarlo no hace más que traernos consecuencias indeseadas. Son incluso peores que los problemas que intentan resolver o que la cuestión que pretendían evitar. Por eso, ante la designación del nuevo titular de las carteras económicas de las comunas, provincias, y Nación, no podemos esperar demasiado. Se trata solo de un nuevo “chofer” que nos llevará, con su renovada hoja de ruta, por el camino de quebrar las reglas de juego. Intentará, vanidad mediante, erigirse en el nuevo dueño de la verdad, pretendiendo ser más inteligente que el mercado. Ya conocemos estos experimentos. Hemos sido víctimas de estos tecnócratas que nos prometieron que controlarían las consecuencias indeseadas del progreso económico y garantizarnos eterno desarrollo. Eso se parece mas a un cuento de hadas que a la correcta interpretación de un fenómeno social tan impredecible como desafiante. Los gobernantes de turno, los nuevos secretarios y ministros, incluidos los flamantes funcionarios de la economía, son apasionados amantes de los controles de precios, de la manipulación de indicadores que orientan decisiones, del proteccionismo de la industria local y del tipo de cambio artificialmente sostenido. Son fundamentalistas del superavit fiscal como medio para mantener el elevado gasto público, una presión tributaria asfixiante y una relación de dominación sobre el aparato productivo. Adoran a los lobbystas profesionales, esos que pertenecen a diversos sectores del empresariado prebendario, que pugnan por obtener privilegios, concesiones y cuanto negocio vinculado al Estado, esté a su alcance. Establecen vínculos de servidumbre y extorsión con el resto de los gobiernos lo que incluye provincias y municipios que el inmoral régimen de coparticipación pone a sus pies. No podemos dejar de ver lo funcionales que son a este manera de concebir la realidad, los clientelistas sistemas de asistencia social, que amedrentan a los que intentan conservar intactos sus principios morales de esfuerzo, trabajo y dignidad. Se suman a este arsenal de herramientas nefastas, el subsidio y el incremento del gasto público que genera una permanente transferencia de recursos desde los sectores mas postergados hacia los circunstanciales aduladores, esos “oficialistas de siempre” que han construido una industria a partir de la dádiva y de la humillación para obtener sus ingresos. Por eso, no puede sorprendernos, cuando vemos como municipios, provincias y la nación toda, se sumergen en crisis de desinversión energética, inflación crónica, destrucción de la cultura del trabajo. Los precios no suben por que si, la inflación no es la consecuencia de empresarios rescatados de los cuentos infantiles donde existen buenos y malos. La manía de controlar precios y salarios (que no es mas que otro precio), no hace mas que romper las reglas. Las consecuencias ya son conocidas, extorsión sindical, aumentos de precios en el mercado informal, desabastecimiento, desaliento a la inversión y compromiso de oferta al futuro con las incontrolables consecuencias futuras. Eso es solo la punta del iceberg. Como muestra sirve un botón. No tenemos más que recorrer nuestra cotidianeidad para darnos cuenta de que estamos hablando. No existe segmento del mercado en el que el gobierno no intente participar en mayor o menor medida provocando a su paso solo destrucción e inequidad. Esta forma de ver la economía es una ideología en si misma. Perversa por cierto, inmoral sin dudas, pero con un arraigado apoyo popular que pretende legitimarlos en cada convocatoria electoral. Para quienes siguen creyendo que el mercado puede ser manipulado, solo resta recordarles que en la economía, como en la vida toda, se puede tomar casi cualquier decisión, lo que no se puede evitar, son las inexorables consecuencias. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@gmail.com, 03783-15602694. Corrientes – Corrientes – Argentina
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.