Opinión
Los verdaderos dueños de la educación
ALBERTO MEDINA MENDEZ (*)
Hace ya bastante tiempo que la educación se ha convertido en un patrimonio casi exclusivo de las corporaciones. En estas latitudes con mucha mas fuerza aún. Por un lado el sector público se ha apoderado del control de la educación formal. Por el otro, como participe necesario, se ha agregado el sector gremial docente.
En tiempos como estos, los de la renovada Argentina inflacionaria, las cuestiones salariales volvieron a ocupar el centro de la escena. Hace pocos días se conoció la noticia de que los gremios docentes aceptaron un aumento de 24 puntos sobre sus salarios, para cumplir con los 180 días de clases a los que el gobierno aspira en el año. Las autoridades ofrecieron un incremento salarial para que los docentes organizados en sus centrales sindicales aceptaran a cambio cumplir con su deber de enseñar. Nada nuevo bajo el sol. Solo una remuneración acordada en función de una pulseada para que confluyan allí, en esa mesa de negociación, sendas fuerzas monopólicas. El Estado por un lado y los docentes agremiados por el otro. Todos sabemos que ocurre cuando gobiernan los monopolios. Se saben los UNICOS oferentes y como tales establecen el PRECIO. Si no se cumple SU condición, no hay acuerdo, y por lo tanto, en este caso, no hay servicio educativo. Muchas provincias en este país saben de estas patéticas historias que dejaron aulas vacías durante meses. No resulta necesario recurrir al sensiblero argumento de hablar de los miles de alumnos que no reciben educación cuando docentes sindicalizados y funcionarios públicos no alcanzan a acordar el PRECIO. Después de todo el salario docente no escapa a la regla general del mercado. Por mucho que se resistan, de eso se trata. De establecer el precio. Aunque lo llamen salario docente. El reiterado golpe bajo al que apelan en ambos lados, solo pretende establecer arbitrariamente lo que solo el mercado puede determinar con algún grado de justicia. Queda claro que no es un problema local, muy por el contrario, la cuestión es casi universal. Solo que en países como los nuestros tenemos agravantes adicionales. Un Estado que brinda la educación, constituyendo una especie de monopolio de hecho, y docentes que conforman una gran corporación sindical que hacen lo propio. Mucha concentración de poder. Demasiada diría. Los protagonistas de la educación, los alumnos, de la mano de sus únicos y legítimos representantes, sus padres, no participan en forma alguna de esta reiterada negociación. Ampulosos discursos de uno y otro lado se llenan la boca tratando de adular demagógicamente a los educadores. Nadie quiere que se ofendan. Se trata, después de todo, de una cuestión vocacional, por parte de quienes han decidido abrazarla. Pero hay que decirlo; para discutir seriamente este asunto hay que dejar de caer en el tramposo juego de estar hipersensibles a la crítica. Debemos poder opinar con libertad. No existe forma de hacerlo que transmitiendo la verdad con el mayor respeto, pero al mismo tiempo sin hipócritas discursos populistas. El Estado discute con los docentes organizados cual será la retribución que percibirán por hacer su tarea. Lo hace con la plena convicción de que existen buenos docentes y de los otros. Sabe que unos cuantos, no importa si los mas, no apuestan a mejorar en lo que hacen sino solo a cumplir con sus horas de trabajo. El Estado, a sabiendas de todo esto y mucho más, asume que es justo acordar sus remuneraciones con aumentos lineales, premiando a los que no trabajan y castigando a quienes más se esfuerzan. Subyace la influencia de las fundamentalistas ideologías de la igualdad. Esa igualdad que pretende ser equitativa para repartir dinero pero que termina siendo inmoral cuando brinda a todos lo mismo, no mediando idénticos méritos. Los sectores gremiales, por su parte, se sientan a exigir compensaciones económicas sobre la base de prácticas autoritarias que critican. Apelan a estrategias corporativas con otros sindicatos con la clara intención de conformar una fuerza monopólica que les permita FIJAR el valor de lo que esperan recibir como retribución. Ellos, los gremios, también saben de esas desigualdades. Claro que las conocen. Saben de esos colegas que no trabajan y que solo abusan de la impune protección sindical que les posibilita seguir usurpando un lugar sin ponerse a la altura de las circunstancias. Tampoco hacen algo al respecto. Los padres de esos alumnos, que son quienes, en definitiva, deben PAGAR los costos del sistema educativo, observan como espectadores esta historia. No se les pregunta que piensan, que esperan, mucho menos cuanto están dispuestos a pagar. De hecho a nadie le interesa demasiado lo que realmente pase por sus cabezas. Existe el riesgo de que sus opiniones sean muy críticas y que comprometan seriamente a los prestadores del servicio educativo. Algo esta mal en toda esta historia. Si los docentes quieren saber cuanto deben ganar, es tiempo de que puedan sincerarse. Los buenos docentes, esos que se esmeran con vocación y profesionalismo no deben preocuparse. Muy por el contrario, deben evitar que se los meta en la misma bolsa que esos otros mediocres de siempre. Los docentes no deben temer a la evaluación de los padres. Es sana y ayuda a crecer. A no olvidar que esos padres que envían a sus hijos a la escuela para educarse, sirven a diario a su comunidad con sus profesiones, oficios o empleos. A ellos, a la mayoría de esos padres, el mercado los evalúa todos los días, y les establece su retribución sin que medie algún inmaculado sindicato al que no se puede cuestionar. Esos padres saben lo importante de que sea el mercado el que les diga que hacer, como y a que precio. Para sobrevivir deben ser eficientes. Para que sus hijos puedan educarse tienen que luchar a diario y no se ofenden cuando algún cliente decide no elegir sus servicios. Entienden que deben esmerarse mas aun si pretenden ser parte de la fuerza laboral y alimentar así a sus familias para darles un futuro colmado de ejemplo y dignidad. Hay que aprender de esos padres. Ellos SI pueden dar cátedra. Y esperan ansiosos esa oportunidad de opinar sobre la educación de sus hijos. Alguna vez los monopolios darán el paso al costado. Será el momento de los verdaderos dueños de la educación: Los padres. (*) Recibido por corrientes al Día de Alberto Medina Méndez. amedinamendez@gmail.com 03783-15602694. Corrientes – Corrientes – Argentina
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.