Opinión
Matar al mensajero no es la solución
ALBERTO MEDINA MÉNDEZ (*)
Se conoció días atrás un documento del Departamento de Estado de los EE.UU. en el que les brinda recomendaciones a sus ciudadanos en relación a los destinos turísticos o laborales elegidos por sus habitantes.
Como producto de ese informe, trascendieron las declaraciones de un importante funcionario del gobierno nacional argentino manifestando el enojo oficial. El Departamento de Estado en realidad actualizó este reporte anual sobre la situación en cada país. Caracterizaba al nuestro como una “nación de ingreso medio que sufrió una severa crisis económica en 2001-2002”, dando un marco de referencia para los ciudadanos estadounidenses que, por turismo o negocios, debieran visitarlo. Se advierte en ese informe acerca de los problemas que padecen regularmente quienes deben abordar vuelos de cabotaje, tales como “las huelgas, la sobreventa de pasajes y los problemas técnicos en aeropuertos, que a veces derivan en demoras o en la pérdida de conexiones”. “La Argentina ha tenido una importante recuperación” pero esa mejoría “ha traído también un aumento del crimen callejero”, dice en otro párrafo. También se hacen referencias como que “los accidentes de tránsito “son la primera amenaza a la vida”. Los peatones y conductores deben ser cautos, pues los locales ignoran las leyes de tránsito y los vehículos viajan a menudo a velocidad excesiva”. Tampoco dejan de indicar que el país “reportó en 2006 unas 7.500 muertes” por accidentes de tránsito. No se deja de lado a su vez la mención sobre la presencia de grupos extremistas que apoyan financieramente al terrorismo en la zona de la Triple Frontera. Otro párrafo se ocupa de las protestas callejeras, “muy comunes en Buenos Aires y otras ciudades importantes”. “Los manifestantes bloquean calles y autopistas causando embotellamientos y demoras en la circulación. Usualmente no son violentas, pero a veces se realizan frente a la embajada de los Estados Unidos o ante sucursales de locales de origen norteamericano, por lo que se recomienda usar el sentido común y evitar en esos casos las multitudes reunidas para protestar”. Respecto de los secuestros, se advirtió que “siguen ocurriendo”, y se explicó que “normalmente se lleva a la víctima a recoger dinero de cajeros automáticos, tras lo cual se la libera ilesa”. Sobre los robos, el gobierno de los Estados Unidos enfatizó que el crimen callejero es “un problema para locales y turistas principalmente en el Gran Buenos Aires y en Mendoza”. “Los visitantes deben estar alerta de ladrones, carteristas y timadores, tanto en la calle como en lobbies de hoteles y en los puertos a los que arriban cruceros. Los delincuentes generalmente trabajan en grupo y debe asumirse que van armados”. El transporte público tuvo su mención al que se consideró “confiable y seguro”, aunque recomendó el uso de “radiotaxis y remises contactados vía telefónica”. En subterráneos y colectivos “se debe estar alerta de los carteristas, y tener cuidado de las interrupciones o huelgas”, dice el reporte. Todo este informe derivó en el enojo oficial argentino para con el Departamento de Estado, lo que se tradujo en un hecho de ribetes diplomáticos. Entre las declaraciones del importante funcionario oficial se destaca aquella en la que imputa al gobierno de EE.UU. indicando que “Se arroga la sorprendente capacidad de juzgar sociedades” También esa otra en la que dice “resulta inadmisible la continuidad de caracterizaciones que no responden a la realidad”. Esta claro que no resulta cómodo para los argentinos leer esas líneas escritas en otro país. Es mucho menos agradable vivir esas descripciones cotidianamente. Es cierto que los argentinos tenemos cierta dificultad para asumir, con alguna cuota de hidalguía, las críticas que se nos hacen. Pero deberíamos tener, al menos, el sentido común de aceptar que las afirmaciones, por incomodas que resulten tienen una importante similitud con la realidad. Es probable que algunos términos no se ajusten totalmente a la realidad, pero debemos convenir que se parece bastante a nuestro presente. Por otro lado, que es lo que realmente nos molesta ? que se opine de nosotros o que lo haga puntualmente esa nación ?. Si este informe lo hubiera redactado otro país, tal vez algún vecino, estarían tan ofuscados nuestros funcionarios ?. En todo caso nos molesta que lo escriban o que lo piensen ?. Los reclamos diplomáticos y políticos pueden lograr quizás que esos informes se moderen reemplazando términos, pero eso no cambiara la visión que tienen acerca de lo que sucede aquí. Tal vez nuestros funcionarios deban poner mas esmero en corregir los problemas descriptos en vez de caer en la vieja practica de sociedades antiguas de “matar al mensajero” cuando trae malas noticias. Parecen olvidar que nosotros TAMBIÉN hacemos recomendaciones a los ciudadanos cuando viajan a países vecinos que consideramos engendran riesgos vinculados a la seguridad, cuando no por temas de salud tan recientes. Ni hablar de cuando ese posible viaje tiene como destino algún país del continente africano o una capital importante del planeta que conlleva la necesidad de protegernos del contagio de enfermedades o resulta riesgoso para nuestra integridad física. Dicen que en ciertas culturas, cuando el mensajero traía una mala noticia el tirano disponía que sea ejecutado. No es nuevo que a nuestros gobernantes les molestan las opiniones diferentes. Hasta ahora solo lo han logrado parcialmente. Intentaron amedrentar a intelectuales, periodistas y medios de comunicación para que acallen sus críticas o al menos las minimicen. Esta influencia no ha logrado superar las fronteras. Esto pone fuera de si a los intolerantes de siempre que creen que la realidad se puede modificar con el simple hecho de ignorarla, haciendo negación de la misma. Es posible que el informe del Departamento de Estado de EE.UU. nos moleste. Incluso que no sea del todo exacto. Es probable además que nos genere cierta impotencia. Pero algo esta claro. No lograremos resolver nuestros reales problemas matando al mensajero. (*) Recibido por Corrientes al Día desde amedinamendez@arnet.com.ar; Corrientes (Argentina).
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.