Emilia Attias tiene algo en común con Madonna y Demi Moore: la Kabbalah. Sus larguísimas pestañas se abren como un abanico cuando habla del milenario saber místico y filosófico del judaísmo, que descubrió hace 6 meses: “Reina Reech me prestó un montón de libros, ella me inició en la Kabbalah. Es una filosofía muy interesante, te provee claves para vivir de una manera más práctica y simple: sin castigarte, aceptando la vida tal como es”.

¿Qué cosas cambiaron en tu vida a partir de entonces? Si bien tengo una formación religiosa y creo en Dios, a través de la Kabbalah aprendí a sentirme más segura de mí misma y asumí de manera diferente lo que me pasa: no es malo decir la verdad, no hay que tener miedo. Si obrás bien, te vuelve lo mismo, se habla de la causa y efecto. Te enseña a no ir al choque, porque al reaccionar sólo salta el ego. Estás tan fanática como Madonna, ¿te imaginás con una vida como la de ella? Tampoco me quiero plantear qué quiero hacer de acá a unos años, eso sería una exigencia castigadora. Te puedo decir qué me gusta hacer y para dónde voy. ¿Hacia dónde vas? Quiero estar arriba de un escenario, bailar, cantar y actuar, quiero ir por ese lado. No sé si la televisión me gusta tanto como el cine y el teatro, porque la tevé te absorbe mucho, no te permite hacer otras cosas. Pero no me quejo, ahora hago lo que realmente me gusta, me siento plena. ¿La pasarela no te hacía sentir bien? No disfruto desfilar, el trabajo de modelo no me llena, voy, cumplo y me vuelvo a mi casa. No me pasa lo mismo cuando estoy arriba del escenario. Soy muy exigente, me pongo fanática de mi laburo. Por más que se intente desviar el tema, Emilia alude con frecuencia a la Kabbalah y se transforma en un predicador: “La energía que tengo para trabajar en el teatro (“Inolvidables”) tiene que ver con lo mismo. Es una manera de ver la vida, poniendo amor y luz en todo. Cuando las cosas te salen mal hay que agradecerle a Dios, porque te está mandando una oportunidad para crecer. Por cada cosa que nos equivocamos o traición que sufrimos, siempre hay una oportunidad para aprender. ¿Quiere decir que no llorás, no te deprimís? Uno es humano, pero hay situaciones que ya no me provocan llanto, porque estoy más desapegada. Hay que asumir la realidad y hacer frente a eso. En la vida hay que entender que todo cumple su ciclo y que, a veces, las personas se tienen que ir de tu lado; hablo de la muerte, un divorcio o una ruptura de pareja. Una no tiene que ser posesiva, reclamar o ponerse mal, hay que darles libertad y seguir. Y quedarse con lo lindo que te dio esa relación. Todo lo que uno da lo vuelve a recibir, en esta vida o en otra. ¿Tuviste muchas rupturas? Sólo con historias que mantuve. Lo que pasa es que soy muy exigente para ponerme de novia. ¿Preferís un intelectual o un sex symbol? Me gusta más el intelectual que el sex symbol. ¿Iván de Pineda o Pablo Echarri? Me gustan más los morochos, así que entre ellos prefiero a Echarri. A Iván lo conocí, es un divino, pero me da la sensación de que es estructurado, más tranquilo. En cambio, Pablo parece un hombre con más experiencia, es más avasallante. ¿Ese es el requisito que debe tener un hombre para convertirse en tu novio? Sí, además se tiene que dar todo perfecto, no deben existir las medias tintas. Respeto mucho el noviazgo, pero me voy a sentir de novia cuando la relación llegue a un nivel de estabilidad y compromiso. Además, soy chica para hablar de novios. Entiendo, en este momento sólo querés divertirte. Si no me divierto ahora me voy a arrepentir. Ojo, que candidatos tengo, de muy chica empecé a tener historias. ¿Llamás “historias” a una noche de sexo? Estaría orgullosa de decirte que estuve con un solo hombre y no alardear de cuántos. Pero no puedo disfrutar de buen sexo sin sentimientos. Tampoco soy de frecuentar la noche, soy super romántica, me gusta hacerle culto a la pareja… ¿Cuánto tiempo llevaron esas “historias”? Tuve historias de más de tres o cuatro meses (ríe). También para los hombres es muy difícil bancarse la exposición que tengo, en ese sentido son muy machistas, no soportan que haga muchas cosas y les dedique poco tiempo. ¿Nunca te enamoraste? Tuve dos historias fuertes, donde sentí un estado de enamoramiento. Las otras fueron insignificantes, no pasaron a mayores. También sufrí por amor, no siempre dejé a los hombres, a veces fue al revés. El amor es lo único que hace que siga adelante, si hay amor todo se puede amoldar y acomodar. Pasé por un montón de volcanes emocionales en mi vida, que hicieron que creciera y que me conociera como mujer. Ahora tengo más claro qué hombre quiero al lado mío. ¿Qué hombre querés al lado tuyo? Necesito un hombre que le guste acompañarme y que me deje acompañarlo, al mismo tiempo que seamos libres; me gustan las almas libres. Y sobre todo, que disfrute de la vida, que sea inteligente, sensible y un poco vulnerable, para darle toda esta energía espiritual y creadora que tengo. Te faltó que sea lindo… Nunca salí con hombres muy lindos, no me gustan los bonitos. O no encontré un lindo que me impactara. No acepto las presentaciones ni las citas a ciegas. Odio a los que intentan conquistarme, avasallándome. No es que me gusten los difíciles o los que no me den bola. Prefiero que vayan despacito, que me den espacio para seducirlos, para enamorarme. Para mí el amor tiene que fluir, por eso no lo busco. ¿Si te gusta alguien lo encarás? : Soy un poco machista para hacer eso. Pongo las energías en llamar su atención, me pongo el mejor perfume, bailo al lado de él, siempre con mucha ingenuidad, muy sutil. Pero te puedo asegurar que se da cuenta de que es para él. Es como un culto que le rindo, no voy directo al grano. ¿De qué edad los preferís? Salí con chicos de mi edad y más grandes también. Hoy elijo más grandes, aunque muchas veces encontré “nenes” de 40, totalmente inmaduros. Me gustan los hombres con experiencia, soy una mina que vivió bastante, muy segura, tengo una energía encaradora hacia la vida. Tiene que ser un hombre que esté bien plantado para bancarse todo eso. ¿A qué te referís con “viví bastante”? Trabajo desde muy chica, desde los 13, empecé como modelo. Hice comerciales y campañas de ropa, lo que pasa es que era anónima, no tenía a la prensa encima. ¿Cómo llegaste a ser modelo? Me paró un productor por la calle cuando caminaba con mi mamá, empecé a desfilar pero mientras tanto me presentaba a todos los casting. Pateaba todos los barrios con mi book. Tocaba todas las puertas, no me importaba rebotar, algún día me iban a decir que sí. El dinero que ahorro lo invierto en clases de teatro, guardo para comprarme un departamento y viajar, tengo ganas de ir a Nueva York a estudiar teatro, danza y canto. Emilia terminó el secundario en el 2004, en “El porteño” del barrio de Belgrano. Hace un par de meses que decidió vivir sola en un departamento en Las Cañitas. Tiene cuatro hermanos (asegura que son todos lindos como ella) y dice que su madre Poupé y su papá Carlos nunca se opusieron a que siguiera sus sueños de convertirse en actriz, pero tampoco la apoyaron: “Me enojaba porque me sentía sola con mi vocación. Quería ser actriz, pero nadie tenía confianza en mí. Ahora me siento más segura como artista, puedo confiar más en mí y voy a pelear por lo que quiero”. ¿Nunca tuviste prejuicios por el ambiente artístico? Soy muy poco prejuiciosa, me dejo llevar por lo que siento. Presencié muchas cosas que me hicieron tener cuidado y recordar los consejos de mamá. Gracias a sus palabras jamás me mezclé con lo malo del ambiente, soy muy sana. ¿Qué cosas malas viste? La droga, la noche y las juntas raras. Evité ese tipo de cosas. ¿Tuviste alguna propuesta indecente? Nunca, creo que es una cuestión de actitud, esos tipos saben a quien molestar. Hay gente buena y mala que puede tener problemas conmigo, pero en general no me molestan. Si sólo me mandan energía mala no reacciono, pero si me quieren meter un dedito, ahí sí. ¿Te agarraste de los pelos con otra mujer? No llegué nunca, retroceden cuando empiezan a ver que tengo carácter. No me enojo fácil, soy contemplativa, nunca grito, empiezo a acorralar. Soy muy poca crítica, no ando mirando si hay alguien que me manda buena energía o no. Me doy cuenta de que me tiró mala onda cuando llego a casa con un fuerte dolor de cabeza. ¿Y cómo te aliviás de las malas ondas? Me hago baños de inmersión con sales y cuando me siento muy triste me doy baños con miel, porque el aroma te da sensación de amor y de calma. Muchas veces medito con velas, tengo piedras de cuarzo y las toco, me las pongo en la frente. Cuando puedo hago una sesión de reiki, para que baje un poco la energía. Es más que nada un tema mental, después corro las cortinas para mirar el atardecer. ¿Mirás el atardecer sola? Sí, soy un poco solitaria. Quiero tener mi tiempo para relajarme, escribir un poco. Bueno, tan sola no estoy. Estoy viviendo una historia, es una relación tranquila. Pero hay muchas cosas que se tienen que dar para saber si “es éste”. Los dos tenemos que estar cómodos, no tiene que haber personas en el medio. ¿Es casado? Noooo. Uno a veces no elige de quien enamorarse. No me atrae el hombre casado en sí, pero si me pasara algo con alguno no tendría problemas. La culpa es un invento muy poco generoso, dice Calamaro. Y tiene mucha razón. Hay que hacerse cargo, basta de rollos, hay que tener libertad emocional. ¿Cómo te preparás para una noche de amor? Lleno el lugar con velas, buena música y comida hecha por mí. Por supuesto que no pueden faltar los masajes con aceites. También una noche ideal puede surgir en otro lugar, en medio de una cena o en un boliche lleno de amigos y crear un momento íntimo entre los dos. ¿Necesitás una cama para una noche de sexo? Nooo, cuando uno es pasional no importa el lugar. l (Noticias-ei)