Hace más de un año, Karina Mazzocco (34) tuvo que atravesar lo que ella considera la experiencia más dolorosa de su vida: la separación de Ignacio Fonda, el hombre que fuera su pareja durante diez años y su marido a lo largo de siete, dice que fue una decisión de común acuerdo pero que no por eso fue menos difícil tomarla. Y que hasta ahora no había querido compartirla más que con su círculo de afectos más íntimos. Sin embargo ahora que su separación es ya definitiva, por primera vez, Karina Mazzocco se siente en condiciones de hablar de todo.

De lo que tuvo que vivir en estos últimos meses, del esfuerzo que hizo para salvar su matrimonio, de su dolor y, también, de lo que sintió la semana pasada cuando vio en CARAS las fotos en las que su ex marido aparecía junto a una nueva novia, la modelo Cindy Van Meenen (23). “Hace ya más de dos meses que Nacho y yo nos dimos cuenta de que nuestra separación era definitiva. Entonces, se lo comunicamos a nuestras familias y, de alguna manera, oficializamos nuestra decisión. A partir de ese momento nos dimos la libertad de hacer con nuestras vidas lo que quisiéramos. Nadie se tiene que sentir mal ni culpable por lo que pase ahora”, dice Karina en referencia a las fotos de la semana pasada. “Somos dos personas que tenemos una excelente relación y que somos libres, adultas. Los dos sabíamos que esto en algún momento iba a pasar”. —Sin embargo, una cosa es creer que algo puede pasar y otra es ver que está sucediendo. ¿Qué sintió al ver las fotos de su ex marido con su nueva novia? —Fue raro verlo, fue fuerte. Pero sé que son las reglas del juego. El día que hice mi bolso y me fui de casa supe que esto podía pasar. Y tardó un año en pasar. Pero esta todo bien, porque hace tiempo que con Nacho hablamos y dijimos que éramos libres. Igual, cuando vi las fotos, sentí un ¡epa!… No lo voy a negar. De todos modos, me quedo tranquila de que él haya sido el primero. —¿Se siente herida en su orgullo? —Es que no es ésta la peor parte de la separación. La peor parte ya la transitamos hace un rato largo. Esta es una consecuencia lógica de nuestra decisión. Iba a pasar y pasó. Ya está. Igual, yo no voy a actuar en consecuencia. No voy a decir: ‘Ahora me pongo la mini y los tacos, y me voy a buscar algo por ahí’. No. No me quiero distraer con nada. Estoy en un proceso que quiero terminar bien. Y el día que me de para salir con alguien y para que me fotografíen, eso ocurrirá. Y nadie va a poder decir ni pío, ¿eh? —Usted dice que hace ya unos meses que empezó a considerar su separación como definitiva. ¿Cuál fue la señal que le indicó que no valía la pena seguir peleando por salvar su matrimonio? —Hace más de un año que, de común acuerdo, decidimos que me fuera de mi casa. Y lo decidimos así por una cuestión de seguridad. El se quedaba en la casa que habíamos compartido y yo me fui a vivir a un departamento. Igual, durante un tiempo seguimos haciendo todo lo posible por salvar nuestra pareja. Porque es así, cuando algo te importa mucho agotás todos los recursos antes de tomar la decisión final. Y así lo hicimos. En ese sentido, podemos quedarnos bien tranquilos. Lo intentamos todo. —¿Vivió su separción como una experiencia dolorosa? —Debe haber pocas cosas más dolorosas que una separación. —¿Le duele el fracaso? —No, me niego a usar la palabra fracaso. Con Nacho hemos vivido cosas hermosas, hemos sido muy felices, lo pasamos bomba, proyectamos muchas cosas juntos. Pero ahora se terminó. —Entonces, ¿qué fue lo que le causó tanto dolor? —Lo más doloroso de este proceso no es ver que tu pareja está con otra persona. Lo más doloroso es esa mañana en la que te despertás y, por primera vez, ves un final en esa ruta que vos siempre habías creído que no tenía límite. El momento más doloroso es cuando vislumbrás que tu amor por la otra persona, ese amor que vos creías un barril sin fondo, que iba a ser para toda la vida, tiene un final. Uno dice: ‘No, no me puede estar pasando esto a mí. Si esto era para siempre’. Es el momento en que comienzan las dudas, los replanteos. En mi registro de dolor ese es el momento más terrible: cuando se te pincha la ilusión. —¿El dolor invadió todos los terrenos o supo separar las cosas como para que no la afectara en otros ámbitos como, por ejemplo, en su trabajo? —Mirá, no creo que haya separaciones indoloras. Tal vez pueda sucederle a la gente que hace tiempo dejó de querer a su pareja. Pero cuando no hay maltrato, cuando en la relación no existen cuestiones que dañen el afecto, duele. Separarse es dolorosísimo y te invade todos los terrenos. Pero lo cierto es que a mí me sirvió para descubrir una parte de mi persona que yo no sabía que tenía. —¿Cuál? —El coraje. Tuve coraje para tomar la decisión, pare enfrentar al otro y decirle: ‘Loco, tenemos que hacer algo. Esto no es lo que nosotros queremos’. Coraje para enfrentarte a esa persona que compartió con vos tu vida, tus sueños, tu crecimiento, todo. Para decirle: ‘Hablemos sinceramente’. —¿En ningún momento pensó en hacerse la distraída y continuar con esa relación que, de algún modo, le resultaba confortable? —Esa hubiera sido la salida más fácil. Mirar para otro lado, tener hijos, mudarse, hacer viajes y así ir dejando pasar la vida. Pero ¿sabés qué? Yo no quiero distraerme. No quiero una vida a medias. Quiero ser feliz. Sé que hay muchos que resuelven una situación similar haciéndose los distraídos. Conozco un montón de gente que decide vivir así. Tienen una familia y una relación paralela que los completa. Pero yo siempre tuve en claro que no quiero hacerme la tonta y menos con lo que tiene que ver con mi felicidad. A mí de ninguna manera me cabe tener un maridito divino, una casa, un perro, los hijitos… y un amante. Quiero una vida con todo o no la quiero. Quiero un amor completo o no lo quiero. Y si para eso tengo que enfrentarme con estos procesos dolorosos, lo hago. Porque prefiero dormir cada noche de mi vida tranquila, junto al hombre que elegí, que me hace feliz. Con el hombre en el que encuentro todo. Una vida a medias no me sirve. Por eso, porque con Nacho siempre nos respetamos, porque nos cuidamos mutuamente, es que tomamos esta decisión de que cada uno haga su vida. —¿Y hoy cómo se siente? —Ahora siento que estoy reacomodándome, que me estoy adaptando a esta nueva vida. Yo solía ser muy dependiente de mi pareja. Dependía de él en todo: en la organización, en la toma de decisiones. Decidíamos juntos desde qué llevabamos el sábado a la casa de tal o cual hasta cómo íbamos pagando las cuentas. Y ahora me parece increíble que a esta edad esté tomando las riendas de mi vida. Pensá que fueron diez años con él y que dejé la casa de mis viejos para empezar a convivir. Vivir sola era una cuenta pendiente para mí. —¿Cómo le resulta esta nueva vida? —Y… trato de organizarme. A veces siento que todo me sale bien. Pero, otra veces, me roban el estéreo del auto y me pondría a llorar hasta el otro día. Pero por suerte, tengo mi red de contención. Todos mis afectos están ahí, haciéndome el aguante. Porque éstas son cosas que también pasan cuando te separás. Aparece un ejército de gente a ponerte el hombro, a ayudarte. Yo tuve un reencuentro con mis amigos, mi familia, mis hermanos. Cuando estás en pareja solés ser más egoísta con tus tiempos. Pero este año me encontré con una situación muy distinta. Separada, sola y con tiempo disponible, algo que muchas veces, a la hora de tomar decisiones te juega en contra. Pero, aun así, seguí adelante. Cuando Karina Mazzocco se fue de la casa que compartía con su marido, estaba haciendo “Grandiosas” y ocupaba gran parte de su tiempo en el trabajo. Sin embargo, en enero de este año terminó el programa y se enfrentó a un tiempo libre que la obligó a enfrentarse con todas sus emociones. Hoy, mientras trabaja en alguno de sus proyectos laborales como la conducción del programa “Transformaciones” —la versión nacional del ciclo “Extreme Make Over” que se transmite por E! Entertainment— y la conducción de un programa en el canal Cosmopolitan, entre otras cosas, Karina agradece haber tenido un año sin tantas obligaciones para poder concentrarse en tomar la decisión más importante de su vida. “Este año las cosas se dieron de una manera que me facilitó la toma de decisiones importantes. Si hubiera estado en la vorágine de un programa, no sé si lo hubiera podido hacer. Sólo hice una participación en “Padre Coraje” y el resto del tiempo lo dediqué a mis procesos internos y a armar mi nueva vida”, cuenta. “Al principio, al enfrentarme a mi tiempo libre, me llené de cosas. Me puse a estudiar inglés, tango, hacía más gimnasia de la cuenta, iba a terapia. Sentía que estaba perdiendo el tiempo, que no estaba produciendo y trataba de tener una agenda completa. Después, me di cuenta de que no era necesario hacer todo eso, que podía relajarme y pasarla bien. Ahora no me aburro, no la paso mal, ni me da culpa. Después de todo, la vida de los artistas es así. Y está bien tomarse un tiempo para hacer determinados procesos internos que permitan que, al volver, uno ya no sea la misma. Porque, seguramente, cuando yo vuelva no voy a ser la misma persona. Me han pasado cosas muy fuertes este año”. —Cuando llega a su departamento y lo encuentra vacío, ¿se angustia o se siente liberada? —Lo que pasa es que hace más de un año que estoy viviendo sola, esto no es reciente. Pero es verdad que en mis días hay de todo. Hay veces que llego a casa y no tengo ganas de comer sola. Entonces saco el listón de amigos y llamo a alguien para ir a comer. Otras veces llego a casa y sólo quiero darme un baño caliente, prepararme algo con lo que tengo en la heladera y quedarme ahí, chocha. Esa es la parte en donde yo me concentro: en la mitad del vaso lleno. Te diría que estoy acomodándome a esta nueva vida. Hay momentos en que la paso bomba y momentos en que no tanto. —¿Esta experiencia imprimió cierto escepticismo en su mirada respecto de la pareja? ¿Cree que el amor puede ser para toda la vida? —Bueno, hace ya unos cuantos años que creo que el amor no es para toda la vida. Lo creía en el final de mi adolescencia y cuando me casé. Entonces creí que podía ser, era lo que más deseaba. Pensá que mis viejos están juntos desde los 14 años y ese modelo familiar me pesaba de alguna manera. Igual, tanto a mis hermanos como a mí, mis padres nos pusieron el microchip de que lo importante es ser feliz. Y que no importa lo que uno tenga que hacer para eso, no importa con qué cosas haya que enfrentarse. Hoy creo que hay amores para los distintos momentos de la vida. No espero que mi próxima pareja sea para siempre. Pero por eso, no voy a dejar de disfrutarla. —Se dijo que usted ya tenía una nueva pareja. —Sí, lo escuché. Pero no es cierto, para nada. No sé si estoy preparada para volver a enamorarme ya. O tal vez sí, no sé. Por ahora estoy concentrada en terminar de pasar este proceso. Por ejemplo, todavía no tenemos hechos los papeles del divorcio. Con Nacho ya lo estamos charlando, sabemos que es el próximo paso. Lo que pasa es que ninguno de los dos tiene urgencia por firmar los papeles. Pero a mí me parece que cuanto antes lo hagamos, mejor. —¿Hay algo que haya hecho en su matrimonio que se haya jurado no volver a repetir en su próxima pareja? Por ejemplo, ¿volvería a convivir? —Ay,… la convivencia, la convivencia. Merecería una nota aparte ese asunto. La convivencia es todo un tema, no nos podemos hacer los tontos. Creo que se necesita mucha habilidad, muchos aprendizajes distintos para lograr que a la larga no sea un garrón. Es difícil convivir. En el día a día tal vez no te das cuenta de los errores que vas cometiendo o de los que comete el otro. Pero cuando mirás en perspectiva, todo eso aparece. Si la convivencia no es algo cuidado diariamente, sonaste. Te juega en contra. —¿Y ahora sabría cómo cuidarla? —Tengo un poco más de idea, pero me parece que es el palito que pisamos todos en algún momento. Conozco gente que la pasa bomba en el día a día y que mira en perspectiva y ve que está todo bien. Por eso no digo que la convivencia esté mal. Es más, es re copada por un montón de cosas. Es lindo sentir que no podés vivir con ninguna otra persona más que con la que tenés al lado. Pero es innegable que también tiene algo que va actuando casi imperceptiblemente, como una lima suave sobre la relación. —¿Volvería a convivir? —Sí, volvería. No soy una de esas separadas resentidas y enojadas con el amor. Me parece que la convivencia es parte del amor. Hay que atravesarla y tratar de que el vínculo salga lo más ileso posible. Yo en mi convivencia no la pasaba mal. Con Nacho nos divertiamos un montón juntos. Por eso digo que no estoy resentida. Y creo que voy a volver a intentar la convivencia. Sí, seguro. PorViviana Andón Fotos: C. Divella