Sabe mirar hacia atrás y reconocer sin nostalgia sus méritos. Pero Dolores Barreiro (32) entiende que el pleno disfrute del presente es aquello más acorde con su esencia. La modelo y conductora se muestra serena, en paz. Rememora su pasado con igual entusiasmo con que describe su reciente paso por el ciclo televisivo “Bailando por un sueño”, una experiencia que, a pesar de su eliminación del certamen, volvió a reconfirmarle que su nombre no ha dejado de despertar afecto en la gente.

(Karina López | Fotos Machado/Cicala) Confiesa que antes de pisar las pasarelas, fantaseaba con vestir un uniforme de azafata y recorrer el mundo. Y que siente verdadero orgullo de la familia que formó junto a su esposo Matías Camisani (35), con quien tuvo a sus hijos Valentino (7), Salvador (4) y Milo (2). Se define “cool, pero casera”, y afirma que el éxito es una cuestión de actitud. “Hoy en día con la fama que tiene la profesión de modelo, todas las chicas quieren serlo, pero cuando yo empecé había pocas modelos y era una profesión medio inalcanzable. Toda mi familia me decía que tenía que serlo, por mi altura, mi belleza. Pero creo que todo se dio por casualidad. Yo no imaginaba un futuro en el mundo del modelaje. Empecé a trabajar cuando estaba en quinto año de la secundaria, y desde entonces no paré. Llevo catorce años de trayectoria”. —¿CUÁL CREE QUE HA SIDO LA VIRTUD DE SU PERMANENCIA? —Para mí es todo un mérito seguir trabajando tantos años. Me siento querida por la gente. Creo que el público me estima, y así lo demuestran los estudios de mercado. Me dicen que soy un referente y que la gente me adora. En los desfiles, la gente me demuestra afecto y en todo momento no deja de trasmitirme esa calidez. Creo que la televisión me ayudó mucho, porque fueron cinco años de “El Rayo”, un programa súper exitoso, que todos recuerdan, así como varios programas más. La televisión llega y la gente te conoce de otra manera, mucho más íntimamente. Porque, además, nunca hice un personaje distinto al mío. —¿QUÉ ES PRECISO TENER PARA SEGUIR VIGENTE? —Hay mucho de magia, no es fácil. Son pequeñas cosas que se van sumando y generan esto que es inexplicable, que también conlleva su gran cuota de esfuerzo. Pero creo que la actitud y el equipo que formamos con Pancho Dotto son fundamentales. Además de ser mi manager, es mi gran amigo. Desde el principio trabajé junto a él, y le hice caso en cada decisión. Creo que la selección de trabajo que una hace también es muy importante, la actitud y cómo una se conduce en la vida, en las relaciones humanas. No soy de bajo perfil, pero tampoco escandalosa. Hace once años que estoy casada con la misma persona, tengo una familia y a parte de ser modelo y trabajar sin descanso, también hice mi vida. Creo que las mujeres se identifican con conmigo y no genero competencia con ellas. Soy feliz haciendo lo que hago, y siempre voy por más. —¿SIENTE LA EXIGENCIA DE ESTAR IMPECABLE EN TODO MOMENTO? —Soy súper coqueta, me encanta estar perfecta, eso me divierte y no es una preocupación en absoluto. No me cuesta tampoco. Tengo muchas herramientas y mucha data para saber cómo arreglarme, porque son muchos años de profesión. Y lo que abunda no daña (risas). —¿CÓMO ES SU RUTINA FAMILIAR , VIVIENDO EN MASCHWITZ? —Soy una afortunada porque puedo estar bastante en mi casa. Puedo llevar a los chicos al colegio. Nos levantamos a las 7:30, y mientras los visto, Matías les prepara el desayuno. Me gusta ir a las reuniones de padres, cada vez que puedo. Soy súper organizada. En Maschwitz, tenemos mucha conexión con la Naturaleza que nos aleja del ruido de la ciudad. Desde que tenemos chicos no dudamos en que es la mejor opción. No miramos mucho televisión y cosechamos verduras y frutas en nuestra huerta. Yo misma preparo el pan, el yogur, las pastas y todo lo que comemos en casa. Soy una excelente cocinera. Ese es mi hobby. —¿CUÁL ES SU IDEAL DE FELICIDAD? —No soy mucho de mirar atrás, trato de vivir el día y disfrutar cada momento, porque creo que es la manera más sabia de vivir. Miro mi presente y me descubro como una privilegiada. Tengo tres hijos hermosos y un marido que me ama y al que amo. Y un trabajo fabuloso en el que me va bárbaro. Más no puedo pedir. Hay gente que tiene de todo y no puede disfrutarlo. —¿CÓMO VIVIÓ SU ELIMINACIÓN EN “BAILANDO POR UN SUEÑO”? —Haber estado en el programa más visto de la televisión volvió a demostrarme que la gente me quiere. Cómo me acompañó el público y la cantidad de gente que me votó, sin siquiera imaginarse que me iban a mandar al teléfono tan pronto. Fue realmente una sorpresa para todo el mundo, incluso para mí. La semana que dejé el programa, acompañé a Matías a Mendoza, porque él debía tocar con su banda. Cuando nos fuimos a recorrer el campo, los chacareros nos paraban en la ruta y todo el mundo me alentaba y manifestaba su apoyo. Resaltaban mi elegancia y me decían que como yo no había nadie. Eso es lo valioso, que con todo lo que hice y dije nunca nadie dejó de brindarme su apoyo. —¿LE QUEDÓ UN SABOR AMARGO DE LA EXPERIENCIA? —Cada proyecto que asumo lo hago con mucho esfuerzo. Asumo los desafíos que emprendo con valentía y dedicación. Bailar es algo maravilloso y lo disfruté hasta el final. Jamás en mi vida había bailado y no sabía si iba a poder sortear el desafío. Pero le puse toda la garra, ensayé seis horas por día y me dediqué con todo. Me costó aceptar mi salida, porque me pareció algo apresurada. Con tanto esfuerzo, no considero que haya sido apropiado irme en el quinto baile. No era el momento y yo estaba muy entusiasmada. Cuando la gente me vio llorar y estar tan triste, me rodearon de afecto y aliento. Fue un shock importante, pero por suerte la catarsis la hice en ese momento. En dos minutos, toda la gente que me quiere me devolvió la alegría. Mi presente es de una felicidad total. La modelo y conductora dice que el secreto de su vigencia tiene que ver con el afecto que despierta en la gente. Lleva catorce años de trayectoria, y va por más. Dueña de unas piernas emblemáticas, Dolores dice que mantiene su figura a base de una dieta sana, yoga y pilates. Vive con su familia en una quinta de Maschwitz, en contacto con la Naturaleza. La modelo se asume como una mujer coqueta. Le encanta arreglarse y no lo vive como una exigencia. Es súper organizada y se hace tiempo en su papel de mamá y mujer.