Los italianos se impusieron por 2-1 con goles de Inzaghi y de esta manera sumaron su séptima corona europea. El tanto de los ingleses, que tuvieron a Mascherano como titular, lo anotó Kuyt.

Milan tuvo la revancha más deseada. La final premió al equipo más efectivo y los italianos se sacaron la espina que tenían clavada desde hace dos años, cuando el trofeo más preciado de Europa se les escapó luego de estar tres goles arriba, en Estambul, ante el mismo rival. Esta vez, el fútbol le mostró su costado más ingrato a Liverpool, que se había autoproclamado campeón horas antes del partido, a raíz de una desafortunada publicación en su web oficial. En la gran noche de Filippo Inzaghi (a último momento, el entrenador Ancelotti resolvió su ingreso en lugar de Gilardino), todas las sonrisas fueron rossoneras. Milan logró su séptimo título en la Liga de Campeones y alcanzó a Boca al tope de los más galardonados a nivel internacional, con 16 lauros. La final fue pobre y con escasos matices futbolísticos. Rápidamente, las precauciones coparon la parada sobre suelo ateniense y les ganaron el duelo a la audacia. Los dos pensaron una riña a capa y espada en el medio. Por eso poblaron la zona de intérpretes obedientes y apenas hubo un delantero por bando. Durante la primera parte, Liverpool hizo mejor los deberes, porque controló bien a Kaká y lastimó con algunas llegadas gestadas desde los costados, especialmente con Pennant. El volante por derecha dispuso de la primera ocasión clara del partido y su remate cruzado provocó el lucimiento de Dida. Sin embargo, la fortuna le hizo un guiño a Milan. Poco antes del descanso, en la primera oportunidad que pudo recibir cerca del área rival, a Kaká le cometieron infracción, Pirlo se hizo cargo de la pena y su disparo rebotó en el hombro izquierdo de Inzaghi, desorientando a Pepe Reyna. Los italianos se colocaban arriba en el marcador. No había justicia, sí presagios de vendetta. Obligado por la desventaja en el marcador, Liverpool se adelantó un poco más en el complemento, pero nunca encontró claridad. Enseguida, Kewell ingresó por el inexpresivo Zenden, pero las pocas chances que dispusieron los ingleses fueron por obra del tesón propio y algunos errores ajenos, como cuando Gattuso se equivocó en una entrega y le dejó la pelota servida a Gerrard, éste se sacó de encima a Nesta y remató con poca fuerza, a las manos de Dida. ¿Milan? Poco y Nada. Sólo se preocupaba porque el control de pelota ejercido por Liverpool no fuera próximo a su área. Sabía que tenía una veta en cada contragolpe a partir de la presencia de Kaká, pero el astro brasileño no estaba inspirado en el mano a mano. Era evidente que a Liverpool le faltaba punch. Y para colmo, Gerrard, encargado de la gestación, se exhibía impreciso. Crouch pedía pista y se mostraba como alternativa para el juego aéreo. Sin embargo, Rafa Benítez demoró demasiado su ingreso, que se plasmó en la salida de Mascherano -único argentino en cancha-, quien cumplió una actuación regular y recibió la tarjeta amarilla. Y tan pragmático como efectivo, Milan le hundió el puñal. Kaká frotó la lámpara y le colocó un pase de antología a Inzaghi, quien enfrentó a Reyna, se abrió por derecha, lo eludió y tocó suave para el 2-0. Hubo tiempo para que los ingleses soñaran con una nueva hazaña gracias al gol del holandés Kuyt -en posición adelantada- sobre el final. Hasta que el alemán Fandel dijo basta y Milan pudo por fin degustar el sabor de la revancha. FORMACIONES Y CAMBIOS MILAN: Dida; Massimo Oddo, Alessandro Nesta, Paolo Maldini, Marek Jankulovski (ST 34m Kahka Kaladze); Genaro Gattuso, Andrea Pirlo, Massimo Ambrosini; Clarence Seedorf (ST 45m Giusseppe Favalli), Kaká; Filippo Inzaghi (ST 43m Alberto Gilardino). DT: Carlo Ancelotti. LIVERPOOL: José Reina; Steve Finnan (ST 43m Alvaro Arbeloa), Jamie Carragher, Daniel Agger, John Arne Rise; Xabi Alonso, Javier Mascherano (ST 32n Peter Crouch); Jermaine Pennant, Steven Gerrard, Boudewijn Zenden (ST 13m Harry Kewell); Dirk Kuyt. DT: Rafael Benítez. Fuente: TyC Sports