Opinión
Nuestro fracaso exportador
GUSTAVO LÁZZARI (*)
Uno de los indicadores que esgrime el gobierno para mostrar éxito en la gestión económica es el crecimiento en las exportaciones. Analizando detenidamente los números y puestos en comparación con el resto del mundo podemos concluir que:
1. Nuestro volumen de exportaciones es bajísimo 2. Nuestra participación en el mundo es menos que marginal 3. Argentina no tiene una política exportadora consistente y sustentable Por lo tanto, lo que el gobierno llama “éxito” debería denominarse “fracaso histórico”. Argentina tiene una participación marginal en el comercio mundial. Según la OMC, en 2006, nuestras ventas al mundo representaron el 0,4% del total de las exportaciones mundiales. El total de ventas al exterior de todos los países del mundo sumó 12.083 Mil millones de dólares. Argentina exportó 46.600 millones. (A la fecha no están publicadas las cifras definitivas para el 2007, no obstante a los efectos del presente análisis los números consultados son por demás contundentes). Países geográficamente más pequeños como Sudáfrica, Hungría, Irlanda y Finlandia tienen una participación del 0,6%. En tanto que Portugal, Noruega, y Grecia participan con un 0,5%. Lo mismo sucede con Arabia Saudita, pero sus exportaciones están fuertemente sesgadas por el petróleo. Argentina exporta menos que otros 45 países entre los que se encuentran (sin considerar a las potencias económicas y los petroleros) países tales como Canadá, México, Malasia, Suiza, Austria, Brasil, Tailandia, Australia, Noruega, India, Irlanda, Polonia, Indonesia, República Checa, Dinamarca, Chile, Filipinas, etc. En 1948 la participación argentina era de 2,8% del total de exportaciones mundiales. En 1953 1,3%, en 1963: 0,9%, en 1973: 0,6% y a partir de 1983 nuestra participación cayó al 0,4%. Recuperar la participación de 1948 implica alcanzar un volumen de ventas de 338.300 millones de dólares (teórico). Un nivel similar al que actualmente tienen países como Canadá (389.000 mill), Bélgica (369.000 mill), Hong Kong (325.000 mill) y Rusia (304.000 mill). Es decir, si Argentina hubiera mantenido la participación en las exportaciones mundiales de hace 60 años, hoy estaríamos entre los diez primeros exportadores del mundo. Quizás el mundo de la postguerra comerciaba menos y por ello nuestra participación ha sido tan importante aquel entonces (“granero del mundo”). Podríamos ponernos como objetivo recuperar la participación que teníamos en 1953, 1,3%. En tal caso deberíamos tener como meta exportar nada menos que 157.000 millones de dólares. Esto significa que deberíamos exportar tanto como hoy lo hacen Malasia, Suiza, Suecia y Austria. No es un objetivo descabellado. No obstante es imposible dada la actual política económica y nuestra virtual cerrazón al mundo civilizado. Para lograr una participación del 1,3% del comercio mundial debería suceder, entre otras, algunas de estas dos opciones. a. Que las exportaciones mundiales crezcan un 0% es decir que no aumente el comercio mundial durante 8 años y que nuestras exportaciones crezcan a una tasa similar a la que crecieron en los últimos a cinco años durante el “modelo productivo” (16%) b. Que las exportaciones mundiales crezcan al mismo ritmo de los últimos cinco años (17%) pero que nuestro país exporte 25% más cada año durante los próximos 18 años. Esto quiere decir que si el mundo sigue como está, tenemos que hacer un esfuerzo exportador descomunal para alcanzar la participación que teníamos hace 55 años en el comercio mundial. Si el mundo crece al 17% y nosotros seguimos con el “éxito kirchnerista” del 16% anual, nuestra participación decrecerá cada año. Paradójicamente en los noventa, nuestro país multiplicó sus exportaciones por 2,2. Entre la devaluación de enero de 2002 y el 2007 nuestro país multiplicó sus exportaciones sólo por 1,8. Nuestros esfuerzos de venta son ciertamente pobres. Argentina vende muy poco a países que compran mucho. Las exportaciones argentinas representan el 8% de las importaciones de Brasil, el 13% de las compras de Chile, y el 21% de las de Uruguay. Sin embargo, le vendemos a Estados Unidos sólo el 0,26% de lo que compra. El mismo porcentaje respecto de las compras de Italia, el 0,10% de las de Alemania, el 0,08% de las de Francia, el 0,07% de las de Reino Unido, el 0,06% de las de Japón, etc. En términos más simples. Por cada U$S 100 que los americanos gastan fuera de Estados Unidos en compras de mercaderías, sólo 0,26 ctavos son provistos por los argentinos. Esto quiere decir que apenas una moneda de veinticinco centavos y un poquito más es lo que vendemos los argentinos al mayor mercado del mundo por cada U$S 100 que ellos gastan. Tampoco hemos resultado atractivos a la hora de venderle a los 30 países que importan mas de 90.000 millones de dólares cada año. El cuadro adjunto muestra (con datos 2005 que es el último disponible según INDEC) que los veinte mayores importadores representan un volumen de compra anual equivalente a 38 veces nuestro PIB. Sin embargo les vendemos en conjunto sólo 18.000 millones de dólares, menos de una moneda de veinticinco centavos por cada billete de cien dólares!!. Un aumento sustancial de las exportaciones no es función solo del “tipo de cambio competitivo”, instrumento fundamental del actual modelo económico. Países con tipo de cambio bajo aumentaron las exportaciones mucho más bajo que la Argentina. Por ejemplo, Brasil las multiplicó por 2,36 entre 2006 y 2001. Chile (empujado por la demanda de Cobre) lo hizo por 3,18 en el mismo período. Tampoco depende de seguir primarizando las exportaciones. El campo y la agroindustria explican el 60% de nuestras ventas al mundo. El comercio agrícola es vital para nosotros pero marginal en el mundo. Aumentar las exportaciones y recuperar el terreno perdido depende fundamentalmente de un cambio de actitud política frente al mundo. Argentina no firmó acuerdos internacionales relevantes desde el Mercosur en 1991, hace 17 años! En el mismo período Chile firmó acuerdos de libre comercio con China (2006) , Perú (2006), Canadá (1996), México (1998), Estados Unidos (2003), Noruega, Liechtensein, Noruega y Suiza (EFTA 2003), Corea del Sur (2004), Unión Europea (2002), Nueva Zelanda, Singapur y Brunei (2005) y Centroamérica (1999), entre otros acuerdos de complementación económica. Argentina debe insertarse en forma urgente en el mundo. Asumir la globalización como un hecho y no como un recurso tribunero local. En este sentido es indispensable quitarle a los productores (agroindustriales, industriales e intelectuales) el peso de regulaciones laborales, impositivas y la deficiente infraestructura física e institucional. Apelar solo al “tipo de cambio” es pobreza mental. Es un subsidio para la exportación fácil, que nunca alcanza y poco derrama. (*) Recibido por Corrientes al Día de Fundación Atlas 1853, por Gustavo Lazzari
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.