Opinión
¿O independencia de la justicia como garantía de la democracia?
“DEMOCRATIZACION DE LA JUSTICIA” (*)
Al dar inicio al período legislativo, en el pasado mes de marzo del corriente año, la Sra. Presidente de la Nación Argentina, Dra. Alicia F. de Kirchner, entre los anuncios formulados, dedicó uno de ellos a la “Democratización de la Justicia”, el cual causó innumerables expresiones a favor y en contra de esos dichos y de las propuestas enunciadas.
Básicamente, bajo ese concepto anunciaba el envío al Congreso Nacional de un paquete de medidas vinculadas con el funcionamiento del Poder Judicial Federal, respecto del cual permanentemente viene cuestionando el sentido de sus sentencias, que le resultan adversas y no las complacen, como por ejemplo las referidas a la Ley de Medios, la Ley de A.R.T., las de carácter previsional, entre otros casos emblemáticos que son de público conocimiento.
Una de las medidas apunta a la reforma del proceso de selección de jueces a través del Consejo de la Magistratura, propendiendo a que en el mismo (en la conformación del Consejo) intervenga la ciudadanía por medio del voto a través de los partidos políticos. Otra es sobre la creación de Cámaras de Casación que oficiarían como (filtro) una tercera instancia previa a acceder ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. También se pretende regular (limitar) el instituto de las medidas cautelares (herramienta efectiva que tiene el ciudadano común para frenar los arrebatos y excesos del poder), y entre esta medias de carácter sustancial y paradigmáticas se promueven otras que apuntan a la inclusión de los magistrados en la tributación del impuesto a las ganancias, medida ésta con la que seguramente todos, o la gran mayoría, podremos alcanzar acuerdo.
Si bien es cierto, todas la opiniones han sido emitidas “en el aire”, sin conocer a ciencia cierta cuál va a ser el verdadero contenido de los textos legales que se proyectaran y elevarán al Congreso, los anuncios realizados abrieron el debate sobre el “funcionamiento del sistema judicial”, “tipo de justicia”, el nuevo “rol de la justicia” y “el perfil del juez” al que aspiramos para nuestro país. La F.A.C.A. se refirió en un documento a la modernización de la justicia, que lo suscribimos y reproducimos en artículo aparte.
La pregunta que nos cabe es si la “democratización de la justicia” es el rótulo bajo el cual debemos encarar esta serie de cambios que se propone, alguno de ellos bien visto por el cuerpo social que se siente afectado cada día más por una justicia deficiente o cuanto menos alejada de la sociedad.
No escapa ya a nadie la problemática por la que atraviesa el Poder Judicial tanto a nivel nacional como en las distintas jurisdicciones provinciales, de la cual nuestra provincia no es ajena y se encuentra gravemente comprometida bajo amenaza de intervención federal y respecto de la cual el Colegio Público de Abogados de la 1ra. Circunscripción Judicial, conjuntamente con el Consejo Superior de Colegios de Abogados y respaldados por la F.A.C.A., manifestó su más terminante y categórico rechazo y repudio a tal eventualidad.
Para ser sinceros y equitativos, las instituciones del Estado, de los tres Poderes, están en crisis y la ciudadanía a voz en cuello exige cambios y la modernización de las mismas, su “democratización”, usando el término que se ha instalado para referirse a la problemática judicial y sus posibles soluciones.
La justicia está en crisis. Quien así no lo reconoce no quiere ver la realidad. Por lo tanto se impone una revisión y transformación que le devuelvan el respeto, la credibilidad y la jerarquía que se le ha venido a menos en los últimos años, fortaleciéndola como uno de los tres Poderes del Estado que está llamado a garantizar el estado de derecho, la vida plena en democracia, la efectiva vigencia de las instituciones republicanas y federales de gobierno, las libertades individuales y colectivas, el derecho a la propiedad, a la vida, a la salud, la educación y la dignidad de los argentinos, el respeto irrestricto a la ley y el derecho, en definitiva, la defensa y obediencia sublime a nuestra Constitución Nacional.
Los cambios que se imponen deben serlo en el marco de un auténtico y sincero debate, sin dobleces, desprovisto, por sobre todo, de intereses políticos partidarios que bajo el impreciso y confuso término de “democratización”, pretenda reformas sustanciales que tiendan al control político de la justicia, injiriendo en la designación y remoción de jueces de acuerdo al color partidario, orientando en un sentido o en otro favorablemente las sentencias, limitando el acceso a la justicia como una contrariedad al fin argüido de “democratizar la justicia” y, consecuentemente, socavando la seguridad jurídica, basamento del estado de derecho y sistema democrático de gobierno en el que elegimos vivir.
El Poder Judicial es una institución democrática. Los jueces de la Nación y de la Provincia, cada uno de acuerdo a sus leyes, se eligen democráticamente, con intervención y decisión de los tres Poderes del Estado, conforme manda la Constitución Nacional y las Constituciones Provinciales en cada Jurisdicción. De eso no hay dudas.
Si bien la reforma propiciada por el Poder Ejecutivo Nacional refiere a la Justicia Federal, lo cierto es que en las provincias, y en lo que a nosotros nos interesa en la Provincia de Corrientes, el debate debe abrirse y debemos impulsar las adecuaciones que fueren necesarias para modernizar el Poder Judicial, reformularlo, adecuarlo y fortalecerlo, no para “democratizar la justicia” en el sentido inadecuado que entendemos se está utilizando, sino para garantizar que la misma continúe siendo “una institución democrática” y se asegure con ella al conjunto de ciudadanos el acceso a la misma, a una justicia eficaz, segura y eficiente, ética, social, transparente e independiente. Por lo pronto, las reformas anunciadas no vaticinan ni presagian que estos objetivos puedan ser alcanzados con su sola implementación, pues precisamente, prima facie, como sabemos decir los abogados, tiende a todo lo contrario a lo que entendemos por “democratización”.
Tal vez sea el momento de pensar en reformas o transformaciones profundas para las instituciones democráticas y republicanas de gobierno, mejorándolas y adecuándolas a nuestra realidad social, y, en lo que al Poder Judicial se refiere, impulsando medidas ordenadas y eficaces, que tiendan verdaderamente a garantizar la justicia, en plano de igualdad y equidad, para toda la población, propendiendo entre otros objetivos a la “socialización” de la justicia, como herramienta para alcanzar una verdadera y auténtica “justicia para todos”.
La mejor manera de “democratizar” es respetando y viviendo en democracia y la abogacía organizada, en esta hora, debe constituirse una vez más y sin renunciamientos, como su larga historia de luchas la caracteriza, distingue y exige, en garante de la misma, comprometiéndose irrenunciablemente a defender y perseverar la vigencia efectiva del estado de derecho, en cuyo contexto, solamente, puede alcanzarse la paz y el orden social, la seguridad jurídica y la vida plena en democracia.
(*) Recibido por www.corrientesaldia.com.ar del Colegio Público de Abogados 1ra. Circunscripción Judicial de Corrientes, firmado por Ricardo Manuel Villar (Tesorero), Marzo de 2013.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.