Seguinos

Sociedad

Presentación del Documento Conclusivo de Aparecida

MONSEÑOR ANDRÉS STANOVNIK

Publicado

el

Nos reunimos para asistir a la presentación del Documento de Aparecida. En la media hora de ambientación que preparó esta presentación, recibieron imágenes que reflejaban diversos momentos de la Asamblea, como también información general sobre estos encuentros episcopales, que se realizan en América Latina y El Caribe.


Pienso que, a través de esas imágenes, ustedes percibieron que Aparecida fue más que un documento. A principios de marzo de este año, en una reunión con los 22 Presidentes de Conferencias Episcopales del Continente, casi a un año de Aparecida, algunos dijeron que “Aparecida no es un libro, es un acontecimiento”; el de Brasil dijo que “Aparecida es un tiempo nuevo en la Iglesia del Brasil, podemos hablar de un antes y un después de Aparecida”. Por ello, en estos minutos que tenemos para compartir, quisiera contarles algo más acerca del acontecimiento que fue Aparecida, porque cuanto más lo comprendamos así, mejor vamos a entender la letra del documento. Vayamos, pues, al acontecimiento y enseguida a palabra escrita de Aparecida. APARECIDA: ACONTECIMIENTO DEL ESPÍRITU Recordemos que el Espíritu Santo es el agente principal de todo acontecimiento auténticamente cristiano y eclesial. En el credo profesamos que creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida; él ha derramado en nuestros corazones el amor de Dios (cf. Rm 5, 5), para que demos frutos de caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad… (cf. Ga 5, 22-23); el Espíritu Santo conduce a la Iglesia a una profunda renovación, que implica reformas espirituales, pastorales y también institucionales . Todo impulso hacia una vida humana más digna y plena se debe a la acción del Espíritu Santo. Ahora bien, cuando el Espíritu Santo actúa en el corazón del hombre y de la comunidad, realiza en ellos el milagro de la fe. Ese milagro consiste en reconocer y confesar que Jesucristo es Señor, es el Mesías, el Salvador (cf. 1Co 12, 3). Esta confesión provoca una profunda alegría en el corazón. Es una alegría altamente contagiosa, por eso, los creyentes se reúnen para celebrarla. Al mismo tiempo, ese contagio es desbordante y no puede permanecer sólo en el interior de la celebración, es un contagio que impulsa a la misión, que consiste en contarle a los demás “lo que hemos visto y oído”. Ésa fue la experiencia que conmovió profundamente a san Pablo cuando exclamó: “Ay de mí si no predicara el Evangelio” (cf. 1Co 9, 16). Que Aparecida haya resultado un acontecimiento del Espíritu es el mejor regalo que hemos vivido en las Iglesias de América Latina y El Cribe. Ahora nosotros estamos recibiendo las primeras irradiaciones de ese acontecimiento y esperamos que su difusión vaya calando hondamente en la vida de nuestra Iglesia arquidiocesana. La V Conferencia fue un acontecimiento eclesial vivido en la alegría de la fe, donde los participantes pudimos experimentar la presencia viva y la acción eficaz del Espíritu Santo. A esto ayudó mucho el hecho de haberlo celebrado en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida. Allí se congregaron miles de peregrinos, entusiastas, sencillos, amantes de la Virgen, identificados con la Iglesia, que acompañaron las celebraciones diarias de la Eucaristía, contagiando la transparencia y fortaleza de su fe, su esperanza y su amor. Esta experiencia de comunión entre Pastores y Pueblo de Dios dio un tono original y único al encuentro y que puede percibirse a través de la letra del documento. También es bueno destacar que el “espíritu de Aparecida” puso de manifiesto algunas notas esenciales del misterio de la Iglesia, que no es fácil ni frecuente que se perciban con tanta claridad. La Iglesia, con ser jerárquica en su constitución, se manifiesta también y al mismo tiempo como comunión y participación, todas notas esenciales de su naturaleza. La vivencia de Aparecida mostró un alto nivel de integración entre las dimensiones jerárquica y comunional de la Iglesia, entre institución y carisma, entre Fieles laicos y Pastores. Estos aspectos del encuentro de Aparecida fueron de vital importancia para que hayamos podido vivir la V Conferencia como un verdadero acontecimiento eclesial. La Introducción y la Conclusión son, prácticamente, los últimos textos que se elaboran en la Asamblea. Allí se recoge el espíritu, que animó a los participantes durante sus trabajos. Por ejemplo, en la Introducción, donde dice “con alegría, estuvimos reunidos con el Sucesor de Pedro” ; y a continuación recuerda que “nos hemos sentido acompañados por la oración de nuestro pueblo creyente católico” ; para señalar inmediatamente que el “el reto fundamental que afrontamos es mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros, que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en la Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias” . Dos textos de la Conclusión reflejan muy bien el espíritu que animó esta reunión episcopal. Allí, en el primer parágrafo leemos que “En 19 jornadas de intensa oración, intercambios y reflexión, dedicación y fatiga, nuestra solicitud pastoral tomó forma en el documento final, que fue adquiriendo cada vez mayor densidad y madurez. El Espíritu de Dios fue conduciéndonos, suave pero firmemente, hacia la meta . A continuación, y luego de recordar el mandato de ir y hacer discípulos, el espíritu que se vivió en Aparecida estalla en expresiones como éstas: “¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de “sentido”, de verdad y amor, de alegría y de esperanza!” . APARECIDA SE GESTÓ “DESDE ABAJO” La acción del Espíritu Santo, el da la vida como dijimos, se distingue porque recupera, sana, alienta y eleva. Es Dios quien actúa y su acción se reconoce siempre donde hay un aumento de vida. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (cf. Jn 10, 10). Esa acción siempre se gesta “desde abajo”, como toda vida. La vida crece de abajo hacia arriba, como la semilla que cae en tierra… Dios que se “abaja” tomando la condición de servidor… Él, que es el Camino, la Verdad y la Vida, nos mostró que es necesario “bajar” para encontrar el camino que conduce a la verdadera “subida”. Es decir, el camino que dignifica y hace más plena nuestra vida y la de nuestros hermanos, que la hace más fraterna y más solidaria, más equitativa y más justa. Ese movimiento de “descenso” se conoce también como camino de humildad, ejercicio imprescindible y permanente para todo ser humano, especialmente para aquellos que tienen autoridad, cuyo ejercicio debe orientarse siempre a favor de la vida y para el bien de las personas. Ese movimiento que llamamos de “descenso”, es el camino propio de los discípulos y de las discípulas, cuya primera experiencia es la de haber sido elegidos y llamados a “estar con el Maestro”. Es la experiencia conmovedora de ser amado por Dios. Esta experiencia purifica al ser humano de toda autoreferencialidad. El discípulo y la discípula son personas que sintieron profundamente que Dios las ama, y por eso lo buscan, y cuando lo encuentran están a gusto con Él. Se es discípulo no lo es a la manera de un aprendiz, sino al modo del amigo. “Ya no los llamo servidores, los llamo amigos” (Jn 15, 15). En amistad con Jesús se aprende a hacer el camino del “descenso” que lleva al servicio y dignifica a las personas. Se trata de hacer como hizo el Maestro. La Iglesia siente necesidad de volver a experimentarse discípula, por eso nos invita, ante todo, a “estar con Jesús”, no para quedarnos disfrutando de su intimidad, sino para aprender con él cómo se hace para “descender” de nosotros mismos, y cuáles son los pasos que tenemos que dar para transitar con él la “subida”, esa subida que recupera, sana alienta, eleva, nos abre a los demás y nos hace más plenos y felices. El acontecimiento de Aparecida se preparó y celebró en ese espíritu. Para ello, se implementó una metodología que favoreciera el encuentro, la escucha recíproca, el diálogo y la oración en las comunidades esparcidas en América Latina y El Caribe. Esto se llevó a cabo en dos grandes momentos: preparación y celebración. Los primeros pasos de la preparación llevaron a identificar el tema del discipulado y la misión. Cuando conversamos con nuestro querido Papa Juan Pablo II y le propusimos ese tema y le pareció muy bien. Luego, el Papa Benedicto XVI lo asumió y entregó con la formulación que todos conocimos. Con ese tema se elaboró el Documento de Participación y las Fichas de trabajo, que sirvieron para que numerosas comunidades, instituciones católicas y diversos organismos vinculados a la Iglesia, rezaran, reflexionaran y realizaran sus aportes al tema. Además, en este tiempo, se celebraron más de veinte seminarios y congresos a nivel continental, cuya contribución se recogió en respectivas publicaciones. Las Conferencias Episcopales sintetizaron ese material y lo enviaron al CELAM, donde con un equipo de expertos se elaboró el Documento de Síntesis, que junto con las mencionadas publicaciones, sirvieron de apoyo para la tarea de Aparecida. El otro momento importante fue la celebración de Aparecida. Fueron convocados 265 participantes. Luego, en la práctica, hubo una ligera variación numérica, que ahora no viene al caso. Entre los participantes había 160 miembros, 82 invitados, 8 observadores y 15 peritos. De los 160 miembros obispos, había 140 con voz y voto, los demás tenían voz. Entre los invitados había sacerdotes, religiosos y religiosas, diáconos permanentes, laicos y laicas, representantes de Superiores y Superioras Mayores, representantes de otras confesiones cristianas, uno del judaísmo por primera vez en una Conferencia General, y representantes de los organismos de ayuda. Entre los peritos, había obispos, sacerdotes, religiosos, consagradas, laicos y laicas, con especialidades en teología dogmática, bíblica y pastoral; en eclesiología y espiritualidad, en filosofía y en ciencias sociales. Sin la pretensión de precisar detalles sobre los participantes, con estos datos tenemos un panorama de la riqueza y diversidad que tuvo la Asamblea de Aparecida. Podemos destacar, por ejemplo, que aun siendo ésta una asamblea episcopal, contó con una proporción significativa de participantes de los diversos sectores del Pueblo de Dios: 160 obispos y 105 no obispos. Esta proporción ponía de manifiesto una amplia representatividad y participación de la entera comunidad eclesial. La Asamblea de Aparecida logró una participación del más alto nivel. Fue constante el clima fraterno, abierto, dialogal, sencillo y muy participativo. Todos los participantes, sin distinción de categorías –miembros, invitados, observadores y peritos–se han integrado activamente en el trabajo, de tal modo que el fiel laico, la religiosa, el diácono, el sacerdote y el obispo, trabajaron a la par en los diversos grupos y comisiones. El recurso a la informática hizo posible la participación, en tiempo real, de muchas personas que enviaban sus aportes a través de los participantes durante las jornadas de Aparecida. El lugar propio para el discernimiento de esos y todos los aportes era el espacio comunitario de la comisión de trabajo en la Asamblea. El desarrollo de los trabajos se fue compartiendo en forma simultánea y abierta con los MCS, en un clima de recíproca colaboración y relaciones amables. En conclusión, todos los participantes quedaron contentos y entusiasmados, algunos hablaron de un “nuevo Pentecostés”, y antes de finalizar la reunión, ya se empezó a hablar del “espíritu de Aparecida”. ACERCÁNDONOS AL TEXTO ESCRITO DE APARECIDA El texto lleva como título Documento Conclusivo o, siguiendo la tradición de otros textos de similar origen, se lo conoce también como Documento de Aparecida, haciendo referencia al lugar donde fue elaborado. Así sucedió con el documento de Río de Janeiro (1955), de Medellín (1968), de Puebla (1979) y de Santo Domingo (1992). Conviene recordar, también, que el Discurso Inaugural del Santo Padre en Aparecida, su Homilía en la Misa de Apertura de la V Conferencia y su Discurso al final del rezo del Santo Rosario, junto con el Mensaje Final, todos textos que figuran en las ediciones del Documento Conclusivo, son lecturas indispensables para quienes deseen profundizar y comprender mejor el mensaje de Aparecida. El autor de Aparecida es la “Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe”, que no es lo mismo que el CELAM. Podríamos decir que una Conferencia General es una reunión de obispos de una determinada región, que sienten necesidad de reunirse y presentan esa iniciativa al Papa. Él es quien los convoca. En todo caso, el CELAM, como organismo de servicio y comunión a las 22 Conferencias, presta su colaboración para preparar, en comunión con la Santa Sede, la Conferencia General. También por eso fue el Papa Benedicto XVI quien presentó y autorizó la publicación del Documento Conclusivo. El CELAM se encarga ahora, con la colaboración de las Conferencias Episcopales, de editar y difundir el texto, además de colaborar con la animación de la Misión Continental en el espíritu y orientaciones del documento. La clave principal para leer e interpretar el documento está en el tema central que orientó la preparación de la V Conferencia y luego las deliberaciones en Aparecida: “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida”, junto con la cita bíblica: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). En esta clave están los principales elementos que guían la lectura y el estudio del documento. En el tema se pueden distinguir tres grandes ejes: discípulo misionero, vida en Cristo y nuestros pueblos. El eje central es la vida en Cristo; los otros dos son: “discípulos misioneros” y “nuestros pueblos”, ambos esencialmente relativos a la vida en Cristo. Así vemos cómo la vida en Cristo, vida digna, integral y plena para el discípulo y para nuestros pueblos, es un elemento central para comprender el documento. La vida en Cristo logró tener esta gravitación y centralidad gracias a la contribución sustancial que dio el Papa Benedicto XVI al tema para la V Conferencia, añadiendo la inclusión “en Él” y la cita de Jn 14, 6. Con esa inclusión el tema adquirió una clara centralidad cristológica. Ambos sujetos: los discípulos misioneros y nuestros pueblos, reciben vida de Jesucristo, su identidad y su misión están definitivamente vinculadas a la Vida en Cristo. Con esta breve introducción a los tres grandes ejes del documento, podemos ver cómo las tres grandes partes que tiene el documento responden a esos tres grandes ejes y se centran en el dominador común que es la vida en Cristo: LA VIDA DE NUESTROS PUEBLOS La vida de Jesucristo en los discípulos misioneros La vida de Jesucristo para nuestros pueblos La primera parte consistió en ver juntos la realidad. “Hemos recibido dones inapreciables, que nos ayudan a mirar la realidad como discípulos misioneros de Jesucristo” . El Papa nos recordó que “si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable”; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad” . La segunda parte consistió en profundizar la vida de Jesucristo en los discípulos misioneros, y asumir los criterios que provienen de la fe y de la razón para el discernimiento y valoración de la realidad con sentido crítico. La tercera parte, vida de Jesucristo para nuestros pueblos, presenta las orientaciones pastorales, que corresponden a los discípulos misioneros para la vida de nuestros pueblos. Después de haber visto la realidad desde Dios y de haberla profundizado e iluminado con los criterios del Evangelio, es preciso poner manos a la obra. Como ahora no podemos detenernos en el texto, eso lo podrán hacer ustedes después, quisiera mostrarles, con algunos ejemplos, la claridad y contundencia que tienen los textos. Como muestra, veamos algunos que se refieren a la vida interna de nuestras comunidades y otros que se dirigen al cristiano en la vida pública. Las primeras están en el capítulo 7.2 “Conversión pastoral y renovación misionera en las comunidades”. Allí se dice que “esta firma decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales (…) ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorecen la transmisión de la fe” . Un poco más adelante afirma que “la conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera (…) con nuevo ardor, haciendo que la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera” ¿Qué significa esto, para nuestra Arquidiócesis y, en concreto, para cada una de nuestras comunidades e instituciones? En el capítulo 10.5 “Discípulos y misioneros en la vida pública”, el documento recoge la observación que hizo el Papa en su Discurso Inaugural: La realidad actual de nuestro continente pone de manifiesto que hay “una notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas” . A partir de estas palabras del Papa, los obispos afirman que “los discípulos y misioneros de Cristo deben iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social. La opción preferencial por los pobres, de raíz evangélica, exige una atención pastoral atenta a los constructores de la sociedad . Si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte se ha debido a la falta de fidelidad a sus compromisos evangélicos de muchos cristianos con especiales responsabilidades políticas, económicas y culturales” . “Entre las señales de preocupación –leemos en el documento –, se destaca, como una de las más relevantes, la concepción del ser humano, hombre y mujer, que se ha ido plasmando. Agresiones a la vida, en todas sus instancias, en especial contra los más inocentes y desvalidos, pobreza aguda y exclusión social, corrupción y relativismo ético, entre otros aspectos, tienen como referencia un ser humano, en la práctica, cerrado a Dios y al otro” . En la Introducción leemos que “La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales (…) Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu” Al tiempo que tomamos más conciencia sobre el valor de la vida, mucho más todavía cuando su valoración está fundada en Dios, nos damos cuenta de las amenazas a la que está expuesta la vida de los seres humanos y de los pueblos, y las agresiones que se cometen al medio ambiente y a la vida en el planeta. La Iglesia es cada vez más consciente del inmenso caudal de vida que le viene de Jesucristo, de su Palabra y de los sacramentos, es decir de su presencia viva y transformadora. Esto la lleva a un conocimiento y compromiso cada vez mayor sobre la importancia y la responsabilidad que tenemos los cristianos acerca de la vida de las personas, de las comunidades, de los pueblos y del planeta en general. La Iglesia siente un nuevo impulso de vida que le viene del Espíritu Santo y no puede menos que transformar ese impulso en misión “para que nuestros pueblos en Él tengan vida”. Por eso, el documento hace una amplia convocatoria a la Misión Continental a todas las Iglesias particulares de América Latina y El Caribe. CONVOCADOS A RENOVAR EL GOZO DE LA MISIÓN En el número 226, Aparecida plantea cuatro ejes, que es necesario reforzar para una auténtica renovación de nuestra Iglesia. La experiencia religiosa. En nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nuestros fieles un “encuentro personal con Jesucristo”, una experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio keriygmático y el testimonio personal de los evangelizadores, que lleve a una conversión personal y a un cambio de vida integral. La vivencia comunitaria. Nuestros fieles buscan comunidades cristianas, en donde sean acogidos fraternalmente y se sientan valorados, visibles y eclesialmente incluidos. Es necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsables en su desarrollo. Eso permitirá un mayor compromiso y entrega en y por la Iglesia. La formación bíblico-doctrinal. Junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar su experiencia religiosa. En este camino, acentuadamente vivencial y comunitario, la formación doctrinal no se experimenta como un conocimiento teórico y frío, sino como una herramienta fundamental y necesaria en el crecimiento espiritual, personal y comunitario. El compromiso misionero de toda la comunidad. Ella sale al encuentro de los alejados, se interesa por su situación, a fin de reencantarlos con la Iglesia e invitarlos a volver a ella. Podemos notar cómo se insiste en la necesidad de una fuerte experiencia religiosa, en la vivencia comunitaria y la responsabilidad de sus miembros, en la formación bíblica y doctrinal y en la misión. En estos cuatro ejes, podemos individuar también los principales componentes, que hacen posible el acontecimiento salvífico: una experiencia personal intensa de encuentro con Jesucristo vivo; la dimensión comunitaria de esa experiencia; la necesidad de profundizar esa experiencia mediante la formación; y su proyección difusiva y misionera. El acontecimiento eclesial de Aparecida convocó a todas las Iglesias de América Latina y El Caribe, con todas sus fuerzas vivas a entrar en un estado permanente de misión que llegue a las periferias y no se separe de la solidaridad con los necesitados y de la promoción humana . Esto exige ser nuevamente evangelizados y recomenzar desde Cristo, con una nueva conciencia de ser sus discípulos y discípulas . Se invita a recobrar el fervor espiritual y se reconoce la compañía siempre cercana, llena de comprensión y ternura de María. A ella se pide que nos enseñe a salir de nosotros mismos en camino de sacrificio, amor y servicio . Antes de concluir, recordemos que la V Conferencia, y al fin de cuentas, todo encuentro auténticamente eclesial, es intrínsecamente misionero. La Iglesia existe para la misión. Por eso, como lo hemos señalado, la finalidad de la V Conferencia fue impulsar la acción evangelizadora de la Iglesia. La semana pasada, al finalizar la Asamblea de la CEA, dirigimos un mensaje al Pueblo de Dios y allí dijimos que “queremos renovar con todo el Pueblo de Dios el desafío de ser discípulos misioneros de Jesucristo, recordando que nadie puede ser apóstol y enviado si no recrea el encuentro con el Señor vivo y resucitado, y se convierte a él”. Como Pueblo de Dios, en nuestra Arquidiócesis, estamos caminando hacia el Centenario. Este año nos propusimos reflexionar sobre nuestra vocación de discípulos de Jesucristo, con los signos característicos de la primera evangelización de nuestra región: la Cruz de los Milagros y la Limpia Concepción de Itatí. Como discípulos y discípulas necesitamos aprender de nuevo el estilo y el método de Jesús, para ello, queremos ayudarnos a descubrir toda la riqueza que tienen los “lugares” de encuentro con Jesucristo, así como los describe Aparecida. Decíamos también que este año quisiéramos vivir más intensamente la invitación de Jesús a “estar con él” y fijar la mirada en las actitudes del Maestro, y ayudados por el Espíritu Santo, aprender de Jesús la proximidad que entraña cercanía afectuosa, escucha, humildad, solidaridad, compasión, diálogo, reconciliación, compromiso con la justicia social y capacidad de compartir, como él lo hizo (cf. DA 363). Esos lugares de encuentro con Jesús nos evangelizan, es decir, nos hacen experimentar que “conocerlo a él es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” . Si nos animamos todos –fieles laicos, religiosas y religiosos, diáconos permanentes, presbíteros y obispo– a ser de nuevo evangelizados, estaremos en condiciones de proyectarnos con audacia hacia la misión. Para ello, es preciso abrir el corazón al Espíritu Santo, porque sólo por él, con él y en él, podemos exclamar: “Jesús es el Señor” (cf. 1Cor 12, 3). Esta es la alegría más grande del discípulo y de esa alegría quiere ser misionero. Su misión consiste en contarle a los demás que realmente vale la pena vivir en amistad con Jesús, e invitarlos a construir una sociedad más justa y más fraterna.

Seguir leyendo
Publicidad
Clic para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Sociedad

Canteros entregó distinción a los autores de la Marcha a Belgrano

“HACEDORES DEL BIEN COMÚN”

Publicado

el

El vicegobernador, Gustavo Canteros hizo entrega del reconocimiento “Hacedores del Bien Común” a Thierry Calderón de la Barca y Silvia Beatriz Romero, autores de la marcha al General Manuel Belgrano llamada “Forjado en bronce y macerado en plata”.


“Es loable el trabajo que desempeñaron estos docentes al destacar la figura de uno de nuestros próceres, un hombre inmenso como fue el General Manuel Belgrano, que en 1810 durante la campaña hacia el Paraguay pasó por Corrientes y fundó dos pueblos: Curuzú Cuatiá, Concepción de Yaguareté Corá”, expresó Canteros y destacó “la creatividad y el compromiso de Thierry Calderón de la Barca y Silvia Romero, de crear una marcha para homenajearlo”.

 

Durante el acto de entrega de la distinción los autores intercambiaron sus experiencias y anécdotas del proceso creativo y la repercusión que ha tenido. También se refirieron a las experiencias y desafíos en el ámbito educativo durante este año y las dificultades por las que atravesaron los alumnos y sus familias en momentos de pandemia.

 

Publicidad
Invitanos un café en cafecito.app

Vale recordar que la marcha “Forjado en bronce y macerado en plata”, que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados, se encuentra en la Cámara de Senadores para su tratamiento. La aprobación permitirá que la misma se incorpore al Himnario Oficial.

 

Thierry Calderón de la Barca es dramaturgo, poeta, narrador y pedagogo de teatro. Es docente de la Escuela Nº 1 "Juana Manso" y en el Colegio Polimodal "Presidente Hipólito Irigoyen". Tiene en su haber premios nacionales e internacionales y diversas publicaciones, siempre referidas a la temática regional y sus personajes. Y fue el autor de la letra de la marcha.

 

Silvia Romero es bachiller con orientación docente, Profesora de Música en Enseñanza Primaria, Profesora Secundaria en especialización de piano y Post-título en Educación Musical, títulos docentes obtenidos dentro y fuera de la provincia. Es la compositora de esta esta canción patria en honor a Manuel Belgrano. Ejerce en las Escuelas Técnicas Nº 1 "Juana Manso" y Nº 2 "Bernardino Rivadavia", como así también en San Luis del Palmar.

Publicidad
Invitanos un café en cafecito.app

 

El reconocimiento Hacedores del Bien Común se otorga a los ciudadanos y ciudadanas y ONGs que contribuyen a la sociedad, con actividades solidarias y creativas.

Seguir leyendo

Sociedad

Valdés firmó un acuerdo con el intendente de Ituzaingó por regalías de Yacyretá

“HACEDORES DEL BIEN COMÚN”

Publicado

el

El gobernador Gustavo Valdés firmó un acuerdo con el intendente de Ituzaingó, Eduardo Burna. El mandatario provincial informó que la rúbrica se vincula a "una deuda histórica de la Nación" por las regalías de Yacyretá. De este modo, "finalizamos con 10 años de gestiones para que reconozcan un derecho de Corrientes", sostuvo luego, indicando que también hará lo propio con Isla Apipé y Villa Olivari.


“Es loable el trabajo que desempeñaron estos docentes al destacar la figura de uno de nuestros próceres, un hombre inmenso como fue el General Manuel Belgrano, que en 1810 durante la campaña hacia el Paraguay pasó por Corrientes y fundó dos pueblos: Curuzú Cuatiá, Concepción de Yaguareté Corá”, expresó Canteros y destacó “la creatividad y el compromiso de Thierry Calderón de la Barca y Silvia Romero, de crear una marcha para homenajearlo”.

 

Durante el acto de entrega de la distinción los autores intercambiaron sus experiencias y anécdotas del proceso creativo y la repercusión que ha tenido. También se refirieron a las experiencias y desafíos en el ámbito educativo durante este año y las dificultades por las que atravesaron los alumnos y sus familias en momentos de pandemia.

 

Publicidad
Invitanos un café en cafecito.app

Vale recordar que la marcha “Forjado en bronce y macerado en plata”, que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados, se encuentra en la Cámara de Senadores para su tratamiento. La aprobación permitirá que la misma se incorpore al Himnario Oficial.

 

Thierry Calderón de la Barca es dramaturgo, poeta, narrador y pedagogo de teatro. Es docente de la Escuela Nº 1 "Juana Manso" y en el Colegio Polimodal "Presidente Hipólito Irigoyen". Tiene en su haber premios nacionales e internacionales y diversas publicaciones, siempre referidas a la temática regional y sus personajes. Y fue el autor de la letra de la marcha.

 

Silvia Romero es bachiller con orientación docente, Profesora de Música en Enseñanza Primaria, Profesora Secundaria en especialización de piano y Post-título en Educación Musical, títulos docentes obtenidos dentro y fuera de la provincia. Es la compositora de esta esta canción patria en honor a Manuel Belgrano. Ejerce en las Escuelas Técnicas Nº 1 "Juana Manso" y Nº 2 "Bernardino Rivadavia", como así también en San Luis del Palmar.

Publicidad
Invitanos un café en cafecito.app

 

El reconocimiento Hacedores del Bien Común se otorga a los ciudadanos y ciudadanas y ONGs que contribuyen a la sociedad, con actividades solidarias y creativas.

Seguir leyendo

Sociedad

El Consejo Hídrico Federal prorrogó la elección de autoridades

“HACEDORES DEL BIEN COMÚN”

Publicado

el

Se realizó de manera virtual, la Asamblea Ordinaria N° 36 del Consejo Hídrico Federal (COHIFE) donde se aprobó la propuesta de prorrogar la elección de autoridades 2020-2021 hasta la próxima Asamblea Ordinaria de mayo de 2021, donde la provincia de Corrientes integra el Comité Ejecutivo.


“Es loable el trabajo que desempeñaron estos docentes al destacar la figura de uno de nuestros próceres, un hombre inmenso como fue el General Manuel Belgrano, que en 1810 durante la campaña hacia el Paraguay pasó por Corrientes y fundó dos pueblos: Curuzú Cuatiá, Concepción de Yaguareté Corá”, expresó Canteros y destacó “la creatividad y el compromiso de Thierry Calderón de la Barca y Silvia Romero, de crear una marcha para homenajearlo”.

 

Durante el acto de entrega de la distinción los autores intercambiaron sus experiencias y anécdotas del proceso creativo y la repercusión que ha tenido. También se refirieron a las experiencias y desafíos en el ámbito educativo durante este año y las dificultades por las que atravesaron los alumnos y sus familias en momentos de pandemia.

 

Publicidad
Invitanos un café en cafecito.app

Vale recordar que la marcha “Forjado en bronce y macerado en plata”, que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados, se encuentra en la Cámara de Senadores para su tratamiento. La aprobación permitirá que la misma se incorpore al Himnario Oficial.

 

Thierry Calderón de la Barca es dramaturgo, poeta, narrador y pedagogo de teatro. Es docente de la Escuela Nº 1 "Juana Manso" y en el Colegio Polimodal "Presidente Hipólito Irigoyen". Tiene en su haber premios nacionales e internacionales y diversas publicaciones, siempre referidas a la temática regional y sus personajes. Y fue el autor de la letra de la marcha.

 

Silvia Romero es bachiller con orientación docente, Profesora de Música en Enseñanza Primaria, Profesora Secundaria en especialización de piano y Post-título en Educación Musical, títulos docentes obtenidos dentro y fuera de la provincia. Es la compositora de esta esta canción patria en honor a Manuel Belgrano. Ejerce en las Escuelas Técnicas Nº 1 "Juana Manso" y Nº 2 "Bernardino Rivadavia", como así también en San Luis del Palmar.

Publicidad
Invitanos un café en cafecito.app

 

El reconocimiento Hacedores del Bien Común se otorga a los ciudadanos y ciudadanas y ONGs que contribuyen a la sociedad, con actividades solidarias y creativas.

Seguir leyendo
Publicidad

Más vistos