Diego Simeone no tuvo tiempo para digerir su retiro como futbolista; unas horas después, asumió como DT de la Academia

La intermitencia y la estridencia del reloj despertador que anunciaban que había llegado el momento de comenzar con el primer día de su nueva vida, no sorprendió a Diego Pablo Simeone, de 35 años. El Cholo no necesitó del aparato en cuestión, sino que ya media hora antes de las 7 -el horario que había pensado la noche anterior-, se alistaba para el capítulo de estreno de su nueva empresa deportiva: la de entrenador de Racing. Apenas habían pasado un puñado de horas de su trascendental decisión de dejar colgado definitivamente en el armario el atuendo de futbolista, que lo acompañó por 19 años, cuando la vorágine de la Academia, que lo despidió con una dura caída ante Estudiantes por 2-1, lo encontraba ya listo con su buzo de DT. Llegó al estadio de la Academia a las 8.15, con un impecable par de zapatos negros, pantalón al tono y una camisa de gris plomizo. Con paso apurado, se metió en el vestuario para comenzar con las tareas que implican su nueva función. Apenas un par de palabras del Cholo para sus ex compañeros, que se limitaron a una presentación formal de su ayudante de campo, Nelson Vivas, y de su preparador físico, Oscar Ortega. Acto seguido, todo se puso en marcha en el Cilindro de Avellaneda. “Hace diez días que duermo poco. Ayer [anteayer] fue un día especial, donde se me iba un pedazo de mi vida futbolística, un montón de historia que uno ha pasado. Lo viví con tristeza por la derrota, pero con tranquilidad porque me entregué como lo hice durante toda mi carrera.” Esas fueron algunas de las palabras de Simeone en la conferencia de prensa que brindó tras la práctica matutina. El trabajo fue más intenso para los jugadores que no actuaron anteanoche. De esos trabajos no se encargó el flamante DT; sus energías se orientaron a pulir detalles ofensivos. Se lo vio muy dedicado a ejercicios de definición y con un diálogo muy intenso con el chileno José Luis Villanueva y con los juveniles Santiago Malano y Pablo González. Esa ansiedad que lo embargaba en las últimas horas por el cambio de función, parece que quedó de lado rápidamente. Al menos, así lo transmitió: “El duelo me duró media hora, debajo de la ducha, tras dejar una profesión en la que siempre dejé todo, desde el primer entrenamiento hasta el último, en el lugar de titular, suplente, jugando o no, convocado o no, siempre del mismo modo. El duelo, quizá, no tuve tiempo para pensarlo, como lo hacen normalmente todos los futbolistas, porque apareció esta necesidad, esta responsabilidad y este desafío que ya empezó, con quienes hasta ayer era mis compañeros, y ahora serán mis dirigidos”. Y continuó: “Nunca podemos dejar de dar esfuerzo, compromiso, actitud y pensamiento de grupo, porque todos los equipos primero se hacen pensando en los grupos y considero que esto es lo más importante; no me interesan los 90 minutos de nadie, sino que me importan los cinco o los 10 o los 90 minutos muy buenos de los que les toquen jugar”. El caudillo, hasta anteayer dentro del campo de juego, ahora desde el banco de suplentes, también habló de cómo están sus dirigidos: “Están todos muy dolidos por la situación. Estaban golpeados porque sabían que yo me estaba retirando y querían regalarme un triunfo, pero no se dio. Pero que se queden tranquilos porque sé en qué situación estamos, sé cómo se brindaron. Que me lo regalen como técnico el sábado [ante Independiente], que lo voy a valorar un poco más”. La relación de Simeone con la gente de Racing siempre fue muy particular, pero en el último tiempo con los malos resultados ese idilio se fue desmembrando y hasta los silbidos lo apuntaron. “La gente lo que pide es actitud, compromiso, entrega, y le vamos a dar eso. Los que entren van a saber dar eso; la gente tiene que ir detrás del equipo, porque es el que le manda el mensaje. Ahora el mensaje no está siendo bueno y los hinchas responden mal; en el momento en que sea bueno, la gente va a responder bien.” Pese a ello, la respuesta de la gente fue positiva, al menos en su llegada a Mendoza, donde el plantel estará hasta el jueves próximo. A las 20.10, medio centenar de hinchas lo esperaron con papelitos y petardos, y una bandera que decía: “No están Cholos. Ganales a los amargos”. Simeone dejó sus cosas en la habitación y se fue a ver cómo es el campo de juego de la quinta de Abbate. Con la mente puesta en su nueva función, como hizo apenas abrió los ojos media hora antes de que sonara el despertador… (la Nación)