A tres años de su divorcio, la conductora afirma que dejó atrás los difíciles momentos post separación con la ayuda del budismo. A los 36 y luego de atravesar una crisis que le hizo replantear los objetivos de su vida, cuenta haber encontrado su eje y asegura que eso le ayudó a comprometer su cuerpo y su mente en una nueva relación de pareja.

Hice que la transformación más grande que sufrió fue la separación de su ex esposo, Ignacio Fonda, con quien compartió 10 calendarios completos y el camino del anonimato al reconocimiento masivo. Cuando, en 2003, los cimientos de su vida se desplazaron (“porque cuando estás frente al altar pensás que es para siempre”), las preguntas irresueltas fueron muchas. Por eso abandonó el diván y cambió el psicoanálisis por la religión. “Tenía que empezar de cero. Estuve absolutamente paralizada por el miedo. Con el budismo descubrí las trampas que te pone la mente, lo que te impide avanzar”. La filosofía de vida budista la ayudó a reconstruir su historia y, al estar bien consigo misma, pudo darse una oportunidad en el amor: tiene pareja y confiesa estar “disfrutando mucho lo que busqué tanto tiempo”. En lo laboral, regresó con uno de los tríos más disímiles de la televisión argentina (junto a la desopilante Laura Oliva y a la seria Fanny Mandelbaum, condujo Grandiosas, en las tardes de Canal 13) y por segundo año consecutivo encabeza el polémico Transformaciones. A los 36, afirma que vive el mejor momento de su vida y aclara que, aunque está ciento por ciento compenetrada con los planteos de las leyes de la impermanencia (que intiman a la aceptación del ciclo natural de vida), no dudaría en hacerse un retoque cuando sea necesario. -Tenés una imagen sensual ¿Es una pose o provocás algo sin tener intención de hacerlo? -Los primeros años de mi carrera estaba en una pose, por temor: a un medio desconocido, a un efecto rebote, a abrir mi vida y contar qué me pasaba y quién soy. Desde hace un tiempo estoy muy relajada con todo lo que digo, lo que pienso, lo que hago de mi trabajo. Lo que opinen los demás… (hace gesto de qué me importa). -Podés estar distendida y al mismo tiempo seducir. A lo mejor los demás ven eso. -Si me preocupara por lo que cada uno lee en mí estoy frita. No me gusta, por ejemplo, cuando me hacen críticas de que pongo distancia o soy fría porque eso lo tengo superado. Antes me mostraba así sólo por una cuestión de protección y miedo; se lee como distancia pero el otro está muerto de miedo. Sí me siento sexy, soy una mujer a la que le encanta estar linda, elegante. Pero eso es accesorio. ¡Ojalá que se vea lo otro!, que es lo importante, lo que perdura, lo que no envejece, lo que no se cae con los años. -¿Estás realmente tan relajada con el cuerpo? -Estoy aprendiendo a que si uno no se relaja lo pasa mal. Todos nacemos, crecemos, envejecemos y un día nos enfermamos y nos morimos. Si no entendés eso perdés lo más importante: este instante; porque la vida es hoy. Es lo que estoy aprendiendo del budismo. La mente nos hace un jueguito perverso: nos propone estar pensando en mañana o en el pasado. El aquí y ahora es lo único que tenemos y por lo general, lo perdemos. -¿Cómo te acercaste al budismo? -Llevaba años de psicoanálisis. Estaba en una meseta, absolutamente paralizada por el miedo. -¿Miedo a qué? -Miedo a todo. Me separé después de diez años ¡Diez años de mi vida! Era comenzar de cero en todo. No sólo empezar en la vida sin pareja sino también pensar. Yo soy conocida: “¿se me van a acercar por lo que irradio en tele o por mis verdaderos valores?”. Tenía miedo a avanzar. -¿Pero cómo llegaste?, porque ahora está muy en boga esto de la conversión espiritual. -No es una moda, es una cuestión generacional. La gente a partir de los 30 empieza a replantearse todo. Tuve esa crisis y me enfrenté a cómo quiero vivir el resto de mi vida. Una amiga me habló de una maestra espiritual y arranqué con una terapia psicofísica: dos horas una vez por semana charlo de lo que me pasa; me dan herramientas del dharma para luchar contra las trampas que nos pone la mente y hago una armonización física, de los chakras, de la energía dentro del cuerpo ¡Es la gloria! -¿Sentís que el budismo cambió tu vida? -Sí, empecé a entender más mi mente. Hay un ejercicio que te hace dar cuenta de que lo único que tenés es el presente. El pasado ya pasó; el futuro no es. Estás siempre con las frustraciones del pasado o las ilusiones del futuro, y muy pocas veces, con el aquí y ahora. Siento que estoy centrada en mi propio eje. Entiendo el mecanismo del miedo, de las trampas que te pone la mente y te paralizan. Con meditación, en los momentos que logro conectarme con mi aquí y mi ahora, soy ¡profundamente feliz! -¿Cuál fue la mayor transformación de tu vida? -Una fue empezar a trabajar en los medios. Otro gran gran quiebre en mi vida fue mi separación y mi divorcio. Y dentro de este gran quiebre, buscando soluciones (porque la había pasado muy mal) me encontré con el dharma, que me está haciendo vivir la vida de otra manera. -¿Quedaste resentida después de la separación? -No. Todos los años que viví con mi ex pareja fueron gloriosos. Cuando nos casamos dijimos: “El día que uno de los dos deje de ser feliz, terminamos”. Así fue. -¿Por qué la pasaste tan mal si tenían ese acuerdo? -Porque de todos modos, cuando estás frente al altar, pensás que es para siempre. Porque a uno le contaron que un día iba a encontrar su otra mitad e iba a ser feliz el resto de su vida. Cuando se termina, se desmorona todo lo que pensabas. Ya pasó y en parte, fue superado por la filosofía de vida budista. -Estás muy comprometida con el budismo. ¿No es una contradicción estar compenetrado de las leyes de impermanencia y al mismo tiempo, hacer Transformaciones, un programa que propone lo opuesto? -Sí, es muy raro. Tenés razón. -¿Y entonces? -Presento un show de televisión, mide puntos de rating, tiene éxito o no. Hay casos con los que comulgo ciento por ciento, cuando son cirugías reparadoras o las soluciones para gente que ha vivido estigmatizada. Ahora, la gente que quiere detener el paso del tiempo me inspira pena. Hay mucha gente que se hace un retoque cada tres meses porque no quiere envejecer. ¡Que hagan lo que quieran!, pero hay una realidad que es la impermanencia y no hay cirugía que la detenga. ¿Los retoques?… están bien. Es más, por más leyes de las que te hable, cuando llegue el momento me haré alguno. -¿No lo ves contradictorio? -Una cosa es un retoque y otra tener la cara paralizada por tanto lifting y un nudo en la cabeza y querer “¡tener 35 hasta el último día de mi vida!”. El tiempo puede pasar bien y uno vivirlo bien. Tengo 36 años y estoy en el mejor momento de mi vida. Esta charla tendríamos que tenerla cuando tenga 60; tal vez cambie de parecer, pero no creo. -¿Aceptarías operarte en la tele? -Definitivamente no. Soy muy cuidadosa de mi intimidad; es algo privado. No condeno ni juzgo a quienes lo eligen, pero ellos no lo sufren. Hay muchos famosos que creen que es una manera más de compartir con el público. Por otro lado me parece piola porque si formás parte del mundo del espectáculo y no lo contás, se sabe igual. -¿Por qué es el mejor momento de tu vida? -Porque es hoy, aquí y ahora. Durante muchísimo tiempo la pasé súper mal, pero todo (lo bueno y lo malo), me hace estar hoy donde estoy. -Estás bien laboralmente y afectivamente… -Tiene que ver con mi realidad, estoy bien conmigo misma y eso hace que todo encaje bien. Cuando estás mal, estás con alguien, pero en realidad no lo estás porque tu cabeza anda en ¡cualquier otra cosa!, dejás sólo el cuerpo. Te alejás. Es muy lindo sentirse bien yo busqué eso durante mucho tiempo, por eso ahora lo estoy disfrutando tanto. -¿Estás enamorada? -Estoy bien. Estoy saliendo con Omar El Bacha (piloto de la categoría automovilística Top Race) y la verdad es que estoy muy bien con él. Nos estamos conociendo. -¿Hace mucho que salís? -Un par de meses. Estamos en pleno descubrimiento y conocimiento. Hacía mucho tiempo que no me pasaba algo así: volví a creer en el amor. -¿Es difícil estar al lado de Karina Mazzocco como pareja? Digo, tu imagen pública, salir y que la gente se acerque… Además, te imagino una chica que está centrada, pero ¡que tiene su carácter! -Sí, absolutamente. -¿Se lo banca bien? -Y…. (con cara de diste en el clavo) estamos justamente en esa etapa del conocimiento (ríe), estamos viendo cómo nos acomodamos. Porque no es ni sencillo para él, ni sencillo para mí. Estamos en plena etapa de ver qué onda (ríe). -A los 36. ¿No tenés la necesidad de un hijo? -Supongo que algún día me daré el gusto de ese maravilloso amor, pero no estoy desesperada. No pienso todos los días en eso. Un hijo es la consolidación de un amor. -¿Estás cerca de la consolidación en el amor? -Voy viviendo d-í-a a d-í-a. Hoy estoy muy bien y mañana: ¿qui lo sa? – LORENA LEMOS EDITORIAL: PERFIL