Opinión
Terminó la luna de miel con la Presidenta
JOAQUÍN MORALES SOLÁ (*)
Ganó el que perdió y perdió el que ganó. Esa es la conclusión santafecina que decanta el discurso kirchnerista. El gobierno de Cristina Kirchner tiene un problema con la aritmética o, entusiasmado con reinventar todo, está innovando también en el simple ejercicio de sumar y restar.
Perdió la alianza gobernante en Santa Fe, dice, porque sacó diez puntos menos que hace cuatro años, aunque conservó el gobierno. Repite que ganó el kirchnerismo con María Eugenia Bielsa (que fue siempre una peronista que se mantuvo a distancia del kirchnerismo) y se olvida que Agustín Rossi (la más cabal expresión kirchnerista en Santa Fe) perdió por 23 puntos con el segundo candidato más votado, Miguel Del Sel. La diferencia en contra de Rossi se amplía a más de 26 puntos con respecto del ganador, el socialista Antonio Bonfatti.
Las sociedades suelen recibir muy mal esas terquedades políticas. No puede ser casual que los gobiernos de las democracias avanzadas nunca demoren en aceptar las derrotas. No es bondad política, sino pragmatismo: ninguna colectividad humana resiste resignada que la ignoren.
El riesgo de Cristina Kirchner, frente a las presidenciales de octubre, está en su predisposición a perseverar en el error más que en cualquier otra cosa. Cuatro días antes de las elecciones santafecinas, la Presidenta fue a la provincia para decir el mismo discurso que la condenó al fracaso en la Capital: los santefecinos vivirían mucho mejor si votaran como ella quería. Porteños y santafecinos rechazaron la extorsión explícita de la jefa del Estado y sentenciaron a sus candidatos a memorables derrotas.
Fuerzas de choque kirchneristas (portando las banderas de La Cámpora) agredieron duramente al gobernador Hermes Binner en el acto del Día de la Bandera, delante de la Presidenta. Rossi perdió entonces varios puntos en las encuestas, pero Cristina insistió: lo retó a Binner en público cuatro días antes de las elecciones.
Es un estilo muy propio de la Presidenta: le gusta reprender en público a los que no tienen derecho a réplica. ¿No hacía lo mismo con Daniel Scioli cuando éste presidía el Senado y ella era senadora?
La acción de esas fuerzas de choque kirchneristas agrediendo a gobernadores había empezado en Córdoba, también con la Presidenta como callada espectadora. La víctima fue entonces el gobernador peronista Juan Schiaretti. Fue el principio de la ruptura con el peronismo cordobés, que se concretó pocas semanas después.
Conclusión: las elecciones de Córdoba se harán dentro de diez días y el candidato del peronismo cordobés, José Manuel de la Sota, tiene un discurso cada vez más antikirchnerista. La supuesta y elogiada habilidad política de la Presidenta se parece ya a esas leyendas urbanas que carecen de evidencias.
El oficialismo está enojado con los santafecinos, tanto como lo estuvo con los porteños. La única diferencia es que, precavido, esta vez no disparó contra los votantes, sino contra los elegidos por los votantes. Bonfatti no ganó nada, insiste, y Del Sel es la desaparición de la política, según la fórmula del director de la Biblioteca, Horacio González.
l secretario de Medios, Juan Manuel Abal Medina, acusó a los medios, en un curioso extravío de su función, de proteger y alentar a un artista que cuestiona la política. Cuestiona la política kirchnerista, que tiene el monopolio de la política. Ningún funcionario se ha preguntado, sin embargo, por qué una porción importante de la sociedad está refutando la política del kirchnerismo. Del Sel fue la herramienta social de esa refutación.
El mensaje oficial es doblemente contradictorio: Del Sel es un artista despreciable, dicen sus voceros, mientras los actores kirchneristas son invitados a los actos más envarados en los más históricos salones de la Casa de Gobierno.
En la nominación de Amado Boudou como candidato a vicepresidente había más artistas que dirigentes peronistas. Ningún kirchnerista o parakirchnerista, político o intelectual, habló nunca mal de esos actores ni los cuestionó por su identificación política. Pura ideología. Incluso anoche, la Presidenta rindió un emotivo homenaje a Eva Perón, una mujer que también llegó a la política habiendo sido artista.
Ninguno reparó, por el contrario, que Del Sel hace buenas elecciones y que los artistas kirchneristas sólo han servido, hasta ahora, para acompañar la desolación de la derrota. A Del Sel le adjudicaron también sin fundamentos una identificación menemista (¿cuándo, dónde, cómo lo fue?), pero la única constatación política que hay ahora es que Carlos Menem es un aliado de Cristina Kirchner en La Rioja.
Hay una conclusión política posible y es que terminó la luna de miel de la sociedad argentina con Cristina Kirchner, que empezó cuando la Presidenta quedó viuda. Ahora la mira y la evalúa como gobernante. La sociedad no está masivamente enamorada de ella, pero eso no significa que Cristina ya esté sentenciada a perder la reelección. No tiene la elección ganada de antemano, que es otra cosa.
El núcleo duro de los votos presidenciales está en el conurbano bonaerense y en las provincias norteñas. El conurbano tiene una enorme capacidad de decisión electoral, pero no es inexpugnable. En 1997, Graciela Fernández Meijide le ganó ahí a Menem, a Duhalde y a la esposa de Duhalde. Hace menos tiempo, en 2009, Francisco De Narváez le asestó, en la provincia de Buenos Aires, a Néstor Kirchner la única derrota personal que tuvo en su vida de político.
Lo único inamovible en el conurbano es un sistema electoral viejo, vetusto, cada vez más enmarañado. Listas colectoras, adherentes, de amigos y de proveedores convertirán al cuarto oscuro bonaerense en octubre, y también el 14 de agosto, en un festival indescifrable de papeletas.
La política santafecina estableció la boleta única, que nadie puede robar porque desaparecerían todos los candidatos. Es un sistema limpio, en el que cada elector marca su preferencia en una sola boleta. Eso le permitió a Del Sel ganar en mesas donde no tenía candidatos ni fiscales. En marzo último se votó en Salta con voto electrónico, que es otra manera más moderna y transparente de hacer elecciones.
La modernidad chocó siempre con la barrera de conurbano. Peronistas y radicales no quisieron cambiar nunca el antiguo sistema. Felipe Solá propuso cuando era gobernador hacer una prueba piloto de voto electrónico en Olavarría. Nunca llegó a hacerla. Los intendentes del conurbano le saltaron al cuello. La oposición no lo defendió. En los hechos está la tácita confesión de la culpa.
(*) Diario La Nación
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.