En tiempos de botineras y raqueteras, Sabrina Rojas aparece con un perfil diferente. Es linda, carismática, provocadora, divertida, pero no olvidemos, ante todo es una mujer y sabe muy bien cómo fascinar a sus fans.

Por eso, con la llegada del verano, explota toda su seducción artística en Mar del Plata y genera novedades en la mejor época del año. Después de muchas tapas de revistas, la mendocina pasó a ser una de las diosas top del país. Su larga cabellera rubia y sus admirables curvas (90-61-92), la coronaron como la típica mujer argentina que todos quieren como novia. Hasta Robbie Williams no pudo resistir besarla. Pero mala suerte si usted se encuentra entre ellos: la chica está enamorada y vive desde hace cuatro años con el empresario Juan Pablo Ingizan (30), con quien sueña casarse muy pronto. Lejos del conchero. Nunca se lo calzó. Supo desde el principio que lo suyo iba por otro lado. También supo escapar con sutileza del acoso de futbolistas y empresarios: “Me llamaron por teléfono para tantear. Pero enseguida saben quién accede y quién no. Nunca más me molestaron”. Una vez sorteada esa prueba y con lolas nuevas, Sabrina empezó a buscar su lugar en el escenario. Debutó con Sergio Gonal, después pasó por las huestes de Nito Artaza, hasta que la temporada anterior acompañó a Adrián Suar y Guillermo Francella en “La cena de los tontos” y este año integra el elenco de “Valientes” junto a Luciano Castro, Mariano Martínez y Gonzalo Heredia. Sabe que las miradas están puestas en la obra que estrenaron hace una semana en Mar del Plata. Que los treinta puntos de rating que tiene la tira del 13 los puede ayudar o hundir en plena Bristol. ¿Intenta salir del personaje sexy para que la consideren como actriz? Más que una estrategia tiene que ver con mi personalidad. Me corrí al lugar donde me siento más cómoda, eso hizo que me convocaran a este tipo de comedias. Me parece que doy en el límite entre sexy y el perfil de chica fina. Además, debo tener algo arriba del escenario. Por otro lado, quedan las muy voluptuosas o una (Marcela) Kloosterboer que no es nada sexy. ¿Le molesta que la incluyan entre las chicas que trabajan de “gato”? Hay de todo. Muchas de las que nos apasiona este trabajo tenemos que salir en bombacha y corpiño para que nos presten atención. Gracias a que lo hice, donde nadie me tocó y tampoco tuve que tocar, hoy tengo mi casa. ¿Quiere decir que sin desnudo no le daban la oportunidad de mostrar sus dotes como actriz? Cuando la remaba y no me desnudaba, nadie se daba cuenta que estaba. Tuve que vender el personaje de chica sexy. Algún mal pensado puede sospechar de su segundo año de contrato con Pol-ka, ¿le molesta que la vinculen con Suar? Se lo dije hace poco a mi novio. Yo sé que es así. La gente debe pensar que tengo algo con Adrián. Me dijo que me relajara, que nada más lejos que eso. Mi novio es un sol, me ayuda, me contiene. Nunca me pone una traba de nada. Lolas insensibles. “Me hice tres cirugías, la primera fue para mi primer comercial, porque moría por tener lolas. La segunda, fue cuando trabajé con Ximena Capristo, al lado de ella, sentía que no tenía nada, entonces me las agrandé. Ese mismo año trabajé con Nito Artaza y junto a Nicole Neumann, me sentí súper voluptuosa. Aprendí que no me tengo que comparar con nadie. En la última operación me las cambié porque se me encapsularon. El “tano” Ranni quiere que me las saque, que ahora tengo que demostrar que soy actriz”. ¿Es cierto que perdió sensibilidad en las lolas? Perdí, pero a mí no me importaba nada, sólo quería lolas (ríe). Si me decían que en vez de anestesia me tenían que dormir con un palo por la cabeza, aceptaba con tal de tenerlas. Sofovich dice en el ambiente afecta el quirofanitis, ¿lo cree así? Tiene razón, están todas iguales, ahora también se tocan los dientes. ¿Se refiere a Luciana Salazar? Le quedaron irreales, antiestéticos. No tenía necesidad, tenía unos dientes muy lindos, súper blancos. Hay una histeria por las cirugías. Por eso hay que estar contenida por la familia, un novio o amigas. No hay que pensar solamente en la estética, porque podes terminar desfigurada. Besos eróticos. La escena arranca suspiros todas las noches en el teatro América de Mardel. El cuerpo delgado de Sabrina Rojas se pierde entre los brazos musculosos de Luciano Castro. La rubia ya lo advirtió: “Me parece mucho más erótico un buen beso que me toquen en otro lugar”. Cosa que el actor de “Valientes” tomó en cuenta. Ya que sus labios se despegan minutos después de lo marcado por el director, Carlos Olivieri. “Luciano es un señor. Me hace sentir muy bien. Mi novio lo sufre desde la platea”. ¿Qué es lo primero que mira de un hombre? Me cautiva una linda sonrisa. No puedo estar con alguien que no me gusta. No podría laburar de gato. ¿Nunca tuvo sexo ocasional? Si había un chico que me gustaba, por lo menos esperaba al otro día. Nunca esa misma noche. No sirvo para eso. No entiendo cómo hacen las mujeres que trabajan de eso. Yo no podría. ¿Cómo es eso? El hombre es infiel por naturaleza. La mujer para ser infiel tiene que sentirse seducida, imaginártelo al otro, al menos por un instante, como el padre de tus hijos. El hombre no sabe cómo se llama, ni dónde vive la mujer con la que tiene sexo. ¿Perdonaría una infidelidad? De chica lo hice. Hoy no. Siempre le digo a mi novio que piense en su perro, en mí, en la familia que estamos armando. Que no me entere, porque no hay vuelta atrás. ¿Lo tiene amenazado? Por supuesto. Si lo hace que no me entere, que no me haga sufrir. Que lo haga con carpa. Soy muy celosa. A Juanpi le marco quién me gusta de un programa de tevé, pero lo llega a decir él y lo mato (ríe). ¿Quién le gusta de la tele? Mis compañeros de teatro me parecen tres bombonazos. ¿Qué ve de atractivo cada uno de los Valientes? Gonza tienen una cosa misteriosa que atrae, Mariano al convertirse en papá le dio una madurez que se le nota. Y “Lu” tiene la cosa de machote fuerte que a todas nos gusta. Los tres forman un cóctel que enloquece a las mujeres, como lo demuestran todas las noches en el teatro. ¿Marcelo Tinelli le gusta? Me parece buen mozo, con un porte, pero es mucho más grande que yo. Debe tener quince años más. Marcelo te seduce por su simpatía, pero no me atrae como hombre. Me cuesta fijarme en otro hombre, tengo a mi negro, que es lo más. Tengo su nombre tatuado en armenio en mi dedo anular. Imposible olvidarme de él.