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Un asunto que huele mal

ALBERTO MEDINA MENDEZ (*)

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Este es uno de esos temas, como tantos otros, en los que sigue vigente el viejo paradigma por el que solo existe UNA manera de hacer las cosas. La recolección de residuos en lugares públicos o de uso compartido en las ciudades, es uno de esos asuntos sobre los que no se discute y jamás forma parte del debate.


La inmensa mayoría de los habitantes asumen, con absoluta naturalidad, que esta es una responsabilidad de los gobiernos municipales y que el Estado tiene la “obligación” de ocuparse de ello. El desmedido crecimiento del Estado ha hecho que siquiera podamos discutir estas cuestiones con amplitud de criterios, buscando otras variantes e ideas. Que criterio tan especial nos hace pensar que ESE es un rol del Estado y que su deber incluye velar por la recolección de residuos. Como agravante de este pensamiento único, se acoplan a esa visión, la creencia de que se trata de un monopolio natural y que solo UN prestador puede ocuparse de ello, al mismo tiempo, en toda una comunidad. Bajo esa mirada hemos llegado a la conformación de monopolios públicos donde el Estado presta ese servicio a cambio de un pago que cobra a los contribuyentes. En otros casos incluso se otorga la concesión a un proveedor privado para que preste este servicio. Habitualmente se trata de servicios que pagan unos pocos, de los que sacan provecho los mas. Servicios ineficientes que buena parte de la ciudad critica fuertemente, que fomentan actitudes indebidas por parte de ciudadanos que no asumen responsabilidad alguna porque, de hecho, se la han delegado graciosamente al Estado. En este tema, se verifica una historia repetida en estas latitudes. Esa que cuenta que los que mas tienen aprovechan los servicios que pagan los que menos tienen. La reiterada transferencia de recursos que a su esencia inmoral, agrega la paradoja de lograr lo inverso de lo que pretenden. Les quita recursos a los que menos disponen para entregárselos, mediante una normativa estatal que legaliza esta forma de esquilmar, a los que si pueden pagarse el servicio. Ni hablar cuando de extraños negociados se trata. Siempre habrá un funcionario de turno que otorgue la concesión de este interesante negocio a cambio de algún favor. A quien le parecería razonable que los ciudadanos le paguemos al Estado para que se ocupe de la limpieza de nuestros hogares ?. No parece demasiado lógico, sin embargo algún extraño mecanismo hace que los ciudadanos creamos que la limpieza de nuestros hogares es un problema nuestro, individual e indelegable, sin embargo cuando se trata de lugares compartidos parece ser problema del Estado. Vaya creencia. Lamentablemente demasiado arraigada en la creencia social. No hay que recorrer demasiado para confirmar que esta visión nos ha llevado a los ineficientes sistemas de recolección de residuos que ya conocemos. Sistemas tremendamente costosos, indignos para quienes lo prestan, ineficientes las mas de las veces, algunas veces incluso sospechados y corruptos. Por poco que se analice este servicio, pensado para que los paguen todos y los disfrute una minoría, se encontrará con un voluminoso negocio económico. Recordemos que estos sistemas tienen como resultado obligado, ciudades que tienen sus microcentros más prolijos, y como contracara, barrios desprotegidos, sucios, que huelen mal y a los que nadie presta demasiada atención. Tal vez sea tiempo de revisar ideas, discutir otras formas de resolver esta cuestión ?. No será que para que este asunto huela algo mejor debemos los ciudadanos asumir el problema como propio y no tirar la pelota afuera, responsabilizando a los funcionarios de turno de los males del sistema ?. Los políticos contemporáneos, defienden férreamente el presente. Son los sostenedores a rajatablas del status quo. Ni siquiera, se animan a discutir otras formas de ver la realidad. Los dirigentes, TODOS, creen que es la UNICA manera de resolverlo. De hecho se suceden unos a otros en el gobierno municipal y en los concejos deliberantes, y no solo sostienen, por adhesión u omisión el sistema actual, sino que no proponen NADA diferente. La única discusión siempre pasa por el concesionario elegido. Por si lo hace el municipio con empleados propios o una empresa privada monopólica que concentra el servicio y lo presta de acuerdo a un burocrático pliego escrito en un escritorio que jamás podrá interpretar cabalmente las complejas y dispares decisiones de los ciudadanos. Son parte de esta realidad, la ridícula convivencia de empleados municipales que prestan el servicio con implementos aportados por un concesionario que pone camiones y un predio para arrojar los desechos. La verdad, es que el sistema muta, pero conserva plenamente su esencia mas nefasta. Algunos creen que si el Estado no provee el servicio viviremos en la anarquía. Alguien supone seriamente que una comunidad, una ciudad, un barrio, elegiría vivir voluntariamente rodeado de basura, desechos y malos olores ?. Parece una ofensa a la sociedad, un prejuicio que no tiene como sostenerse sin caer en una discriminadora forma de mirar al prójimo, que oculta cierto desprecio por sectores a los que se asume como mas descuidados por el solo hecho de no disponer de mayores recursos económicos o acceso a la educación. Creer que los sectores sociales mas acomodados desde lo económico tienen el monopolio de la pulcritud, es además de una simplificación, el producto de un profundo desconocimiento de cómo funciona realmente una comunidad. La sociedad, organizada bajo sus propias reglas, y no las del Estado, seguramente encontraría mejores y mas inteligentes formas de resolver este problema. De hecho existen pruebas de ello en este y en tantos otros servicios que se asumen tan linealmente como públicos. Subyace una gran desconfianza acerca de la capacidad de los seres humanos de lograr orden por sus propios medios. Se le atribuye al Estado un endiosado don que jamás tuvo. Cuando dejemos de lado el fundamentalismo de nuestros dirigentes políticos que pretenden conservar algo que ya ha demostrado con creces ser tan ineficiente como inmoral, es posible que empecemos a recorrer el camino adecuado. Ese sendero que nos lleve a aproximarnos a un sistema en el que seamos nosotros mismos los responsables del resultado, como en tantos otros campos de nuestra vida personal. Es tiempo, tal vez, de explorar nuevas formas de organización voluntaria, en las que individuos que conviven realidades similares encuentren el modo, ese que descarte el aberrante recurso del monopolio. La competencia, siempre permite pagar lo adecuado por un servicio que tal vez no es el mejor, pero es el posible. Lo otro, es seguir apostando a esta manera de ver este asunto, que la verdad, cada vez huele peor. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@gmail.com, 03783 – 15602694. Corrientes – Corrientes – Argentina

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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