Opinión
Un episodio que desnuda aberraciones
POR CARLOS PAGNI (*)
En un ensayo de los años 60, Guillermo O’Donnell comparó las relaciones de clase de Río de Janeiro con las de Buenos Aires. Una de las curiosidades que observó es que, cuando un carioca presumido preguntaba a alguien más modesto: “¿Sabe usted con quién está hablando?”, el otro de inmediato se ubicaba bajando la cabeza. En cambio, si la escena transcurría entre porteños, la advertencia era contestada con un “a mí qué carajo me importa”.
El escándalo en el que quedó envuelto Juan Cabandié demuestra que, en algunos aspectos, las cosas no han cambiado. Y que, en otros, sí.
Cabandié encarnó al oligarca que reclama ser tratado no con arreglo a su conducta sino a su condición. Una arcaica aspiración a la que, también en los 60, Quino dedicó un libro en cuya tapa aparecía un personaje pequeño, muy menor, erigiendo un dedo enorme y preguntando: “¿Sabe usted con quién está hablando?”.
Por su parte, Belén Mosquera , la agente que aparece en el video, no se amilana. Se mantiene indiferente a la presunción de Cabandié. Menos irreverente que el porteño de O’Donnell.
Aunque José Hernández escribió ya en el siglo XIX que “la ley es como el cuchillo/no corta al que lo maneja”, puede ser una novedad que a Mosquera la hayan echado por cumplir con su deber. Cabandié pidió a Martín Insaurralde que le aplique “un correctivo” y el intendente de Lomas de Zamora le suspendió el contrato. “MI barrio, MI sueño, MI correctivo”, podría agregar ahora el candidato a su publicidad. Pero mejor sería que ofreciera alguna explicación.
Tal vez Insaurralde haya dado crédito a la patraña de Cabandié, según la cual intentaban cobrarle una coima. Mosquera lo desmintió con bastante lógica: “¿Cómo voy a querer cobrar una coima si sé que me están filmando?”.
Aquí aparece el otro rasgo de arbitrariedad del episodio. ¿Es admisible que a un vecino se lo filme sin su consentimiento? ¿No debería ocurrir lo mismo que en esas comunicaciones telefónicas en las que se advierte que la conversación podría estar siendo grabada? También es aberrante que el video circule después por Internet y sirva como munición de campaña electoral. Cabandié no se ha indignado lo suficiente por estas prácticas de las que ha sido víctima.
Tal vez si lo hubiera filmado la Metropolitana de Mauricio Macri y no la Gendarmería de Cristina Kirchner su reacción habría sido otra. Él, que reclamó “un correctivo” para quien pretendía hacer cumplir las reglas, todavía no pidió sanción alguna para quien las violó en su contra. ¿Fue la propia Gendarmería, tan acostumbrada a dar dolores de cabeza al kirchnerismo? Mal que le pese a Cabandié, el teniente coronel Sergio Berni debería explicar quién confeccionó el video, dentro de qué marco reglamentario lo hizo y cómo fue filtrado a las redes sociales. ¿O el Estado se pasó al anonimato?
Las peculiaridades consignadas hasta aquí alcanzan para que el episodio adquiera una gran repercusión. Pero la discusión entre Cabandié y la agente Mosquera tiene otras dimensiones aberrantes. Es llamativo que el legislador presente como una virtud la circunstancia de ser hijo de desaparecidos. Ese carácter lo convierte en víctima de la dictadura militar. No en héroe. Por si hiciera falta, Graciela Fernández Meijide acaba de explicarlo en un libro ejemplar sobre la desoladora peripecia de su hijo.
Pensar que la filiación está dotada de una carga moral es una deformación habitual del oficialismo. El propio Cabandié, durante el debate electoral del miércoles pasado, reprochó a Elisa Carrió que llevara en su lista al hijo del ex ministro del Interior Enrique Nosiglia, Juan Nosiglia. Carrió le hizo notar que los hijos no heredan los vicios de sus padres. Aunque también esa aclaración merecería ser fundamentada: sobre Enrique Nosiglia no pesa acusación penal alguna; ni siquiera Carrió la ha formulado, a pesar de que de tanto en tanto se ensaña con su correligionario de UNEN.
La inclinación de Cabandié a juzgar a los demás por sus relaciones de parentesco, a tono con un gobierno que ha interrumpido la carrera de muchos militares por portación de apellido, no podría ser más reaccionaria. Los hombres son mejores o peores por su propio comportamiento, no por quiénes fueron sus padres. No hay mérito ni culpa en el hecho de ser hijo. Aun cuando esto pueda sonar extraño para un militante de La Cámpora, grupo que escogió como líder a alguien sin más antecedente que el ser hijo de un matrimonio poderoso. El hijo Máximo.
Desde que llegó al poder en 2003, el kirchnerismo ha subordinado en innumerables ocasiones la causa de los derechos humanos a sus impulsos y necesidades de facción. Muchas veces convirtió esa bandera, que por definición es universal, en instrumento de persecuciones caprichosas e infundadas. Se sirvió de ella para acosar a la prensa crítica; para neutralizar a chacareros levantiscos; para disciplinar a jueces imparciales; o para desacreditar a algún arzobispo poco complaciente, hasta que devino papa. Ahora esa manipulación alcanzó su grado cero: la vindicación de los desaparecidos fue utilizada para zafar de una boleta de tránsito. Los argumentos de Cabandié son la caricatura de una de las desviaciones más reprochables que presenta el kirchnerismo.
Hay un último punto de vista desde el cual este incidente se vuelve más doloroso. Cabandié llamó a Insaurralde para pedir un “correctivo”. Esa palabra no es frecuente, salvo entre los agentes policiales. “Correctivo” es la sanción piadosa que suele aplicarse en las comisarías a quienes no merecen pasar la noche en el calabozo. Tal vez en la infancia de Cabandié, que fue criado por Luis Falco, un oscuro oficial de la Policía Federal, “correctivo” haya sido un término familiar. Tristísima sorpresa: por la boca del hijo de desaparecidos sale la voz del apropiador. Trágica Argentina, que puede mostrar, a través de una historia mínima, un abismo gigantesco.
(*) La Nación
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.