“Soy casi un anarquista”, afirma el escritor Miguel Ángel Prieto, con una mirada fija y sonriente, como no dándole importancia a lo que acaba de expresar. El escritor desde ahora, comercializa su propio libro “El Tapiz de Seda” desde Corrientes al Día.

“Soy un novelista de las postrimerías de mi propio tiempo. Ese instante va extinguiéndose y, de rebelde ansioso, loco suelto, aventurero y atrevido, me solazo ahora con la imaginación de mis muchos setenta años, en la idea de una anarquía final y sin mandatos establecidos, en todos los sentidos habidos y por haber.” La palabra Estado lo enferma y lo subleva: “Sí, justamente a mí que habito en un país donde el Estado se mete hasta debajo de la cama, me da por sufrir de Estadofobia, sin respiro y desde edad temprana”. Precisamente por ello es que, en varias de sus novelas se refiere al tema. Lo que, según el autor explica como una verdad “sobre todo en los diálogos. Uno de los personajes centrales es, siempre, el encargado de transmitir esos sentimientos liberales, pero liberales en serio, de verdad; no de partidos o agrupaciones pseudo liberales o, lo que es peor, liberales militaristas, estatistas, golpistas y sacramentales. ¿Me quieres decir dónde se encuentra allí el liberalismo?. Recorre los Ministerios y cargos públicos y los encontrarás tffe siempre, medrando los beneficios milagrosos del poder desde el afto cero, con dictadura o democracia”, reconoce. Se levanta del sillón. No se queda quieto. Parece que recorrer ese pequeño espacio del living del departamento donde habita, le resulta como caminar por el mapa del mundo, donde otrora anduviera curioseando lugares, vidas y costumbres. Miguel Ángel Prieto, el novelista de setenta años, suspira y se acerca al ventanal del balcón. Levanta los brazos queriendo abarcar la inmensidad del cielo azul y exclama: “¿Sabes porqué me alegro de ser un setentón?. “Sin esperar respuesta dice: “Porque ya no tengo obligación de votar, aunque sostengo que la Ley Saenz Peña es inconstitucional. ¡No te digo! Nos han hecho votar de prepo toda la vida, con una ley anticonstitucional. La Constitución, que es la ley máxima, no tiene nada escrito sobre esa obligación. Lo que sí dice, es que el voto es un derecho y nada más. Tal como resulta ser en los países civilizados”, dice. Si el Estado lo enferma, el tema político lo lleva a extremos incalculables, por eso prefiere no escribir una novela política, según manifestó en una oportunidad. “Por supuesto, mi querida amiga. ¿Qué otra cosa que diatribas se pueden escribir sobre toda una sarta de pelafustanes, ladrándose como bestias carroñeras por la posesión de un hueso? ¿No los vemos y oímos todos los días?”, se pregunta. E inmediatamente continúa diciendo “ahora más que nunca, con el asunto del tiempo electoral, que para ellos es todo el tiempo. Se caen a pedazos casi muertos con una pata en el cajón y, allí están, hablando y haciéndose propaganda para continuar usurpando el lugar que el Estado les brinda con la obligación del voto. Ni siquiera se sonrojan cuando se los acusa de coimeros, ladrones y defraudadores en cuanto caso aparece a diario en los medios de prensa. No valen la pena, ni siquiera un gramo de tinta en un escrito cualquiera” . Trato de llevarlo al terreno del escritor de novelas, adonde deseo llegar. Pero parece que adivinó mi intención, entonces saca del anaquel Huemul, el secreto imposible, la primera de sus novelas y comenta: “Está dedicada en la primera página a las mujeres valientes. Claro está que la protagonista de la novela es una mujer que, por conocer y participar en los actos que llevan al encuentro y asesinato de Adolf Hitler en la isla Huemul (en medio del lago Nahuel Huapi en Bariloche), varios años después de terminada la segunda guerra mundial, corre un sinnúmero de peligros y, hasta ahí. No digo más, porque no tiene gracia que la conozcan sin haberla leído”, explica. En otras de sus obras, “Las Fases de la luna”, hay algo de la clásica historia de ardoroso amor juvenil que usted ubica en la guerra de Malvinas y el trágico final de los amantes en Madrid, unos años después. Interrogado sobre si esta obra es su preferida, calculando por la temática, el autor sólo dijo “es la segunda que escribí, proyectándola con las andanzas de uno de los personajes en continuación con la siguiente, llamada Commerce Databank Network Estas tres que mencioné: Huemul…, Las Fases.» y C.D.N., las confeccioné totalmente durante el año 2001. Seguí con una de espionaje internacional: El Tapiz de seda, terminada entre ese año y principios del 2002. A la editorial digital Libros en red, se le ocurrió reunir Las Fases… y C.D.N., en un único volumen con el título general de: Una vida entre dos historias, que involucra a estas dos nombradas. Ambas, tienen mucho de auténtica realidad, puedo asegurártelo”. Vuelve atrás y lo hace sobre “Las fases de la luna”. En este sentido explica que en ella “el lector encontrará con algunas desconsideraciones mías sobre la guerra de Malvinas, principalmente dedicadas a los genios que poseían el poder aquí. Si la gente busca contemplaciones al respecto, no las va a hallar. En un alegato simple, pero contundente y casi al final, el agente de viajes (personaje central de la novela), lo declama a un amigo en el Café del Grecco de Roma, en la Via Condotti: Los muertos estarán siempre allá, donde sopla el viento helado… sin haberse enterado que fueron simples fichas de la gigantesca ruleta del Casino de los Generales, los que cercenaron las alas de esos pájaros, cuando debían hacerse con las nubes y volar… para los infames del poder, no hay espacio ni destino…” Lo dijo leyéndolo, pero sólo unió algunas partes. Lo sé, porque leí el libro y me da la impresión de que no iba a poder terminar de leer el alegato completo: “Me estoy poniendo demasiado sensible” -trata de explicarme rehuyendo mi mirada -. “Sí, la prefiero por eso y algo más…”, dijo. En El tapiz de seda, la cuarta de sus novelas, encara el mundo del espionaje internacional, llevándolo por los vericuetos insondables de las traiciones y venganzas y hasta acciones heroicas. El caso del misil de alcance medio Cóndor u, fabricado en la Argentina con la financiación de Irak, es el motivo único y principal por el que desarrolla la trama en la que intervienen los servicios secretos de las grandes potencias. Las historias de Prieto se desenvuelven en distintos escenarios, cercanos y lejanos en la geografía, detallados con precisión y un conocimiento poco común. Podrían ubicarse en cualquier lugar del planeta y, los protagonistas, vivir sus aventuras tanto en Roma como en París, en Argentina o en Hawaii. “El mundo es pequeño Laura -dice bromeando- Con suerte, la próxima conversación periodística que me dispenses, podría ser en algún sitio europeo o en el lejano oriente, ¿quién sabe? Soñar no cuesta nada…” Es verdad para él, que siempre fue un soñador. Pero, como en la Divina Comedia, los sueños, sueños son. EL TAPIZ DE SEDA El tapiz de seda es, como se dijo anteriormente, la cuarta novela de Miguel Ángel Prieto. A través de sus páginas, encara el mundo del espionaje internacional, llevándolo por los vericuetos insondables de las traiciones y venganzas y hasta acciones heroicas. El caso del misil de alcance medio Cóndor u, fabricado en la Argentina con la financiación de Irak, es el motivo único y principal por el que desarrolla la trama en la que intervienen los servicios secretos de las grandes potencias. De esta manera, un escogido grupo de espías sale a la caza de los planos y fórmulas que se hallan, supuestamente, a resguardo absoluto en Bagdad, en manos de Saddam Hussein. Logrado el objetivo, el ocultamiento del sistema se realiza en forma original y efectiva en un antiguo tapiz de seda chino. La ambición gana al grupo de espionaje y allí comienzan sus tribulaciones: los cazadores son ahora la presa más codiciada de los respectivos gobiernos. La tensión crece página a página, hasta llegar al inesperado final. La idea del universalismo en el ser humano lo apasiona: “¿Cómo puede considerarse al hombre en un espacio limitado, consagrado a las fronteras de los Estados? Eso es, más o menos, como lo que resulta de las luchas religiosas. Todos peleándose entre si, en nombre de Dios, desde el principio de los tiempos. Así sucede con las líneas divisorias entre las naciones, de donde se nutre el mal de los nacionalismos. El mundo entero, este planeta, es lo único que tenemos y lo que debemos amar y cuidar en todos sus aspectos y, si llega el caso, hacerlo parte de la infinita universalidad que lo rodea. Esa será la verdadera libertad”, explica. Miguel Ángel Prieto no ha dejado de hacerlo notar en su novelística, principalmente en la quinta novela, aún sin editar. Lo mismo ocurre en la siguiente, la número seis: Una conversación inconclusa, también esperando su edición. “Mantengo la esperanza de llegar a verlas en forma de libro a las dos últimas, si es que no surge algún inconveniente y los vientos son propicios”, dijo. Con la novela El Tapiz de seda, tiene dos ediciones, una en 2003 y otra tradicional en 2004. Por otro lado, cabe destacar que Miguel Angel Prieto fue el primero y único de los escritores locales que editó en Internet, pudiendo hallarse y adquirirse todos los títulos en www.librosenred.com y en los internacionales de Amazon y Bames and Noble. Con datos sobre el autor y síntesis de sus obras, el lector interesado podrá consultar en el buscador www.google.com. Cuando Miguel Ángel Prieto habla de cómo se hace una novela, lo explica con su característico énfasis emotivo: “Es el producto de un golpe energético-emocional, del uso apropiado de los tiempos y los lugares en el lenguaje, las costumbres y la idiosincrasia de los personajes; más la aplicación de la fuerza imaginativa y la pasión, dentro del vértigo funcional que entrelaza amores, tristezas, alegrías, vidas y muertes”. Tiene más en el tintero, como él dice, pero por ahora no larga prenda. “No me gusta hablar antes de tiempo. Veremos qué pasa con la nueva idea a medida que tome forma en el papel”.