El Barco Escuela de remo del Club de Regatas Corrientes fue un emblema de la institución por dos más de dos décadas, en donde los jóvenes amantes del deporte aprendieron a remar y a hacer de la amistad un culto. La histórica inundación de 1983 y sus consecuencias se lo llevaron para siempre. Pero hay una historia que merece ser contada, para saber y aprender.

La práctica del remo a fines de la década de 1950 y comienzos de la década de 1960 había entrado en un “cono de sombras” en la faz organizativa y competitiva. Muy pocas embarcaciones que funcionaban se habían perdido por falta de mantenimiento y uso, como ser los 8 “clinkers”, además de alejarse mucha gente de la práctica activa sobre todo aquellos que hicieron durante mucho tiempo las veces de deportistas-dirigentes y principales animadores. La reorganización de esta actividad comenzó con una persona a la cual el Club de Regatas Corrientes le debe el haber devuelto al remo a la práctica en forma constante y competitiva, su nombre César Roque Mariño, el Profesor Mariño o el “Capitán Mariño” para quienes tienen el placer de haber sido sus discípulos. Roque Mariño en esa época decidió presentar varias alternativas para recuperar al remo pero la principal fue la creación de la escuela de remo a mediados de la década de 1960, volvió a afiliar al Club de Regatas Corrientes a la institución madre la Asociación Argentina de Remo Aficionado y fomentó y desarrollo las competencias intercolegiales locales. BOTE ESCUELA En aquellos días la embarcación que fue emblema de la escuela de remo y que se llamaba “Bote Escuela” era una embarcación de planta rectangular con proa y popa “roma” (sin diseño hidrodinámico) de aproximadamente 1.50 m de manga 10.00m de eslora y 0.5 m de puntal se disponían 4 puestos de remeros con remos largos a cada banda, un pasillo central de circulación a proa cubierta con “carabotín” y un puesto de timonel y timón en popa, era lo más parecido a una vieja “cubetera de hielo de aluminio” sin divisiones intermedias una especie de caja de madera que no pretendía lograr buena velocidad o perfomance náutica, sin embargo era una excelente embarcación para la enseñanza del remo ya que albergaba en cada navegación a 8 remeros en sus puestos, 3 alumnos más en espera para el recambio sentados en el carabotín de proa, un timonel-remero que también alternaba en la práctica y uno o dos instructores de remo o sea 14 tripulantes como máximo sin que la embarcación pierda estabilidad o se vea sobrecargada sumergiéndose más de lo debido, una embarcación muy segura “muy marinera y confiable” para quienes están haciendo los primeros pasos en el río. Podemos contar un poco más de esta embarcación que fue originariamente del Club de Regatas Santa Fe adquirida en 1966 por la suma de $ 1.000.000 (moneda nacional de aquella época) información que se pudo recabar a través de actas históricas de la Institución. EL AGUA SE LO LLEVO El bote-escuela, era varado sobre la costa y se lanzaba sobre rodillos todas las veces que navegaba, lamentablemente para comienzos de la década de 1980 esa embarcación se usaba poco y sufrió las consecuencias de varias inundaciones entre ellas la mayor de la historia de 1983 que llegó a 9.05 metros de la marca del puerto local esto es para que se tenga idea la altura de la losa de los vestuarios del estadio y la playa o llegando a la mitad de la escalera que desciende a la playa desde el ingreso al club, así lamentablemente ese viejo bote nunca se recuperó y fue “desguasado” para siempre. Otra de las utilizaciones del bote escuela era de “amasadora” sobrecarga de los remeros más diestros así por ejemplo en vez de remar 8, remaban 4, hoy rescatamos esta fotografía donde se puede ver a una tripulación del Colegio Pío XI formada por Abelardo Santillán, Rodolfo Gómez Gigliani, José Sacco, y Justo José Ramírez ubicados en la popa del bote escuela prestos a usarlo como “amasadora” a la altura del viejo paredón donde se levantaban las jangadas de la C.O.M (fábrica de maderas terciadas) hoy ese espacio ocupa la guardería náutica antes de la punta Cichero. Y las imágenes de una réplica en escala que hizo el modelista naval y timonel Carlos “Kilo” Jacobacci que de esta manera rescató esa antigua embarcación insignia que fuera cuna de varias camadas de remeros correntinos.