Opinión
Una frontera, un dilema
MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS
En un reciente viaje de Estados Unidos a México, tuve la oportunidad de volar en el avión junto a Gregorio, un joven Mexicano de unos 21 años. Me comentó que vivía en Carolina del Norte y que viajaba por cuatro meses a visitar a su familia en la ciudad de México. Me contó que vive en Estados Unidos con su hermano de 18 años y que están felices de tener un empleo en una companía de instalación y reparación de techos de tejas.
Conversamos de todo un poco, sobre su trabajo y su experiencia durante los últimos dos años. Los temas pasaban del clima a las turbulencias de las que era víctima nuestro avión. Gregorio me venía comentando que a él le encantaba viajar así, cuando de pronto me hizo una confesión que cambiaría el rumbo de nuestra conversación durante la próxima hora: “Ojalá el viaje de regreso fuese tan cómodo. Digo, porque lamentablemente voy a tener que caminar bastante para volver…”. Me quede sorprendido, su último comentario me dejaba muy claro que había estado conversando con un mexicano indocumentado de los que tanto se habla y polemiza últimamente en los Estados Unidos. La posibilidad de entrevistar a un “mojado” no se tiene todos los días, y en menos aún, a uno con tanta espontaneidad como la que caracteriza a Gregorio. Tanto oír sobre las nuevas medidas de control fronterizo, la polémica iniciativa privada conocida como minuteman project, las propuestas de militarización de la frontera y los interminables debates entre los legisladores que insisten una y otra vez en evitar una amnistía de ilegales (pese a que desde 1986 ya llevan aprobadas un total de 7) y en particular en no encontrar una solución conciliatoria para los Mexicanos indocumentados, que mi próxima pregunta era casi predecible: “¿Y no se ha puesto un poco difícil viajar así últimamente?”. Grande fue mi sorpresa al enterarme que las cosas “están igual de fáciles que siempre” y que la clave de todo es “tener un coyote de confianza, alguien que conoces desde hace tiempo, que normalmente es de la ciudad de la que uno viene”. En el caso de Gregorio, un coyote chilango, es decir un Mexicano del Distrito Federal, conocido de su padre y puntualmente quien los cruzó a él y a su hermanito por primera vez hace dos años, era la persona clave para garantizar su regreso. “Lo malo es tener que caminar buena parte del camino al regresar” explicaba Gregorio, “la vez pasada caminamos más de 20 horas para llegar, fue terrible”. Según mi entrevistado, los mexicanos que provienen de pueblos más pequeños o los centroamericanos que intentan llegar a Estados Unidos por medio de México, son los que más sufren en manos de coyotes que aceptan su dinero y luego los abandonan a su suerte en medio del desierto, no sin antes violar y secuestrar a las mujeres del grupo para luego prostituirlas. Mi próximo comentario iría dirigido a la amenazante iniciativa del minuteman project. Como muchos saben este tan publicitado grupo de ciudadanos ha venido criticando fuertemente la capacidad de trabajo de las autoridades migratorias y ha decidido armarse de binoculares y telescopios buscando evitar que llegue el día en que según ellos los “extranjeros ilegales y sus descendientes pasen a ser el grupo poblacional dominante en los Estados Unidos y se hallan apoderado de tal manera de nuestros sistemas políticos y sociales que tendrán mas influencia que la constitución sobre el modo en que se gobierna nuestro país”. Mi pregunta fue simple “¿Y que tan problemático es el esfuerzo de los minuteman en la frontera?”. “No pasa nada” dijo Gregorio una vez más. “Debes entender que los coyotes tienen a sus socios norteamericanos del otro lado de la frontera y que estos les informan en tiempo real de la posición de las autoridades migratorias, minuteman y demás problemas que puedan encontrar en el camino. Una vez que reportan eso, es tan solo cuestión de cambiar de ruta”. Caben varias reflexiones a partir de esta conversación. La primera: una frontera de más de 2.000 millas, que atraviesa cuatro estados norteamericanos y seis mexicanos, es algo muy difícil y caro de controlar con éxito. Dilapidar miles de millones de dólares para la construcción de un muro o el envío de militares para eliminar mexicanos que tan sólo intentan tener un trabajo que les permita alimentar a sus familias, es una alternativa lo suficientemente onerosa, extrema e inhumana como para ser descartada de plano. El mismo presidente Bush ha dicho en repetidas oportunidades que: “hay valores familiares al sur del Río Grande”. Ha llegado entonces el momento de que su administración demuestre que continúa sosteniendo eso. Porque en caso de aplicar políticas anti-Mexicanos como las que apoya Tom Tancredo, el gobierno federal terminará concentrando sus recursos en perseguir a jardineros y a meseros mexicanos, mientras los terroristas continúan entrando como lo han venido haciendo hasta el momento: en un cómodo avión y con visas en sus pasaportes. El grado de rechazo de los indocumentados mexicanos entre los ciudadanos norteamericanos continuará dependiendo de si los medios liberales se cansan o no de repetir una y otra vez que la economía de los Estados Unidos se encuentra estancada. Esta bien claro que cuando dichos medios dejen de inyectar propaganda política en periódicos y televisión, y reconozcan la bonanza económica de hoy día, la histeria anti-mexicanos disminuirá indefectiblemente. Una política migratoria sana consistiría entonces en brindarles la posibilidad a los mexicanos de cumplir las leyes migratorias de los Estados Unidos. Después de todo, el problema migratorio comenzó poco tiempo después de la declaración de la independencia de Texas en 1845, y el tratado de Guadalupe en 1848, por el cual Nuevo Mexico, Utah, Nevada, Arizona y California pasaron de manos mexicanas a manos norteamericanas. Hoy en día el sistema migratorio aprueba un máximo de 5.000 visas anuales para gente no profesional que proviene de México. Pero la economía de los Estados Unidos requiere a cientos de miles de personas avocadas a regar jardines, cuidar bebes, limpiar habitaciones de hoteles y preparar comidas. El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, ha dicho al respecto que: “a medida que vamos creando una economía mas compleja y acelerada, la necesidad de traer recursos y gente de otros países para que continúe funcionando sin problemas, es de gran importancia”. Sería entonces cuestión de prestar atención a la propuesta del presidente Vicente Fox y dejar que los beneficios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se extiendan a los trabajadores de México y crear una nueva categoría de visados para ciudadanos mexicanos con habilidades básicas que vendrían a tomar puestos de trabajo que ningún norteamericano desea aceptar por tratarse de actividades monótonas, repetitivas y que no constituyen ningún desafío en lo profesional. Obviamente, debería aplicarse fuertes multas a quienes han venido violando las leyes migratorias, para no ser injustos con los que hacen el esfuerzo de cumplirlas al pie de la letra. Esta solución tendría, desde el punto de vista de la seguridad nacional, una enorme ventaja: los organismos de seguridad e inteligencia de Estados Unidos contarían con información detallada de cada inmigrante mexicano: nombre, apellido, lugar donde viven, actividades que desarrollan y huellas digitales al día. No caben dudas de que en tiempos de terrorismo global, es bueno minimizar el número de indocumentados de los que no se tiene ningún tipo de registro. En el nuevo escenario, tendríamos inmigrantes mexicanos felices de respetar la ley y alimentar a sus familias, trabajando legalmente en las mismas actividades que lo hacen hoy en día, pero pagando los impuestos correspondientes y colaborando con los oficiales de migraciones. Las autoridades de seguridad tendrían precisa información sobre el paradero de estos trabajadores y el tipo de tareas que realizan. A partir de esta nueva situación, sería clave el esfuerzo conjunto de Estados Unidos y México en la lucha contra el narcotráfico en la frontera y la efectiva detención de potenciales amenazas a la seguridad del territorio norteamericano. (*) Recibido por Corrientes al Día de Fundación Atlas, por Eneas A. Biglione, experto en temas políticos y económicos de América Latina.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.