En la isla de CARAS, Nicole Neumann habló de la boda con “Nacho” “Herrero” y del sueño de formar una familia

Para Nicole Neumann (23) el 2004 fue un año de crecimiento profesional. A las campañas gráficas y desfiles a los que estaba acostumbrada, se le sumó su experiencia en el terreno televisivo: participó como actriz en varios capítulos de la tira “Jesús el heredero”, fue co-conductora de la entrega de premios Clarín a la publicidad y representante argentina en los MTV Awards Latinos. Sin embargo, lo que hoy más destaca del año que acaba de irse es su noviazgo con el también modelo y músico Ignacio Herrero (29), con quien cumplió su primer aniversario. El inicio de la relación en las playas de Punta del Este tuvo visos de escándalo al publicarse fotos muy sensuales de la pareja sobre la arena. Pero lejos de perjudicar esto la carrera de Nicole la catapultó a más, despojándola del aire gélido que algunos le achacaban y tornándola más humana y accesible para el gran público. Es por esto que la ex Lolita no tiene reparos en hacer un balance de la relación que humana y profesionalmente le cambió la vida. Invitada por CARAS, la modelo volvió a visitar la isla ubicada frente a Angra dos Reis, en Brasil, aclara los rumores en torno a un cambio de estado civil y confiesa su deseo de ser madre próximamente. —Empecemos por los rumores, Nicole. ¿Se casó en secreto o no? —Nada que ver. Yo deduzco que alguien nos vio cuando fuimos a renovar los documentos, pensó que era parte de un trámite para casarnos y puso a andar ese rumor. —¿Cómo se toma este tipo de rumores? —Me mato de risa. Ya es un clásico que cada tanto nuestros amigos y familias nos llamen y nos digan : “che, si se casan avísennos ustedes, no queremos enterarnos por las revistas”. —Pero lo concreto es que ya se han comprometido, ¿no? —Eso fue hace dos meses, en Mar de las Pampas. En medio de un fin de semana que nos tomamos para nosotros, Nacho me sorprendió con un anillo y me propuso casamiento. Fue algo muy íntimo, a orillas del mar. Y ahora me acaba de regalar otro, por nuestro primer año de noviazgo, que se cumplió el 6 de enero. —Siempre dijo que, por cuestiones familiares, las navidades le resultaban muy tristes. —Como la viví en esta ocasión junto a Ignacio fue totalmente diferente. En principio la pasamos en el campo y para hacerlo todo más genuino compramos un arbolito de verdad, no uno artificial como se suele hacer. Y lo decoramos con mucho esmero. También cocinamos y elegimos la música indicada. Fue una noche especial e íntima, que nos unió más. Hablamos mucho y proyectamos casarnos este año y tener hijos. Quiero que él sea el padre de mis hijos. —¿Cómo imagina a Ignacio como padre? —Lo imagino súper responsable. ¿Y sabés por qué lo imagino así? Por como trata a mis animales. El también los ha adoptado y se encarga de llamar al veterinario y de que los caballos tengan bien sus herraduras . Está al tanto de todo y cuidando cada detalle, así es que me imagino lo que va a ser con hijos. Seguramente será uno de los padres más “gagá” del planeta. —¿Le gustaría ser madre joven? —Sí, absolutamente. Todavía no podemos tener hijos por compromisos laborales, pero en cuanto se desinflen nuestras agendas, lo haremos. Ganas no nos faltan. —¿Compartirá la función de madre con el modelaje o piensa abandonar su carrera? —No, tiraré la chancleta y no trabajaré más como modelo. Me iré a vivir al campo, me dejaré el cabello oscuro y me pondré un arito en la nariz. Me dedicaré a diseñar ropa y ya no habrá más fotos ni rumores en mi vida. —¿De cuántos hijos se ve rodeada? —De cinco. Yo quiero tener cinco hijos, tres biológicos y dos adoptados. —Mientras tanto ¿practica con sus 26 perros? —Sí, practico con los cachorros. Una vez encontré en el campo seis cachorros con tres días de vida, que tenían el cordón umbilical colgando. Me los llevé a casa y durante 45 días, que es el tiempo en que tardan en destetarse, me ocupé de amamantarlos cada tres horas y de hacerles masajes en la panza para reemplazar el lengüetazo de la mamá, que les permite hacer sus necesidades. Justo estaba grabando la novela “Cabecitas” así es que me los tenía que llevar todos los días al camarín y en los descansos ir corriendo a darles la mamadera. Fue entonces que entendí que yo podría ser una buena madre. Si hice lo que hice por unos cachorritos, imaginate lo que podría llegar a hacer por un hijo. Es en este preciso momento de la entrevista cuando Ignacio, que acompañó a Nicole a la isla de Caras y que se suponía estaba durmiendo la siesta, aparece repentinamente capitaneando una barcaza al estilo gondolieri y hace perder a la modelo el hilo de la conversación. “¡Esto es lo que me encanta de Nacho! Me vive sorprendiendo. Con él me divierto todo el día. Con él es imposible aburrirte y además es un romántico total. Nunca me sentí con un hombre como con él”. —¿Es el primer hombre que la entiende? —Yo diría que sí. Es muy buen compañero. Yo casi no tengo horarios, mi vida es muy complicada; y sin embargo él me sabe acompañar. —La vida bohemia de Ignacio y su disponibilidad hacia usted ¿pudieron haber sido factores importante a la hora de elegirlo como pareja? Se lo pregunto porque en general sus colegas optan por empresarios y ellos no tienen tiempo para acomodarse a la agenda de una top model tan activa. —Supongo que lo que primó fue el amor. Pero no descarto esas características de Nacho. Yo nunca tuve como objetivo salir con un empresario, pero puedo llegar a entender por qué lo hacen otras. Como la carrera de una modelo es muy corta, deben pensar que casándose con millonarios se aseguran el porvenir. Yo nunca funcioné así, soy muy independiente. Empecé a trabajar a los 12, me fui de mi casa a los 16 y siempre todo lo que tuve me lo compré yo. Desde chiquita me compraba las botas de montar y el alimento para mi yegua. Así es que nunca me interesó ni me interesará alguien que me mantenga. Lo que busco en un hombre es que me ame y me acompañe. —¿Ignacio también es su cable a tierra? —O a la luna (risas). Cuando lo conocí a Nacho, hace nueve años, lo que me mató de él fue su humildad. La verdad es que nunca me fijaba en un hombre modelo, no me cerraban. Pero cuando lo conocí a Nacho sentí algo distinto. El me hablaba del cosmos, de las estrellas y de la energía planetaria. Imaginate, yo recién tenía 14 años y él me embobaba con todo lo místico. En fin, en ese momento no pasó nada porque yo era una nena. Pero ahora, que finalmente somos novios, es para mí un placer poder compartir este tipo de cosas porque yo también tengo una faz espiritual. He estudiado reiki, que consiste en curar con la energía que te brinda el universo, y leído la obra completa de Coelho. —¿Siente, entonces, que son almas gemelas? —Totalmente. Miramos la vida de la misma forma y nos proyectamos de la misma manera. —¿Cómo maneja Ignacio el tema de los celos? ¿Es muy celoso? —A Nacho todavía le cuesta el tema de los celos. Está siempre ahí, cuidando todo: cómo me visto, a qué evento voy, cómo son las fotos que tengo que hacer. Pero yo ya le dije: dejáme ser. No necesito nadie que me reprima en este momento en el que me siento mejor que nunca conmigo misma. Pero, ojo, lo comprendo, es difícil para él estar al lado de una mujer que vende seducción todo el tiempo. —¿Cómo fue realmente el reencuentro del año pasado, cuando tras nueve años de amistad a distancia decidieron apostar al amor? Sé que existe una historia oficial y otra más secreta. Cuéntenos la secreta. —Cada vez que nos encontrábamos él me decía que moría por mí, pero que aún no era el tiempo. De todos modos, yo no estaba disponible. Pero cuando nos volvimos a ver, en enero del año pasado, le dije: querido, es ahora o nunca —risas—. Si cruzás esa puerta, no me volvés a ver más. Por eso si querés intentar algo, quedate acá. Y así lo hizo. Es más, nunca volvió a México (donde vivía) para buscar sus valijas. Y ya no creo que lo haga. Estamos recasados. —Ya dijo que se casarán este año. Pero ¿cómo será la boda? —Será un evento absolutamente familiar y repleto de amigos; sin invitados de compromiso. Será en una playa, al atardecer, en una capilla montada especialmente sobre la arena. Quiero que haya músicos tocando la Marcha Nupcial con arpas y que también asistan todos mis perros y caballos. Lo que aún no he decidido es si apareceré descalza caminando por la orilla del mar o si llegaré montada en un sulky.