Salas dejó de ser jugador de River. El club le hizo una oferta inferior a la del último contrato y el chileno no aceptó. Por la tarde se despidió con una carta.

Traje gris oscuro, gesto descontracturado pero en el fondo serio, algo tenso, José María Aguilar salió del vestuario acompañado por Mario Israel y el vice Julio Macchi. Los tres dirigentes iniciaron su camino hacia las oficinas del primer piso del Monumental después de haber permanecido una hora y cuarto dentro de esas paredes que esta vez, más que de sudor y vapor de ducha, se impregnaron de ese ambiente perceptible en momentos de definición, con ese clima único, diferente, y que hacía que todo lo cotidiano hasta hace unos días luciera también totalmente diferente. Un grupo de periodistas con expectativas de información se acercó a los tres hombres que cargaban muchas novedades sobre sus espaldas. El presidente, antes de meterse en el ascensor, se hizo cargo y lanzó la frase directa, terminante, sin lugar para derivaciones abiertas: “Salas no va a seguir en River”. Eran las 10.27 y se confirmaba oficialmente que se terminó el segundo ciclo —y todo indica que no habrá otro— de uno de los ídolos más importantes de los últimos tiempos. En Núñez, ya no matará… Aguilar tiró esa noticia en primer término, como si él mismo hubiese jerarquizado la importancia periodística de lo que tenía para decir. Sus maneras esta vez llamaron la atención, porque había bancado al chileno hasta en sus peores momentos. Para nada conmovido, ya con el grabador encendido, ni siquiera impostó una posición sensible y esperó la oportunidad de endilgarle la responsabilidad de su salida del club: “Para estar, hay que querer estar. Es una cuestión de voluntades”. Y por primera vez no le dejó ninguna puerta abierta a una historia que venía indefinida, con idas y venidas, con extremo cuidado en los anuncios públicos o en las filtraciones de información por tratarse de una figura con llegada a los hinchas, más allá de la discontinuidad de esta última etapa: “Es un tema cerrado, no será parte del plantel”. Leonardo Astrada no hizo declaraciones, sobre este tema ni ningún otro. La Gata Fernández se lamentó por la noticia: “Es una pena que se vaya un amigo, un ídolo, un referente”. Aquella imagen que remitía fuertemente a despedida, a los 26 del segundo tiempo contra Huracán de Tres Arroyos, al cabo resultó la última de Salas con la camiseta de River. Ese día, en esos segundos, el chileno se despidió de los hinchas. Tal vez porque ya intuía que no habría más, tal vez por si acaso, después de salir por Almerares se tocó el corazón y le dedicó el gesto especialmente a la tribuna. Algo guardará en ese lugar íntimo, del mismo modo que él se aseguró un sitio destacado en la galería de personajes, momentos y goles —su especialidad— de este club. “Sólo tengo palabras de agradecimiento”, escribió en su página web. Esta despedida dejó un sabor agridulce, y más allá de esa sensación de vacío de cualquier adiós. Con Salas quedó una suerte de insatisfacción en esta última etapa, una permanente expectativa incumplida, una espera apenas mitigada con algunas apariciones trascendentes que volvían a encender el entusiasmo. En los últimos meses daba la sensación de que parecía que podía llegar a… Otro agregado a esta salida llena de resquemores. El final se sucedió por decantación, principalmente porque los dirigentes no estaban convencidos de retenerlo y él tampoco de quedarse. Entonces River hizo una oferta (más baja que 618.000 dólares, la cifra del contrato anterior) y Salas no la aceptó. “No encontramos el punto común en donde ambas partes salieran ganando”, explicó el chileno en su sitio en Internet, interesado en aclarar que no hubo otros motivos. “Le hicimos llegar una propuesta, pero resultó insuficiente”, contó Aguilar, apurado en remarcar que no habrá esfuerzo por mejorar el ofrecimiento. Las dos partes, a su vez, negaron una disidencia por la inclusión de cláusulas para que cobrara por partido jugado y para limitar sus frecuentes viajes a Chile. Ya afuera de River y en su país desde hace diez días, el Matador anunció que se tomará unas vacaciones. Su pase pertenece a la Juventus y ofertas por estos pagos, como él prefiere, no faltarán: de hecho, en Newell’s pararon algo más que la oreja. En Núñez quedará su imagen en el mural con las grandes glorias y su festejo clásico grabado en la memoria. Fuente: Olé