“Bolivia ha caído en la trampa de Repsol y Petrobrás (con la complicidad de Kirchner), inmediatamente después de librarse (momentáneamente) de otra campaña mentirosa, del consorcio Pacífic LNG (Repsol y British Gas), por la que se afirmaba que el país obtendría ventajas al vender gas natural a California, EEUU., al precio de 0.70 dólares por millar de pies cúbicos.”, comienza la nota publicada por Aboga2, cuyo autor es el periodista Andrés Soliz Rada, que recibió ayer Corrientes al Día.

En pocos días, Bolivia ha sufrido dos derrotas históricas. Ha perdido la guerra del gas, al autorizar la exportación de este energético a la República Argentina sin cambiar la ley de hidrocarburos, sin referéndum, sin eliminar la absurda divisas entre reservas probadas y existentes, que ha reducido los ingresos del Tesoro General de la Nación (TGN) del 38 al 6% y sin recuperar las acciones entregadas a la quebrada ENRON. Se ha despojado de su carta de negociación fundamental con Chile, ya que al aliviar la gravísima crisis energética que sufre su industria minera, disminuirán las presiones que pudieron haberle obligado a aceptar nuestra demanda marítima. El país ha sido una víctima de una conspiración mediática implacable. En primer lugar, no existe ningún “drama argentino” frente al cual debamos ser solidarios, como dice el representante de la ENRON en el gabinete, Antonio Aranibar. El vecino país exporta 20 millones de metros cúbicos diarios de gas natural a Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay. Consume 80 millones de metros cúbicos día. Es el mayor exportador de gas natural de América Latina, desde el Río Grande hasta la Patagonia. Es, además, un gran exportador de petróleo. Tiene, en cambio, un problema coyuntural de precios por divergencias entre el Estado y las petroleras, razón por la que afirmar, por ejemplo, que se convertirá en permanente importador de gas venezolano no es más que otra patraña. Los cuatro millones de metros cúbicos día que Bolivia exportará a Refinor, en Campo Durán, Salta, estarán destinados a alimentar las plantas de termoelectricidad que Repsol y Petrobrás tienen en la Argentina y que venden a Chile. Producirán también Gas Licuado de Petróleo (GLP) y productos petroquímicos, a partir del propano y butano, para uso interno del país vecino y para incrementar sus exportaciones. Cálculos conservadores, muestran que la suma de estas operaciones brindarán a las transnacionales utilidades anuales que fluctuarán entre 600 y 800 millones de dólares, en tanto que los ingresos para Bolivia no sobrepasarán los 29 millones de dólares en el mismo lapso. Se olvida, que Bolivia alimenta también a REFINOR, desde el campo de Madrejones, y que, a su vez, esta refinería vende al país alrededor de un millón de barriles diarios de derivados de petróleo (diesel, entre otros), en cuyo pago se consumirá la supuesta utilidad por los nuevos volúmenes de gas vendidos a la Argentina. Duele recordar que hace apenas diez años, Bolivia producía y exportaba GLP desde los campos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), a través de sus propios gasoductos, obtenido en sus propias refinerías. Esta gigantesca enajenación, ocasionará que Bolivia obtendrá ahora un dólar por cada 100 con los que se beneficiarán las petroleras. Bolivia ha caído en la trampa de Repsol y Petrobrás (con la complicidad de Kirchner), inmediatamente después de librarse (momentáneamente) de otra campaña mentirosa, del consorcio Pacífic LNG (Repsol y British Gas), por la que se afirmaba que el país obtendría ventajas al vender gas natural a California, EEUU., al precio de 0.70 dólares por millar de pies cúbicos. Nunca se pudo explicar cómo ese negocio favorecería a Bolivia, si el precio del gas en boca de pozo en EEUU alcanza a cinco dólares, en tanto esa potencia mundial exporta un trillón de pies cúbicos (TCF) anuales a Japón, México y Canadá. Por tanto, o el proyecto de Pacific LNG era sólo para Chile o Bolivia iba a recibir (igual que en el caso argentino) un precio de robo, extorsión y engaño. Sabemos que el país está inerme frente al saqueo. No obstante, por lo menos deben quedar registrados los nombres de los que viabilizan los incalculables perjuicios a un país pobre. La campaña de desorientación está orquestada por la Cámara Nacional de Hidrocarburos, que agrupa a las petroleras que operan en Bolivia (British Gas, Petrobras, Repsol, Total, etc), entidad que, de manera insólita, forma parte de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz, desde donde ha presionado para que la Federación de Empresarios Privados de Tarija se desafilie de su ente matriz en un paso más que busca la disgregación nacional. El principal vocero de la Cámara de Hidrocarburos es Carlos Alberto López, ex director de la petrolera Chaco. Tampoco es ajena la acción del Presidente del Comité Cívico de Tarija, Roberto Ruiz, Vas Werner, quien, hasta hace pocas semanas, aseguraba, al igual que López, que si el gas boliviano no se exportaba a Californía, quedaría bajo tierra por los próximos siglos. ¿Serán capaces estos señores de explicar sus afirmaciones, respaldadas, en tono menor, por Carlos Miranda, otro de los beneficiarios de la liquidación de YPFB? El historiador Carlos Mesa y su ministro Antonio Aranibar, pasarán también a la historia como los continuadores de las políticas de Melgarejo y Sánchez de Lozada.