El Presidente y su comitiva arribaron hoy al mediodía a Beijing, procedentes de Praga, para iniciar una visita oficial de cinco días para incrementar los lazos comerciales. El presidente Néstor Kirchner y su comitiva arribaron hoy al mediodía a esta capital, procedente de Praga, para iniciar una visita oficial de cinco días, y su primera actividad, fuera de agenda, fue visitar la Gran Muralla china. (Fuente: Infobae)

El primer mandatario, al llegar aquí, fue directo a su alojamiento, en la Villa Diaoyutai, un predio de suaves ondulaciones, con arroyos, pequeñas cascadas, puentes, jardines, mucho verde y, diseminadas en ese entorno, numerosas construcciones nuevas que respetan rigurosamente la histórica arquitectura de los palacios orientales. En un buen ejemplo de que lo privado convive aquí con lo estatal y el sistema comunista en forma tan armoniosa como confusa de a ratos, la Villa Diaoyutai es, en verdad, un hotel de primerísimo nivel -cada una de las “casas chinas” del predio es un conjunto de habitaciones-, donde se hospedan turistas y hombres de negocios acaudalados, pero donde tiene también el gobierno de la República Popular de China las residencias oficiales de los huéspedes de Estado. El presidente sólo abandonó la residencia para, a media tarde, hacer una visita a la Gran Muralla. Confesó estar cansado por el viaje pero no quiso perder la oportunidad de conocerla algo que ya no le permitirá la apretada agenda que lo espera en los dos días que visita oficial a esta ciudad capital y que comienzan hoy. Mañana el presidente Néstor Kirchner empezará a cumplir con la agenda de esta visita a la República Popular de China y su primera actividad será pronunciar un discurso en un seminario de Turismo. En su comitiva se le asigna casi tanta importancia al objetivo central de este viaje -incrementar fuertemente las exportaciones a este país y establecer un flujo de negocios de ida y vuelta- como lograr que el gobierno chino designe oficialmente a la Argentina “país receptor de turismo” y la empiece a incluir en los paquetes que aquí se ofrecen para el exterior. Algunos números indican que, ciertamente, no es un objetivo desdeñable. En un reflejo contundente de que el crecimiento al 8% anual que está experimentando la economía china y su paulatina “privatización” están generando vastos segmentos de ricos y acomodados en forma vertiginosa, hace tres años salían de China en plan turístico seis millones de personas; el año pasado fueron 22 millones los que hicieron valijas para conocer el mundo y los cálculos de los entendidos dicen que dentro de dos años serán cien los millones de chinos que anualmente hagan turismo fuera de su país. Luego del seminario de turismo, Kirchner dará al mediodía un discurso de cierre en el seminario económico “China-Argentina, socios para el crecimiento”, que abrirá temprano el ministro Roberto Lavagna y que incluirá un almuerzo con empresarios de ambos países. A las cinco de la tarde, comenzará la ceremonia oficial de bienvenida al presidente Kirchner, con una sucesión de actos y reuniones que terminarán recién bien entrada la noche. El programa dice que a las 17 Kirchner y sus funcionarios -los ministros de Planeamiento, Infraestructura y Vivienda, Jorge De Vido; de Economía, Roberto Lavagna; y el canciller Bielsa, entre otros- serán formalmente recibidos en el “Gran Palacio del Pueblo” -la sede del Gobierno- por el presidente de y secretario general del Partido Comunista Chino, Hu Jintao. Media hora después se iniciará una audiencia privada de ambos mandatarios y luego, en forma previa a la firma de convenios, se realizará una reunión de trabajo ampliada con funcionarios de ambos países. Finalmente, a las 19, se servirá en el mismo lugar un banquete que Hu Jintao ofrecerá a Kirchner, su esposa y 40 miembros de su delegación. Los objetivos económicos de este viaje se reflejarán también en las jornadas siguientes. El martes el Presidente inaugurará la “Consejería Agrícola” en la Embajada Argentina; y el jueves -último día de su estadía en China- desayunará en Shanghai con los 20 empresarios de mayor inversión en nuestro país que forman parte de este viaje (la delegación total incluye a casi 200 empresarios argentinos), y por la tarde dará un discurso en otro seminario económico. El gobierno de Kirchner planificó este viaje desde tres datos que conforman una realidad auspiciosa pero también compleja para las pretensiones argentinas. Con 1.300 millones de habitantes (el 22% de la población del mundo), un crecimiento constante al 8 por ciento anual de su economía y una apertura que ya se traduce en importaciones por 400 mil millones de dólares al año, China es un mercado potencial enorme, virtualmente infinito, tanto para colocar productos de los más diversos rubros, como para radicar aquí inversiones empresarias. Pero, por supuesto, el mundo entero está mirando a China, muchos ya han tomado claramente la delantera y ya no queda demasiado tiempo. Y por ahora, la balanza dice que China compró el año pasado en Argentina productos por apenas 2.500 millones de dólares, una cifra que este año podría crecer fuertemente pero que no llegaría de cualquier modo a 4.000 millones, el 1% de las importaciones de este país. El segundo dato que se maneja en la comitiva presidencial y en la delegación empresaria es la convicción de que la clave es “diversificar” las exportaciones a este país. Dada su cantidad de población, prácticamente no hay producto alguno que China no necesite comprar. Pero el realismo también indica que, por ahora, la oferta argentina seguirá estando concentrada en los alimentos (fundamentalmente soja) y derivados agropecuarios. Eso explica el refuerzo de la consejería comercial de la Embajada en Beijing: un férreo (y para algunos funcionarios argentinos, “caprichoso”) control sanitario complica fuertemente las colocaciones de nuestro campo en este país. De hecho, la carne vacuna argentina -tan promocionada en restaurantes europeos- no entra a China. El tercer problema, por último, se resume en la palabra “cantidad”. Habría que volver al dato de los 1.300 millones de habitantes que tiene este país para ver que cuando China hace una compra, su demanda suele sobrepasar sideralmente la capacidad de oferta argentina. Por ejemplo, la leche no es aquí un consumo tradicional y el gobierno chino quiere imponerlo como alimento para la infancia, pero tampoco tiene buenas vacas lecheras y quiere mejorar las razas. Por eso, funcionarios de la provincia de Hebey han estado hace unos meses en La Plata tratando de comprar embriones de ganado bovino. La operación presenta diversas complejidades pero hay una llamativa: Hebey, que tiene “sólo” 67 millones de habitantes, tiene un millón y medio de vacas receptoras y habla de una demanda de unos tres millones de embriones al año: nosotros podemos producir solamente unos 100 mil.