Los terroristas que atacaron la escuela de Beslán violaron a las pequeñas, mataron por la espalda a los que escapaban y obligaban a los rehenes a tomar su orina. La cifra de muertos por el sangriento desenlace del masivo secuestro en el colegio de Beslan, Osetia del Norte, es de 338 según las cifras oficiales anunciadas hoy por el comité de crisis, pero el Ministerio de la Salud de esa república rusa las calculó en 460 y fuentes extraoficiales hablan de 600.

Corrientes al Día pudo saber a través de un parte de Infobae que, según un comunicado del gobierno ruso, son 155 los niños muertos y sólo 184 de los cuerpos fueron identificados. De acuerdo a un responsable del Consejo de la Federación, Oleg Teziyev, hay 191 desaparecidos, la mayoría de los cuales serían niños, informó la agencia rusa Interfax. No obstante, el Ministerio de Salud de Osetia del Norte, difundió hoy que las víctimas fatales del secuestro fueron 460, según se publicó en la página on line gazeta.ru. Por su parte, el director del Centro Kavkaz -una fuente alternativa a la información oficial-, Visami Tutuyev señaló que se había producido una verdadera “catástrofe” con unos 600 muertos. Además, en el hospital de Beslan quedan 447 heridos, entre ellos 234 niños y 58 en estado crítico, dijeron fuentes médicas. La diferencia en las cifras se da en el marco de la enorme confusión reinante tras el trágico desenlace del secuestro perpetrado por un grupo armado checheno y a la reticencia del gobierno ruso a proporcionar datos precisos. La notoria distancia entre realidad y versión oficial quedó demostrada cuando se supo que dentro de la escuela, que celebraba el primer día de clases, había 1.180 rehenes cuando en las primeras horas del secuestro el gobierno del presidente Valdimir Putin habló de unos 350. En tanto, hoy fueron enterrados en Beslan 22 cuerpos de víctimas de la masacre en el marco de una largo cortejo de familiares que lloraban y mostraban carteles con fotografías de los niños muertos. En la ceremonia fueron sepultados los restos de las hermanas Tetov, Ira, de 13 años, y Alina, de 16. “Sean valientes, sean sabios. En la historia de Rusia hay muchos ejemplos de momentos trágicos superados sólo gracias a la unidad y la fuerza del pueblo”, dijo el patriarca Alexis II, de la iglesia ortodoxa rusa, en Moscú. El gobierno de Putin decidió no enviar representantes oficiales a las exequias y dispuso duelo nacional para el lunes y martes. El presidente apareció en la televisión anunciando un refuerzo de la seguridad en la región del Cáucaso donde, aseguró, el terrorismo internacional está abocado a “una guerra total y despiadada” contra Rusia. En ese marco, arrecian las críticas a la manera en que el Kremlin resolvió la crisis ya que, se considera, priorisó el uso de la fuerza antes de mantener las negociaciones con los captores. La información oficial indica que el asalto de las tropas rusas comenzó tras una primera explosión, que varios testigos atribuyeron al estallido accidental de una de las numerosas bombas colocadas por el comando checheno en las paredes, puertas y aros de basquet del gimnasio de la escuela. Por su parte, el médico pediatra Leonid Roshal, que había sido solicitado como mediador por el comando de secuestradores, coincidió con la versión de que hubo al menos una explosión antes del ataque de las tropas rusas según el testimonio de sobrevivientes que él pudo escuchar. Sin embargo, el político liberal de oposición Vladimir Ryshkov exigió la formación de una comisión investigadora independiente porque de lo contrario el pueblo ruso “nunca conocerá la verdad”. Ryshkov responsabilizó a Putin por ordenar “el asalto del colegio y matar o herir a un total de 1.200 personas, prácticamente a todos los rehenes. Es un monstruoso crimen contra la humanidad”. Como resultado de la tragedia renunció el ministro del Interior de Osetia del Norte, Kasbek Dsantijev, quien declaró que “no puedo seguir ocupando mi cargo después de todo lo que ha pasado”. Por otra parte, los investigadores rusos afirmaron hoy que el grupo comando estaba integrado por 32 personas, dijo hoy el subprocurador del Estado, Sergei Fridinski. “Hasta el momento hemos recuperado los cadáveres de 30 terroristas”, afirmó Fridinski, quien explicó que entre ellos había chechenos, ingushes, kazajos, árabes y también “terroristas de nacionalidad eslava”. Además, las autoridades rusas detuvieron a tres sospechosos, dos hombres y una mujer, que habrían participado de la toma de la escuela, según informó el Ministerio del Interior norosetio. TESTIGO DEL TERROR La vida de Dzestélova Dzerassa nunca volverá a ser la misma, más aun habiendo sido testigo a los 12 años de una masacre, de violaciones, asesinatos y toda la violencia de un grupo de fundamentalistas chechenos. Por suerte, la joven que cursa el 7º grado de la escuela atacada, pudo escapar tras la primera explosión y corrió con un grupo de chicos, de los cuales unos 40 cayeron bajo el fuego de las balas terroristas, pero Dzerassa no fue herida. La niña no vio a sus espaldas como morían sus propios compañeros mientras corría. Un vecino que después ayudó a transportar los cuerpos admitió: “Vi una cuarentena de cadáveres, de los cuales tres cuartas partes eran de niños que tenían agujeros de bala en el cuerpo, con entrada por la espalda”. Los guerrilleros violaron a las chicas, según admitió la joven de 12 años y relató que “los bandidos no nos daban agua. Decían que estaba envenenada. Bebíamos a escondidas cuando íbamos al baño, pero nos dejaban salir rara vez. Las personas orinaban en botellas y lo bebían después”. Cuando los chicos podían ir al baño, en una sala contigua había flores y se las metían en la boca para comer algo, ya que los terroristas no permitían ingerir nada en las más de 50 horas que duró el cautiverio. Amenazaban permanentemente a los rehenes y obligaban, aun con el calor, a que todos se encimaran entre sí para que ello contaran con espacios para desplazarse. Les decían a los 1.200 rehenes que morirían allí y que rezaran a Dios. “Era una carnicería. Nos decían que nunca saldríamos vivos de allí” dijo Izvestia Gadjinova, de 14 años. “Exigían que dejáramos pasillos libres para que pudieran desplazarse libremente. Amenazaban con tirar sin aviso si un pie o una mano sobresalía”, dijo la jovencita.