Los muertos de la guerra de Irak, que cumple hoy tres años, pueden rondar ya por lo menos las 40,000 personas, en momentos en que la Casa Blanca habla sólo de una eventual retirada gradual de sus tropas y se aviva el debate en torno a si se asoma una guerra civil en el país árabe. Los temores de que se desarrolle una guerra civil en Irak datan desde el mismo día de la invasión.

Pero, en el Pentágono – aunque se reconoce que el camino de la guerra civil sigue abierto -, se apuesta a que los iraquíes optarán por el camino “de la democracia y el progreso” y prefieren describir los cada vez más sangrientos enfrentamientos entre chiitas y sunitas, como “violencia étnica”. “No estamos, todavía, completamente fuera de peligro”, ha advertido, sin embargo, el embajador estadounidense en Irak, Zalmay Khalilzad, al reconocer que la amenaza de la guerra civil está presente. Las históricas divisiones entre chiitas (que componen un 60% de la población ) y sunitas (un 25%) se han recrudecido. El incidente más trágico fue el bombardeo ocurrido el 22 de febrero en un importante santuario musulmán chiita en Samarra, que causó sobre 200 muertes. La organización británica “Iraqbodycount” calcula que 40 personas mueren diariamente en Irak a causa de la guerra. Sus estadísticas – recopiladas a través de las morgues en Irak e informes de prensa – señalan que entre 33,679 y 37,795 civiles han muerto en Irak desde que Estados Unidos, con la colaboración de tropas británicas, invadió el país árabe. Desde el 20 de marzo de 2005 hasta el 1 de marzo pasado, las muertes sumaron 12,617, el total más alto en un año desde que comenzó el conflicto militar. Si a las casi 38,000 muertes civiles en Irak se le suman las bajas militares estadounidenses (por lo menos 2,315), los soldados iraquíes y de otras naciones, la pérdida de vidas superaría las 40,000. El Gobierno de Estados Unidos atribuye a los grupos “terroristas” que resisten su presencia en Irak la amplia mayoría de las muertes civiles en el país árabe. Kenneth Pollack, analista del grupo de estudio del Instituto Brookings, ha indicado que sin mejorar la seguridad para el iraquí de a pie, la reconstrucción que persigue Estados Unidos está abocada al fracaso. “La debilidad principal de la estrategia militar en Irak ha sido la inhabilidad de proveer seguridad básica a los iraquíes”, indicó Pollak, en un estudio reciente que fue objeto de un foro de discusión la semana pasada en Washington. En Estados Unidos, la opinión popular está mayoritariamente convencida de que la invasión fue un error. Según la más reciente encuesta Gallup, el 57% de los estadounidenses considera que el gobierno de Bush no debió de haber ordenado la guerra. La popularidad de Bush ha caído al 37% – en vez de describírsele como una persona honesta, como sucedía en 2004, ahora se le otorga más el adjetivo de incompetente – y el propio inquilino de la Casa Blanca está nuevamente en campaña tratando de amortiguar las críticas. Bush, en momentos en que los republicanos se preocupan de que los demócratas puedan minar su mayoría en el Congreso, ha prometido comenzar una reducción de tropas – que suman ahora alrededor de 133,000 – a partir de diciembre, un mes después de las elecciones legislativas en este país. Pero, el general John Abizaid, comandante en la región, ha hecho claro que Estados Unidos, aunque pueda reducir significativamente sus tropas en algún momento, mantendrá presencia militar en el país árabe. La meta a corto plazo del Pentágono es colocar 75% del territorio iraquí en manos de las tropas locales, reduciendo marcadamente el patrullaje y las intervenciones de sus soldados. “Estados Unidos no le dejará Irak a los terroristas, que quieren atacarnos de nuevo. Completaremos la misión”, indicó ayer Bush, en su mensaje radiofónico de los sábados, en el que se mostró nuevamente confiado de que los parlamentarios iraquíes logran formar un gobierno de unidad, que ayude a disminuir la violencia. Para el congresista boricua Luis Gutiérrez, la opinión popular reconoce que las metas que se trazó Bush con la invasión, o fracasaron o quedaron a un lado. “No encontró armas de destrucción masiva e invadió con el objetivo de sacar del poder a Saddam Hussein, y formar un nuevo gobierno. Pues ya las elecciones pasaron, me pregunto entonces ¿qué estamos haciendo en Irak?”, sostuvo Gutiérrez. “La presencia de nuestras fuerzas armadas es quizá el impedimento más grande que existe para normalizar a Irak. Todo el movimiento allá está centrado en que Estados Unidos se tiene que ir de Irak”, agregó. Según el demócrata Gutiérrez, además, “es un bochorno” que sea el actual liderazgo republicano de Bush y el vicepresidente Richard Cheney los más decididos a mantener la presión militar en Irak. “A Cheney, cuando su Gobierno le pidió servir en las Fuerzas Armadas, en cinco ocasiones consiguió diferir el servicio militar obligatorio de la guerra de Vietnam. Y ahora es el cheche más grande de la película cuando se trata de que otros mueran”, dijo. Para el comisionado de Puerto Rico residente en Washington, Luis Fortuño, sin embargo, ya no es momento de juzgar la decisión de intervenir en Irak, que tuvo el apoyo del Congreso. Pero, cree que se acelera el plan para que retornen a casa las tropas estadounidenses, aunque sostiene que “hay que ser responsables y permitir que las tropas de Irak tomen el control de su país”. Hoy habrán manifestaciones multitudinarias alrededor del mundo en favor del cese de la guerra. En Estados Unidos y Puerto Rico se denuncia además, cómo la guerra ha limitado los derechos civiles ciudadanos, particularmente a través de la llamada “Ley Patriota”, que ha ampliado la autoridad de las agencias federales para grabar conversaciones telefónicas e investigar a ciudadanos y grupos que el Gobierno puede considerar “sospechosos”. En el Congreso, existe un pequeño movimiento, encabezado por el demócrata John Conyers, dirigido a promover un juicio político en contra de Bush, por su actuación en esta guerra. La medida, sin embargo, sólo cuenta con el apoyo de 31 representantes en la Cámara baja, incluida la boricua Nydia Velázquez. La iniciativa que sí ha causado un debate importante aquí es una resolución del senador demócrata Russell Feingold que busca censurar a Bush por la intención – en este momento paralizada -, de colocar el descargue de barcos en puertos claves de Estados Unidos en manos de una compañía estatal de los Emiratos Árabes Unidos. Ese debate ha reflejado que los republicanos del Congreso intentarán este año desvincularse de las decisiones de un debilitado Bush que puedan perjudicarles electoralmente. (*) Recibido por Corrientes al Día de José A. Delgado; jdelgado@elnuevodia.com