La inseguridad. La escasez. La anomia moral. La economía. La inflación. El desparpajo institucional. La fractura social. La corrupción. La exclusión. La discriminación. El desencuentro político. La injusticia. La violencia. La confrontación. La intolerancia. El miedo. La confusión. El revanchismo. El resentimiento. El ventajismo. Los privilegios del poder. La adulancia. El cortejo. Son estos los antivalores que hoy plenan nuestra cotidianeidad. Y el país marcha y se enciende, levantado en protestas, en medio de una burbuja de aparente bonanza, sin leche, huevos, pollo, azúcar,.donde también escasea un liderazgo coherente y en medio de la ansiedad, lo que crece, es la apatía y la desesperación.

El país está inmerso en sensibles contradicciones y desequilibrios. Usted va un supermercado en el Este de la Ciudad y si consigue Azúcar, la pagará a 2 000 Bs/Kg. Gracias a la “magia” de la regulación. Sin embargo en Petare o en Pinto Salinas, la pagan a 6.000 Bs/Kg . Así sucede con la docena de huevos (15.000 Bs.), la leche en polvo que la venden a 20.000 Bs/Kg los buhoneros.más otras tantas experiencias como granos, harina, aceite, carne, etc. El Estado estrangula las cadenas de distribución con los precios controlados mientras en los barrios de Caracas y en el comercio informal, la vista gorda del Seniat, favorece a Mercal y golpea el bolsillo de los sectores populares. El país al revés (distante de la oferta socialista), tiene otras múltiples expresiones de capitalismo a la torera, con traje de “luces” y capota roja. No intente Usted ir a un restaurante de “tres soles”. O no podrá entrar o pasará trabajo para pagar la cuenta. No vaya a un centro comercial, no podrá entrar con facilidad. Un tráfico sin parangón abarrotado de lujosos vehículos, colapsará sus mejores ánimos de llegar a su destino. Y después de llegar no podrá estacionar. No hay pasajes para destinos locales o internacionales. AA, Delta, Continental Varig, Air France, Lufthansa, Acerca, Air Europa, Santa Bárbara, Tap, etc, hacen su perpetuo Agosto. Incluso con un año de anticipación no hay reservas para el viajecito. Es más “fácil” optar a un crédito para la compra de un vehículo, que decidir acondicionar el viejito. No hay repuestos. No hay whisky. Pero vaya a cualquier fiesta en la Esmeralda, y verá como corre el Scoht de 18 años, exóticas comidas y los más finos embutidos. No hay vivienda. Horas y días de protestas esperando por un techo digno. Pero en cuestión de segundos, las preventas de inmuebles superlujosos en Panamá, Miami o N.Y., se agotan por las generosas y compulsivas compras de compatriotas venezolanos. Y en Caracas apartamentos de lujo suben como la espuma, cotizándose en dólares-sic-. Y no hay ocupación disponible en los hoteles cinco estrellas. Todas las semanas mueren en el país más de 200 almas. No hay funcionario ni institución que hable de ello. Los secuestros están a la orden del día. Los ornamentos, las calles y avenidas, nuestras plazas, barriadas y urbanizaciones, están a merced de la basura, del deterioro y de la oscuridad Pero hay que hacerles una estatua a Fidel y al Che Guevara. Y el responsable, es “video loco”. Los hospitales no tienen ni insumos y ya los médicos están de éxodo. Pero las estadísticas de Barrio Adentro I, II, III, IV, V, etc, etc, etc, acumulan cifras millonarias en atención y en dinero. No hay presupuesto para la cultura, sin embargo se destinan horas y montos extraordinarios en cadenas en el Teresa Carreño. El túnel de la cabrera se está cayendo, pero lo adorna un magnánimo mural. Quitaron el peaje de tazón, pero la autopista del este se está hundiendo y tazón sigue siendo una guillotina. Pagamos cifras extraordinarias por el segundo puente sobre el Orinoco y el viaducto de la Guaira. Tenemos un aeropuerto internacional bien reacondicionado. Pero en Puerto Ordaz el sicariato de líderes sindicales, los crímenes ecológicos o el colapso de las empresas básicas es el pan de cada día. Vargas sigue siendo tierra de nadie, un mal recuerdo de una tragedia desatendida, donde todos ruegan a Dios que no vuelva a llover, porque será historia repetida. El Petróleo está a precios records, pero la producción se ancla o desciende, y en todo caso, los recursos sólo se ven, en el reporte de los párrafos anteriores (compra de aviones privados, hummers, condominios, viajes, prendas, bebidas, etc complementan la lista). El anecdotario de contrastes es interminable. Pero no es de gratis. Venezuela atraviesa en este momento una terrible realidad de anomia moral y dejadez. Ya nos olvidamos de RCTV. Y frente a esta situación creemos que el único responsable es un sólo hombre. No puede serlo. Cuando una sociedad tiene conciencia de sus valores y de sus derechos, no tolera tanta contrariedad. Es mucho lo que tenemos que reflexionar los nacionales de esta tierra de gracia, sobre nuestra actitud frente a los antivalores y los desafíos. Las conveniencias, el oportunismo, la indolencia, se imponen a la sensatez, el civismo y el amor por el país. Los esfuerzos valientes y gallardos de la comunidad estudiantil, las golpizas, los riesgos asumidos; sus marchas, consignas, prédicas, luchas, etc, quedarán en el recuerdo, en los videos, en las primeras páginas de los diarios, si cada uno de nosotros no nos emancipamos de tanta fatuidad e indiferencia frente al desmadre institucional, social, ético y económico que estamos atravesando. La Asamblea sigue su agenda reformistas a puerta cerrada. La oferta política del Presidente de la República marcha a paso aprobatorio. Y aun las fuerzas disidentes observan y se preguntan qué hacer. No hay consenso, no hay reacción palmaria, no hay respuesta contundente de la sociedad civil. Y estamos a la espera que Escarrá y Rosales se pongan de acuerdo para ir a votar o no-sic- cómo si tal evento resumiera la solución de nuestros males. Entretanto hacemos colas de horas por un litro de leche, por un trozo de pollo, por un media de azúcar, mientras nuestros hijos no saben que futuro les depara, no sabemos con certeza qué la historia que estudiarán, no sabemos que nos espera a la vuelta de la esquina de la inseguridad, que nos presagia los vientos de “guerra”, siendo que aceptamos con trepidante quietud, la más desbordada anarquía. El país está levantado en protestas. Pero no hay pliegue, no hay cohesión, no hay sentido solidario. El desbordamiento no es sólo oficial. El desbordamiento es también de los sectores supuestamente democráticos y libertarios del país. La más peligrosa y delicada sumisión ciudadana frente al desmembramiento de un país, anula las esperanzas y la fe sobre la venezolanidad. Una reforma entubada y a espaldas del pueblo, no es más que una expresión de falta de sentido de sacrificio y seriedad en el ejercicio de nuestros derechos y DEBERES. Por ese camino, los pueblos pierden el crédito y el mérito de su prosapia. Moral en las casas, moral en los cuarteles, moral en los medios de comunicación, moral en los empresarios, moral en los estudiantes universitarios, moral en la conducción del Estado, moral en la familia” gritó desesperadamente con tabique roto, ese valiente muchacho llamado Juan Goicochea. Basta ver con qué reserva moral será recibida ese derroche de lucidez. La “reforma” es moralmente inaceptable, sentenció la Iglesia. Agregaríamos, vivir y padecer lo que estamos tolerando, es moralmente inaceptable. No crea Usted que la cosa, no es con cada uno de nosotros. No crea Usted, que el desdén lo pagarán otros. No crea Usted que de esta crisis de valores de todo orden, nos librará Ledezma, Borges, Escarrá, el propio Chávez, la Iglesia, los estudiantes, los micros de ciudadanía activa, Bush o Globovisión. No. Sólo la acumulación calificada de decisiones individuales conscientes, integrales y amalgamadas, nos emanciparán de nuestros miedos y de esa percepción, de que NADA ME INCUMBE o poco puedo hacer., de que la responsabilidad NO ES MIA. Esa sensación de soledad frente al conflicto, sólo se vence cuando desmonto mis letargos, cuando dejo de aislarme del mundo y potencio mis pasiones, porque se que tengo MUCHO QUE PERDER. Sólo pensar y estar persuadido que lo que puedo perder, es la felicidad de mis hijos, el futuro y la buena convivencia de nuestro pueblo, será suficiente para sembrar nuevas decisiones. Y cambiaremos de actitud, porque caeremos en cuenta, que estamos perdiendo todo un espacio DE VIDA. El país resistirá cualquier estado de barbarie y primitividad, mientras estemos dispuestos a soportarla. El límite del abuso y el desorden, es la activación de nuestra conciencia individual de contrarrestarlo y desterrarlo. Ese es gran valor necesario para construir la conciencia colectiva. La democracia y la libertad no es lo único que está en juego. Esto luce ahora muy etéreo. Es nuestra dignidad como sociedad la que realmente decretará la muerte o la vida, de nuestro éxito o de nuestro fracaso. No una reforma más. Votarla o no, no es un fin en si mismo. Es una nimiedad de cara al compromiso que exige el momento. (*) Recibido por Corrientes al Día de Carmen Cristina Wolf; http://literaturayvida.blogsome.com. Un Especial de Literatura y Vida.