WASHINGTON.- El riesgo más inminente -el de caer en cesación de pagos por primera vez en su historia- parecía ayer completamente desterrado en los Estados Unidos. La Cámara de Representantes aprobó finalmente la elevación del techo de deuda y se espera que este martes la ratifique el Senado.

Pero fue tal la ola de descontento, de desconfianza y de renovada disputa partidaria que generó ese acuerdo que los mercados mundiales volvieron a cerrar en baja: Wall Street cayó un 0,09% mientras que las pérdidas en las bolsas europeas superaron el 4%.

Además, según advirtieron analistas y líderes políticos internacionales, el acuerdo no logra despejar el riesgo de una futura rebaja de la nota de la deuda estadounidense, que actualmente es AAA, la máxima posible.

“Sándwich de porquería, rendición, mezcla horrible, traición” fueron algunas de las expresiones que generó, tanto entre demócratas como entre republicanos, el acuerdo político para elevar el techo de deuda en este país y evitar la moratoria de pagos.

Los dardos fueron especialmente duros contra el presidente Barack Obama, a quien se volvía a comparar con su predecesor James Carter, el único en el pasado reciente que no logró la reelección.

“A Obama le falta liderazgo”, censuró el precandidato republicano Mitt Rommey. Desde las páginas de The New York Times, el Nobel de Economía Paul Krugman lo acusó de haberse rendido ante la “extorsión” de los republicanos” y advertir que el país va camino a convertirse en una “república bananera”.

Fue tal el impacto de las críticas que el asesor económico de Obama Gene Sperling tuvo que responder: dijo que “fue el presidente quien permaneció firme” para lograr un acuerdo que elimina el riesgo del default hasta 2013.

La suma de diagnósticos adversos pareció demasiado para los mercados, que terminaron con fuertes caídas y el dólar bajo presión. En un final agónico, se espera que hoy, sobre la hora de que el país entre técnicamente en moratoria, el Senado apruebe en forma definitiva al acuerdo para elevar el límite legal de deuda y dotar así de recursos para seguir funcionando a un Estado que, hace rato ya, gasta más de lo que ingresa.

Como un primer y crucial paso, la Cámara de Representantes lo aprobó con una mayoría de votos republicanos y marcada resistencia del bloque demócrata, que votó totalmente fracturado. “No es el acuerdo que yo quería, pero es el que nos sirve para evitar una cesación de pagos de efectos desastrosos sobre nuestra economía”, había dicho anoche Obama con gesto de preocupación.

Con eso, intentó dar una poderosa señal de tranquilidad a los mercados y cerrar una espantosa semana de negociaciones entre demócratas y republicanos.

En un primer momento, el anuncio tranquilizó a los mercados. Sin embargo, con el correr de las horas, la incertidumbre política -sumada al silencio de las agencias evaluadoras de crédito Standard &Poors y Moody’s sobre lo que harán con la deuda norteamericana- renovaron el malhumor (ver aparte).

La resistencia al acuerdo fue especialmente dura entre los demócratas, que entienden que Obama entregó más de lo que les había prometido. Uno de los más duros -e imaginativos con la crítica- fue el demócrata Emanuel Cleaver.

“Este acuerdo es un sándwich endemoniado”, dijo. La frase fue especialmente dura para Obama, ya que Cleaver lidera el bloque de legisladores afroamericanos en la Cámara baja.

No menos reticente se mostró la jefa del bloque demócrata. Nancy Pelosi tardó 20 horas en anunciar que respaldaría el proyecto defendido por su presidente. “No está bien que no se pidan más impuestos a los que más tienen”, explicó la californiana, poco antes de hacer “tripas corazón” y comprometer su respaldo. Muchos de los que votaron a favor admitieron que lo hicieron a disgusto, solamente para evitar a Obama el mal trago de tener que enfrentar el default .

“¿Quién está contento con esto?”, fue la ironía que se escuchó en Washington ante la ola de descontento que generó el pacto y que debilitó la imagen del presidente.

Los republicanos pueden jactarse de que el proyecto no incluye aumento de impuestos, pero les está costando defender los recortes que se buscan en defensa y, sobre todo, conjurar el impacto de las divisiones internas que mostraron en todo el proceso.

“No hay nada en ese acuerdo que se oponga a nuestros principios”, dijo el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner. “Esta es una victoria de la causa de un Estado reducido”, añadió, al dar cuenta de que, por primera vez, el aumento del endeudamiento se condiciona a un recorte en similar medida del gasto.

“Para escapar al caos, un acuerdo terrible”, sostuvo el influyente The New York Times en su editorial.

“¿Qué hacer con todo esto, más que preguntarse, como dijo el presidente, por qué Estados Unidos no tiene un sistema político clase AAA para igualar la nota crediticia de AAA?”, reflexionó The Washington Post.

En lo esencial, el acuerdo permite aumentar en 2,1 billones de dólares el techo de la deuda -suficiente para llegar hasta 2013, como quería Obama- y realizar recortes de gastos por 2,5 billones en dos etapas, en un proceso que pone en riesgo planes sociales y de apoyo médico.

El acuerdo recibió el respaldo de 269 legisladores, mientras que 161 votaron en contra. Hubo notas emotivas durante la votación, entre ellas la primera aparición de Gabrielle Giffords, la representante demócrata que en enero fue baleada en la cabeza en Arizona. Fue todo un gesto para pedir el apoyo de los suyos al proyecto, pero no impidió que 95 de ellos votaran en contra, en señal de lo mucho que, puertas adentro, tendrá que enmendar Obama. El presidente que ya sabe que para ganar a veces hay que perder un poco.

FUROR ARGENTINO POR EL DÓLAR

Aunque en el mundo no deja de depreciarse, los ahorristas locales muestran una preferencia cada vez mayor por el dólar. El traspaso hacia esa moneda está hoy liderado por los minoristas y obligaría al país a marcar un nuevo récord en fuga de capitales, superando los US$ 23.098 millones de 2008. (La Nación)