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Anatomía y sistemática de tortugas gigantes terrestre

CORRIENTES EN EL PLEISTOCENO

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Las tortugas son un grupo muy particular de reptiles, porque poseen la cabeza, patas y cola incluidas en un caparazón dorsal y plastrón ventral. Curiosamente, el caparazón se origina como expansión de las costillas, esto puede visualizarse en el desarrollo embrionario de ellas.


Se aprecia notables diferencias entre las tortugas acuáticas y terrestres; en sistemática paleontológica se utilizan caracteres del cráneo, del caparazón y principalmente del plastrón para determinar familias, géneros y especies. A través de este estudio, y teniendo en cuenta registros fósiles, investigadores de la UNNE lograron determinar la anatomía y sistemática de tortugas gigantes terrestres que habitaron Corrientes en el periodo del Pleistoceno. Diferencias Las tortugas acuáticas de agua dulce tienen caparazones más aplastados y dedos palmados (membranas entre los dedos); mientras que las marinas un mayor desarrollo en el número de falanges. Las tortugas terrestres tienen caparazones más globosos y con reducción del numero de las falanges en los dedos (generalmente la reducción varía de 3 a 2 falanges) para soportar mejor el peso. A través de la paleontología, los investigadores Marcelo de la Fuente y Gerardo Zacarías, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura (FACENA) pudieron determinar la anatomía y sistemática de tortugas gigantes que habitaron en este territorio en tiempos prehistóricos. “Este trabajo lo comenzamos en el 2008 cuando se rescataron ejemplares fósiles de una tortuga gigante en Bella Vista y una tortuga acuática de menor tamaño de Santa Lucía, ambas localidades de la provincia de Corrientes. Estos fósiles provienen de sedimentitas de la Formación Toropí, con una edad aproximadamente de entre 50.000 y 35.000 años (Pleistoceno superior)”, señaló a la revista Ciencia y Técnica de la UNNE Gerardo Zacarías. El investigador mencionó que de la primera localidad ya se habían extraído ejemplares de tortugas gigantes. “El primer ejemplar fue rescatado por los doctores Beatriz Alvarez y Rafael Herbst, pero lamentablemente este fósil fragmentario se perdió de las colecciones paleontológicas del FACENA; el segundo ejemplar un poco más completo pero bastante fragmentario; fue extraído por el grupo de Paleontología de Facena/ CECOAL (Centro de Ecología Aplicada del Litoral), e investigadores del Instituto CICyTTP (Centro De Investigaciones Científicas y Transferencia de Tecnología a la Producción), Entre Ríos. Este ejemplar fue estudiado por Noriega y colaboradores en el año 2000, llegando a la conclusión de que tentativamente corresponde al género Chelonoidis. No se podía confirmar este postulado, por la naturaleza fragmentaria del material”, recordó. Es así que en el año 2009, Zacarías y de la Fuente, confirman la presencia del género Chelonoidis a partir de un ejemplar más completo exhumado en el 2007 por investigadores del FACENA/ CECOAL e investigadores de la Universidad de La Plata (UNLP). “El carácter que permitió confirmar el género es la particular forma de los escudos pectorales, como ser un estrechamiento medial con una expansión distal”, explicaron los expertos. A su vez, se recolectaron varios fósiles de Santa Lucía, entre ellos, unas placas desarticuladas de una tortuga acuática, que por la forma particular -escudos córneos presentes en el epiplastrón, como ser escudos gulares triangulares curvados hacia la parte dorsal que contactan plenamente entre sí en la línea media y escudos humerales que tienen forma de paralelogramo, con borde libre convexo y estrechos hacia la línea media- se lo asigna de forma tentativa al género Trachemys. Género El género Chelonoidis incluye un grupo de tortugas terrestres neotropicales; actualmente están representadas por las especies Chelonoidis chilensis, a la cual se la conoce como la tortuga chaqueña, o “Chaco Tortoise”, que puede llegar a alcanzar los 30 cm de longitud recta del caparazón. En Argentina se distribuye en la región fitogeográfica chaqueña, es decir, en las provincias Chaco, Formosa, Santiago del Estero, parte de Santa Fe y Salta. Chelonoidis carbonaria conocida vulgarmente como “tortuga de patas rojas”, puede llegar a medir 60cm de longitud recta del caparazón; vive en zonas abiertas semiáridas como el de una sabana arbolada pero también puede habitar áreas más cerradas como la selva. Las podemos encontrar en Chaco y Misiones, aunque no de manera abundante. Chelonoidis denticulata, puede llegar a medir 70cm de longitud recta el caparazón, “es la tortuga de patas amarillas”, vive en netamente en selvas amazónicas, no llega hasta nuestro país. Estas tres primeras son continentales, mientras que la tortuga terrestre insular es Chelonoidis nigra conocida como la tortuga Galápagos, es la gigante de las 4, que llega a medir 110cm de longitud recta del caparazón, presenta diferentes razas de acuerdo al ambiente que viven en las distintas islas. Trachemys es una tortuga acuática que habita actualmente lagunas de cierta profundidad -1.20m-, su distribución en Argentina es en las cuencas del río Paraná, desde la provincia de Corrientes hasta el río de la Plata. Aunque podría haber variaciones en su población. Consultado respecto a las zonas de la provincia donde las tortugas gigantes habitaron y por qué, Zacarías recordó que a partir de una inferencia ecomorfológica del húmero grácil de una tortuga Gigante Terrestre de BellaVista, estudiada por Noriega y colaboradores en el año 2000, las tortugas gigantes en la Mesopotamia habitaron áreas abiertas de condiciones más frías y áridas que las actuales. “Lo que no se sabe con seguridad, es que si este ambiente era muy árido o con influencia tropical”, dijo. “Tampoco no se sabe mucho sobre la biología de las tortugas terrestres gigantes porque en Sudamérica los restos relativamente completos de tortugas asignables al género Chelonoidis (sumado a los ejemplares de la provincia de Corrientes) son 9”, acotó luego. Sin embargo, “lo que sí se sabe es que estas tortugas terrestres gigantes continentales fósiles se diferencian de las de las islas Galápagos porque éstas últimas adquirieron el gran tamaño debido a la carencia de depredadores en las islas. El caparazón de estas tortugas es más abierto y de menor espesor; el cual contrasta mucho con las continentales fósiles, dado que su caparazón es menos abierto y de notable espesor debido a que tenían que hacer frente a depredadores tales como lobos de gran porte, felinos conocidos como “tigre de sable” y otros mamíferos carnívoros”, explicó el investigador. Por otro lado, Trachemys, es una especie actual, y vive en un ambiente de lagunas rodeado por selvas en galería. “Posiblemente esas eran las condiciones en Santa Lucía hace 35 mil años”, infieren los investigadores. Registro fósil Actualmente, “se sigue trabajando en el tema, pretendiendo ampliar el registro fósil; esclarecer la taxonomía del ejemplar de Tortuga Terrestre Gigante hallado en 2007, este ejemplar podría ser o no una nueva especie del género Chelonoidis; y conocer mejor las condiciones ambientales en el momento en que vivió la Tortuga Terrestre Gigante”, dijo. Antecedentes Mediante estudios previos realizados por los doctores Herbst, Alvarez, Lutz, Zurita, Miño Boilini, de la Fuente, entre otros; se sabe que existieron hace 35 mil años en la provincia de Corrientes, tortugas terrestres gigantes y mamíferos de gran porte, como elefantes, Glyptodontes y Scelidotherinos. Estos animales fueron componentes de la “Megafauna Pleistocena”. Mediante estos estudios se podría saber más como era el ambiente en ese momento geológico y que cambios naturales se produjeron para que no existiesen más la “Megafauna”. Estos proyectos tienen como principal objetivo el estudio integral (taxonómico, filogenético, paleobiogeográfico, paleoambiental) de la notable diversidad biológica observada en la región mesopotámica durante la mayor parte del Pleistoceno.

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Nacieron dos cachorros de yaguareté en el Parque Iberá

BUSCAN NOMBRES PARA LOS EJEMPLARES

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Dos cachorros de yaguareté nacieron en el Centro de Reintroducción que funciona en el Parque Iberá, Corrientes. Los cachorros y su madre se encuentran en el corral más grande del centro por lo que, en general, no son avistados. El equipo técnico de la Fundación sospechaba que se podría haber producido el parto por comportamientos de la hembra, pero no fue hasta la semana pasada que pudieron confirmarlo, al registrar a dos cachorros en videos de cámaras-trampa.


Magalí Longo, a cargo de los proyectos de reintroducción de especies en la isla San Alonso, donde se encuentra el Centro de Reintroducción de Yaguareté, contó que “teníamos indicios de que la hembra había parido, ya que pasaba mucho tiempo en un mismo sector del monte que se encuentra al norte del gran corral. Un día pudimos observarla y vimos que tenía los pezones hinchados, signo bastante inequívoco de que habría parido, pero no sabíamos cuántos cachorros ni si habrían sobrevivido. Ella es madre primeriza, así que tampoco era raro que perdiera la camada”.

 

La confirmación llegó unas semanas después. Pablo Guerra, a cargo del manejo de los yaguaretés en el Centro mencionó que “habíamos puesto cámaras-trampa para tratar de confirmar el nacimiento. Y después de varias semanas sin ningún registro pudimos observar a los dos cachorros. Cuando vimos los videos saltamos de alegría y emoción. Estimamos que tienen entre uno y dos meses y aparentan estar en perfectas condiciones”.

 

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Después de esta observación ya no volvieron a verlos, pero se espera que pronto realicen caminatas más extensas siguiendo a su madre y sean más fáciles de avistar. Los cachorros observados son dos, que es el número usual de crías que tienen los yaguaretés. La madre de los cachorros es Mariua y el padre Jatobazinho, quien se mantiene en otro enorme corral, separado de la madre y sus cachorros. Ambos ejemplares tienen un origen silvestre y provienen de Brasil, de donde fueron rescatados, de cazadores furtivos en el caso de Mariua, y en muy malas condiciones físicas Jatobazinho.

 

Sebastián Di Martino, director de conservación de la Fundación Rewilding Argentina destaca la colaboración de las instituciones del país vecino, especialmente del Instituto Brasilero del Medio Ambiente (IBAMA) y de las organizaciones NEX y Onçafari, que recuperaron a los animales y luego los enviaron a Argentina.

 

“El nacimiento de estos cachorros es un paso muy importante para el proyecto. Desde el año 2012 estamos trabajando en Iberá tratando de regresar al depredador tope a este ambiente, 70 años después de haberse extinguido en la provincia de Corrientes. Es un proyecto a largo plazo cuya ejecución demandará varios años más, pero estamos en buen camino y desde hace un año trabajando en la fase de liberación progresiva”, comentó Sebastián.

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El yaguareté es el máximo depredador de Sudamérica y, como tal, cumple con un rol ecológico clave para el mantenimiento de los ecosistemas donde habita. Al desaparecer, desaparecen también estas funciones y los ambientes naturales degradados pierden, en buena medida, la capacidad de brindar agua y aire de calidad, de mitigar el cambio climático o de prevenir la aparición de nuevas pandemias. Con la desaparición del yaguareté perdemos cultura y oportunidades de desarrollo local, ya que la observación de fauna se puede convertir en un motor de la economía, como ha pasado en otros lugares de la región (por ejemplo, el Pantanal brasilero) o en el mismo Iberá.

 

El proyecto se lleva en forma conjunta entre la Fundación Rewilding Argentina, la Provincia de Corrientes y la Administración de Parques Nacionales.

 

Ayudanos a elegir un nombre para los pequeños cachorros

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Fundación Rewilding Argentina invita a todas las personas a participar en la selección de los nombres para la nueva generación de yaguaretés correntinos. A partir del lunes 23 de noviembre, podrán elegirse en la cuenta de Instagram de @rewilding_argentina los nombres para los pequeños cachorros silvestres del Parque Iberá. Los nombres más votados serán publicados en el día internacional del yaguareté, el 29 de noviembre.

 

 

 

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Guacamayos rojos, libres y silvestres, por primera vez en más de 150 años en Argentina.

PARQUE IBERÁ

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Los colores y sonidos del Guacamayo rojo, que alguna vez inundaron los cielos del norte argentino, se sienten cada vez más fuertes en el Parque Iberá: Una pareja de guacamayos rojos sacó adelante 3 huevos, que eclosionaron y dieron lugar a los tres primeros pichones silvestres en libertad—algo que no ocurría probablemente hace más de 150 años en nuestro país.


Desde 2015, en Fundación Rewilding Argentina emprendimos el trabajo para recuperar esta especie clave extinta en toda la Argentina. Hoy, el Guacamayo rojo está volviendo a cumplir su rol ecológico de ""creador de bosques"", a través del rewilding.

 

El nacimiento de estos pichones silvestres en Parque Iberá es un gran paso para la recuperación de la especie en Argentina, y refuerza nuestra convicción de que el rewilding es una herramienta que inspira esperanza en medio de la profunda crisis de biodiversidad que enfrenta el planeta.

 

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En el Día Mundial de la Protección de la Naturaleza, este evento demuestra que proteger los ecosistemas, y trabajar activamente para recuperarlos, son estrategias que alumbran el camino hacia una economía restaurativa en la que las comunidades locales, inmersas en un entorno revitalizado, prosperan a partir del turismo de naturaleza.

 

"El rewilding trae de vuelta la naturaleza, trae bienestar para las comunidades locales y, sobre todo, trae alegría para nuestras almas."— Richard Preston

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Coco, la nutria gigante repatriada

DE DINAMARCA A IBERÁ

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Desde el Zoo de Givskud, Dinamarca nos enviaron imágenes al nacer de Coco, el macho de nutria gigante que hoy vive en el corral de presuelta en Parque Iberá.


Coco nació el 3 de mayo de 2017 en una camada de tres. El grupo familiar de las nutrias es bien estrecho; permanecen juntos la mayor parte del tiempo y son muy curiosos y valientes.

 

Los cuidadores de Coco cuentan que él es un protector innato: cuando sus padres tuvieron otra camada en 2018, Coco cumplía el rol de guardia de la familia. Cada vez que alguien se acercaba a sus hermanos, lo advertía con ruidos de ladridos.

 

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Es por eso que aquí, en Iberá, Coco siempre está alerta cuando se aproxima la lancha por la laguna Paraná, o el equipo de rewilding se acerca para monitorear a la pareja, que se prepara para volver a cumplir su rol ecológico en los Esteros del Iberá.

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