(CNN) En un aparente esfuerzo por contrarrestar acusaciones de que en Cuba se violan los derechos de los presos, el gobierno comunista permitió a un grupo de corresponsales extranjeros visitar los centros médicos de las dos principales cárceles de hombres y mujeres en las afueras de La Habana, mostró impecables facilidades médicas y un programa modelo de maternidad para reclusas con niños nacidos en la cárcel, según pudo saber Corrientes al Día. Familiares de 75 disidentes encarcelados hace un año y grupos de defensa de los derechos humanos, como Amnistía Internacional, han denunciado condiciones crueles y degradantes, mala alimentación y la ausencia de cuidado médico adecuada en las prisiones de la isla caribeña.

Cuba busca evitar una condena de su manejo de los derechos humanos en la sesión anual de la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU, que sesiona actualmente en Ginebra. En el Hospital Nacional de Reclusos de la prisión Combinado del Este, donde se encuentran unos 3.000 presos comunes y una veintena de disidentes, las paredes olían a pintura fresca de recientes remodelaciones. Con atención médica las 24 horas y tres salas para operaciones quirúrgicas, el hospital tiene salas de terapia intensiva equipadas con monitores cardíacos donde las camas, con sábanas limpias, estaban decoradas con toallas amarillas dobladas en forma de cisnes. Los presos comunes se veían bien cuidados. Sin embargo, se informó que de tres disidentes que hasta hace poco estaban allí hospitalizados, dos habían sido trasladados y el otro estaba en visita conyugal. Roberto de Miranda fue trasladado el día anterior a otra institución, según informó su esposa, y Orlando Fundora estaba en el pabellón de visitas conyugales, dijeron funcionarios del penal. El director del hospital, el doctor Aurelio González, informó que los dos disidentes se encuentran “en condición estable, sin problemas”. Mientras afuera, en el sol, dos centenares de reclusos, la mayoría de raza negra, jugaban béisbol y fútbol sobre la grama de una campo deportivo y un preso recibió la visita de la prensa con un discurso en el que elogió el sueño del presidente Fidel Castro de convertir a las cárceles cubanas en escuelas de reeducación. “Eres grande, Fidel”, declamó Julio Angarita, vestido con camiseta roja. Angarita, quien cumple una pena de 20 años por robo con fuerza, dijo que la comida era aceptable, con tres cuotas por mes de carne o pollo. Aunque la prensa pudo recorrer algunos salones del hospital no hubo acceso a los pabellones de los presos, donde se encuentran tanto presos políticos como presos comunes. A diferencia de los presos comunes, los presos políticos en su mayoría son enviados a cárceles en provincias muy lejanas de su lugar de origen y de sus familias. Tanto los familiares de muchos presos políticos como organismos internacionales han dicho que las condiciones carcelarias, incluida la comida e higiene de las celdas, son infrahumanas. El gobierno cubano rechaza estas acusaciones, pero hasta el momento no ha permito que la prensa extranjera u organismos internacionales lo comprueben en forma independiente. Cuba tiene una de las poblaciones carcelarias per cápita más altas del mundo. En la Prisión de Mujeres de Occidente, la prensa fue recibida con gladiolos rosados y la canción de una reclusa en el teatro bajo un cartel que decía: “De todos los programas, el de convertir las prisiones en escuelas es el que más me apasiona, el más justo, el más humano y socialista de verdad – FIDEL”. Las presas que han dado a luz en la cárcel, que viven en un pabellón especial, dicen no tener quejas. En el sector de maternidad, juguetes y globos de color decoraban el corredor de celdas individuales donde madres presas cuidaban y amamantaban a sus bebés, gozando por un año de condiciones especiales y una dieta fortalecida con carne tres veces a la semana. “Estoy muy satisfecha porque es la primera vez que he podido tener un hijo después de tres pérdidas”, dijo la abogada Sara Hernández, a días de salir de la cárcel donde cumple una pena de cinco años por falsificación de documentos públicos. Hernández dijo que su esposo también es recluso. “La vida es apacible y tranquila, aunque difícil a veces”. En una biblioteca de 5.000 libros, con numerosos textos de socialismo y discursos de Castro, la bibliotecaria, Sayonara Herrera, dijo que las reclusas preferían novelas policíacas. La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, entidad ilegal, pero tolerada por el gobierno cubano, calificó de “maniobra” la visita de la prensa a las cárceles, según afirmó su presidente, Elizardo Sánchez. “Es una operación de propaganda por parte del gobierno para ocultar la realidad. La discusión no es si le dan o no una aspirina, sino por qué están encarcelados disidentes que no han cometido ningún delito, que sólo son prisioneros de conciencia”, dijo Sánchez. Esposas y madres de opositores presos han pedido al gobierno cubano que permita el acceso a las cárceles de la Cruz Roja Internacional para verificar las condiciones. Cuba no permite el acceso a sus cárceles a la Cruz Roja, ni la entrada al país de una enviada del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, la jueza francesa Christine Chanet, cuyo informe a la comisión critica las condiciones “alarmantes” de los disidentes encarcelados en prisiones alejadas de sus familias y hacinados en celdas con presos comunes.