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El boleto. Esperando que pateen el tablero

ALBERTO MEDINA MENDEZ (*)

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El transporte público de pasajeros otra vez en el centro de la escena. Luego de meses de discusión, estamos parados donde se podía prever. Discutiendo el valor del boleto. Viendo como negociar el incremento por mejoras en el servicio, por mas frecuencia, por mejores vehículos. Triste y predecible el papel que juegan hoy los protagonistas de esta historia.


Es evidente que a la clase política le preocupa la suba del boleto. Los usuarios, organizados o no, detestan también la idea del aumento. La historia se repite. Políticos que no entienden la música en combinación con empresarios que pretenden privilegios, sin competir ni esforzarse porque el mercado los elija. Personalmente creo en las loables intenciones del intendente capitalino y de su equipo de colaboradores. Ellos no quieren aceptar la suba, lo dijeron cuantas veces pudieron en público y en privado. “Que lo vamos a estudiar”, “que la comisión de análisis” y acá estamos, viendo CUANTO tendremos que aceptar en la negociación para ver si conseguimos alguna mejora a cambio de un aumento que se viene inexorablemente. De los empresarios del transporte no se puede esperar mucho. Los mas ( no todos ) están en la onda de sacar provecho de argumentos tan obvios como inexactos. Los sindicatos pasaron a ser una pieza cómplice que defiende intereses tan corporativos como los de usuarios organizados o empresarios agrupados. La Argentina de las corporaciones, la del lobby, la de la presión mediática, la de las reuniones poco transparentes y fundamentalmente la de los privilegios escritos en una norma inconsulta, tiene hoy en Corrientes, en esto del transporte público de pasajeros, una expresión renovada de sus prácticas más detestables. Los meses pasaron. Todo sigue igual. Con suficientes promesas y un escenario donde muchos concejales ya están dispuestos a votar demagógicamente por el NO al aumento del boleto, mientras otros presumen cierta intelectualidad diciendo que lo pensaran, y algunos con alguna cuota de dudosa resignación, ya están preparados para dar el SI al aumento. Los dirigentes políticos tienen responsabilidades y entre ellas, está la de pensar en variantes, ofrecer soluciones, salirse de las estructuras, de lo que aparece como obvio y revisar desde cero todo, apuntando a lo que la sociedad le pide. Es imprescindible para ello olvidarse de las corporaciones. No se puede legislar para todos cuando se privilegian intereses sindicales, cuando se quiere evitar que los empresarios se ofendan, o se pretende recibir el aplauso de los medios de comunicación que operan para sectores particularmente interesados en el resultado de esta corporativa negociación. Ahora claro, hay que tener el coraje de hacerlo, hay que animarse a patear el tablero, a barajar y dar de nuevo, a romper con las estructuras tradicionales de un sistema que le ha mostrado a esta ciudad y a tantas otras que fracasa, porque los usuarios no están conformes, porque los acuerdos se derivan de reuniones poco transparentes y porque las concesiones tienen un viciado nacimiento que nadie se anima a revisar por temor a encontrarse con explicaciones que pocos quieren dar. Hay que terminar con las concesiones en el transporte publico de pasajeros. Es preciso acabar con los tramos cedidos monopólicamente, con trazas arbitrariamente diseñadas por quien sabe que funcionario para favorecer a empresarios que armaron a medida su negocio, con clientes cautivos. El municipio no tiene que ser socio de la concesión. No es su responsabilidad y no debe hacerlo. No esta para eso. El servicio de transporte público de pasajeros debe ser resuelto por el mercado, como sucede en la media y larga distancia, con servicios de diferente calidad y precio. La gente debe ser la que seleccione cuantos operadores, con que frecuencia y de que manera deben prestar el servicio. Ya sufrimos bastante a los iluminados funcionarios que nos dicen cuantos colectivos deben ir a cada barrio, en que horarios y con que frecuencia, como deben ser los asientos y de que manera deben movilizarse estos coches. Conocemos la historia, muchos papeles, para que luego la concesión diga una cosa y lo único que se cumpla sea el precio del boleto y el monopolio regulado concedido a espaldas de la sociedad. Démosle competencia al servicio y sucederá lo mismo que en otras experiencias del transporte publico. Multiplicidad de prestadores, variedad de precios y servicios, frecuencias y cuanto se nos pueda ocurrir. No necesitamos funcionarios iluminados ni empresarios lobbistas diseñando negocios a su medida. Lo que si necesitamos es gente que crea en la gente, en la capacidad de los usuarios para exigir al mercado que le brinde soluciones. No queremos usuarios golpeando las puertas de las oficinas municipales solicitando sanciones a empresas. Queremos un mercado capaz de proveer soluciones, con pocos requisitos para que compitan todos y no solo los que cumplen retorcidos pliegos de condiciones de una concesión hecha claramente para puntuales grupos de buscadores de privilegios. El almacenero, el carnicero, el plomero, el que vende panchos, el del puestito de venta de ropas, el comerciante y cuanto ser humano se gana el pan dignamente lo hace en la busqueda del favor de una sociedad que lo elige, un comprador que le dice que su producto es bueno, barato, que encuentra algún atributo en él y por eso lo selecciona. No le firmaron una concesión, un privilegio, un monopolio avalado por algún funcionario. No tiene garantía alguna mas que las que le ofrece su esfuerzo cotidiano. Asi se gana la vida, dignamente, peleando en el mercado, luchando muchas veces con él mismo para brindar un excelente producto, un buen servicio, de la mejor manera posible, con puntualidad, con dedicación, con muchas horas de trabajo, a buen precio. Debe lidiar diariamente para no quedarse fuera del mercado. Para no tener que abandonar esa actividad que le permite alimentar a sus hijos con la dignidad del que se sabe capaz de lograrlo. Tenemos muchos y buenos ejemplos de ello en la comunidad toda. A veces no lucen, no salen en los diarios, pero son ese costado de la patria digna que todos queremos rescatar. Pues bueno, a los empresarios del transporte, a los que son parte de los sindicatos, a los funcionarios públicos, es tiempo de pedirles lo mismo. Que se animen a patear el tablero. A los políticos les toca la responsabilidad de dar el puntapié inicial y demostrar que su imaginación va mas alla que el modelo de las concesiones, imperante durante décadas en esta ciudad. Los empresarios no deben asustarse, si son buenos, si saben como es el negocio y prestan un servicio eficiente, seguramente los usuarios los van a elegir y no tendrán que negociar precios del boleto en las oficinas publicas. Sino son capaces de satisfacer a los usuarios pues entonces todo este tiempo han sido solo una construcción producto de esta anacrónica concesión. No debemos negociar el precio del boleto, debemos terminar con la perversa concesión que nos trajo hasta acá, con muchas insatisfacciones y que no nos promete para el futuro nada de lo que debamos enorgullecernos. (*) Articulo de opinión recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Mendez

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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