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El kichnerismo como continuación del menemismo por otros medios

CLIENTELISMO V.I.P. (*)

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Es difundido el modo de hacer política aprovechando los recursos del Estado, para comprar voluntades, esta forma de intercambiar el apoyo político por favores del poder aprovechándose de la miseria, la pobreza o el hambre de la gente; es conocido como clientelismo político.


Este fenómeno está suficientemente estudiado y analizado sus efectos sobre el debilitamiento de las instituciones representativas y republicanas, sobre las que se basa nuestro orden democrático y nuestro estado de derecho. En las últimas votaciones que acontecieron en el Congreso Nacional, asistimos a la implementación del mismo mecanismo -uso de recursos del Estado para obtener votos a su favor. Pero esta vez el objeto de tales presiones o intercambios no fueron personas humildes y necesitados como producto de las sucesivas crisis por la que atravesó nuestro país, sino diputados y gobernadores cuyo niveles de vida están muy por encima del índice N.B.I. Asistimos a una suerte de un nuevo clientelismo, “que podríamos denominar CLIENTELISMO V.I.P.”. En esta nueva forma, el objeto mismo del intercambio no lo constituyen Planes Trabajar o comida, sino obras públicas: puentes, rutas, diques, escuelas, etc. Obras que el gobierno tendría la obligación de financiar sin pedir nada a cambio y los gobernadores la facultad de exigir sin tener que contraprestar apoyo político. Esta situación revela una situación asimétrica y desigual entre los recursos provinciales y los del gobierno central, que se agrava en el modo centralizado en que se ejecutan a fuerza de delegaciones del Congreso en el Poder Ejecutivo y por la carencia de una objetiva Ley de Coparticipación Federal. Tal distribución se ha tornado cada vez más arbitraria e incontrolable. Paradójicamente, ante cada situación de intervención trascendente por parte del Congreso, el Ejecutivo echa a rodar todo tipo de presiones, obteniendo a su favor cada vez más facultades y atribuciones, centralizando aún más el ejercicio del poder y las provincias que acompañaron esta resolución vuelven a estar cada vez más débiles. Es una ilusión creer que se tiene más poder territorial por tener el acceso a una obra pública más, y no valorar adecuadamente lo que significa la delegación de poderes en el Ejecutivo Nacional. En cada apoyo asisten a su propia devaluación. Esto se ve claramente cuando se discute la sanción del presupuesto o, como en el último caso, cuando se apoyó el avance del Ejecutivo sobre el Poder Judicial. Al final de cada negociación el saldo termina siendo el mismo: un Ejecutivo fortalecido en desmedro de los otros poderes (Legislativo y Judicial) y en desmedro de las provincias que asisten al menoscabo de sus autonomías. Este es el saldo desde la visión de la real-politik -o sea analizando la política exclusivamente desde las relaciones de fuerza de hecho. Pero mucho más grave son las consecuencias si se las analiza desde una perspectiva que sobre los hechos agrega una valoración constitucionalista y democrática. Desde estas perspectivas el saldo es negativo. El sistema federal queda sepultado ante cada maniobra de este tipo, donde las provincias arrastran su dignidad tratando de conseguir recursos que le pertenecen y el gobierno se semeja más a un monarca que por imperio de sus actos graciosos reparte displicentemente la caridad en sus reinos, quedando nuestros gobernadores a la merced de vuestro presidente. El sistema representativo pierde capacidad de expresión de los interese genuinos de sus representados, cuando los representantes vician su voluntad al ser susceptibles del juego de presiones montados olvidándose que la crisis de representación del 2001 no está muy lejos en el tiempo, y el camino para reconstruir la confianza con la gente es todavía lento y arduo. Desde la perspectiva republicana, la división de poderes es la principal sacrificada en estas negociaciones, donde se troca fundamentalmente delegación de poderes hacia el gobierno, por recursos nacionales. Las dos perspectivas, la que desnuda las relaciones de fuerzas, como la perspectiva institucional, muestran un saldo negativo para las provincias, para los otros poderes y para el ciudadano común que ve diluirse su voluntad en la expresión de representantes que desvirtúan su mandato electoral. En esta situación, el Radicalismo tiene simultáneamente dos responsabilidades: defender y asegurar el sistema Representativo Republicano y Federal, tal como mandan nuestros principios y la Constitución Nacional, y la otra, asegurar la gobernabilidad en las provincias en donde gobierna, dando respuestas a las demandas de la población. En la resolución de esta tensión: por la consolidación del poder territorial sujeto a las presiones del Ejecutivo y la responsabilidad por defender la doctrina radical, se juega la posibilidad de que el Radicalismo vuelva a ser una opción confiable para los ciudadanos. Si no da respuestas en las provincias, será imposible recuperar el crédito para ser opción de gobierno. Si no defiende su ideario, será un partido irreconocible frente al electorado. La salida a este dilema sólo lo puede encontrar acentuando su perfil como oposición consistente, para lo cual requiere la construcción de un fuerte poder político, haciendo converger la representación de sus diputados y senadores, la fuerza de sus gobernadores e intendentes y la dinamización de su organización política nacional: el partido radical. De nada sirven en este esquema posiciones irreductibles, que vacíen de poder al radicalismo, expulsando a fuertes representaciones provinciales de su seno. Tampoco la ilusión ingenua de creer que algunos gobernadores por sí mismos tienen poder de negociación y posicionamiento frente al Poder Ejecutivo. Entre estos dos extremos se tiene que construir la suma de las distintas fuentes de poder que constituyen al radicalismo, reconociendo en cada una naturalezas diferentes. Este es un partido plural que tiene que habilitar sus mecanismos democráticos para conjugar sus diferencias. El grito altisonante o las salidas a pura oportunidad sólo encubren la incapacidad para sumar y construir opciones viables. La división del radicalismo sería otro paso a favor del debilitamiento de la oposición y otra contribución al poder sin límites del gobierno kirchnerista. El radicalismo debe trabajar sobre las cuestiones de fondo que permiten este desborde de facultades del gobierno. Trabajemos sobre la limitación estricta y limitada de las atribuciones que el Ejecutivo tiene en la ejecución del presupuesto. Difundamos a los votantes los perjuicios de este modo de ejercer el poder, en donde el Menemismo y el Kirchnerismo se parecen. En el gobierno del primero, eran los famosos los A.T.N.; hoy la ejecución de las obras públicas .Ambos instrumentos de presión sobre los gobernadores y los intendentes para desequilibrar la real representación de los ciudadanos y el equilibrio de poderes que exige nuestra Constitución. Trabajemos para que los votantes tengan conciencia de sus nefastos resultados. Ya lo vivimos con Menem la concentración de poderes y la falta de ética en el uso de los recursos públicos, no repitamos la historia. No nos equivoquemos de nuevo. P.D. Al terminar esta nota escucho la noticia que el Jefe de Gabinete anuncia que el Presidente no presionará a los diputados de la ciudad AUTÓNOMA de Buenos Aires, con motivo del juicio a Ibarra. Esta declaración no hace más que afirmar que la presión es la regla y que cuando no ocurre es una noticia de excepción. Gracias Señor Presidente por abstenerse de abusar de sus poderes y no usar la presión del gobierno nacional para sus propósitos políticos, aunque más no sea por una sola vez. (*) Recibido por Corrientes al Día de Hugo Storero; Diputado Nacional; Vicepresidente Bloque UCR.

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Cuando el mérito no importa

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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