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El periodismo no sé para qué sirve. Los periodistas sí

OPINIÓN DE PERIODISTAS

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(Por Sandra Russo) Creo cada vez menos en el periodismo independiente y cada vez más en los periodistas independientes. La maquinaria de cooptación es tan fuerte y tan sutil al mismo tiempo, que creo que únicamente en algunas personas y en algunas individualidades se puede manifestar lo que llamamos “independencia”, es decir: que el lector o el espectador puedan confiar en que la idea o el criterio que un periodista transmite obedece únicamente a su honestidad intelectual, y a absolutamente nada más.


Pese a los engranajes de poder que en la Argentina y en todo el mundo atenazan a los medios –vía censura explícita o a través de la publicidad privada o estatal, que premia y castiga- igual siguen resonando voces de periodistas que ven, huelen, denuncian, relatan, investigan o eligen cuidadosamente las palabras para comunicar algo qye les resulta relevante. El periodismo no sé para qué sirve. Los periodistas sí. Sirven para hacer y hacerse preguntas, y eso sigue siendo bueno (ANC-Utpba). HACER “LA DIARIA” QUE LUEGO SERÁ LA HISTORIA (Por Carlos Ferreira) Visión larga en espacio corto. Casi una definición posible del periodismo, este oficio que se enfrenta a una de tantas paradojas: en la era de la comunicación érase la desinformación y la deformación, producto de políticas públicas y privadas. Curioso dilema de la época, en la que un celular nos transforma en un multimedio andante pero cada vez es más planetaria la violencia para que no se sepa, para que se ignore, para castigar al que pregunta porqué, para anatemizar la pobreza, la marginación y para castigar también la violencia que la violencia produce. Y de ahí el periodista. Siempre. Para hacer “la diaria”, que luego será la historia (ANC-Utpba). MANTENER UNA ACTITUD DIGNA Y COMPROMETIDA (Por Armando Sepúlveda) En principio quiero manifestar mi solidaridad con todos los trabajadores desocupados, que siguen siendo trabajadores al igual que todos los periodistas que no tienen trabajo y siguen siendo periodistas. Mas que nunca en estos tiempos, creo que, los que podemos expresarnos en un medio desde el ejercicio de nuestra profesión, debemos mantener la apuesta para sostener un actitud digna, y comprometida con los mas necesitados, los excluidos, nuestros mayores y niños, con nuestros derechos tan justos como golpeados. La tarea no es fácil, la lucha es inmensa, cotidiana y feroz, pero creo que como trabajador periodista debemos aportar nuestras piedritas para que no quede totalmente allanado el camino de la condena social (ANC-Utpba). TRASMITIR LOS VALORES ÉTICOS DE LA PROFESIÓN (Por Norma Morandini) Tal vez porque tuve veinte años en los setenta, la vida personal se confunde con mi vida profesional. El periodismo me dio la oportunidad de sobrevivir en el exilio, pero sobre todo me hizo encarar al periodismo como una militancia personal. Casi todos mis años como periodistas están dominados por los dolores y los horrores de las dictaduras sudamericanas. A la hora, de la democratización, nada reveló mejor la idiosincrasia de cada uno de esos países que la forma como torturaron y como, más tarde, revisaron y juzgaron ese pasado de terror. Como periodista en España, Portugal o Brasil, los países en los que viví cuando hicieron su transición del autoritarismo a la democracia, aprendí sobre la importancia de un periodismo independiente en la consolidación de una cultura de la tolerancia y el respeto. A la par, los fenómenos nuevos de los tiempos digitales y la concentración monopólica de los medios de comunicación que cada vez tornan más difusos los límites entre periodismo y propaganda, entre noticia y espectáculo, nos vuelven a poner a prueba. Por eso, me interesa trasmitir a los más jóvenes los valores éticos de la profesión. Sobre todo la responsabilidad social, un tema que esta en el debate de los periodistas del mundo desarrollado y que en nuestro país, aun levanta las suspicacias dejadas de las épocas en las que claramente se utilizo al periodismo al servicio de los poderosos y no al servicio de la sociedad, a la que nos debemos. Para sintetizar: Tengo buena parte de mi vida profesional dominada por la denuncia de la violación de los derechos humanos. Ahora, me importa el anuncio del deber ser del periodismo. O sea: sus valores (ANC-Utpba). NUNCA SEREMOS NEUTRALES (Por Oscar Gijena) Ser periodista hoy es quitarle la arrogancia, la soberbia y la contaminación menemista a una profesión de pasiones cotidianas, que algunos –los menos -en los 90 convirtieron en cuentas bancarias, acciones, countries y partidos de tenis en Olivos. Podemos ser mediocres, pero nunca seremos neutrales ante la mentira o la injusticia. Por eso reivindicamos a quienes, como Walsh, Gleyser, Conti y Oesterheld, tomaron partido hasta la muerte. Los trabajadores de prensa de Tucumán reafirmamos, en este nuevo festejo, nuestro compromiso de continuar desarrollando una organización que tenga como eje rector el pensamiento autónomo de trabajadores concientes de nuestra clase y de la responsabilidad que tenemos en el manejo de la información como un bien social. Ser periodista en el marco de la crisis de valores y representatividad en esta democracia de baja intensidad, es una tarea que necesita de una organización que contenga a la mayor cantidad posible de compañeros bajo una política que ponga nuestro trabajo en beneficio del pueblo y alejado de toda dependencia de poderes ajenos al interés del bien común. Desde Tucumán reafirmamos, hoy más que nunca y con una paciencia impaciente, nuestro rumbo en la construcción de esa herramienta estratégica fundamental que es la FETRACOM (ANC-Utpba). TODAVÍA VALE LA PENA (Por Alberto Ferrari) Todavía vale la pena ser periodista. Pese a las complicidades o los silencios de la prensa con las mentiras de Bush, Aznar y Blair. Pese a los columnistas golpistas de diarios conservadores que añoran tiempos de militares y disciplinados comunicados oficiales. Pese a los voceros de la Embajada y los mercenarios que venden noticias y opinión. Pese al coro mediático de Blumberg y el FMI. Pese a las banderitas que reparte Radio Diez. Vale la pena ser periodista porque hay otra opinión pública, como dice José Saramago, más allá del imperio y de los multimedios vendidos al poder o que se creen el poder. Vale la pena como trabajadores de prensa y no como voceros de los poderosos. Vale la pena por la solidaridad y la memoria. Por aquellos que cayeron y por los que vienen detrás levantando las mismas banderas (ANC-Utpba). MANTENER VIVA LA UTOPÍA (Por Franco Salomone) No creo que determinados contextos, o los momentos históricos en particular, modifiquen la sustancia del trabajo periodístico. Los periodistas debemos responder siempre al mandato no escrito de respetar al destinatario de nuestra tarea diaria, al que nos escucha, al que nos lee, al que nos elige para que le contemos las noticias cuando enciende el televisor. Así de sencillo. Muchas veces, frente a las presiones sufridas por ser un periodista independiente, me he preguntado para qué seguir, para qué ser periodista si siempre hay que estar pulseando con el poder político o el empresarial. La respuesta que me doy, hasta ahora, es siempre la misma: para mantener viva la utopía de la libertad de prensa químicamente pura y, tal vez, para que no muera la imprescindible ilusión de que el oficio de comunicar a los demás lo que pasa día a día no sea algo tan dramático y fatal, sino que brote con naturalidad y sin condicionamientos (ANC-Utpba). SER PERIODISTA (Por Horacio Embon) En la Argentina relativa, la verdad se sospecha. Por un lado, los discursos cerrados que no juegan para los que no saben leer debajo del agua, y por otro wing, la vida real, feroz y única que grita en silencio. En ese mapa, es muy difícil no ser otra cosa que un periodista. Saber de memoria, que los que juegan en contra son amigos de otros ajenos, y de lo ajeno, no es poca cosa. Aprendimos que se podía arrebatarles la impudicia y dejarlos sin argumento frente al contraste de la evidencia. La razón del oficio puede y va por más. Queda la reconstrucción, el codo a codo con los que perdieron, y esencialmente la voluntad de empezar de nuevo con los pares, con aquellos que saben que un periodista no es una trampa, sino un compañero mas. Por eso cada día se de que se trata y por eso peleo, y por eso soy periodista (ANC-Utpba). CONTAR EL MUNDO DE OTRA MANERA (Por Jorge Benedetti) La tarea es contar el mundo de otra manera. Sostener la pasión por hacer de la noticia una herramienta de liberación y no una mercancía. Porque mientras los grandes medios se llenan los bolsillos y se relamen con el mundo que inventan para ellos mismos y los poderosos, los pueblos se mueven por abajo: se rebelan, se unen, se abrazan, se cansan, se hartan, se levantan, se reproducen, se aman, se niegan a seguir siendo explotados… Y ellos lo ocultan. Los periodistas debemos contar entonces, sin demoras, lo rebelde, lo unido, lo abrazado, lo harto, lo digno, lo todo grito. Ser periodista es estar junto a los pueblos informando, noticiando, denunciando, gacetilleando, piqueteando, asambleando, marchando, antiglobalinzando, haciendo ese otro mundo, el posible y hermoso por justo, nuestro y solidario (ANC-Utpba). SENTIMIENTO AMBIVALENTE (Por Miguel Rep) Yo soy humorista gráfico, es decir, un trabajador de prensa gráfica, pero no periodista. Periodista es para mi alguien que trabaja con materiales objetivos, en la búsqueda de ser objetivo. Yo quiero ser subjetivo. El periodismo en el mundo ya no es mas el cuarto poder, quizás sea el tercero o el segundo. Esta haciendo tanto bien como mal. Es un gran revelador en las democracias, pero también un gran manipulador, instrumento del poder de los lobbys, y por tanto hay que cuidarse de él. Extraño el periodismo no narcisista de otros tiempos. Tengo un sentimiento ambivalente sobre el periodismo. Es tanto un aliado como un enemigo. Pero cada día más necesario. Hay que vigilarlo y analizarlo permanentemente (ANC-Utpba). CAMPO POPULAR-PERIODISMO: ATREVERNOS A PENSAR (Por Oscar Muiño) ¿Cómo armonizar el conflicto de valores de nuestra doble pertenencia al periodismo y al campo popular? En ambos territorios, acechan dos fantasmas: la complacencia con el discurso único, pero también la reiteración rutinaria de verdades viejas. En un caso somos funcionales al poder establecido; en el otro negamos la indispensable aventura del pensamiento crítico y obturamos el futuro. La hojarasca de información basura suele destacar lo accesorio y dejar en sombras las verdaderas relaciones de poder. Esa diferencia que los académicos reiteran entre “la política” (el escenario que nos está permitido observar) y “lo político” (las acciones profundas y habitualmente ocultas de los principales actores económicos y políticos). Ese principio del periodismo, el conocimiento de las cosas tal como son, resultan también un modelo para el campo popular. No surgen ideas nuevas, reflexiones sobre el porqué de tanto retroceso y falta de consenso social. La autosatisfacción de un listado sobre el vigor de nuestras ideas y nuestros supuestos aciertos no es una ayuda, sino un lastre del que hay que desprenderse. ¿No estamos acaso peor que hace veinte años? La sociedad argentina se ha desbarrancado, la exclusión se ha extendido a niveles inimaginables y estas condiciones de vida no han conducido a las mayorías hacia nuestras posiciones. Nosotros estamos fallando en algo decisivo. Lo mismo se advierte a nivel mundial. Asistimos –como espectadores- a un conflicto ajeno. El grupo de derecha dura que se ha encaramado en el gobierno de los Estados Unidos y lleva adelante la más brutal política de agresión tiene como principal adversario a grupos integristas cuyo modelo de sociedad nos resulta inaceptable. Lo que nosotros consideramos el campo popular no es un actor decisivo en el mundo ni en la Argentina. Las causas son múltiples, pero estoy convencido que falta espíritu crítico, rigor, propuestas consistentes, una lucha por las conciencias que tenga en cuenta los deseos y las percepciones de las mayorías. Es decir, atrevimiento para pensar y para actuar. Hay que desterrar el lamento fácil que justifica la pereza y la falta de osadía intelectual y política. Recobrar esa mirada crítica hacia nosotros mismos, que es la esencia de la eterna lucha por la verdad y la justicia. Y la única chance de disputar la victoria (ANC-Utpba).

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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